Por Carlos Polimeni |
La mención del fútbol
no es ociosa: ya casi nadie se anima a competirle. No hay espectáculos importantes los
domingos a la hora de "Fútbol de Primera". Nadie organiza un recital de música
popular cuando juegan Boca Juniors, River Plate o Racing Club. El éxito de Buenos
Aires No Duerme se hizo durante el receso del campeonato de la AFA. Durante el Mundial
hubo un parate fortísimo de asistencia de público a cualquier tipo de evento, en un
efecto dominó que afectó incluso al cine --se estrenaron una retahíla de films
apuntando al público femenino, ninguno de los cuales fue un éxito-- y el teatro, que en
una sociedad con otra lógica no tendrían por qué soportar la competencia del deporte.
Los que tengan dinero para pagar las entradas podrán darse entonces ahora banquetes de
cardenales. Por citar dos rubros, en cine, se vienen las nuevas películas de Quentin
Tarantino, Abbas Kiarostami, Spike Lee, y los seguros éxitos Armagedon y X
Files, entre otros. En música popular desfilarán Beastie Boys, Bee Gees, Backstreet
Boys, Creedence, Bjork, Prodigy, Milton Nascimento, Jeff Beck, The Smashing Pumpkins,
Kraftwerk, Mötley Crue, Megadeth, Kool & The Gang. Los que no mirarán televisión,
elegirán cuidadosamente si alguna vez concurren a algún sitio y tal vez entonces apoyen
a los artistas nacionales, los huérfanos de un statu quo en que suelen triunfar antes los
que comienzan por ofrecer sus chequeras que los que ofrecen, desinteresados, su corazón. |