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LA GENTE SE LANZA A COMPRAR DOLARES Y HAY PRESAGIOS DE DEVALUACION E HIPERINFLACION
Un día en la Rusia de Boris Alfonsín

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Caos bancario, falta o sobreprecio de dólares y presagios de hiperinflación asemejaban ayer a Rusia con la Argentina de 1989.

Una rusa anciana constata la evolución de la cotización del dólar en la pizarra de un puesto callejero de cambio de dinero.

THE GUARDIAN DE GRAN BRETAÑA
Por James Meek y Tom Whitehouse
desde Moscú

t.gif (67 bytes) Los daños producidos por la implosión rusa se extendían ayer desde misteriosas mesas de dinero computarizadas hasta los ciudadanos comunes, mientras algunos bancos y casas de cambio, atrapados en una iliquidez a escala nacional, dejaban de vender dólares. Mientras crecía la percepción de que un crash del rublo y una serie de caídas de bancos son inevitables, el presidente Boris Yeltsin dijo que cancelaba sus vacaciones y regresaba a Moscú. Pero Yeltsin insistió ayer: "No va a haber devaluación. Esto es firme y definitivo", aferrándose a la perspectiva ortodoxa del Kremlin de que dejar que el rublo ceda destruiría la estabilidad monetaria y la baja inflación, que son sus únicos logros económicos.

Los enemigos de la devaluación temen que se saldrá de control, llevando a la hiperinflación, a un colapso de la confianza pública en las reformas y un final caótico forzado del reino de Yeltsin: es el escenario "Indonesia con armas nucleares". "En este momento hay una nueva ola de crisis financieras mundiales, y nosotros debemos prepararnos para enfrentar esta situación --dijo Yeltsin en la ciudad de Novgorod, en el noroeste del país--. Hemos calculado nuestras reservas y estamos preparados para resistir esta ola." Luego de esas declaraciones se supo que Yeltsin había mantenido una larga conversación telefónica con el presidente norteamericano Bill Clinton, cuyo contenido --no tardó en saberse en Washington-- fue precisamente la crisis rusa. La Casa Blanca dijo que Clinton había expresado su "fuerte apoyo" a los esfuerzos rusos para resolver la crisis. Pero este apoyo no va mucho más del espaldarazo moral, ya que Rusia sigue incumpliendo los criterios para que el FMI le entregue su crédito, y el propio Fondo se está quedando ya sin dinero.

Posiblemente a causa de estas declaraciones, y luego de experimentar fuertes caídas el martes y el miércoles, el diminuto mercado de acciones de Rusia rebotó para arriba ayer; incluso, en cierto momento, las transacciones fueron detenidas porque habían subido demasiado rápido en un 14,5 por ciento. Pero la atención ya se ha desplazado de esas minitransacciones en acciones dudosas a la crisis, de mayores proyecciones, del sector bancario.

Después de una áspera reunión en la noche del jueves entre funcionarios financieros del gobierno y representantes de más de 50 bancos comerciales, el Banco Central gastó cientos de millones de dólares de sus disminuidas reservas ayer por la mañana para sostener el rublo. Luego, salió a la luz que el Banco había sido forzado a salir al rescate de una de las instituciones de crédito más conocidas del país, SBS-Agro. Un informe sostuvo que otro banco comercial de proporciones, el Inkombank, también había sido rescatado del precipicio.

Pese a los esfuerzos del Banco Central de contener la catástrofe usando sus fondos de divisa dura reforzados por el FMI, el mercado interbancario --donde los bancos se prestan entre sí-- permaneció congelado ayer por segundo día consecutivo. "El sistema bancario está en pedazos --sostuvo un economista occidental basado en Moscú--. No hay liquidez de ninguna clase en el mercado." Alrededor de la mitad de las ventanillas callejeras de cambio de dinero cerraron temprano ayer. Otras se negaban a cambiar rublos por dólares, o recargaban un 30 por ciento por encima de la tasa oficial.

Los rusos se han acostumbrado a cambiar rublos por dólares según lo necesiten, y cualquier restricción a esa libertad probablemente causará alarma. Un británico con negocios en Moscú dijo que esperaba una devaluación del rublo, y estaba luchando para convertir sus rublos de bolsillo en dólares. "La mayoría de los bancos simplemente se niega a vender dólares --dijo--. Y los que están vendiendo piden siete rublos por dólar, lo que está bien por encima de la cotización del mercado."

Un cajero en Sberbank, el sucesor del viejo banco soviético nacional de ahorros y aún hoy el tomador de depósitos más grande de Rusia, contó: "Mi jefe dice que hoy no podemos vender dólares. No sé por qué, pero así viene la cosa".

Entre los frustrados consumidores, un jubilado brillaba de malicia. El día anterior había cambiado sus ahorros en rublos por divisa dura. "Yeltsin dice que no habrá devaluación --dijo--. Pero yo no confío ni en él ni en su gobierno. Es demasiado tarde para salvar al rublo."

 

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