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CICCONE CALCOGRAFICA, QUE IMPRIME DESDE PASAPORTES A MENEMTRUCHOS, ENVUELTA EN UN ESCANDALO INTERNACIONAL
Línea directa de Don Torcuato a Don Bahrain

La planta gráfica de Don Torcuato ganó un contrato para imprimir dinares de Bahrain. Pero ahora el emirato investiga a la firma por circular en Europa 365 millones de dólares que nadie encargó.

El emirato de Bahrain siempre imprimía su moneda con la firma británica Thomas de la Rue. Los argentinos ganaron el contrato.

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Por Miguel Bonasso         

na02fo02.jpg (8514 bytes)t.gif (67 bytes) Parece un thriller financiero, pero está a punto de convertirse en un escándalo a escala internacional, donde intervienen –entre muchos otros espías– agentes de la CIA y del M-I6 británico: el Emirato de Bahrain acusa a la empresa argentina Ciccone Calcográfica de haber impreso sin autorización 137 millones de dinares (la moneda oficial del reino), que equivalen a 365 millones de dólares. La denuncia de las autoridades monetarias de Bahrain, que Página/12 revela hoy en exclusiva, todavía se maneja en Argentina con discreción y fuera de los estrados judiciales. Las autoridades de Bahrain hablan de “impresión no autorizada” y no de “falsificación de moneda”, pero en Suiza y otros países europeos ya hay varias personas detenidas y acusadas de integrar una banda que comercializa dinares falsos.
Ciccone, la empresa bajo la lupa del emirato, es una megaimprenta que fabrica en Argentina pasaportes, cédulas verdes, chapas de automóviles, permisos de armas del RENAR (entre otras cosas) y también provee de papel moneda a varios países extranjeros. Hace dos años fue señalada por Domingo Cavallo como una de las empresas que integraron el imperio Yabrán y en la actualidad está siendo investigada judicialmente en dos causas por lavado de dinero. Página/12 tuvo acceso al espinoso tema a través de varias fuentes que exigieron la reserva de su identidad y aportaron datos elocuentes. En cambio, ninguno de los involucrados quiso hacer declaraciones oficiales: ni la cancillería argentina, donde existiría una nota de protesta que el vicecanciller Andrés Cisneros guardó en reserva; ni en Ciccone Calcográfica, donde no fue posible conseguir que un directivo se pusiera el teléfono, ni siquiera en el perjudicado Bahrain, donde se cruzó el feriado musulmán del viernes con el silencio del sábado que mantuvieron las autoridades monetarias. Pero igual este diario está en condiciones de afirmar que la historia es así:
Ha llegado un inspector
En la segunda quincena de junio pasado llegó a Buenos Aires un misterioso señor, John Howard, representante de las autoridades financieras de Bahrain y visitó la empresa Ciccone Calcográfica para una inspección de la imprenta argentina que provee al emirato el papel moneda. Estas inspecciones suelen ser de rigor y no afectan a los inspeccionados. Pero en este caso había una gruesa sospecha que pronto se convirtió en requisitoria oficial, cuando llegó a mano de los señores Ciccone una carta oficial del emirato, acusándolos de haber impreso sin autorización billetes de 20 dinares hasta sumar 137 millones, que al cambio actual de un dinar = 2,63 dólares, representa 365 millones de dólares. El escrito oficial estaba firmado por las autoridades monetarias del emirato.
Otra carta similar, del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bahrain, habría llegado también al vicecanciller argentino Andrés Cisneros. Pero esta versión, aportada a Página/12 por una fuente oficiosa del Palacio San Martín, no pudo ser confirmada ni desmentida, porque tanto el canciller Guido Di Tella como el propio Cisneros no pudieron ser ubicados por este diario.
Ante la denuncia de Bahrain, voceros oficiosos de Ciccone salieron a decirle al gobierno argentino que todo este affaire era una maniobra en su contra de un gran competidor inglés, la tradicional imprenta Thomas de la Rue, a la que habían derrotado en la licitación para imprimir dinero de Bahrain. Estos mismos voceros deslizaron que el inspector John Howard había trabajado para De la Rue como jefe de su equipo de asesores.
Alguien, tal vez imaginativo, sugirió también que Howard podía estar vinculado a los servicios secretos de su país. Página/12 intentó ubicar a Howard en Manama, la capital de Bahrain, pero su teléfono no contestó, ni el viernes ni ayer, sábado. Esos mismos voceros oficiosos aseguraron que la empresa había puesto a disposición de la cancillería, el Ministerio del Interior y el Banco Central la “información pertinente”, pero nada de estopudo ser comprobado. Un portavoz del Banco Central dijo a este diario que no sabían nada del asunto y además no era tema de su incumbencia por tratarse de moneda extranjera. No piensan del mismo modo los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Bélgica, Suiza y, obviamente, el propio emirato. Que están superactivos siguiendo la huella de los dinares por Europa desde fines de mayo pasado cuando dos bancos belgas recibieron en depósito gruesas cantidades de divisas de Bahrain y tuvieron el buen tino de enviar billete-testigo a expertos de Londres y Suiza para comprobar su autenticidad.
De Argentina a Níger
Navegar en el Internet depara momentos gratos para el investigador periodístico: el 4 del corriente mes, el diario de Bruselas Le Soir publicó un informe del periodista Jean Vangenones, dando cuenta de la detención de un piloto belga y su compañera por haber traficado dinares falsos en vasta escala. La crónica informa que hay en total unas diez detenciones, tanto en Bélgica, como en Francia y Suiza. Los datos fueron suministrados oficialmente por el tribunal de la ciudad de Nivelles y cuentan una historia alucinante que empieza en diciembre del año pasado, en Johannesburgo, Sudáfrica. Donde dos integrantes de una organización dedicada a estos negocios se habría encontrado “con el representante de una firma argentina especializada en la impresión de billetes de banco falsos” a la que habrían encargado “la fabricación de 140 millones de dinares de Bahrain bajo la forma de billetes de 20 dinares, el valor más elevado en cursos en ese país.
“Poco después –prosigue la nota de Le Soir– la firma argentina toma contacto con un fabricante francés de ‘papel de seguridad’ que el 27 de abril les entrega siete toneladas de papel con filigrana especialmente utilizado para la fabricación de billetes de banco.” A esta altura, siempre de acuerdo con el diario belga, habría entrado en acción un francés cuya identidad se reserva para no entorpecer la investigación, especializado en la venta de aviones y de material aeronáutico. Este personaje, a su vez, habría acercado al grupo a un piloto belga que, “vía una cooperativa, posee un Boeing 707 de carga, basado en Líbano para el mantenimiento pero administrado en Kinshassa”. Y este piloto, junto con algunos belgas que componen la tripulación y la curiosa cooperativa, habría despegado de Ostende con destino a Buenos Aires el 18 de mayo pasado, para buscar una parte de los famosos dinares. Salvo que en vez de llevarlos a la capital de Bahrain (Manama) el avión aterrizó en Níger, donde la preciosa carga “fue desembarcada bajo la mirada atenta de los militares”. Además del piloto belga y sus tripulantes habrían viajado también un camerunés, un árabe de un emirato no identificado y una tercera persona de nacionalidad desconocida.
Un segundo vuelo tuvo lugar entre el 25 y el 26 de mayo, con desvío en la capital de Chad. Y un tercero y último se habría producido entre el 8 y 9 de junio pasado. También en Chad, habrían “ayudado los militares”. Según Le Soir, el comandante habría recibido 350 mil dinares (el equivalente de 30 millones de francos belgas) y 90 mil su tripulación. Parte de ese dinero fue depositado en un banco de Amberes y parte en otros banco de Enghien. “Nuestros banqueros son prudentes –dice el periodista belga– y enviaron billetes-test a Londres y Suiza”, donde no tardó en saltar la liebre.
El 10 de junio último –siempre según el dossier de Nivelles– la novia del piloto belga llegó a Ginebra con la esperanza de cambiar “sus dinares de Bahrain” por alguna moneda europea fuerte y legal. Los suizos, no menos cautos que los belgas, le pidieron que regresara el 17 de julio a buscar el cambio. Cuando lo hizo, los policías helvéticos le echaron el guante con elegancia y discreción. Tres días más tarde una comisión rogatoria de la Justicia suiza llegó al tribunal de Nivelles solicitando algunos datosy capturas. Y el piloto, cuya identidad tampoco fue revelada en la crónica de Jean Vangenones fue detenido en la ciudad de Lasnes.
El diario belga considera que el affaire es “importante” y comenta que Bahrain “debió retirar este tipo de billetes de la circulación”. El cronista se pregunta si el pequeño reino del Golfo Pérsico ha sido víctima de una tentativa de desestabilización económica o si se trata, simplemente, “de vulgares truhanes”. Aunque en este caso no sean para nada vulgares.
Bond, James Bond
Pero la investigación, por lo que pudo establecer Página/12, no se limita a Bélgica, Suiza y Francia, sino que incluye a Estados Unidos y, de manera muy destacada a Gran Bretaña. Por varias razones. En primer lugar, la falsificación de moneda es uno de los temas centrales de los servicios de inteligencia y, obviamente, de las policías federales. Basta recordar que la captura y castigo de los monederos falsos fue la razón de nacer del FBI, cuya oficina en nuestro país sigue atentamente la circulación de “verdes” falsificados. Los ingleses están interesados por razones de peso: su veterana imprenta Thomas de la Rue, que antes le imprimía a Bahrain y a no pocos de los países del mal llamado Tercer Mundo, está despechada por haber pedido una licitación frente a lo que Wenceslao Bunge llamaría “el capital insolente” argentino. Pero además la City es un lugar más que indicado para “colocar” monedas duras y estables de los países exportadores de petróleo, como los emiratos del Golfo Pérsico. Una de las fuentes de esta nota imaginó que los dinares presuntamente clonados, que representan unos 214 millones de libras esterlinas, podrían ser adquiridos por una de las grandes corporaciones que “reducen” dinero falso a un precio mucho menor, digamos 80 o 90 millones de libras. La compradora “lavaría” después los dinares a través de distintas operaciones (como la compra de bonos) y se quedaría con un enorme margen para compensar sus riesgos. Los falsificadores y traficantes, por su parte, también harían un negocio fabuloso.
Las investigaciones en el país y en el extranjero deben tener nerviosos a los ejecutivos de Ciccone Calcográfica y su asesor, el ex embajador norteamericano en la Argentina James Cheek, porque vienen a sumarse a otros litigios recientemente revelados por Marcelo Zlotogwiazda en el semanario XXI. Según Zlotogwiazda, Ciccone Calcográfica está comprometida en dos causas por lavado de dinero. “La primera está ahora en manos de la Corte Suprema de Justicia porque involucra al embajador del Congo en una investigación de multimillonarias operaciones internacionales de blanqueo de divisas provenientes del juego y del tráfico de armas” (...) “La segunda causa, que está siendo observada con lupa por la DGI, se localiza en una exportación realizada por Ciccone de billetes con destino a Angola por un valor de 66 millones de dólares, de los cuales casi 30 millones fueron desviados a Bahamas y a las Islas Vírgenes en pago de comisiones”. La nota no alude al affaire Bahrain revelado en este informe.
Ayer una cronista de este diario intentó comunicarse con los principales directivos de Ciccone Calcográfica pero no logró pasar del nivel secretarial. Primero atendió una señorita Constanza y luego una señorita Marta, secretaria de la presidencia del directorio. Pese a la insistencia, y a conocer la gravedad del asunto que motivaba la llamada, la señorita Marta se excusó con amabilidad: “Es viernes y me cuesta encontrarlos”.
Los fines de semana son así en todas partes del mundo, porque tampoco pudimos ubicar a John Howard, las autoridades monetarias de Bahrein, Andrés Cisneros o Guido Di Tella. Pero mañana, afortunadamente, es lunes y tanto los musulmanes como los cristianos vuelven al trabajo. A las preocupaciones cotidianas.

 

La tierra entre dos mares
Por M.B.

El emirato independiente de Bahrain (Dawlat al-Bahrayn en árabe) es un archipiélago de pequeñas islas ubicadas en el Golfo Pérsico entre Arabia Saudita y la península de Quatar. La isla más grande (Bahrain) tiene 48 kilómetros de largo por 16 de ancho. Su nombre significa precisamente: "Entre dos mares". La población total, según el censo de 1995, suma apenas 579 mil habitantes. De los cuales el 30 por ciento vive en la capital, Manama. La casi totalidad de los pobladores (90,3 por ciento) habita en las zonas urbanas. El jefe del Estado es el Emir, que gobierna apoyado en un Consejo Consultivo y un primer ministro. La religión es la musulmana sunnita. El petróleo es, desde 1931, su principal producto de exportación (80 por ciento). El destino de esas exportaciones, curiosamente, se ignora en un 70 por ciento. Como las reservas de hidrocarburo se están agotando, el gobierno busca diversificar la economía con otras fuentes de ingreso. Una de ellas consiste precisamente en elaborar el petróleo que producen otros países del Golfo a través de una gigantesca refinería. Por su ubicación estratégica, Bahrain recibe diversos subsidios de Arabia Saudita y los otros emiratos y se ha convertido en el principal centro financiero y de comunicaciones de la región. La moneda es el dinar de Bahrain que desde hace treinta años mantiene aproximadamente su actual cotización: un dinar equivale a dos dólares con sesenta y tres centavos.


Según Cavallo, otra empresa de Yabrán
Por M.B.

Según Domingo Cavallo, Ciccone Calcográfica pasó a formar parte del imperio Yabrán ana03fo03.jpg (7964 bytes) través de una maniobra financiera. En noviembre de 1996, para responder la querella que le había iniciado Alfredo Yabrán en el juzgado federal de Jorge Urso, el ex ministro de Economía presentó un informe de 380 carillas en el que detallaba cuáles eran las empresas del Grupo Yabrán y cómo eran sus operaciones que él calificó de "mafiosas". En la carilla 71 figura Ciccone Calcográfica, que al decir de Cavallo "estaría desde hace un tiempo bajo el control del querellante (Yabrán). El 'procedimiento' para ello --declara Cavallo-- fue a través de un crédito por una suma de aproximadamente 25 millones de dólares que supuestamente la Banca della Svizzera Italiana otorgara a Ciccone Calcográfica S.A. y que la empresa no pudo restituir. Mientras me desempeñaba como ministro --dice Cavallo ante Urso-- recibí en audiencia al señor Ciccone, quien me solicitó apoyo para conseguir un crédito sustitutivo del que --según me refirió-- le había hecho dar Alfredo Enrique Nallib Yabrán por intermedio del Banco della Svizzera Italiana y cuyos intereses se le hacían insoportables". Cavallo concluye el capítulo afirmando que le dio una mano al empresario ante las autoridades norteamericanas que desconfiaban de Ciccone Calcográfica pero que éste no consiguió "créditos sustitutivos del que tenía con el querellante (Yabrán), por cuanto su empresa no había sido considerada merecedora de los mismos".

 

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