Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


CAOS FINANCIERO POR LA REPROGRAMACION UNILATERAL DE LA DEUDA
Rusia se hunde con el rublo

El rublo estaba ayer en caída libre por la decisión rusa de reconvertir unilateralmente su deuda; las operaciones en divisas y en acciones debieron ser interrumpidas, los comercios cerraron y en Moscú había pánico.

Rusos comunes hacen cola ante una casa de cambios para poder vender sus rublos.
Nadie puede acceder a los depósitos en dólares, y el que tiene rublos, los gasta enseguida.

na23fo01.jpg (13488 bytes)


t.gif (67 bytes)  El Banco Central de Rusia declaró ayer nulas todas las operaciones en el mercado de divisas de Moscú, con la intención frustrada de frenar el desplome de la moneda rusa. La decisión sin precedentes fue adoptada cuando el rublo cayó el 41 por ciento y el dólar alcanzó 8,26 rublos. La nueva vuelta de tuerca de la crisis se debe a la decisión unilateral de Moscú de reconvertir la deuda pública rusa. El primer ministro designado, Viktor Chernomyrdin, se encontró ayer en Ucrania con el director del FMI, Michel Camdessus, que había criticado duramente el programa de refinanciación. Antes se había reunido con los líderes ucranianos y bielorrusos para buscar una salida común a la situación de caos financiero que ya se ha convertido en pánico en las calles. Mientras tanto, el presidente Boris Yeltsin no se presentó ayer en su oficina.

Mientras una creciente sensación de pánico se propagaba entre los rusos, el primer ministro interino Viktor Chernomyrdin viajó repentinamente a Ucrania para reunirse con los dirigentes de las ex repúblicas soviéticas de Ucrania y Bielorrusia, y sobre todo con el director gerente del FMI, Michel Camdessus. Las conversaciones giraron en torno a la crisis financiera que afecta a Rusia y su amenaza para la región. El Fondo Monetario Internacional fue el principal contribuyente en el paquete de rescate de 22.600 millones de dólares que se organizó el mes pasado para Rusia.

"La política financiera y económica es algo en que tengo puesta mi atención en todo momento", afirmó Chernomyrdin. "Estoy extremadamente insatisfecho con el trabajo del Banco Central en estos días", agregó. Acuciado por huelgas generalizadas de mineros, maestros, científicos y otros sectores sociales en diferentes puntos de la vasta geografía rusa, el nuevo premier debe responder al pago de salarios atrasados de seis a nueve meses, y enfrentar un descontento social que están aprendiendo a capitalizar cada vez mejor los comunistas y nacionalistas.

En este contexto, la decisión rusa de declarar una moratoria de la deuda externa e interna por 90 días y proceder a una licuación de esos compromisos a través de la reconversión a plazos de entre tres y cinco años ha supuesto el virtual corte de créditos externos. El FMI fracasó por primera vez desde el inicio de la crisis asiática en evitar una declaración de quiebra de un país miembro. Parece imposible pensar en una asistencia incondicional del FMI al nuevo gobierno de Viktor Chernomyrdin. En el mejor de los casos, cualquier ayuda tendrá un carácter puntual y quedará sometida al cumplimiento de metas previamente acordadas entre las dos partes.

El gobierno ruso tuvo que desechar los rumores que pululaban ayer en los mercados financieros estadounidenses de que Yeltsin podría verse obligado a dimitir por el caos que supo provocar con sus dos últimas elecciones para primer ministro. "Esto es algo estúpido, que el servicio de prensa niega todo lo categóricamente que puede negarse", dijo Alexei Gromov, subjefe del servicio de prensa del Kremlin, quien también aclaró que el presidente estaba estudiando los acontecimientos y eligiendo soluciones desde su casa en las afueras de Moscú. Los operadores dijeron que el rumor fúnebre había impulsado al dólar contra el marco alemán en Nueva York. Pero es cierto que ayer el presidente de la Duma, el comunista moderado Guennadi Selesniov, entonó su plegaria cotidiana de reclamar una renuncia voluntaria de Yeltsin.

El Banco Central ruso dijo que había gastado 8800 millones de dólares en julio y agosto para respaldar al rublo, lo que hacía imposible que siguiera interviniendo de manera amplia. Sus reservas de monedas internacionales y de oro se situaban en 15.000 millones de dólares el 14 de agosto. La crisis se trasladó a las calles, y la mayor parte de las tiendas de GUM, la mayor cadena del país, cerró sus puertas para aumentar debidamente los precios.

La profundización de la crisis provocó la caída de las bolsas europeas. El índice Xetra-Dax cayó más de 3 por ciento, en un reflejo de la gran exposición de los bancos alemanes a la deuda rusa. Las acciones del Deutsche Bank AG cayeron más de seis por ciento para tocar sus niveles más bajos en casi seis meses. Los dirigentes extranjeros pusieron en claro que no habría dinero mágico. "Ni el FMI ni el Grupo de los Siete puede hacer nada. Rusia tiene que hacerlo por sí misma", dijo el ministro de Finanzas alemán Theo Waigel. "¿Que si creo que tienen un plan coherente? No, no lo creo en absoluto", dijo Charles Blitzer, jefe de economistas de Donaldson Lufkin y Jenrette, en Londres.

 


 

HAY LARGAS COLAS, PERO NADIE VENDE UN SOLO DOLAR
Cómo es el pánico económico en Moscú

The Guardian de Gran Bretaña
Por Tom Whitehouse  desde Moscú

Antes de ocupar su lugar al final de la cola, los depositantes se acercaban al lugar donde ésta empezaba, para averiguar si el Banco abriría, y cuándo. "En media hora --decía Irena Zhumatova, cuidando celosamente su puesto a la cabeza de la fila--. Están almorzando".

En realidad, Zhumatova podría haberse estado refiriendo a la totalidad del gobierno ruso. Con un Banco Central que lisa y llanamente se negaba ayer a vender dólares a cambio de rublos en el mercado interbancario de divisas de Moscú --y que afirmaba que las transacciones habían sido "anuladas"-- el conjunto de la economía rusa aparecía en peligro.

"Mis ahorros son en rublos. Creo que el Banco todavía los tiene --dice la señora Zhumatova--. Si los puedo recuperar, me los voy a gastar enseguida en cualquier cosa. Ya no tiene sentido guardar los rublos". Cualquier resto de confianza que los rusos conservaran en su moneda murió ayer. Para protegerse de la caída del rublo, la gente que tiene efectivo está empezando a comprar y acaparar lo que sea. Es casi imposible comprar dólares en las calles, de modo que la gente se está volcando al oro y la plata. Las joyerías hacen su agosto. "Todavía no hemos subido los precios", dice un cartel en la vitrina de un joyero.

Viktor Chernomyrdin, el primer ministro en funciones, ha admitido lo que todo el mundo sabe --que los bancos van a colapsar--, pero no ha dicho cuál va a ser su respuesta. Sergei Dubinin, el desprestigiado titular del Banco Central, formuló una vaga promesa de proteger todas las cuentas personales de ahorro, pero tampoco ha entregado detalles. Y ayer, con el colapso del Banco Imperial, el decimotercero en tamaño del país, los depositantes se preparaban para lo peor.

"Mi banco no piensa devolverme mis ahorros en dólares, ni hoy, ni mañana, ni la semana que viene --dice Mijail Kubov, de 30 años, un asesor de seguros que hace cola a la salida de una sucursal de Menatep, el séptimo banco ruso--. La semana pasada me dijeron que llenara un formulario, que volviera esta semana y que hiciera la cola, pero sé que es inútil".

El banco había cerrado para hacer una "pausa técnica", colocando a la puerta carteles de pedidos de disculpa. "Menatep lamenta el cierre inconveniente de su departamento de depósitos en divisas... de ser necesario, los clientes tendrán la posibilidad de transferir sus cuentas de divisas al Sberbank (el banco de ahorros del Estado). Estamos preparando un mecanismo para realizar esta operación".

Ese "mecanismo" no existe todavía. Los bancos están en un limbo: técnicamente están en bancarrota, pero oficialmente no han muerto aún. Como todo, los bancos están a la espera de las novedades políticas. "Tengo un derecho legal a recuperar mis ahorros", dice Kubov, antes de darse cuenta del absurdo que había pronunciado y largar una carcajada.

Los depositantes con cuentas en dólares no caen simpáticos a los rusos comunes que no tienen rublos --ni qué hablar de dólares--. Al comienzo, la crisis bancaria va a ser sentida con mayor agudeza por la diminuta clase media, cuyo reciente surgimiento fue esgrimido como prueba del éxito de la "reforma". Pero los pobres son los que sufrirán el golpe más duro. Parece inevitable una inflación desbocada, a medida que la expectativa de una suba de precios desata compras generalizadas, que a la vez alimentan la inflación.

Ayer cerraron varios bancos, que recomendaron a sus clientes dirigirse a algunas sucursales chicas donde podían hacer cola para registrar sus quejas. Incluso cerraron los quioscos callejeros de venta de divisas, que la semana pasada hicieron grandes negocios comprando y vendiendo dólares. ¿Por qué vender hoy un dólar a 10 rublos, cuando mañana puede valer 20 o incluso 30? En una semana, puede llegar a cotizarse a 100.

 

PRINCIPAL