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“EL SEÑOR K”, UN DOCUMENTAL DE TRISTAN BAUER
La historia del atormentado

La televisión por cable estrena esta semana un mediometraje argentino sobre la vida del autor de “La metamorfosis” y “El proceso”.

Franz Kafka, según el dibujante estadounidense Robert Crumb.
El documental de Bauer se verá el viernes, en dos horarios.

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Por Verónica Abdala

Franz Kafka detestaba el cine. “No lo tolero. Debe ser porque soy demasiado visual, y el cine le impide a la visión manifestarse de manera espontánea”, le explicó un día a su amigo Gustav Janouch. El cine del que hablaba el escritor checo era el cine mudo. Cuando murió en 1924 faltaban seis años para el nacimiento del sonoro, pero puede pensarse que creció simultáneamente con el desarollo del cine, si se sabe que había nacido en 1883, doce años antes de la primera proyección de la historia. El cine, sin embargo, se ocupó vastamente de él: desde Orson Welles, que filmó su novela El proceso en 1962, hasta el argentino Beda Docampo Feijóo (Los amores de Kafka, 1988), un abanico de realizadores creyeron encontrar, o encontraron, inspiración en su vida y su obra.
Este viernes a las 10 y a las 15.30, la señal de cable Quality (60 de Multicanal, 46 Cablevisión) estrenará para la televisión argentina un mediometraje sobre Kafka dirigido por Tristán Bauer (Después de la tormenta, Cortázar, Evita. La tumba sin paz) a partir de un guión de Julio Bertolotti. El señor K , 23 minutos de duración, rodado en 1992, comienza con un paneo del Cementerio Judío de Praga, donde fueron sepultados los restos del escritor. Paradójicamente, al lado de los de su padre, el hombre que lo hacía sentir como una cucaracha, literalmente.
La atormentada relación que Franz mantuvo desde chico con la autoridad, que la figura de su padre representaba –La metamorfosis, América, El castillo y El proceso tienen relación directa con este tema, que queda explícitamente desarrollado en Cartas al padre– es una de las claves para comprender su literatura. Y acaso también para vislumbrar al menos una de las causas de las enfermedades psicosomáticas que lo atormentaron. Sobre éstas y otras cuestiones trata el documental, cuya voz en off está a cargo del actor Lorenzo Quinteros, que en 1989 protagonizó la ópera prima de Bauer, Después de la tormenta y, en 1993, una obra teatral basada en “La metamorfosis”. El documental alterna otra voz, la del conductor radial Omar Cerasuolo, repasando los datos centrales de la atormentada vida del escritor que murió sin haber publicado jamás un libro.
La lectura de fragmentos de sus novelas y cuentos se entremezclan, en el video, con imágenes de Felisa Bauer, Grete Bloch, Milena Jesenska y Dora Diamant, las mujeres con las que mantuvo relaciones amorosas –aunque nunca se casó–, y con paisajes de Praga, la ciudad en que nació, hijo de una familia acomodada de comerciantes judíos, en una época de importantes brotes xenófobos en la sociedad checa. El trabajo de Bauer incluye fragmentos del film El proceso, y algunas fotografías tomadas por los años en que Kafka cursaba sus estudios en colegios alemanes y comenzaba a convencerse de que los modelos y programas educativos rígidos a los que era sometido lo perjudicaban “en todos los sentidos”. Recién a los 21 años, dos antes de recibirse de abogado, comenzaría a escribir, aunque sin intenciones de publicar: no le interesaba que el mundo pudiera leer sus textos y disfrutase más o menos de ellos sino proteger, de todos los modos posibles, esos instantes “sublimes” en que esos fragmentos eran escritos. “No soy otra cosa que literatura, y no puedo ni quiero ser otra cosa. Todo lo que no sea literatura me inspira odio”, escribió por entonces.
Otro de los ejes sobre los que gira el documental de Bauer es la relación Kafka con Max Brod, el amigo que, traicionando su voluntad, publicó sus obras, a mediados de los años 20, haciendo, en cambio, un bien a la historia de la literatura. Para Milena Jesenska –la destinataria de las famosas cartas– Kafka fue “alguien que siempre se consideró culpable y débil pese a que pocos seres en el mundo fueron dotados de su inmensa fuerza, de esa absoluta e inquebrantable voluntad por alcanzar la perfección, la pureza y la verdad”. Posiblemente esa debilidad tenía que ver con la tuberculosis que le detectaron en 1917, ocho años antes de su muerte, cuando tenía 34. “Mis pulmones se han confabulado con mi cabeza, a mis espaldas”, escribió al respecto. Antes de morir Kafka soñaba con abrir un restaurante con Dora Diamant, su última mujer, en Tel Aviv. Fue por losmismos días en los que dijo que todos sus escritos y todos sus esfuerzos tenían como último fin aprender a aceptar la muerte. Está testimoniado que murió en paz. Debe haber aprendido, al final, a convivir con los fantasmas.

 

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