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SIN GOBIERNO A LA VISTA, Y CON POSIBLES CHOQUES ARMADOS
Temen una guerra civil rusa

La Cámara baja del Parlamento anticipó un nuevo rechazo al premier Viktor Chernomyrdin y se negó a discutir un plan de acuerdo     político con el Ejecutivo. Hay temor de que la disputa se dirima a tiros.

Una rusa intenta vender su colección de fotos para poder comer en la nueva Rusia devaluada.
Los precios de los alimentos han crecido enormemente, al borde de la hiperinflación.

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El País de Madrid
Por Rodrigo Fernández  desde Moscú

t.gif (862 bytes) La Duma Estatal o Cámara baja del Parlamento ruso decidió votar mañana viernes por segunda vez la candidatura de Viktor Chernomyrdin al puesto de primer ministro y se negó a discutir un plan de acuerdo político con el Ejecutivo, en una clara señal de que el elegido del Kremlin será nuevamente rechazado por los diputados. Mientras tanto, el magnate Boris Berezovski, principal organizador del regreso de Chernomyrdin, opinó ayer que el presidente Boris Yeltsin deberá dimitir si el país sigue sin tener un poder político fuerte, al tiempo que algunos periódicos publicaban artículos alarmistas en los que advertían de un posible enfrentamiento armado entre las ramas del poder.
Haber resuelto examinar el viernes la candidatura de Chernomyrdin, sin esperar la sesión de hoy del Consejo de la Federación o Cámara alta donde éste debía intervenir, significa que el candidato del Kremlin no tiene prácticamente ninguna posibilidad de ser confirmado en su puesto. Toda la izquierda de la Duma –el Partido Comunista, el Agrario y el grupo Poder del Pueblo–, así como Yábloko, que representa la oposición democrática, ya han anunciado que votarán en contra del jefe de gobierno interino.
Esta decisión de los parlamentarios se reflejó también en una resolución en la que instan a Chernomyrdin a retirar voluntariamente su candidatura a primer ministro. Esto “podría distender en grado considerable la situación y obligar a buscar un compromiso”, se dice en el documento aprobado ayer por 255 votos a favor y 40 en contra. Los parlamentarios constatan que la nominación de Chernomyrdin “ha conducido a una dura confrontación entre las ramas del poder” y que las presiones que hace el Kremlin para lograr que se le confirme como primer ministro “sólo agravan la situación”. La Duma advierte que no aprobará a Chernomyrdin bajo ninguna circunstancia, ni siquiera bajo la amenaza de verse disuelta. Si esto último ocurre, “la actual crisis política se convertirá en un enfrentamiento irreconciliable”, amenazan los diputados.
Precisamente la posibilidad de un nuevo enfrentamiento armado entre el Ejecutivo y el Legislativo, como el ocurrido en 1993, fue ayer titular de primera página en varios diarios. El más impresionante fue el del diario liberal Kommersant Daily, que saca una inmensa foto de la cara de Gennady Ziugánov, el líder comunista, pero tomada de tal manera que recuerda la estética de algunas películas sobre Lenin, bajo el título de “Ziugánov está preparado para la guerra”. El texto que acompaña a la elocuente foto afirma que Chernomyrdin será rechazado incluso la tercera vez, pero que los comunistas se resistirán a la disolución de la Duma prevista para este caso en la Constitución.
Y ello porque temen, no sin razón, que Yeltsin pueda no convocar a nuevas elecciones, por más que según la Carta Magna rusa debería hacerlo. El influyente periódico no duda de la capacidad de los comunistas de tomar las calles de la capital, pero también está seguro de que el Servicio Federal de Seguridad no se quedará de brazos cruzados y saldrá en apoyo del presidente. “Entonces la guerra será una realidad”, concluye el Kommersant. Otros periódicos han publicado artículos con ideas similares, lo que se enmarca en la campaña de terror psicológico que generalmente acompaña a crisis como la actual.
En este ambiente de nerviosismo y temor, se ha vuelto a poner sobre el tapete la dimisión de Yeltsin. Quien lo ha hecho es nada menos que el poderosísimo magnate Boris Berezovski, principal organizador de la caída del gobierno de Sergei Kiriyenko y de su reemplazo por Chernomyrdin. “Si en Rusia no se forma un poder político sólido, entonces Yeltsin deberádimitir para dar paso a semejante poder”, opinó ayer Berezovski en declaraciones a la radio Eco de Moscú, en las que criticó al presidente y al gobierno por mostrarse débiles ante la crisis financiera y política, al tiempo que instó a tomar medidas decididas para defender las reformas.
Berezovski también se hizo eco de las opiniones alarmistas y dijo que consideraba posible una rebelión popular, aunque esto sea algo que no conviene a nadie, ni siquiera a la oposición. El general Alexandr Lébed –quien, según el magnate, forma, junto con el alcalde de Moscú Yuri Luzhkov, el par de políticos más influyentes– se pronunció ayer en la misma línea al decirle al presidente norteamericano Bill Clinton que “la situación en Rusia es catastrófica, peor que en 1917”, cuando estalló la revolución bolchevique.
Yeltsin, entretanto, firmó ayer un decreto reconfirmando, a propuesta de Chernomyrdin, a una serie de ministros actualmente en funciones. La medida aparentemente es anticonstitucional, ya que según la ley fundamental rusa el presidente nombra a los ministros a propuesta del jefe de gobierno titular, es decir, confirmado por la Duma. Esta, a su vez, pidió ayer a Yeltsin que destituyera al gobernador del Banco Central, Sergei Dubinin.

 

Yeltsin está incoherente

“Nosotros necesitamos inversiones”, fue la expresión más coherente y más cierta que pronunció ayer el presidente ruso Boris Yeltsin en la conferencia de prensa conjunta que ofreció con su colega norteamericano Bill Clinton. Los partes médicos sobre la salud de Yeltsin son guardados en el Kremlin con el secreto que antes se reservaba a las decisiones del Politburó, pero el desconcierto con que ayer respondió a la interrogación de los periodistas hizo aumentar una vez más las inquietudes sobre su salud.
La pregunta del millón era si Yeltsin tenía otro candidato como primer ministro además del burócrata Victor Chernomyrdin, repudiado abrumadoramente por la Duma en la votación del lunes. Yeltsin buscó las palabras, hizo pausas ya antes de empezar a hablar, y dijo entrecortadamente “Debo decir que aquí pasarán muchas cosas, para que lleguemos a ese resultado”. Después miró a su portavoz, Serguei Yastrzhembski, y le preguntó: “¿Y ahora?”, ante la risa de los presentes.
Como habían previsto los analistas, la desconcentración de Yeltsin no se interrumpió, y en otra pregunta confundió a Washington con Varsovia. Poco después, de una manera que algunos consideraron abrupta pero no injustificada, el vocero del Kremlin dio por terminada la conferencia. Clinton se mostró satisfecho de la declaración que firmaron ambos.

 

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