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LA CANCILLERIA PIDIO QUE EL CHICO ALEMAN DEJE EL PAIS
Una huida apurada por las cámaras

El alemán de 14 años que vino al país a rehabilitarse deberá irse a pedido de las autoridades. El dueño del hotel donde se alojó en Olavarría lo describe como un chico amable, lejos del monstruo pintado en los medios.

Chris Monaco, en una imagen tomada por la televisión alemana antes de que viajara a la Argentina.
“No esperaba que limpiáramos nosotros, recogía las cosas y las llevaba al mostrador”, cuenta el dueño del hotel.

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Por Alejandra Dandan

t.gif (67 bytes) “Todo el trabajo me lo tiran al suelo.” Christian Scholz se enfureció apenas advirtió a un camarógrafo en la puerta del Hotel Rohes de Olavarría. Buscaban al chico malo alemán con 170 causas penales, señalado como un “monstruo”. Ese jovencito es Chris Monaco. Las cámaras liquidaron la sensación de calma conseguida en los tres meses de estadía en la Argentina. Chris quedó turbado. Escapó y se enredó como oruga en su cuarto. Ayer la Cancillería transmitió a Alemania “la conveniencia” de que abandone el país. Aquel trabajo referido por su tutor era su recuperación, hasta el martes calificada en 80 por ciento positiva. En el país viajó, y trabajó de agricultor y carpintero en una granja de Olavarría. La prensa alemana descalificó como irresponsables a los medios argentinos que –según dicen– esperan las macanas del chico para empacharse (ver aparte). Pero no sólo los germanos vapulearon la actitud de la prensa. Para Interpol argentina Chris es un “pobre chico” y “los burros de los periodistas lo quieren hundir”.
No hubo gato estrangulado ni robo de auto, según cuenta Alberto Vitale, el dueño la hostería donde se alojaron instructor y joven. El chico alemán conocido como Terror Kid Thorsten en las calles de Darmstadt pasó tres etapas de 15 días en Olavarría. Era el 1º de julio cuando la pareja de alemanes ingresó al hotel. Roberto Hartmann, un carpintero hijo de alemanes a cargo de una comunidad de jóvenes, se los presentó al dueño. Alberto alojó a Chris y Christian en una habitación compartida, después comprendería que la convivencia formaba parte del tratamiento del más joven. “En una oportunidad Christian me contó que el padre de Chris es un drogadicto y su madre prostituta. También sus hermanos tienen causas penales”, cuenta Vitale. “Es la última oportunidad que le da el Estado para recuperarse”, confió el terapeuta, buzo profesional del ejército.
Esos primeros días Chris permanecía prácticamente inactivo. Tiene prohibido tomar café y Coca-Cola. En su lugar, todas las mañanas entre las 9 y 9.30 el tutor cargaba el desayuno de leche y cereales. “Muchas gracias”, era lo único que Chris decía en español y lo repetía después de cada desayuno. “Incluso no esperaba que limpiáramos nosotros, recogía las cosas, las montaba y llevaba al mostrador. Después siempre ‘Muchas gracias’”, repite Vitale en defensa del chico. En el lobby del hotel sufrieron el Mundial con el dueño y también Chris intentó –sin éxito– adaptarse al mate. Con Hartmann instalado como traductor recorrieron el norte en bus, llegaron a Salta, conocieron Cataratas, bajaron por Corrientes y volvieron otros 15 días al Hotel ya sin cuartos compartidos, sino separados. Síntoma del avance de Chris, según Vitale.
Cada semana, Christian enviaba a la oficina del Departamento de la Juventud de Darmstadt “páginas y páginas con el informe sobre la situación del chico”, explica Vitale. Después de unos días decidieron alquilar un auto para recorrer el sur del país en un viaje que resultó de 9000 kilómetros. Mendoza, Bariloche, Córdoba, salieron a Entre Ríos y desde allí la vuelta. Según algunas versiones, ésos fueron los escenarios donde Chris habría robado un auto y estrangulado un gato. “Todo mentira, todo es mentira”, asegura Vitale, quien también preguntó al instructor sobre ellos.
El hombre se enoja cuando escucha todo lo que se dice del “monstruito”. “Hasta dijeron que intentó robar la caja fuerte de mi hotel y nada que ver. Es más, la única travesura que hizo Chris fue sacar la flor de la ducha en el cuarto.” Vitale ríe. “Capaz que quería hidromasajes y yo todavía no tengo.”
De regreso del último viaje, los alemanes pensaban permanecer un mes en lo de Vitale. En tanto, desde principios de setiembre Chris dejó la inactividad y trabajaba como carpintero. Vitale lo veía cuando volvía. Manos roñosas y cuerpo cansado, así como estaba pasaba derecho a la ducha. Hace diez días el tutor entró al Hotel con cara de triunfo. “¡Chris no más drogas!.” El monstruito echaba por tierra parte de su historia, la delos padres y también la de su hermano menor internado como él alguna vez en los Heime, esos reformatorios militarizados alemanes de los que Chris escapó en cuantas ocasiones pudo. Todo bien hasta el martes. Por la mañana la tapa de Clarín los trastornó. Sin pensarlo demasiado fueron hasta la estancia, pasaron el día sin saber que al regreso una cámara porteña montaba guardia en el Hotel. “Me llamó el sereno a casa para avisarme –cuenta Vitale–. Llamé a la carpintería para decirles que no salieran pero ya estaban en camino.” Después de un forcejeo en la entrada, Chris escapó al cuarto. Más tarde el hijo del dueño, camuflado, sacaba en su auto al chico. Recogieron el coche alquilado y partieron.
Quizá hayan recibido la última noticia y deberán acatarla. El ministro consejero de la embajada alemana en Buenos Aires fue a la Cancillería para hablar de la situación de Chris. Las conclusiones fueron definitivas. El funcionario aseguró a la Argentina que transmitirá a su país la exigencia del gobierno local: la permanencia de Chris Monaco es inconveniente y junto con el tutor deberán abandonar “a la brevedad el territorio”. Además la Cancillería solicitó que nunca más se repita el paso de otro Chris en el país.
Algunas versiones indicaban ayer que pasaron de Mar del Plata a Miramar. En diálogo con este medio, el subcomisario Tomás Inostrosa de la Unidad Regional de Miramar se mostró nerviosísimo con la posibilidad. “Me voy a poner a averiguar”, dijo y explicó el motivo: “Porque no puede ser que si está acá yo no lo sepa. Tengo que saberlo”. Sobre el para qué respondió: “Porque si me llaman los medios ¿qué les digo?”. Interpol, en cambio tiene la respuesta para la prensa. “No tenemos nada que ver con el chico, ni nosotros ni la Federal –dijo el subcomisario Deniso–. Si siguen así lo van a mandar al muere.”

 

Críticas desde Alemania

*   El Darmstaedter Echo difundió ayer la noticia sobre el caso Chris Mónaco. “Parece que los medios se desesperan para que fracase esta acción extraordinaria. Una multitud de periodistas aguarda en Argentina que el chico de Darmstadt cometa una macana y que se deje seducir por los medios. Así después los titulares podrán decir: lo sabíamos desde el principio.”

*  “El viaje no es como una visita del zoológico con el nieto”, dijo Lisette Nichtweiss del Instituto de la Juventud de Darmstadt. “Hubo problemitas, nada extraño, pero quien los interpreta como actividades criminales, intenta conscientemente disparar torpedos.” Lo único que pone en peligro al viaje, agregó, es el jaleo de la prensa.

*  La historia de la caja fuerte forzada comenzó según el Echo, hace un mes. Un periodista de la radio Hessischer Rundfunk preguntó en el Ministerio del Exterior “qué hay con una caja fuerte”. Los funcionarios negaron que hubiera algo, pero el equívoco se difundió y explotó con el reportaje de Clarín. Con la agencia Dpa la noticia volvió a Alemania. Y cada diario agregó datos hasta crear una “comisión Darmstadt” que arribaría a la Argentina para poner en orden las cosas.

*  La redacción de RTL (televisión privada) publicó la historia del robo y ayer salió a pedir disculpas al Instituto de Darmstadt.

 

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