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  AVISO: ENCUENTRO TEMATICO DE PSICOLOGOS DEL MERCOSUR
AVISO: ENCUENTRO TEMATICO DE PSICOLOGOS DEL MERCOSUR

 



REPORTAJE A DANIELE BRUN, SOBRE INTERCONSULTA CON NIÑOS
Papá y el doctor tienen miedo

Una psicoanalista que trabajó tres décadas junto a médicos
pediatras cuenta su experiencia en la que la ansiedad de
los padres se entrelaza con la angustia de los profesionales.

Danièle Brun, presidenta de la Sociedad de Medicina y Psicoanálisis de París.

Por Fabián Sopher

t.gif (862 bytes) “Los pediatras deben enfrentar la realidad de la enfermedad. Yo, como psicoanalista, estoy para escuchar las fantasías que esconden esa realidad”, asegura Danièle Brun, presidenta de la Sociedad de Medicina y Psicoanálisis de París, profesora de Psicopatología de la Recuperación en la Universidad París 7, “Denis Diderot”, y autora de tres libros: L’enfant donné pour mort, La maternité et le feminin y Mikael, un enfant en analyse, de próxima traducción al castellano. Invitada a Buenos Aires por la Sociedad Argentina de Pediatría para el Primer Coloquio de Pediatría y Psicoanálisis, Brun habló con Página/12 sobre la creciente colaboración entre ambas disciplinas.
–¿Cómo se relacionan los pediatras con el psicoanálisis en Francia?
–El vínculo más fuerte comenzó en los años 60, cuando Jenny Aubry asumió como jefa de Pediatría del Hospital de Niños de París. Ella fue la primera en organizar un trabajo multidisciplinario. Hubo dos grandes motivos para el acercamiento: primero, la reducción de la mortalidad infantil, porque cuando el médico debía luchar constantemente para salvar vidas el psicoanálisis era un lujo; en segundo lugar, la dificultad del pediatra hospitalario para afrontar la angustia de los padres.
–Usted desaconseja que el pediatra se haga competente en el psicoanálisis como para tomar a su cargo los problemas psíquicos del niño: ¿por qué?
–Cuando me dediqué al trabajo clínico en los hospitales, pude hablar con los padres acerca de sus angustias y sus temores. Ellos tienen que encontrar un espacio para descubrir sus miedos y canalizar su angustia, pero el médico no puede dedicarse a su trabajo específico si también tiene que hacerse cargo de las emociones de la familia. Además, él también está muy involucrado emocionalmente en la situación.
–De todos modos, usted sostiene que el pediatra debe estar atento no sólo a los requerimientos explícitos de los padres, sino también a sus pedidos inconscientes.
–Por supuesto, tiene que estar alerta para poder derivar el caso a una interconsulta. Una anécdota puede ilustrar cómo debería ser el trabajo en colaboración: una madre estaba en la cafetería del hospital con su hijo, que padecía una enfermedad de la sangre que le provocaba notorios hematomas; ella empezó a sentir que todas las otras madres la miraban, hasta que se levantó de su mesa, se acercó a ellas y les dijo: “Lo que pasa es que soy una madre golpeadora”. Esta historia me fue contada por el pediatra del chico, que sólo atinó a escuchar a la mujer y quedó muy impresionado, pero no supo cómo ayudarla. De haber trabajado en equipo, el psicoanalista hubiera interpretado la sensación de culpa de la mujer por haber dado a luz a un chico poco saludable y hubiese trabajado para ayudarla a elaborar ese duelo, pero no estaba prevista la interconsulta.
–En el vínculo del médico con el paciente está en juego una relación de saber y poder. En el caso de la pediatría esto se da aun con más intensidad, porque los padres están dejando a su hijo en manos del médico. ¿Cómo se enfrenta este problema?
–Es un tema sobre el que se habla mucho en los congresos que organizamos, pero los pediatras que vienen son los que ya están preparados para el cambio. Los que no vienen van a seguir con sus prácticas habituales. Lleva tiempo cambiar esta situación. Los psicoanalistas trabajamos sobre lo que llamamos la “fantasía de la muerte”: el temor compartido por médicos y padres, que crea angustias y actitudes ambivalentes. Por un lado, los padres de un niño enfermo se sienten despojados, porque no tienen la capacidad de curarlo y deben cederlo a los médicos. Por el otro, éstos sienten una fuerte responsabilidad hacia el niño y sus padres. En Francia la mayoría de los hospitales públicos cuentan ahora con apoyo psicoanalítico. Además, los pediatras se han dado cuenta de que no es bueno para los chicos hospitalizados estar mucho tiempo separados de su familia. Por eso, en Francia se les permite a los padres estar junto con ellos la mayor cantidad de tiempo posible.
–También los padres deben aprender a relacionarse con los médicos.
–Sí, y en Francia ése es uno de los objetivos de los psicólogos que trabajan en el hospital. Es un lazo emocional muy fuerte el que se establece. Cuando el médico da por terminado el tratamiento, los padres se sienten abandonados. Vuelve a surgir en ellos el miedo a la muerte y, entonces, la respuesta habitual es la sobreprotección del niño: si no hay un apoyo psicológico posterior, el chico no va poder abrirse camino por sus propios medios.
–¿Freud trabajó con pediatras?
–Mucha gente cree que no estaba interesado en los niños. Desde el punto de vista clínico, es cierto que estaba especialmente interesado en la infancia a través de los recuerdos adultos, pero nunca perdió su interés por el niño en sí. Trabajó durante ocho años en una clínica pediátrica de Viena como neurólogo infantil y escribió muchos artículos sobre problemas neurológicos de los niños. En una de las reuniones de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, en 1909, se le preguntó qué podía esperar el psicoanálisis de la pediatría. Freud contestó que el trabajo del pediatra con la familia y su experiencia cotidiana con el niño eran de una importancia vital para poder corroborar sus puntos de vistas sobre la sexualidad infantil.
–Retomando la pregunta que se le hizo a Freud en 1909, ¿qué puede esperar hoy el psicoanálisis de la pediatría?
–Estoy aprendiendo mucho de los pediatras, no es una enseñanza en un solo sentido, sino un ida y vuelta permanente. Los médicos deben enfrentar la realidad de la enfermedad. Yo, como psicoanalista, estoy para escuchar las fantasías que esconden la realidad de la enfermedad. La recuperación médica y la psíquica no ocurren al mismo tiempo. Mi trabajo consiste en hacerles ver a los padres y al niño la historia que construyeron acerca de la enfermedad.
–Todos nos relacionamos con nuestra enfermedad por medio de un relato acerca de ésta.
–Exactamente, siempre se produce una dramatización de la enfermedad, que muchas veces no coincide con la realidad médica. Por eso se habla de una recuperación médica y otra psíquica. Por supuesto, parte de nuestra tarea consiste en distinguir entre los relatos patológicos y los que no lo son.

POSDATA

Día. Jornada “Centro de Día”, el 26 de 9 a 17 en Fundación Prosam. 816-6221. Gratuito.
Femenino. “Enriquecimiento sexual femenino”, taller en CETIS con Alcira Camillucci y Diana Resnicoff, el 19 de 10 a 18. 831-8587/2910, 773-7391.
Y femenino. Debate sobre sexualidad femenina en Sociedad Argentina de Sexualidad Humana, con Elizabeth Rapella, Aurora de Burucúa, Laura Caldiz y Marta Rajtman, hoy a las 20.30 en Rivadavia 6362. Gratuito.
Niños. “Niños con perturbaciones psíquicas severas”, con Marité Cena, Graciela Ricci y José L. Mestres, el 18 a las 19.30. Red por los Niños. 661-1930, 963-4767.
Sida. Primer Encuentro Nacional de Personas conviviendo con vih/sida, 3 y 4 de octubre. 981-7777/1855.
Artistas. Encuentro de Artistas Internados en Hospitales Psiquiátricos, del 11 al 16 de diciembre. Inscripción hasta el 15 de octubre. 306-7704, (0323) 93018.
Laboral. “Presente y futuro de la psicología laboral”, por Emilio Bertoni, mañana a las 19. Asociación de Psicología Institucional y Laboral. 9542483.
Pichon. “Actualidad del pensamiento de Enrique Pichon Rivière”, por Ana Quiroga, mañana a las 21 en 24 de Noviembre 997. 931-9151.

 



EL PSICOANALISIS Y LAS INSTITUCIONES DE SALUD MENTAL
“Resistencia, burocrática sordera”

Por José Grandinetti *

t.gif (862 bytes) El discurso de la “salud mental” se sostiene necesariamente en una totalización –tarde o temprano idealizante– de la que deviene argumento y causa de lo socialmente deseable. Espacio de configuraciones, caracterizado por una organización ideal, donde el deseo del Otro es deseo fijado en el Otro, para el Bien y como Bien de todos los pequeños otros.
Cristalizaciones del discurso político de cuya fascinación a veces no escapa la posición del analista. Posición que no excluye el interrogarlo desde nuestro ejercicio clínico. Clínico es voz y voto del sujeto y no pretensión de origen ego-individualista, destinada a garantizar el ensueño apacible del burgués, que tendría en su analista un guardián del dormir. Que quede claro entonces: el psicoanálisis no se opone a lo político; interroga a la política por su polis y por el lugar que en su polis se le otorga al sujeto dividido.
Si bien ocuparse de la salud pública testimonia que el psicoanalista no está exiliado de los asuntos de la polis, esto no significa que pueda desprenderse de sus vestiduras profesionales, renegando de los significantes que constituyen su apariencia. Para nosotros, los psicoanalistas, que no somos cruzados de la fe, ni religiosos de religión alguna, ni superhombres, ni héroes, no nos queda más que escuchar las trampas de “lalangue” y los intersticios del poder, por donde el sujeto del inconsciente libera su sujeción, releva su estatuto, su particularidad, y su ontología.
La llamada “salud mental” nombra cual síntoma ese exceso que resulta del encuentro siempre fallido con lo Real. Nombre de ese “fracaso” que no cesa de no escribir de diferentes formas la intersección de lo Universal con lo Particular, solicitando del psicoanalista no preñarlo de sentido, esto es: abstenerse de contribuir al manipuleo psicológico, allí donde su función invita a interrogar. Que esto produzca estructuralmente cierta “incomodidad institucional” –lo imposible y la política de lo posible no son complementos–, no tiene por qué hacer retroceder al analista en su andar, ni dejar de considerar al psicoanálisis como uno de los discursos responsables en los hechos que implican al acontecer políticoinstitucional.
En tanto analistas no es cuestión de estar a favor o en contra de las propuestas que, cada vez más, la denominada globalización genera en los ámbitos de la salud mental, sino introducir las preguntas en las que se asienta su razón de ser, que suele ser una posición no siempre clara respecto de cierto afán por comprender y generalizar.
Querría hacer un brevísimo alto en este punto. Punto –la globalización– que sospecho es signo, y como todo signo seguidista, gregario, masificador, riesgosamente aplastante, ya que tiene el poder conferido por la lengua de ser esencialmente excluyente, botánicamente clasificante, inevitablemente encasillador. Los D.S.M., los CIE, los CIDI, los SCAN y los I.P.D.E., por citar sólo los imperantes, a los que siempre se agregan las microvariaciones locales, expresan junto con sus normativas versiones de la anorexia-bulimia, las toxicodependencias, los violentos y las víctimas, los débiles mentales y los psicópatas, los inteligentes y los tarados, los altos y los bajos, los blancos y los negros; expresan decía, la conformación del “Gran Estado Totalitarista Convencional” que prepara al próximo siglo. Una realidad que devendrá del acuerdo de los Amos y del silenciamiento del deseo.
La labor clínica del psicoanalista en el contexto de la salud pública no está exenta de inscribirse en un sistema médico-administrativo que participa de la alienación social y de la voracidad económica.
En tanto analistas –psicoanalistas obliga– no podemos menos que propiciar con nuestra labor –que no necesariamente se reduce a lo pedagógico como pensaba Bleger– instituciones de asistencia pública, capaces de sostener en el caso por caso, las grandes preguntas que cada paciente encarna y recorre de manera singular. Instituciones de saludcapaces de asistir a las pulsaciones del sujeto, cuidándose de utilizar la organización como mera resistencia, burocrática sordera.

* Jefe del Servicio de Atención Psicoanalítica de las Crisis y Director del Centro de Investigaciones Psicológicas y Psicoanalíticas del Hospital Borda. El texto fue extractado de su trabajo “Psicoanálisis, salud mental y globalización”.

POSDATA

Jefa. “La mujer, jefa de hogar: una realidad actual”, con Eduvijes García, Rosa Geldstein y Susana Finkelstein, hoy a las 18.30 en Reconquista 546. Gratuito.
Selección. “Entrevistas de selección: práctica intensiva” y “Directivas en selección de personal”, desde el 22 en Encuadre y Estrategias. 777-6808.
Concurrentes. Jornada de Concurrentes de Psicología de la Ciudad de Buenos Aires, el 14 y 15 de noviembre en el Hospital Rivadavia. Se reciben trabajos hasta el 30 de setiembre. 802-4053/5578.
Obediencia. “La obediencia en la erótica femenina”, por Eva Giberti. El 24 a las 20 en Corrientes 1551. Foro de Psicoanálisis y Género de APBA. Gratuito.
Fertilidad. “Influencia de las generaciones en los trastornos de fertilidad en la pareja”, con Marcos Bernard y otros en Ateneo Psicoanalítico, el 24 a las 12. 822-7410.
Cáncer. “Pacientes con cáncer: ateneos de interconsulta, psicoterapia y psicoprofilaxis”: servicio de psicopatología del Hospital de Oncología Marie Curie, los jueves de 11 a 13 desde el 8 de octubre. 983-2628.
Forense. “Tratamiento de la violencia en el área de menores”, y otros en la Asociación de Psicólogos Forenses, 825-1301.
Soledad. “La soledad es el malestar de la vida moderna” por Cristina Rodríguez Oros y Silvia Pasini en Fundamento, mañana a las 20. Gratuito. 823-2056.
Sacerdocio. “Sacerdocio y matrimonio”, charla con monseñor Jerónimo Podestá y su esposa Clelia en Colegio de Estudios Avanzados en Psicoanálisis, hoy a las 21. Gallo 1486, 823-7221. Gratuito.
Grupos. Taller multirrecursos en el Instituto de Investigaciones Grupales, el 19 de 14 a 18. 833-7808.

 

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