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Miami esperaba lo peor, pero "Georges" la perdonó

Los turistas argentinos se refugiaron en el aeropuerto. Toda la ciudad se preparó para un hecatombe, pero "Georges" pasó.

Los turistas argentinos se refugiaron en el aeropuerto.
Toda la ciudad se preparó para un hecatombe, pero "Georges" pasó.

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t.gif (67 bytes)  "La gente entraba a los supermercados y se compraba todo, como en la hiperinflación argentina". Fernanda vive en Miami hace tres años. Como otros lugareños y turistas recibió un volante con la invitación del Estado de La Florida para evacuar en forma voluntaria la zona. Colegios y edificios públicos se acondicionaron como refugios. La ciudad fue un caos: cerraron todos los comercios y universidades, se desalojaron los hoteles y hasta los periodistas mudaron domicilios a los diarios. Turistas argentinos permanecían varados hasta ayer en el aeropuerto sin poder regresar. El fantasma del viejo huracán "Andrew" azuzaba la memoria colectiva y volvía histéricos a los habitantes de siempre y ocasionales del polo turístico. "George" se avecinaba bestial después de su paso demoledor por el Caribe donde dejó 250 muertos. Pero pasó, por la noche sin pena ni gloria con una velocidad de 105 kilómetros horarios. No hubo ni víctimas ni ruinas. Ahora el ojo del huracán recupera fuerzas y el próximo paso por el Golfo de México podría tener la intensidad lograda en Dominicana. La Cancillería ayer informó que entre las víctimas no hubo ningún argentino.

Desde el lunes los hoteles repartían a los turistas impresos con el alerta y la invitación de evacuar. Los argentinos que visitaban la zona costera se alojaron en hoteles continentales, mientras que otro grupo dispuesto a huir de la zona debió refugiarse en la sede de emergencia abierta por el consulado en el aeropuerto. "A todos nos llegaron volantes --cuenta Fernanda-- con las indicaciones". A partir de entonces quienes quisieran sobrevivir debían tener en cuenta serios requisitos. En tiempos huracanados se cortan los servicios de agua y energía. En la costa de Florida las cocinas funcionan a corriente eléctrica, por lo tanto sin luz, la opción fue abarrotarse en busca de productos elaborados.

Erwin Pérez quedó encerrado. Hace 48 horas no abandona el edificio del Miami Herald. Aunque con más calma porque el peor momento del huracán pasó, todavía no puede abandonar la sede del diario. Hasta ayer ninguno de sus colegas sabía si la estadía allí equivalía a la salida de la edición. "Si el huracán hubiese pasado hoy (por ayer) el diario no salía". Como los periodistas gráficos, los dos canales de tevé más importantes hicieron guardia y mantuvieron el aire durante 24 horas.

"La gente corrió a comprar toneles de agua, comida y nafta", apunta el chileno Erwin. Por si la debacle se prolongaba el combustible era necesario para abastecer autos. Esos coches en el entretanto pasearon la costa marítima trasladando maderas y buscando cajeros automáticos sin cola para retirar dinero. "Informaron que podía haber problemas con los cajeros --recuenta-- y se necesitaba tener efectivo por cualquier contrariedad". Ventanas acostumbradas a la trasparencia de los cristales fueron, literalmente, tapiadas por sus moradores que durante dos días las emparcharon con maderas y chapones.

"Papá, parece sábado hoy". El hijo de uno de los cónsules de la sede diplomática argentina no entendía el tedio de Miami después de la tormenta. Ayer por la tarde todo permanecía cerrado. Sólo algunas oficinas costeras --incluido el consulado-- volvieron a reabrir. El periplo de los funcionarios fue similar al de los turistas. Optaron por dejar la zona costera y alojarse en habitaciones de hoteles en el continente. Ahora tramitan el regreso de argentinos varados en Miami que llegarán mañana: un día después del contingente de 133 de turistas argentinos que arribaron a Ezeiza por la compañía Staff después de haber sufrido la tragedia en Dominicana. Anoche se esperaba otro grupo trasladado también desde Punta Cana por Aerolíneas Argentinas. Los familiares en tanto desesperan mientras aguardan la llegada. Fueron unas 400 las consultas telefónicas que recibió en estos días el ministerio del Exterior pidiendo por paraderos de familiares en las zonas afectadas por "George".

 

Y todavía faltan cinco

"Bonnie" fue primero, ahora es el turno de "Georges", y detrás de su paso devastador, otros cinco huracanes están en proceso de gestación. Llegarán a los Estados Unidos en los próximos dos meses y serán tan intensos como sus compañeros, según explicó a este diario Juan Burgos, director del Centro de Investigaciones Meteorológicas del Conicet.

Los huracanes que azotan la costa este de los Estados Unidos desde agosto pasado son los más violentos de los últimos 20 años. Los remolinos que forman alcanzan entre 20 y 25 kilómetros de altura, una medida desconocida por los expertos. Para el especialista del Conicet, la furia de los ciclones es una de las consecuencias del calentamiento global de la atmósfera y del aumento del efecto invernadero.

 

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