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  AVISO: ENCUENTRO TEMATICO DE PSICOLOGOS DEL MERCOSUR
AVISO: ENCUENTRO TEMATICO DE PSICOLOGOS DEL MERCOSUR

 



NUEVA PATOLOGIA DE PAREJA: MUJERES FUERTES, VARONES... NO TANTO
Frágil, frágil como marido posmoderno

Muchas parejas que se creen distintas
preservan la lógica del “fuerte” y el
“débil”, sólo que con roles cambiados.

“Todo emparejamiento supone la elección de un otro privilegiado.”

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Por Norberto Inda *

t.gif (862 bytes) Una casuística frecuente en nuestras consultas es la de mujeres emprendedoras, activas, con características innovadoras en relación a las definiciones tradicionales. Y de varones que, en cambio, parecen más resistentes a la revisión de sus mitologías genéricas y apegados a los formatos conocidos. Sin presuponer ninguna generalización, este vínculo caracteriza un tiempo en el que el eje de las transformaciones lo han protagonizado las mujeres. El feminismo teórico y político viene produciendo desde hace décadas acciones y pensamientos tendientes a desbaratar una injusticia histórica, la del lugar subrogado de la mujer en relación a los varones, semantizados como ejes de la cultura y paradigmas de lo humano.
El patriarcado se caracterizó por: a) el control de la fecundidad de las mujeres y su reapropiación por los varones; b) la división sexual del trabajo y de las cualidades cognitivas; c) un sistema de parentesco por el cual las mujeres son objeto de intercambio entre varones; d) la mujer, pensada por los imaginarios y por la ciencia (masculina) como “lo otro” del hombre, colocado como ideal humano. Estamos asistiendo a un tiempo, posterior y contemporáneo a la revolución femenina en que: a) las tecnologías reproductivas y los métodos contraceptivos habilitan a las mujeres al control de su propia fecundidad y a ser quienes pueden decidir la paternidad de los hombres (los recientes casos de Xuxa y Madonna implican hacer del hombre un mero semental); b) visualizamos un progresivo reparto económico del mundo y de los recursos cognitivos de las mujeres con los hombres; c) una recuperación creciente de su lugar de sujetos con derecho pleno, voz propia y no sólo objetos.
Estos cambios, sin barrer las diferencias entre varones y mujeres, enfatizan los elementos semejantes y deberían favorecer la igualdad de derechos. Lo cierto es que, en el interior de estas parejas, visualizamos la pregnancia de lo des-parejo.
Las mujeres están ocupando progresivamente todos los lugares habitualmente vinculados a los varones, pero la inversa no ocurre de manera equivalente. En términos generales, los varones aún no han positivizado ni los roles domésticos ni los de crianza, ni los valores ligados a la vincularidad, ni a la pasividad. Las prescriptivas de la “masculinidad y la femineidad” hegemónicas se tornan obstáculo al momento de problematizar los vínculos de pareja. Estas emblemáticas son creencias compartidas, y es esta participación silenciosa en las representaciones lo que constituye la fuerza y la perdurabilidad de un sistema de dominación. Las mujeres contribuyeron al patriarcado con su aceptación de la capacidad superior de los varones, como la delegación masiva, por parte de los varones, en las mujeres, del universo socio-afectivo.
La hipótesis de la semejanza entre los sexos conduce más fluidamente a las relaciones de simetría entre mujeres y varones. A posibilitar una alternancia creativa en los roles que ya no son sustanciales al sexo (o al género), sino potencialidades de funciones múltiples que varían con el paso del tiempo histórico y los tiempos individuales. ¿Por qué estas parejas de mutantes, de “gemelos de sexo distinto”, se reinstalan en la complementariedad?
Todo emparejamiento supone la elección de un otro privilegiado en su capacidad de reconocimiento. Si todo encuentro es un des-encuentro, dado que, en la línea del narcisismo, el Ideal, puesto en la espera de ese otro, irremisiblemente cae, también es des-encuentro toda vez que el otro y su género condicionan un reconocimiento que queda esclavizado a los determinantes instituidos. Es un re-conocimiento con valores pre-pautados, sin calidad instituyente ni fluidez en los intercambios. Las parejas de las que hablamos mantienen estas características, con un cambio de roles: ahora las mujeres aparecen como fuertes, con mayor movilidad, y los hombres como débiles, fragilizados, en la medida en que los atributos que apuntalaban su identidad no les son, ahora, privativos. Otra salida ante la impotencia es la hipertrofia de los valores tradicionales de la masculinidad, como por ejemplo las distintas formas de violencia. Como dice el refrán: “Detrás de toda gran mujer, hay un hombre tratando de pasarla”. Son parejas en las que las diferencias trasmutan en desigualdades. Hubo intercambio de papeles, pero la lógica es idéntica. La interdependencia mutua, al no ser reconocida, se expresa en las oposiciones activo-pasivo, arriba-abajo. Estas oposiciones, ocultan, al presentarse como opuestas, su interdependencia. Para que haya alguien “potente”, debe consignarse un “fragilizado”, pero la diferencia entre entidades está basada en la negación de las diferencias que están dentro de las entidades. En este sentido, la pareja, como transacción entre lo pulsional y los imperativos culturales, es un campo magnético para la dicotomización y la implementación de una complementariedad a predominio alienante.
La identidad masculina en Occidente fue construida regularmente en oposición jerárquica a la posición de la mujer como objeto devaluado o reenviado al misterio. En ambas conclusiones el mito, la mirada androcéntrica, se superpuso al conocimiento.
El feminismo político y teórico abrió la batalla a esta injusticia histórica e inauguró una mirada desde las mujeres, que al mismo tiempo hizo luz sobre un sistema de dominación, en el cual las diferencias trocaron en desigualdades. Los men’s studies han inaugurado un campo de trabajo imprescindible: aquel en el que los hombres puedan ser pensados no como guerreros, científicos, deportistas o estadistas, sino como personas. Estos desarrollos, junto a las narrativas psicoanalíticas, están dando cuenta de la complejidad de las formas de subjetivación masculina.
El cambio de posición de la mujer y las profundas modificaciones culturales muestran a muchos varones perplejos. Corridos los sostenes identitarios, son aún pocos los que pueden elaborar formas de subjetivación sobre otras bases que no sean el dominio, la actividad y la suposición de saber. La creciente constatación de la semejanza –en posibilidades, en capacidades– con las mujeres debe ser desmentida al representar una amenaza a la especificidad. Los comentarios que desde lo consciente enarbolan la necesidad de vínculos simétricos con las mujeres no siempre van de la mano de los hábitos conductales y relacionales, más cercanos a los valores tradicionales que forjó la modernidad.
La estructura valorada de la individuación en nuestra cultura privilegió la separación por sobre la dependencia y esto fue más ejercitado en la socialización de los varones. El vínculo de pareja supone una fuerte dependencia mutua que en los formatos tradicionales incluyó una polaridad de funciones y talentos complementarios que hacían perder un vasto capital cognitivo e instrumental, depositado masivamente en el otro del vínculo. La configuración “mujeres fuertes - hombres fragilizados”, es una reedición de la misma novela. Gabriel García Márquez le hace decir a un personaje varón: “En mi casa se hace lo que yo obedezco”.
¿Cómo deslindar masculinidad de virilidad en una cultura que alienta el ideal triunfalista por sobre los lazos solidarios? La masculinidad supone un ejercicio permanente que la confirme y destierre los rasgos de fragilidad, semantizados como femeninos o poco viriles. Ya Sigmund Freud entrevió que “lo que para la mujer es la envidia del pene, es para los hombres el temor a la pasividad, confundida con feminización”. Pues bien, este vínculo nos muestra las fragilidades del varón como contrapartida de una atribución de ciertos poderes a la mujer. La semejanza de ciertas capacidades es vivida como pérdida de la especificidad y no como una nueva versión del ejercicio de un vínculo.

* Psicólogo, investigador sobre temas de género.

POSDATA

Erratas. En la nota de José Grandinetti que, bajo el título “Resistencia, burocrática sordera”, se publicó en esta sección el jueves pasado, se deslizaron dos erratas: donde dice “Clínico voz y voto del sujeto” debe decir “Clínica que es voz y voto del sujeto”, y donde dice “psicoanalistas obliga” debe decir “psicoanálisis obliga”.
Vocacional. Servicio de orientación vocacional y ocupacional de la Dirección General de la Juventud del gobierno porteño, para jóvenes entre 16 y 30 años. 307-6744/5110.
Obediencia. “La obediencia en la erótica femenina” con Eva Giberti, hoy a las 20 en Corrientes 1551. Gratuito.
Viagra. “El deseo no se rinde: mujer-viagra-hombre”, taller con Alfredo Caeiro y César Hazaki, hoy a las 20. 831-5140. Gratuito.
Desmanicomialización. “Arte, producción de subjetividad y desmanicomialización”, con el Frente de Artistas del Borda en la Facu de Psico, Independencia 3065, hoy.
Infancia. Ciclo en el Tobar García: salud mental en el hospital público, infancia y adolescencia. Jueves de 9 a 13 desde el 1º de octubre. Ramón Carrillo 315. 305-5880.
Clínica. Seminario “Lo que siempre quise saber sobre la clínica...”: Centro de Investigaciones del Borda, los viernes a las 21.30 desde el 2 de octubre en la Facu de Psico, para estudiantes y graduados recientes. Informes en Independencia 3065, local de MOVES, o 305-3915.
Segregación. “Identidad y segregación”, con Estela Gurman, Juan C. Cosaka y N. Zeller, el 6 en el Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551. 3741251, int. 218. Gratuito.
Suicidio. Talleres para allegados a gente con intentos de suicidio: Centro de Asistencia al Suicida, viernes de 12 a 20.30. 962-0303. Gratuito.
Biblia. “La Biblia, Borges y el psicoanálisis”, por Bejla Goldman en Nuevo centro, sábado a las 10.30. Corrientes 2554, piso 2º. Gratuito.
Vacía. “Una experiencia vacía” por Mauricio Tarrab, hoy a las 20 en Nuevo Centro, 953-4326. Gratuito.
Convivir. “El difícil arte de convivir”, sobre discapacidad mental, para padres y profesionales, por Marta Shorn en Escuela de Psicoterapia para Graduados, hoy a las 20.30. Julián Alvarez 1933. Gratuito.
Cirugía. Curso de psicoprevención en cirugía en el Instituto Psicosomático de Buenos Aires, viernes de 13 a 15 desde el 2. 825-2925.
Fascinante. “El efecto fascinante de las drogas”, con Susana Alterman, Patricia Frieder y Carlos Pierini, y proyección de Trainspotting, el 26 de 10 a 13. Fundaih, 827-0980.
Bioenergética. “Lo nuevo en bioenergética”, desde el 26 de 14 a 19 en Centro de Estudios Bioenergéticos. 772-5996.
Psicosis. “Psicosis infantil, familia y escuela”, en el Colegio de Psicólogos Distrito 9, La Plata. (021) 21-1107, 82-8770. Gratuito.
Inconsciente. “¿Qué es lo inconsciente? ¿Qué es el lenguaje?”, en Centro Psicoanalítico Argentino, para psicólogos, médicos y estudiantes. El 30 a las 20. Uriburu 1345, 1º, 822-4690. Gratuito.
Trabajo. XI Congreso de Desarrollo y Capacitación “El trabajo: ¿memoria o futuro?”, del 26 al 28 de octubre en Mar del Plata. 334-4727 o (023) 945359.

 



EL PSICOANALISIS ANTE LAS CELEBRACIONES JUDIAS
Sábado de sábados, Iom Kipur

Por Silvia Rosenblatt *

t.gif (862 bytes) Para el psicoanálisis no es posible pensar la dimensión de lo humano sin la dimensión de la falta. Esta falta que remite al vacío es leída por la fe judía como pecado, y desde allí pretende lograr cierta inscripción para aquello que “nunca cesa de no inscribirse”.
Así en el calendario judío se marca una fecha: rosh-hashaná (comienzo de año; en él se pide que se nos inscriba en el Libro de la Vida). Comienzo enlazado a cierta finalización que la fe judía significa como tiempo de slijot (perdón; oración que se pronuncia en la madrugada durante todo el último mes del año). Desde fines del mes de Elul, el shofar (instrumento ritual, de viento) despierta el alma, la estremece, a fin de prepararla para el momento culminante, el sábado de los sábados: el Iom Kipur (Día del Perdón: se pide perdón por los pecados, y Dios rubrica el Libro de la Vida). Días temibles y terribles en los que se supone se sella el destino.
“En rosh-hashaná se inscribe ante Ti nuestro destino y en Iom Kipur queda rubricado ante Tu providencia... quién vivirá y quién morirá...” (Oración Musaf para rosh-hashaná.)
Ante este enfrentamiento abrupto con lo inevitable del destino, ese encuentro siempre paradojal con lo azaroso, se intenta hacer algo, crear alguna cosa. Y así a esta falta radical se le superpone la otra falta: la pecaminosa, de la cual se espera que nos hagamos cargo. “Pero el arrepentimiento, la oración y la justicia atenúan la severidad de nuestro veredicto.” (Oración Musaf para rosh-hashaná.)
Por un lado estamos nosotros, los humanos, el error, lo que nunca anda del todo bien, la muerte, la fragilidad, el sexo, el dolor. Por el otro suponemos que está Dios, lo uno, lo eterno, la salvación, el creador del tiempo, el que puede reglar lo inevitable. Mientras que se dice que errar es humano, se calla que lo humano es de por sí un error. Vivimos con malestar, vivimos en la cultura y no tenemos otra posibilidad. Mal nos entendemos con los otros, mal estamos con nosotros mismos. Sabemos lo difícil que resulta asumir las propias faltas y por tanto posicionarse adecuadamente en cada situación.
Cuenta una parábola jasídica que un pecador comenzó a arrepentirse y no supo qué ni cómo hacer. Consultó a un justo, para que le mostrara la senda de la penitencia, dispuesto a aceptarla por difícil que fuese.
–Vete a tu casa y haz lo que quieras, pero, cuando después te pregunten “¿qué hiciste?”, no engañes, confiesa la verdad. Esa es toda tu penitencia –le respondió el justo.
Sólo con la palabra es posible la confesión y por tanto la modificación del acto. Sin embargo, cuando mentimos, ¿no nos servimos también de ella? “Dios mío, preserva mi lengua de la calumnia y mis labios de la mentira.”
Los psicoanalistas, que trabajamos con el discurso del paciente, diferenciamos dos tipos de palabras: la plena y la vacía. Atentos a escuchar lo que se dice de más, nuestro arte consiste en suspender los espejismos para hacer surgir ese decir cercano a la verdad. Sin embargo la relación con ese saber –inconsciente– no es de captura inmediata. Se trata de un saber al que sólo se puede acceder a través del engaño, por ejemplo en el lapsus o en el sueño. Así, primero hay que cometer el error para recién después tener la posibilidad de acceder a lo que de él se trata. “Perdona nuestros errores, tanto los manifiestos como los ocultos a nuestra conciencia. Los errores manifiestos ya te los expusimos y reconocimos nuestro desacierto. Mas los ocultos a nuestra conciencia, Tú los conoces...” (Oración Musaf para Iom Kipur.)
Si lo natural del hombre es la represión, o sea no querer saber, ¿será el día de Iom Kipur, angustioso, el medio que encontró la fe judía para aproximarse a lo real?

* Psicoanalista. Participante en la Red de Seminarios de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.

 

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