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ENTREVISTA CON EL VICEPRESIDENTE DE PARIS I, DE LA SORBONA
La Sorbona o el dolor de ya no ser

Ahmet Insel admitió la caída del prestigio de la universidad y el perfil utilitario  de sus alumnos. Pero dijo que es reversible.

Ahmet Insel, de 42 años, es vicepresidente de París I, donde estudian cuarenta mil alumnos.
Después del Mayo Francés, la Sorbona se dividió en ocho unidades académicas autónomas.

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Por Cecilia Sosa

t.gif (862 bytes) “Los estudiantes olvidan los grandes debates humanos y filosóficos y sólo se preocupan por encontrar una inserción laboral.” La frase ya no sorprende. Es casi un cliché de fin de siglo. Pero en boca del vicepresidente de París I, una de las ocho sedes autónomas de la Sorbona, transpira nostalgia. De paso por el país para participar de “Expouniversidad”, Ah-met Insel dialogó con Página/12 sobre la pérdida de prestigio de la universidad parisina, el nuevo perfil utilitario de sus estudiantes y las ventajas del sistema descentralizado que rige desde la revuelta estudiantil del Mayo Francés.
En la actualidad, París I (el Pan- théon Sorbonne) tiene cuarenta mil alumnos, que estudian principalmente Derecho, pero también Economía, Administración, Matemática, Historia, Geografía, Filosofía y Artes Plásticas. “En el ‘68, la Sorbona tenía 200 mil estudiantes y el sistema centralizado ya no era viable. Por eso, las diferentes facultades fueron transformadas en universidades autónomas”, explicó Insel, de 42 años.
–La Sorbona supo ser la cuna de la intelectualidad, ¿aún conserva ese prestigio?
–Menos que antes. Los intelectuales de los años sesenta, los grandes nombres como Jean-Paul Sartre o Michel Foucault, ya no cumplen la misma función en las nuevas sociedades. Y, como en todas partes, los estudiantes son más utilitarios. Desde hace veinte años, nuestros alumnos trabajan cada vez más y, sobre todo, se preocupan por encontrar una inserción técnica en su disciplina. Así, dejan de lado los grandes debates humanos y filosóficos. Lo lamentamos, pero no tenemos posibilidades de cambiarlo.
–¿Es una tendencia irreversible?
–No creo. Desde hace tres o cuatro años hay cada vez menos jóvenes que estudian Administración, Comercio o Economía, y son cada vez más los que se inclinan por Sociología o Psicología. Según los resultados de nuestras encuestas, los estudiantes piensan que, como hay tanto desempleo (el índice actual es del 12 por ciento), por más que uno sea egresado de Derecho o Economía es muy probable que no encuentre trabajo. Entonces, dicen “ya que vamos a estar desempleados mejor haber estudiado algo que nos gusta”. Y esto no sólo sucede en Francia, es una tendencia general en toda Europa y en Norteamérica.
–¿Sigue vivo el tradicional contraste entre la formación humanística anglosajona y la francesa?
–Continúa. En Estados Unidos y en Inglaterra el secundario no es tan bueno como en Francia, por eso, durante los dos primeros años de la universidad deben dar una formación en cultura general para suplir las deficiencias de la enseñanza media. En Francia, en cambio, la especialización puede comenzar enseguida. Además, nuestros estudiantes cursan las mismas materias y obtienen el mismo título. En las universidades anglosajonas el alumno fabrica su diploma como quiere.
–¿La estructura descentralizada conserva algo de los reclamos estudiantiles del ‘68?
–En 1968 se quiso crear una estructura más cercana a los estudiantes, más democrática y eficiente. Así, de la antigua Sorbona surgieron cinco universidades y después se crearon tres más. Cada una de ellas tiene un número y un nombre. Todas son públicas y funcionan de manera autónoma, entre sí y en relación con el Ministerio de Educación. Pero el quiebre de aquel año no sólo fue administrativo, también hubo divisiones políticas. Los estudiantes de Derecho más conservadores se fueron a París II y los que eran de izquierda, a París I. Todavía, en París I estamos un poco más a la izquierda.
–¿Cómo está reglamentado el sistema de ingreso?
–La admisión depende del baccalauréat (el “bac”), un examen obligatorio que rinden los estudiantes al término del secundario. No funciona como cupo sino como requisito para poder ingresar en cualquier universidad. Esuna prueba difícil que se prepara durante todo un año. Una vez superada, el ingreso depende de la cercanía entre el domicilio del alumno y las sedes.
–¿El graduado de la Sorbona tiene garantizada la salida laboral?
–Es muy difícil que consiga trabajo si sólo cursa el ciclo de grado de una carrera. Las mayores posibilidades están del lado de quienes hacen algún posgrado. París I es, cada vez más, una universidad de posgrados: hay tantos estudiantes en doctorado como en primer año. Esto no sólo se debe a la afluencia de alumnos extranjeros (son cinco mil sobre cuarenta mil), sino a los que llegan de otras universidades francesas.
–¿Qué grado de importancia le asigna el gobierno a la educación?
–Desde hace diez años los gobiernos de centroizquierda, pero también los de centroderecha, ponen a la educación, y especialmente a la formación superior, como prioridad del gasto público. También se esfuerzan por mantener el nivel de la investigación pública. Se nota la mejoría y no podemos estar disconformes pero, por supuesto, decimos que no es suficiente.

 

NUEVA CATEDRA LIBRE EN CIENCIAS ECONOMICAS (UBA)
Para humanizar la economía

t.gif (862 bytes) En la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA nació ayer un nuevo espacio para desarrollar una “economía solidaria” que respete la dignidad del hombre y genere una realidad socialmente más justa. Su nombre: Cátedra Libre de Economía y Derechos Humanos. “Es un nuevo camino a la utopía y a los sueños de tantos jóvenes que hoy no están con nosotros”, definió Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo y titular de la cátedra, que fue creada por la Comisión para la Reconstrucción de la Memoria de la facultad.
“Queremos generar un debate sobre aquellos derechos humanos que incluyen un aspecto económico: salud, educación, trabajo, vivienda, alimentación y vejez digna”, explicó Guillermo Wierzba, uno de los treinta organizadores, quienes hace veinte años estudiaban en Ciencias Económicas. En 1997, ya graduados, se juntaron para rendir homenaje a sus compañeros desaparecidos durante la última dictadura militar y de la reunión surgió la Comisión para la Reconstrucción de la Memoria.
La primera meta de la cátedra es la creación de un seminario sobre “Neoliberalismo y derechos humanos”, que comenzará a dictarse el próximo cuatrimestre. “También vamos a hacer un seminario sobre poder, dominación y economía. Y una serie de talleres sobre pobreza, exclusión y precarización laboral, que se van a dictar en ámbitos populares y en conjunto con movimientos de desocupados”, enumeraron los integrantes de la comisión.
La cátedra quedó inaugurada ayer en un acto en el que participaron el padre Luis Farinello, el secretario general de la CTA, Víctor de Gennaro, el historiador Osvaldo Bayer y Nora Cortiñas. “Que me hayan ofrecido ser titular es un homenaje a los desaparecidos, asesinados, torturados, presos y exiliados de la dictadura. Las madres hemos recogido las banderas de nuestros hijos y no somos ajenas a este sistema económico brutal, porque somos pensionadas y jubiladas”, dijo Cortiñas.
Las comisiones para la reconstrucción de la memoria surgieron en 1994 en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de La Plata. A partir de entonces, la iniciativa se reprodujo en la Escuela de Arte Prilidiano Pueyrredón y en las facultades de Exactas, Agronomía, Medicina, Derecho y Económicas de la UBA.

 

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