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RACING Y BOCA NO SE SACARON VENTAJAS EN EL CLASICO
Un empate a medida de los dos

Fue emotivo de princpio a fin y con algunos pasajes bien jugados. Virtudes y errores parejos para el 1-1 del reparto final.

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t.gif (67 bytes)  Arrancaron con todo y a los 10 minutos se podía empezar a pensar en partidazo, a la media hora apuntaban para bodrio, después levantaron de a ratitos, amagaron con un recital de patadas, quejas, protestas y polémicas y terminaron generando un clima fervoroso y calentito, con las dos hinchadas al mango, en los tramos finales.

Los de Boca, que eran menos en las tribunas, celebraron que el puntito se había rescatado con dos jugadores menos en la cancha en los, para ellos interminables, ocho minutos finales. Los de Racing festejaron, aunque no demasiado, que el empate llegó a pocos minutos del cierre, cuando la mufa les empezaba a corroer el alma.

Los de Boca tenían otros motivos para estar felices: el equipo mantuvo el primer puesto en soledad, sigue invicto, salió bien parado del clásico y a ellos les quedaron nuevos argumentos a mano para responder a quienes les digan que están primeros porque todavía no jugaron contra nadie. Sin embargo, Vélez había empatado y pudo haber estirado la diferencia de su escolta a 4 puntos.

Los de Racing, para no perder la costumbre, hacían números en la columna del "debe" y registraron que se les escapó una gran oportunidad para bajarle el copete a la banda de Bianchi y acomodarse mejor en la pelea por el título. Lo que ocurre con Racing es que suele cargarse de ambiciosas y a veces exageradas ilusiones (mucho más en este caso con Latorre en la cancha), gasta a cuenta y después cuando empieza a contar las monedas de la producción siente que es poquito.

De los cambiantes 90 minutos, que en el balance final podrían calificarse como intensos, muy disputados, algunas cosas quedaron en claro. La más importante es que el 1 a 1 está bien, que ninguno de los dos acumuló virtudes para merecer más ni defectos para que se lo castigara con menos. Podrán decir los de Boca que tuvieron las llegadas más claras; podrán replicar los de Racing que Córdoba fue más importante que Sessa; podrán reclamar a su turno penales no cobrados por Elizondo; podrán ponerse en filas paralelas de la ventanilla de reproches al árbitro; podrán decir los de Boca que tuvieron las mejores figuras de la cancha y hablar de Guillermo, Palermo y Arruabarrena, mientras los de Racing señalan a Morales y Michelini como los mejores, pero en la suma de los análisis parciales, aun los más caprichosos, no se sacarán ni un metro de ventaja. El 1 a 1 le seguirá quedando a medida a la tarde de las narices frías de Avellaneda.

En la semana que pasó se habló (demasiado) de la presencia o no de Latorre y naturalmente todas las miradas convergieron sobre el 9 de Racing cuando entró en la cancha (empate salomónico de ovaciones y puteadas) y cuando la pelotita empezó a girar de verdad. En los 10 minutos iniciales Latorre pareció darles toda la razón a los miedos de Macri para quitarlo del medio y a los artilugios de Lalín para que jugara. En ese arranque --el mejor momento del partido-- tocó, devolvió paredes, tiró tacos, le puso una pelota de gol a Delgado y metió un cabezazo impresionante que salvó Córdoba. Volcado sobre la izquierda se suponía que lo iba a volver loco a Matellán que venía de una actuación flojísima contra Newell's y que tiene, jugando sobre ese lateral serios problemas de perfil. Pero Latorre se fue borrando de a poquito y sólo reapareció al final, en los cantos burlones de la hinchada boquense indicándoles a los de Racing que podían hacer con él. En casi todo el segundo tiempo Latorre estuvo ausente sin aviso. El equivalente del Boca actual, Riquelme, también estuvo ausente en el segundo tiempo, pero en este caso con aviso de Bianchi. Expulsado Navas, el DT de Boca, precavido y cauteloso (o mezquino y asustadizo, si la mirada es más directa), metió en la cancha a Basualdo. El técnico resignó juego, apostó a la marca y a lo que pudiera inventar la dupla Palermo-Guillermo en la contra. Y casi le sale bien porque hubo un par de jugadas en las que Sessa le pasó bien feo. Con la chapa puesta, Bianchi no hizo ningún negocio con sus temores: Basualdo no fue importante en la contención y Racing a fuerza de atacar y buscar se quedó con el empate. El cambio posterior (Bermúdez por Guillermo cuando eran 9 contra 11) se comprende mucho más. A esa altura, a Boca no le quedaba otra que asegurarse el empate, el invicto, la punta de la tabla, la ilusión vigente del campeonato.

 

El empate es justicia

* El empate está bien. En la elección de los jugadores por parte de su DT, en los cambios y en el manejo de la pelota y el control del terreno, Racing fue más ofensivo. Sin embargo Boca, por el aporte de Guillermo Barros Schelotto y el agrandado Palermo, fue más peligroso. Si Palermo hubiera estado un poco más preciso en la definición el equipo hubiese podido sumar otra victoria que no merecía.

* El partido, que tuvo un comienzo lujoso, se diluyó a medida que pasaban los minutos y se aceitaban las marcas y tuvo un tono vibrante en el final cuando Racing buscaba el empate (que alcanzó con un cabezazo de Ubeda) y después la victoria, que tampoco hubiera sido merecida.

* Latorre ocupó, por todo lo hablado en la semana, el centro de la escena. Anduvo muy bien en el comienzo, pero después sólo dio tibias señales de vida.

* En el centro de la escena también quedó el árbitro Elizondo, a quien le cuestionan dos penales no cobrados (en la cancha, jugadas muy dudosas, frente a las 10 cámaras de la TV es otra historia), pero quien en general dirigió muy bien y estuvo correcto en las expulsiones de Navas y Serna.

 


 

LAS PRECAUCIONES DE BIANCHI
Más vale tener el pájaro en mano

Por Diego Bonadeo

t.gif (862 bytes) Un clásico sin preliminar se presta como nada para el puterío. Tanto en los pasillos como en los baños o en todo lo que circunvala las plateas, o en las populares con banderas chicas atadas para hacerlas grandes o con la paquetísima de los Racing Stones blanca, con los labios gruesos de Jagger en rojo fuerte y la lengua blanca y celeste. Enfrente, varias banderas suecas recordaban los colores fundacionales de Boca y algunas amarillas con la cruz azul imaginaban la globalización también para la policromía del fútbol, como si el positivo y el negativo de una radiografía en colores fuesen lo mismo. Desde allí se rimaba Lalín con tamboril para chicanear a los de enfrente, que recordaban el cabaret denunciado por Diego Latorre en sus últimos días en Boca. Mientras tanto el ojo avizor y la memoria de tantos partidos en esa cancha y en diferentes ubicaciones, llevaban a la reflexión geométrica de Juan Jose Panno: "Esta cancha está torcida...".

Y durante un rato, diez o quince minutos, el fútbol de Racing parecía darle la razón a la reflexión orográfica del compañero. Es que durante ese rato, Racing se adueñó de la pelota sin demasiada participación de Michelini o Capria y pese a errores de manejo y discontinuidades del "Chelo" Delgado. Le bastó con Estévez, Latorre y especialmente "Matute" Morales. Latorre buscaba especialmente por el sector de Matellán, Morales algo más atrás y de a ratos buscando adentro, y Estévez mano a mano con Arruabarrena, que de a poco le fue empardando la parada.

Mientras Racing manejó el partido, Navas fue más que Serna, no solamente porque jugó y ganó casi siempre en la interrupción de los circuitos, sino también porque se encontró bien con Riquelme y de a ratos también con Guillermo Barros Schellotto, cuando el "Mellizo" bajaba a buscarse juego por la izquierda. Como Córdoba respondió bien casi siempre, crecían Serna y Cagna y no pesaba el "Mago" Capria, Boca fue emparejando de atrás para adelante. Sessa le ganó algún mano a mano a Palermo, pero en el fondo de Racing tenían en claro que enfrente estaba el ex delantero de Estudiantes y salvo Zanetti, ni Reinoso ni Banegas ni Ubeda parecían solventes en defensa, ni prolijos para arrancar la circulación de la pelota.

Llegó el gol de Arruabarrena, que Boca no merecía pero que Racing no supo evitar, en una acción rarísima que parece una exageración describirla como jugada. La expulsión de Navas, por una exagerada segunda amarilla de Elizondo, pudo suponer un cambio en el trámite del partido. Pero llegó el descanso y Bianchi tomó precauciones: Basualdo entró por Riquelme después del entretiempo.

Y el partido realmente cambió en términos de Boca. Sin enganche, obligado al pelotazo o a alguna corrida casi heroica de Cagna, Guillermo y Palermo se las rebuscaron, sin embargo, para llegar varias veces, y con uno menos fue más peligroso que en el primer tiempo.

En Racing se desdibujaba Latorre, no mejoraba Delgado, Capria y Estévez les dejaban sus lugares a "Tapita" García y Villalba, y Ubeda empataba el partido de cabeza. Elizondo echó bien a Serna y Bianchi reforzó las "precauciones": Bermúdez por Barros Schelotto. Palermo fue quedando cada vez más solo pero igual se las rebuscó. "Matute", el mejor de Racing, Latorre, Villalba y García, cada vez más acompañados. Pero por los de Boca. Bianchi pareció apostar al empate. Cappa puso buena carne en el asador, pero algunas achuras se le pasaron y la entraña se le arrebató.

 


 

DIEGO CAGNA, CAPITAN
"Nos juegan a muerte"

Por Facundo Martínez

t.gif (862 bytes) Fue uno de los 15 jugadores que llevó Carlos Bilardo cuando Boca formó "El Equipo de lasbu04fo02.jpg (9553 bytes) Estrellas". Comenzó a afianzarse en el conflictivo ciclo de Héctor Veira, y con Carlos Bianchi se convirtió en el capitán y en uno de los titulares indiscutidos. Se llama Diego Cagna, dice tener un perfil bajo y sueña con quedar en la historia del club y continuar su carrera en el fútbol español. Antes del partido con Racing dialogó con Líbero.

--¿Este equipo es compacto?

--Estamos bien, nos entendemos mejor que antes. No hay tantos cambios, tantas variantes y el técnico ya no tiene dudas de cómo es el equipo. En general siempre entramos los mismos y eso hace que nos paremos mejor.

--¿Hay jugadores que son claves para este equipo?

--No, en general todo lo que tiene que hacer cada uno en su posición es importante. Y así lo tenemos que entender nosotros para jugar para el equipo. Uno solo no va a salvar a nadie.

--Passarella lo dejó afuera del Mundial y Bianchi lo nombró capitán, ¿cómo recibió las dos noticias?

--Cuando me quedé afuera del Mundial me dio mucha bronca. Lo de ser capitán fue algo que me enorgulleció. Eso es algo que te levanta el ánimo, me gusta y no tengo ningún problema. Algunos me quieren comparar con otros jugadores de Boca pero eso a mí no me interesa. Para ser capitán no hay que entrar a la cancha a pegar patadas, si quieren comparar que comparen. Podés ser líder sin hacer declaraciones raras ni quilomberas.

--¿Cómo va a encarar Boca los partidos que vienen?

--Bien, todos dicen que no jugamos contra nadie, pero para nosotros jugamos con equipos difíciles. Los que nos quedan tienen más trascendencia que los que pasaron y nada más. Vamos a jugar de la misma forma.

--¿Hay algún temor en especial, algún equipo que los complique más?

--No. Lo que pasa es que a Boca le salen a jugar con todo. Me pasaba a mí en Argentinos y en Independiente, cuando jugábamos contra Boca era el partido del campeonato. Había que jugar lo mejor posible y ganarle. Encima ahora estamos primeros.

--¿Cómo entrarías a la historia de Boca?

--Una forma de quedar en la historia es ganando campeonatos y ojalá que se nos dé acá. El camino es rendir lo mejor posible, rendirle al técnico y al equipo, y después que me reconozcan, obviamente. Pero no me desespero.

 

Disculpa del tránsfuga

La novela de Latorre dejó secuelas. Luego del partido, el ex presidente de Racing, Daniel Lalín, pidió disculpas públicamente a las autoridades de Boca por la inclusión del delantero, y prometió pagar de su bolsillo la multa de 200 mil dólares que se incluyó como cláusula en el contrato privado cuando se cerró la transferencia. Lalín dijo que se sentía "anímicamente mal desde el viernes", cuando por una decisión judicial, Latorre quedó habilitado para enfrentar a su ex club y dejó a todo Racing sin argumentos para no incluirlo como titular. Asimismo, Lalín indicó que si hubiese sido por él, "Latorre no jugaba, no valía la pena que lo hiciera porque un jugador no es un equipo".

 

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