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“Yo también soy un activista  en la lucha por la libertad”

Maximiliano Guerra, después de hacer “Don   Quijote” en el Colón, señala que todos los personajes que baila reflejan partes de su vida.

Guerra asegura que un bailarín no puede vivir en una caja de cristal.
Para eso, dice, debe contar historias a través de sus pasos de danza.

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Por Patricia Chaina

t.gif (67 bytes) Maximiliano Guerra mira por la ventana de sus oficinas en Buenos Aires, y sonríe al ver los juegos de una plaza que se están montando en una plazoleta de la avenida 9 de Julio. Los edificios adelantan el atardecer y el bailarín, enfundado en un jean negro, al que ciñe un cinto de cuero y tachas, prende un cigarrillo. Se acomoda en la silla y comienza a hablar. Cree que su plan de trabajo para los próximos meses le dejará poco tiempo para jugar con su hija de cuatro años en las plazas y, por eso, planea llevarla con él en alguno de los viajes.
Después de haber interpretado antenoche la obra Don Quijote en el Teatro Colón junto a Paloma Herrera, sus planes son volver a Europa. Allí lo esperan las funciones de Manon, junto a Alessandra Ferri, y La fierecilla domada. En octubre presentará un ballet de tango: Contrabajo para un hombre solo, en La Sorbona, en la reunión de los presidentes de Argentina y Francia. Volverá a América para abrir y cerrar el Festival Internacional de La Habana, del primero al siete de noviembre. Y en diciembre, en Hamburgo, realizará una coreografía de El mandarín maravilloso, que el prestigioso John Neumeir está elaborando especialmente para él. Así las cosas, su rutina de clases funciones y ensayos le deja poco tiempo para salirse del guión. “Pero uno tiene que vivir las cosas que necesita, porque ahí reside la esencia de la expresión”, sostiene en conversación con Página/12, y apaga el cigarrillo del que recién ha comsumido la mitad.
–Se asocia la rutina de un bailarín con una disciplina rígida: cero alcohol, cero tabaco, etc. Pero parece ser que no es tan así...
–La responsabilidad de un bailarín depende de su estado físico, lo que no hay que hacer es cometer excesos. Dos atados de cigarrillos le hacen mal a cualquiera, pero dos o tres por día no. Todo tiene su límite y requiere equilibrio. Siempre me lo tomé así. Nunca dije esto no lo voy a hacer por el ballet o mis clases. Viví lo que tenía necesidad de vivir, porque creo que un bailarín, que es un artista, debe transmitir una historia con sus pasos de danza, marcando lugares y emociones. Para lograr eso hay que tener experiencia de vida. No se puede hacer viviendo solo dentro de una cajita de cristal. Desde ahí uno no se puede expresar, porque no se tiene nada que expresar.
–¿Por eso habla de estar comprometido con la actividad que se realiza?
–Claro, yo creo en el artista comprometido, con la vida cotidiana, y con sus pares, el público, que está ahí para ver si puede llenar su alma de emociones diferentes, como lo hago yo cuando voy a ver un espectáculo, o caminando por la calle, o en la interrelación de seres humanos. Y la profesionalidad hace que uno se entregue tanto en los personajes hermosos como en los que aparentemente no lo son.
–¿Qué cosas debe tener un personaje para que le guste interpretarlo?
–Me impactan sobre todo las escenas, lo que se tiene que componer del personaje. Todos tienen diferentes coloraturas en la personalidad, como un cantante las tiene con la voz. Basilio, el que interpreto en Don Quijote, es divertido, es como soy yo en los ensayos, en el trabajo, en mi casa. Tiene algo de mí, como Espartaco. Yo también soy un activista en la lucha por la libertad, de diferentes maneras, obviamente no agarro una espada y no armo un ejército para ir a revolucionar la sociedad. Lo hago desde otro punto de vista, desde mi carrera, desde un escenario, que es cuando tengo la oportunidad de comunicarlo.
–¿Y cómo compone sus personaje, para comunicar desde ahí sus ideas?
–A partir de la imaginación, de la sensación y de la experiencia. Junto a esas tres cosas estudio la situación del personaje, buscando en mi experiencia las situaciones que más se asemejan. A partir de ahí, comienzo a moldearlo. Por eso los personajes tienen mucho de uno. Me costó mucho hacer Frolo, el malo de El jorobado de Notre Dame. Me costó encontrar en mí situaciones de maldad. Pero las encontré por el celoso y el vengativo,que descubrí en mí mismo cuando me di cuenta de que estaba enamorado de mi mujer. Eso explica como todos los personajes que bailo reflejan partes de mi vida.

 

Cuestiones de estilo

Guerra bailará próximamente en Cuba, en el Festival Internacional de La Habana. Su escuela tiene un gran
prestigio, y dispara la siguien-te descripción del artista: “Cuba tiene una particularidad: ha desarrollado muy bien la escuela para su tipo físico y muscular. Pero sacada de su contexto, y de sus bailarines, si la llevás a Francia o a España, puede funcionar hasta determinado momento. Porque cada país tiene su tipicidad muscular. En Argentina, como complemento sirve, pero no para formar. Nosotros tenemos una gran escuela, a pesar de que no tenemos un estilo definido. Tenemos una mezcla, y es como somos los argentinos. A los rusos por ejemplo los distingue la cosa heroica puesta en sus cuerpos, usan sus brazos con mucha amplitud, lo que no hacen los franceses, que tienen más técnica y más limpieza en las piernas. Los ingleses son más particulares en el estilo, y los daneses se destacan más en el trabajo de piernas”.


Un barbero muy especial

Maximiliano Guerra y Paloma Herrera brillaron el sábado pasado y ayer en el Teatro Colón en los protagónicos de Don Quijote, con música de Ludwig Minkus y coreografía de Alexander Gorsky, bajo la conducción orquestal de Carlos Calleja. Este clásico basado en la novela homónima de Cervantes y popularizado por el marsellés Marius Petipá en el Imperial Bolshoi, trajo a Buenos Aires el romance entre la hermosa aldeana Kitri (con la angelical Herrera) y el juvenil barbero Basilio (Guerra), quienes plasmaron los personajes centrales de la versión de Gorsky. Junto con los dos solistas, que fueron ovacionados, el cuerpo de baile del Colón se mostró emocionante y armonioso. También se destacaron Víctor Sunio como el Quijote, Jorge Amarante como el Torero y la Gitana de Cecilia Mengelle, una de las más aplaudidas por la audiencia. El 1ª de octubre, los protagónicos estarán a cargo de Karina Olmedo y Guerra.

 

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