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![]() El acoso político y mediático al presidente de los Estados Unidos de América del Norte, consecuencia de sus entretenimientos eróticos y de su irremediable dificultad en distinguir entre verdad y mentira, si es cierto que divirtió a la mitad del mundo, llegó a un punto tal que puso en movimiento la indignación de la otra mitad. A mí me pareció bien, aunque mejor me hubiera parecido que las dos mitades se hubieran puesto de acuerdo para exigir cuentas por la muerte de los sudaneses víctimas inocentes del alarde guerrero del señor Clinton. Se olvidaron de hacerlo, quizá por considerar que unos cuantos negros más o menos no significan nada para el mundo... El hombre más poderoso del planeta está, por definición y principios, por encima de estas cuestiones. El pretor no tiene por qué preocuparse con pequeñeces... ¿Que me aparte del tema? Al contrario, he entrado de lleno en él. La primera pregunta que tengo que hacerle a la Izquierda, en particular a la que tiene responsabilidades de gobierno, es la siguiente: ¿Cree que está respetando efectivamente sus obligaciones, tanto pragmáticas como político-ideológicas, al participar a la chita callando en los contubernios donde se prepara el Acuerdo Multilateral sobre Inversiones, el ya célebre AMI? ¿Se da cuenta la Izquierda, no digo intelectualmente o en lo inmediato sino en las consecuencias futuras, de lo que se juega en tales negociaciones? ¿Acepta que los países con gobierno socialista o socialdemócrata integrados en la OCDE, en cuyo seno se prepara la conspiración, hagan una vez más tabla rasa de sus promesas electorales y de sus programas, ya mil veces incumplidos? ¿Tiene información la izquierda del carácter extraterritorial de la ley Helms-Burton, que viene sirviendo a los EUAN para asfixiar impunemente la economía de Cuba? ¿Sabe la izquierda que el gobierno del señor Clinton pretende introducir en el proyecto en debate aspectos esenciales de esa ley, violando disposiciones básicas de la Organización Mundial del Comercio, la letra y el espíritu de la Carta de las Naciones Unidas y la soberanía de los Estados? ¿Piensa la Izquierda que sus ideas (si aún las tiene) de socialismo o de socialdemocracia son compatibles con la libertad total de maniobra de las multinacionales y de los mercados financieros, reduciendo al Estado a meras funciones de administración corriente y a los ciudadanos a consumidores y clientes, tanto más dignos de atención cuanto más consuman y más dócilmente se comporten? No tengo esperanzas de que alguien responda a estas preguntas, pero cumplo mi deber haciéndolas. ¡Alégrate, izquierda, mañana llorarás! .
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