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LAS REMAKES DE "EL CRUCERO DEL AMOR" Y "LA ISLA DE LA FANTASIA"

El futuro está haciendo agua

Navegando en aguas muy diferentes a aquellas de los 70, los productores de las nuevas series imprimieron giros sorprendentes a las fórmulas.

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De Malcolm McDowell a Ricardo Montalbán, hay un mar en el medio

Por Cecilia Bembibre

t.gif (67 bytes)  El aluvión de series que Sony está estrenando en la Argentina incluye dos remakes de clásicos naives del género: "El crucero del amor" y "La isla de la fantasía", que en la Argentina se pasaban por televisión abierta en algunos de los años más duros de la dictadura militar 1976-1983. Aunque respetan las ideas básicas de las versiones originales, en ambas hay un cuidado evidente por actualizar la fórmula, para mantenerlas a flote en una industria que es muchísimo más competitiva que hace 20 años. Después de Titanic, los romances en alta mar no pueden contarse de la misma manera que antes de la película de Cameron. Intentar televisión fantástica luego de la era de "X Files" no parece tarea sencilla.

"Quemen mis trajes blancos: el negro va mejor conmigo" anunció con una sonrisa enigmática Mr. Roarke, el anfitrión de la "La isla de la fantasía", en una de las primeras escenas de la nueva versión de la serie. La elección de Malcolm McDowell para reemplazar al histórico Ricardo Montalbán no parece nada casual, y la frase del comienzo, más que una declaración de estilo, es un augurio de los tiempos que vendrán. Con la llegada de McDowell (quien en 1971 fue el ultraviolento Alex de La naranja mecánica), la serie viró bruscamente de los pasteles a los tonos oscuros. La historia es la misma de la serie original, pero en clave dark: alguien llega, siempre por casualidad, a una sospechosa agencia de viajes, donde una vieja llena formularios a máquina. Allí se le ofrece el viaje que siempre soñó, aunque los argumentos para seducir a los incautos nunca llegan a oídos del espectador. El formulario con los datos del viajero es enviado luego a Mr. Roarke, quien diseña fantasías a medida junto a su personal, un grupo en el que el legendario Tatoo es reemplazado por un botones de pocas luces. Los gritos de este último preceden la llegada de la avioneta. Ya no hay vuelta atrás: la lógica no existe en esa isla en el que el tiempo cambia de tormentoso a calmo con un chasquido de los dedos del omnipotente Roarke. El cielo sigue siendo tan azul como cuando Tatoo corría enajenado dando la bienvenida al avión, pero ahora hay algo siniestro en el aire del paraíso.

Desde que se estrenó en 1974, "La isla de la fantasía" fue uno de los primeros éxitos de la tele-fantástica, con un pie en el terreno de lo paranormal. El programa dejó de grabarse en 1984: catorce años después, está pensada para un público acostumbrado a las monstruosidades cotidianas de ciclos como "Los Expedientes X", "Millennium" y "Dark Skies". En el primer episodio, por ejemplo, un superatleta murió atravesado por una estalactita; una joven aspirante al conocimiento eterno se enteró de más cosas de las que hubiese querido; un casado algo aburrido de su matrimonio se convirtió en testigo del inminente engaño de su mujer. La diferencia con los programas fantásticos más vistos de esta década, quizás, implique un respeto de las mejores intenciones de la serie original: en "La isla..." siempre hubo, y sigue habiendo, una lección por aprender. Como el protagonista de Un cuento de Navidad, de Dickens, el señor Roarke es el guía que confronta a sus huéspedes con los errores del pasado, y les ofrece un atisbo del futuro terrible que vendría si no toman a tiempo el buen camino. Una misión que los agentes especiales Mulder y Scully ni soñarían con cumplir: los guionistas que los escriben, emblemáticos de la nueva camada, hace tiempo que dejaron en claro que perdieron la fe en las moralejas.

"El crucero del amor: la próxima ola" es la nueva aventura transatlántica tras el fenómeno Titanic. La inmaculada superficie del "Pacific Princess" sigue surcando las aguas con más de tres mil pasajeros a bordo. Aunque mantiene el tono de comedia ligera y políticamente correcta, en la nueva versión hay una vuelta de tuerca sobre la serie original: además de entretener a los pasajeros, los entrometidos integrantes de la tripulación comentan las noticias. Quizás con la certeza de que no podían quedarse al margen de los grandes fenómenos mediáticos de la década, en este crucero hay chicos que aseguran haber visto a Di Caprio corriendo en la cubierta, y marineros preocupados por impedir que una pasajera llamada Monica Lewinsky se siente a la mesa del capitán. Los estrenos se ven por Sony, el sábado desde las 21.

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