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CIENTOS DE EXILADOS DE TODO EL MUNDO MARCHARON EN LONDRES

El Trafalgar del dictador

La plaza que conmemora la derrota de Napoleón a manos del almirante Nelson fue escena ayer de una manifestación contra Pinochet, quien ayer habló por primera vez de su arresto en Londres.

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Por Marcelo Justo
Desde Londres

Página/12

en Gran Bretaña


t.gif (67 bytes)  Desde lo alto de la Plaza de Trafalgar, en pleno centro de Londres, el monumento al almirante Nelson presidía el acto organizado ayer contra el general Pinochet. Debajo de las escenas en bronce de la derrota de Napoleón a manos del héroe inglés, una docena de adolescentes chilenas sostenía carteles de fondo negro con las siluetas y los nombres de desaparecidos. Banderas de Chile, Argentina, Brasil, Francia, Nicaragua, Uruguay y Suiza, carteles en inglés, francés y castellano, imágenes del ex dictador, y de un nuevamente sonriente Salvador Allende, cubrían la marea de manifestantes que se desgañitaban gritando, "justicia", y que aplaudieron a rabiar cuando el diputado laborista Jeremy Corbyn, vicepresidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de los Comunes y uno de los cerebros de la campaña inglesa contra Pinochet, dijo en castellano que la hora del dictador "ya llegó".

Las cerca de mil personas que cubrían una cuarta parte de la plaza venían de Francia, de Bélgica, de Suiza, de Suecia, de Alemania. Unos 250 chilenos refugiados en Francia habían llegado en autobuses especialmente fletados para el acto. Otros habían cruzado media Unión Europea individualmente, en pequeños grupos, en avión algunos, en coche o tren otros. Había también gran cantidad de chilenos, latinoamericanos y españoles residentes en Gran Bretaña, unas cuantas decenas de británicos, muchos de ellos militantes del Socialist Workers Party (Partido Socialista de los Trabajadores), y, bordeando la concentración, los inevitables turistas que inesperadamente se encontraban con un motivo más de foto en su itinerario del día.

na18fo02.jpg (18799 bytes)Los cánticos eran unánimes. Los ingleses se las arreglaban como podían para decir el "justicia, queremos justicia" o para seguir, traducciones mediante, el "Pinocho, Lucía, te quedan pocos días". Los franceses enarbolaban sus carteles: "Pinochet chef terrorist", "A bas les tyrants". Un chileno de barba y gorra negra que venía con el contingente parisino estaba eufórico. "Todo esto es como un milagro, algo que parecía que nunca iba a ocurrir", dijo a Página/12. Uno de los miembros de la coordinadora, encargada de la organización de los distintos grupos chilenos en Francia, fue más lejos en su optimismo: "Estoy seguro de que los lores van a condenarlo, esto recién empieza, y estamos organizándonos en toda Europa para que continúe". Cerca suyo una mujer menuda y morocha, de unos 50 años, tenía los ojos humedecidos por las lágrimas.

La gigantesca base del monumento era el improvisado podio que se utilizaba para los discursos y mensajes que se sucedían en inglés, francés y castellano. Natalia La Valle, una argentina que estudia lingüística en París, cuyo padre desapareció en el Atlético, dio un mensaje de apoyo en nombre de HIJOS. "Todos queremos ver a Pinochet y a los genocidas presos de por vida. Hoy Frei, como Menem, defiende la impunidad de los asesinos", dijo entre aplausos del público. Entre las que más la aplaudieron se encontraban una mujer menuda y otra más diminuta aún, que no se cansaban de hacer flamear una bandera argentina anudada al lado de una chilena. "Nunca nos olvidamos de la Argentina --dijeron a Página/12 madre e hija--: cuando tuvimos que dejar Chile, recalamos primero en Mendoza donde Caritas nos refugió. Estuvimos en Córdoba, en Santa Fe y por fin en Buenos Aires, perseguidos por la ultraderecha. Finalmente, hace 21 años recalamos acá. Pero nunca nos olvidamos de la solidaridad que recibimos allá".

Había otra bandera argentina un poco más allá. Igualmente menuda, con cara aindiada, dos inmensas bolsas de las que sacaba caramelos que convidaba a la gente y un prendedor con la figura del subcomandante Marcos, la mujer parecía tan eufórica como los chilenos. "Soy mendocina, india y te puedo decir que se va a acabar la impunidad de Pinochet, de Videla y de todos", dijo a Página/12. Cerca suyo había una pareja chilena, él con una guitarra al hombro, los dos con amplias sonrisas. Andrés Pérez y su esposa eran parte de un contingente de 20 chilenos que acababa de llegar de Ginebra. "Me fui de Chile en el '73. Soy relojero de profesión y músico de alma. Allá estaba con los Quilapayún. Pero vino el golpe, me refugié en la embajada suiza, y, cuando supieron que era relojero me dieron inmediatamente refugio", dijo a Página/12. En cuanto a lo que estaba sucediendo con Pinochet, todo le parecía un sueño. "Como músico te lo digo sinceramente hace un par de años me daba no sé qué cantar el 'Venceremos' o 'El pueblo unido jamás será vencido' porque yo decía, ¿qué venceremos?, a ver si con suerte conseguimos el empate. Y ahora lo logramos, en los últimos minutos, en tiempo de descuento, así que la cosa es muy emotiva para nosotros".

Varias veces la plaza cantó "El pueblo unido jamás será vencido". Por momentos, como decía Andrés Pérez, parecía el canto de gente que hacía mucho tiempo que no conocía la victoria, y que de golpe, encontraba que la especie de cárcel y el indudable oprobio que hoy vive Pinochet eran motivos suficientes para festejar. El lugar de la celebración escondía su oscuro simbolismo. La Plaza de Trafalgar conmemora la victoria del almirante Nelson sobre Napoleón. El 16 de octubre, cuando fue detenido por la policía británica, había en la mesa de luz del general una biografía de Napoleón, por quien Pinochet profesa una admiración sin límites.

 


"Ya no tengo fe en Gran Bretaña"

"Estoy entristecido porque mi detención ha hecho tambalear mi fe en Gran Bretaña. Anteriormente, nunca dudé de que era un país donde la gente podía moverse libremente". Durante los primeros días de su arresto, su entorno había dicho que a Pinochet no se le había informado de su situación por su "delicado estado de salud". Luego el diario británico The Observer dijo que en realidad el ex dictador chileno intentó escapar apenas salió del quirófano de la London Clinic, donde lo operaron de una hernia inguinal. Más tarde, la esposa de Pinochet, Lucía Hiriart, comenzó a leer comunicados donde decía que su marido se "sentía solo", que gritaba "me quiero ir" y que en más de una oportunidad "había llorado". Pero ayer, desde el hospital psiquiátrico donde se encuentra actualmente, Augusto Pinochet divulgó su primera declaración pública. "En Chile, como en cualquier otro lugar, la recriminación es el enemigo de la reconciliación", reflexionó en alusión a las investigaciones sobre los desaparecidos durante su dictadura, y calificó a éstas de "parodias de la verdad", ya que los juicios que se están desarrollando actualmente en varios países europeos son "intentos artificiales de fiscales extranjeros para declararme culpable a partir de acusaciones sin pruebas". En el comunicado, el actual senador vitalicio chileno aclaró que viajó a Londres como "embajador especial" de Chile, "quizás no de manera específica como huésped del Ministerio de Relaciones Exteriores británico, pero con su completo conocimiento y cooperación". El ex dictador también dijo que la transición chilena a la democracia "está siendo perjudicada" por su detención. A pesar de su sensación de abandono, una semana después de su detención Pinochet había tenido al menos un respaldo de hierro. La ex primera ministra británica Margaret Thatcher había pedido a la Justicia de su país su liberación por su colaboración como jefe de Estado chileno con el gobierno británico durante la guerra de las Malvinas. Las palabras de Thatcher salieron publicadas en los diarios ingleses en momentos en que el presidente argentino Carlos Menem viajaba hacia Londres en visita oficial.


Cuando Pinochet metió la pata

 

Cristian Van Yurick, secuestrado y torturado por la DINA, habló con Página/12 y reveló una de las pruebas para pedir la extradición de Pinochet.

 

Por M.J.

t.gif (862 bytes) El testimonio de Cristian Van Yurick forma parte de las 300 páginas de solicitud dena19fo04.jpg (15691 bytes) extradición de Pinochet que el juez Baltasar Garzón formuló a las autoridades británicas, y del pedido "urgente" de investigación del ex dictador que Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos realizaron a la Policía Metropolitana inglesa y al fiscal general del estado. Van Yurick fue secuestrado en julio de 1974, poco después de la detención de su hermano Edwin y su cuñada Bárbara Uribe, y durante el año y medio que permaneció detenido tuvo contacto con varios españoles y chilenos que engruesan hoy la lista de desaparecidos. En diálogo con Página/12, entregó a este diario una copia de uno de los documentos de peso del fiscal Garzón, donde el Ministerio de Relaciones Exteriores chileno reconoce a la embajada británica en 1975 su arresto, el de su hermano y su cuñada.

"Al respecto este ministerio puede informar", dice la carta de la Cancillería chilena, "que consultadas las autoridades competentes, han manifestado que las personas antes mencionadas se encuentran con arresto preventivo para su debida investigación, y su estado de salud es perfectamente normal. Respecto de su paradero, no ha sido dado a conocer aún".

 

--¿Cuál es la importancia de este documento?

--Yo estuve detenido-desaparecido en Chile desde el 11 de julio del '74. Durante cuatro meses recorrí varios centros de detención clandestina de tortura. Después pasé por distintos campos de concentración donde se podía tener visitas. Luego fui otra vez devuelto a la DINA donde me torturaron durante dos meses por haber hecho denuncias sobre las condiciones de los presos. Todo esto forma parte de mi testimonio personal: lo que me pasó a mí y a otros que tuve oportunidad de conocer y que hoy figuran como detenidos-desaparecidos. En 1975 la embajada británica se interesó por nuestro paradero porque somos descendientes de galeses. La Cancillería chilena contestó que nosotros estábamos detenidos, pero que no podía informar el lugar (ver copia del documento). La importancia de esto es, primero, que reconocen la detención que es ilegal porque no había ninguna orden de arresto, y segundo, que reconocen la existencia de lugares clandestinos. Posteriormente la Cancillería chilena negó este documento pero ya era tarde.

 

--¿Qué testimonio da sobre los desaparecidos españoles?

--Durante todo este tiempo tuve contacto con 34 detenidos que hoy figuran en las listas de desaparecidos. Varios de ellos eran ciudadanos españoles que estaban detenidos en Chile como Antonín Gido Mengual, que era un sacerdote arrestado por la DINA en septiembre del '74 que hoy está desaparecido. Yo estuve con él en la celda número 12 en el campamento de incomunicación de Cuatro Alamos, que pertenecía a la DINA, y soy testigo en la causa de Garzón por ello. Cuando estuve en Villa Grimaldi, tuve pruebas directas del Operativo Cóndor. Allí conocí a Jorge Fuentes, que fue detenido en Paraguay, trasladado a Argentina y de ahí, en 1975, a Chile. Tuve oportunidad de verlo. Lo tenían en un cajón de un metro por un metro en muy malas condiciones. Hoy está desaparecido. Mi testimonio corrobora el de otros testigos que lo vieron y declararon en la causa.

 

--¿Qué espera que pase ahora?

--Espero que se haga justicia, que entreguen a Pinochet a los españoles. Pinochet tiene que ser enjuiciado y el mundo entero tiene que hacer respetar los derechos humanos y las convenciones internacionales.

 

--Eso es lo que mucha gente desea, pero ¿qué le parece que va a pasar?

--Quiero mantenerme optimista hasta el final. La sesión del jueves me dio razones para serlo. Los argumentos legales de la Fiscalía, tanto internacionales como de derechos humanos, parecían muy sólidos. Por supuesto que todavía falta el alegato de la defensa. Vamos a ver qué pasa. En todo caso esto es mucho más de lo que pensábamos que podía ocurrir hace un mes cuando Pinochet seguía libre.

 

--¿Cree que la presión internacional va a favorecer su extradición a España?

--Creo que sí. Este problema no tiene solución, más allá de que lo devuelvan o no a Chile. Está planteado por Francia, por Suecia, por Suiza, por España. Esto significa un proceso a nivel internacional que es lo que debería ocurrir. Igual la humillación internacional que está pasando es ya un gran paso adelante. Pero indudablemente lo que se necesita es que haya justicia mediante un tribunal, una posibilidad que él nunca nos dio. Nosotros queremos que tenga esa posibilidad que no tuvimos: que se defienda. Y que luego la Justicia siga su curso.


"Para muchos en Chile, esto ya es casi mágico"

Esta semana la Cámara de los Lores seguirá recibiendo testimonios para decidir si Pinochet será extraditado a España. Página/12 entrevistó al laborista Jeremy Corbin, un optimista impulsor de la medida.

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Por M.J.

t.gif (862 bytes) Una de las figuras clave de la campaña inglesa para lograr que Pinochet comparezca ante la Justicia es el diputado laborista Jeremy Corbyn, vicepresidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de los Comunes. Principal orador del acto de ayer, Corbyn dialogó con Página/12 sobre la evolución del proceso de apelación ante el panel de cinco "Law Lords" que está sesionando desde el miércoles y las posibilidades de que finalmente Pinochet sea extraditado a España.

--¿Cómo le parece que está yendo la apelación en la Cámara de los Lores?

--Maravillosamente bien. El caso ha sido expuesto con gran elocuencia por la fiscalía y los "Law Lords" aceptaron que se presente un dossier sobre tortura y desapariciones en Chile que compiló Amnistía Internacional. El hecho de que el gobierno español haya apoyado el proceso de extradición es también muy significativo. De modo que tenemos grandes esperanzas.

--Sin embargo los "Law Lords" no decidieron aún si el dossier presentado por Amnistía Internacional formará parte de las pruebas que se tendrán en cuenta a la hora del veredicto.

--Es cierto. El lunes va a ser muy importante porque los Law Lords van a decidir si estas pruebas son admisibles como parte de la apelación. Esto va a ser crucial. Pero ya es una victoria que lo estén estudiando, algo a lo que la defensa de Pinochet se opuso con todas sus fuerzas. Y la evidencia de violaciones a los derechos humanos, de desapariciones, de torturas, entre 1973 y 1990, e incluso durante ese período crucial en el que él no había sido proclamado aún jefe de Estado, es tan impresionante que si lo llegan a aceptar reforzaría enormemente la posición de la fiscalía.

--¿De qué depende que sea admitido o no como evidencia?

--Depende de una definición de la Ley de Inmunidad de 1978 sobre si el jefe de Estado es inmune por todo lo que sucede mientras él ocupa este cargo. Hay argumentos legales en uno y otro sentido. También tiene que decidirse cuál era el status exacto del general Pinochet al principio del golpe porque Pinochet tomó el poder en septiembre de 1973 pero no fue declarado jefe de Estado hasta 1974. Antes de esa fecha era simplemente el general más importante de la Junta. De modo que en este momento la definición misma de jefe de Estado está en debate. Pero también habrá que ver la compatibilidad de esa ley de 1978 con la decisión de Gran Bretaña de firmar la convención de derecho criminal el pasado julio por la cual la inmunidad no se aplicaría a todas las acciones de un jefe de Estado.

--La defensa todavía no habló, ¿cuál cree que será su estrategia?

--Es interesante que en ningún momento eligieron defender sus actos. Más bien diría que su estrategia hasta el momento ha consistido en evitar tener que defender sus actos. No creo que puedan repetir el argumento que utilizaron ante la instancia previa, el Real Tribunal Superior de Londres. Van a tener que hacer algo más que eso. No pueden pretender que Pinochet no tenía nada que ver. El lideró el golpe de Estado y luego fue jefe de Estado, de modo que no pueden aducir ignorancia.

--Usted suena muy optimista.

--Lo soy. Por lo de Pinochet y porque ha abierto el debate sobre el tema del golpe y de las fuerzas que lo provocaron. El hecho es que Pinochet ha estado bajo arresto, y para mucha gente en Chile, eso es casi mágico.

--Sin embargo no es muy usual que la Cámara de los Lores revoque un dictamen del Real Tribunal Superior de Londres.

--Tampoco es muy usual que los dictadores sean arrestados.


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