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  AVISO: ENCUENTRO TEMATICO DE PSICOLOGOS DEL MERCOSUR
AVISO: ENCUENTRO TEMATICO DE PSICOLOGOS DEL MERCOSUR

 



PROBLEMAS DE CONDUCTA Y CONVIVENCIA EN LA INSTITUCION ESCOLAR
Juego rabioso en las aulas

Una psicóloga educacional presenta el caso de un colegio donde la "mala conducta" de un alumno pudo entenderse en relación con las características de esa comunidad educativa.

Hora de salida en uno de los colegios cuyos conflictos, hace poco, se hicieron públicos."Se trata de facilitar la comunicación entre los integrantes de la comunidad educativa."

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Por Verónica Scardamaglia *

t.gif (862 bytes) Hacia mediados del año pasado fui convocada para trabajar con un curso de tercer año que se postulaba para "la peor división" porque, según lo que circulaba por los pasillos, "no respetan ningún límite", "no se puede dar clase", "en las horas del profesor X hacen ruidos, se ríen, son un caso perdido". Recientemente, a ese curso le habían cambiado el preceptor.

Fui en busca de más información: escuché a varios docentes, al tutor del curso (designado por votación de los alumnos entre los profesores y el preceptor; hay uno para cada división) y a los "sin límites". La información que obtuve fue diversa. En algunas clases, la disciplina no dejaba volar una mosca, de modo que los molestos no molestaban. Y resultó que los indisciplinados no eran todos, sino un grupo de cinco o seis alumnos. Los chicos plantearon que ellos sabían con quién se podía molestar y con quién no. Respecto del ex preceptor, dijeron que se reía ante piropos que le lanzaban algunas alumnas, que irrumpía en el aula ignorando al profesor, no hablaba con ellos, en fin, parecía haber tenido una actitud más adolescente que ellos en cuanto al respeto por las normas.

Esas actitudes del antiguo preceptor facilitaron cierta desvalorización por los límites, avalada por quien debiera funcionar como adulto responsable del respeto por las normas. "Con el nuevo preceptor las cosas son distintas", reconocían. Les planteé la posibilidad de armar un pacto entre ellos, dado que, de una manera o de otra, a todos les incomodaba la situación. Y les propuse seguir trabajando con el grupo que tenía la soga más al cuello, fuese por notas bajas o por exceso de sanciones.

Así conocí a Fernando, un chico brillante, hábil pero descuidado. De los que quedan en evidencia desafiando toda norma y a todo adulto. Desprotegido.

Empezamos a pensar juntos sobre su situación en el colegio, sus intereses, el sentido que para él tenía estudiar, sus impulsos, su dificultad para aceptar ayudas. El decía: "En el colegio donde estaba el año pasado, como todos estudiaban, yo también; pero acá...". "Entonces ¿por qué 'te fueron'?", le pregunté. "Porque unos flacos se quisieron pasar conmigo, tuve que llamar a mis amigos de la barrabrava y un pibe quedó mal..."

Es responsabilidad de cada institución, y de los adultos que transitan por ella, potenciar los aspectos vitales de sus actores institucionales: este colegio facilitaba que Fernando sacase lo peor de sí.

Como Fernando ya estaba "jugado", repitió el año y se lo aceptó nuevamente a partir de la firma de un acta de compromiso. Pero cargó con el peso de permanecer seguido muy de cerca por el jefe de preceptores, quien consideraba que "este chico no sirve".

Cara conocida y no deseada, un día fue presa de un rumor que se propagó ferozmente en la sala de profesores y entre algunos preceptores: "Fernando llegó al colegio drogado, se dormía en el aula...". El revuelo fue tal que estuvo casi toda la mañana fuera del aula recibiendo sermones y ofertas de ayuda por parte de adultos que, a la vez, trataban de que el jefe de preceptores --persona sumamente autoritaria-- no se enterara.

El venía haciendo, en una institución pública, una terapia cuyo punto de partida había estado vinculado con el consumo de marihuana. Pero la versión de que "llegó drogado" había partido de una profesora que, por el hermano de Fernando, sabía de esa terapia y, con la buena intención de ayudar, hizo público lo que era una mera suposición de ella.

Supervisé la situación con el Equipo de Apoyo Institucional de la Secretaría de Educación --que coordina y nuclea el trabajo de los psicólogos en las Escuelas Medias y Técnicas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires--, y seguí trabajando con Fernando cuestiones ligadas a su impulsividad, a cómo y cuándo controlarse, a sus objetivos para este año.

Y, por otro lado, trabajé con profesores y preceptores para señalarles la forma en que llegaba a hablarse sobre la vida privada de los alumnos. Un acto de consumo es cosa privada de quien lo realiza, y la falta de cuidado sobre la privacidad también se había verificado en otros casos, por ejemplo respecto del embarazo de alguna alumna.

Trabajamos con el tutor y los profesores de Fernando para ayudar a que esa suerte de mala fama se revirtiera, para que no quedara ligado a ese rótulo: si bien el chico tenía alguna relación con el consumo, ya estaba en tratamiento. Con algunos de los docentes fue posible una apertura.

Fernando y la profesora que había echado a correr el rumor lograron comunicarse en otros términos y ella pudo acercarse a él, explicarle sus verdaderas intenciones y ofrecerle su ayuda. Fernando, sin negar su ocasional uso de la marihuana, le aclaró que "ni en el aula ni en el colegio".

Muchos profesores ya reconocían el cambio de actitud de Fernando, pero, cuando todo parecía encaminado, el jefe de preceptores pide su separación de la escuela por haberlo pescado rateándose de la séptima hora. Ante esto, intervine nuevamente: luego de averiguar con el preceptor cómo habían sido las cosas y de una entrevista conjunta con Fernando y su madre --que estaba desbordada por la angustia--, solicité una entrevista al director del colegio. Le sugerí que conversara con el tutor de Fernando y con sus profesores, para que así escuchara los progresos del alumno. Le planteé que una rateada no parecía motivo para una expulsión y me comprometí en ser la responsable institucional del alumno. El director ordenó al jefe de preceptores que el chico, sí, fuera sancionado, pero no separado del colegio.

Hubo todavía otro incidente: él había salido del aula durante una hora de clase, con autorización de la profesora. Un preceptor --alineado con el jefe autoritario-- lo encontró: "Otra vez rateándote". El quiso explicarle pero el preceptor no lo escuchó y, hostigándolo verbalmente, lo condujo a jefatura. Fernando terminó insultando al preceptor y fue sancionado, más allá de que la profesora confirmó después que le había dado autorización para salir del aula.

Así siguen las cosas. Yo, funcionando a modo de superyó externo de Fernando. Aquella profesora que lo había supuesto "drogado" es una de las ayudas que él acepta en su paso por el colegio. El próximo año será él quien decida separarse de esta institución, ya que este colegio, por sus características, resulta potenciar su propia agresión.

Mi modalidad de trabajo procura generar redes de contención y facilitar modalidades de comunicación entre los distintos integrantes de la comunidad educativa. El hilo conductor es la dimensión institucional, que permite abarcar los aspectos preventivo y asistencial, enmarcados en lo particular de la institución, sus actores institucionales y el contexto histórico-social de una escuela pública en 1998.

Los objetivos de mi trabajo desde el Departamento de Orientación son: acompañar a los alumnos en su pasaje por la escuela secundaria brindándoles la contención y el apoyo que cada cual requiera; mantener la función de sostén, de referente, de adulto con el que confrontar, para quienes así lo requieran, durante la travesía que implica la adolescencia; promover espacios de reflexión y cuestionamiento que aporten a una mejor convivencia; hacer circular la palabra al poner de manifiesto lo obvio, al invitar a repensar lo establecido, e implementar espacios de encuentro para crear modos posibles de enfrentar situaciones conflictivas.

* Psicóloga. Miembro del equipo de orientación de una escuela pública de la Ciudad de Buenos Aires.

Posdata

Educacional. Maestría en psicología educacional en la UBA: inscripción hasta el 30. 957-1210.

Pensar. "Ello piensa. Nietzsche y Freud", con Mónica Cragnolini y Sergio Rodríguez en Filo, Puán 470, aula 254, el 21 a las 13. Gratuito.

Especiales. "Encuentro para la participación e integración de las personas con necesidades especiales", el 20 de 9 a 19 en Centro Cultural San Martín. 300-9623/9654. Gratuito.

Exclusión. Jornada "Salud mental y exclusión social", con Fernando Ulloa y otros, el 27 de 8.30 a 14 en el Hospital Mercante de José C. Paz. 0320-40000/8. Inscripción gratuita.

Seminario I. "Lectura del Seminario I de Lacan" por Jacques Algasi y Alicia Ciampa en Centro Psicoanalítico Argentino, desde el 25 a las 19. 823-4941.

Anteproyecto. Acto de convalidación del anteproyecto de ley de salud mental del Foro de Instituciones de Salud Mental. Hoy a las 11 en Apdeba, Maure 1850.

Qué quiere. "¿Qué quiere una mujer?" y "Estructuras clínicas": jornada de Discurso Freudiano, el 27 y el 28. 772-8997. Gratuito.

Acto. "El acto psicoanalítico", jornada de la Escuela de Psicoterapia para Graduados, el 21 de 9.30 a 14. 862-7767.

Adicciones. "Las adicciones juveniles", por R. Saunier y J. Turrillo, el 25 de 18 a 20.30. Asociación de Psicólogos Forenses, 825-1301.

Narcisistas. "Dirección de la cura en las patologías narcisistas", el 21 de 9.30 a 16.45 en Círculo Freudiano. 773-2283. Gratuito.

Femineidad. "Taller de la femineidad" con A. Stepak, N. Lapacó y S. M. Rivadero, el 21 de 9.30 a 12.30 en EFBA. 802-1803.

Tóxico. Congreso de Toxicomanías y Alcoholismo, el 20 y el 21 de 8.30 a 13 en consultorios externos del Borda, Carrillo 375. 15-565-2362. Gratuito.

Adicciones. Encuentro de psicólogos sociales que trabajan en adicciones, el 21. 931-9151.

Aniversario. La Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados invita a egresados, docentes y alumnos a su 35º aniversario, el 24 a las 21. 865-2050.



"PRETENDER SUPRIMIR LOS CONFLICTOS ES FASCISMO"
Vuelta Olímpica en el "Pelle"

Por Mario Woronowski *

t.gif (862 bytes) Esta es una nota escrita desde la implicación: durante el año 1997 trabajamos en el Carlos Pellegrini con el Lic. Marcelo Percia y un equipo de colegas, convocados por las autoridades de la escuela para abordar la problemática de la "Vuelta olímpica". Conmocionados por las noticias de los días subsiguientes a la realización de la Vuelta de este año, nos comunicamos con la escuela, les ofrecimos a los directivos reunirnos para pensar juntos lo que acababa de pasar, y así lo hicimos.

De ahí que éstas sean palabras "implicadas". Mientras escribo, imagino tres interlocutores: la comunidad del Pellegrini, los medios que vienen ocupándose del tema y algunas opiniones que se han ido publicando en estos días.

Otra vez, se puso en escena este ritual que desde hace décadas los alumnos de 5º año sostienen apasionadamente como un derecho propio, mientras que en otros sectores de alumnos, docentes, preceptores, no docentes, suscita inquietud, irritación, miedo.

Aquellos con los que trabajamos durante el año pasado, o escucharon o leyeron el informe que escribimos con posterioridad, saben que no los creemos perfectos. Pero nos saben conmovidos por el esfuerzo que ponen en ensayar una y otra vez alternativas que alojen la diversidad de opiniones, puntos de vista, broncas, rigideces, entusiasmos, emociones y necesidades de alumnos, profesores, no docentes, preceptores, padres, adolescentes, adultos jóvenes y adultos no tan jóvenes.

Todo eso y mucho más está en juego alrededor de la Vuelta. Se trata --cómo dudarlo-- de un conflicto. Y algo de todo esto volvimos a encontrar esta vez. No más, ni un poquito más, que lo que la comunidad del Pellegrini viene asumiendo año tras año como lo que es: un problema que no tiene, por ahora, "solución final". Y que muestra una vez más que convivir en las instituciones, si nunca fue fácil, hoy lo es menos aún. Nada, insistimos, nada que avale la imagen de descontrol y el tono catastrófico que el despliegue mediático parece haber contribuido a instalar --en muchos casos, sin duda, involuntariamente-- como una verdad.

Encontrar soluciones simples a problemas complejos es una permanente tentación para el pensamiento. Y una de sus peores trampas.

Pronunciarse sobre estos problemas desconociendo la riqueza de matices de la realidad que se pretende abordar es una irresponsabilidad intelectual.

Soñar una institución sin conflictos, aunque algunos sean tan estridentes como petardos, es una ingenuidad. Pero hacer campaña por la supresión de los conflictos es una opción política. Algunos la llaman fascismo.

Quiero con esto sentirme más cerca de los que andan por el difícil camino de la gestión democrática de las diferencias, que incluye la búsqueda de consenso para ensayar respuestas aun a los actos violentos. Incluso los de los alumnos que, un día antes y un día después de la vuelta olímpica, no dejan de proclamar que aman al "Pelle".

* Psicólogo. Docente de la UBA.

 

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