Por Nick Hopkins desde Londres
Cuando el ministro
del Interior británico Jack Straw se acomode detrás de su escritorio en Westminster el
lunes a la mañana, se le podrá perdonar un momento de autocompasión mientras contempla
lo que será la quincena más incómoda de su vida política. Como a todo el resto de los
funcionarios de su ministerio, el fallo de los law lords del miércoles lo
tomó desprevenido, y esa noche pareció estar evitando a los parlamentarios de la Cámara
de los Comunes: sus asistentes le habían asegurado que el general Pinochet, cuyo régimen
desalmado tanto lo había enfurecido en su juventud, estaría a salvo en Santiago para ese
momento. En cambio, el ex dictador todavía está aquí y Straw se vio empujado al centro
de un torbellino político-diplomático que puede durar meses.
Los magistrados de la corte de extradición de Bow Street le dieron a Straw ayer una
extensión de nueve días para meditar sobre su próxima jugada, concediéndole hasta el
11 de diciembre para decidir si emitir una autoridad para proceder, lo cual
permitiría que el pedido formal de extradición de España se escuche en la Corte. En
honor a la verdad, la tarea de Straw es simple y el caso será decidido por sus méritos
legales. Pero, aunque odie admitirlo, el ministro del Interior está atrapado en un
berenjenal político. En privado, se cree que está bien dispuesto a las sugerencias de
que Pinochet debería regresar a casa, reconociendo que Chile tiene un pacto interno que
protegió al ex dictador de ser acusado. Un mal movimiento ahora, sin embargo, socavaría
la credibilidad de Straw con el resto del Partido Laborista, que es furiosamente
anti-Pinochet, y arruinaría así sus ambiciones de larga data. En Westminster nadie duda
que Straw ambiciona el puesto de Tony Blair. Nuestros parlamentarios dicen que Straw
estará cometiendo un suicidio de carrera si permite que Pinochet se vaya dijo un
legislador laborista. Sería considerado un traidor.
Hay otras consideraciones de amplio alcance, entre ellas la relación de Gran Bretaña con
Chile y el precedente de que el encarcelamiento de Pinochet está sentando a nivel
mundial. La salud de Pinochet también es una preocupación. Los diplomáticos chilenos
han estado murmurando que Pinochet, de 83 años, sufre de un stress agudo y debería
permitírsele volver a casa por motivos humanitarios. Los cínicos del Parlamento no
están convencidos pero conceden que la condición de Pinochet debe tenerse en cuenta.
No quisiéramos que tenga una recuperación milagrosa en cuanto quede en libertad
dijo uno. Pero sería horrible si se nos muere acá. Jack no querría eso para
nada.
La tarea de Straw comienza con intensidad el lunes, cuando empiece a evaluar las
representaciones que le fueron enviadas. Ayer, el canciller chileno José Miguel Insulza
fue recibido durante una hora por el británico Robin Cook. Insulza y los abogados de
Pinochet, de la firma londinense Kingsley Napley, están preparando largas propuestas para
Straw, que deberán ser presentadas antes del jueves. Sostendrán que los law
lords han pisoteado la voluntad del pueblo chileno y que han amenazado la
estabilidad política del país al desafiar a los tres partidos en el gobierno de
coalición. Por su parte, los opositores a Pinochet han anticipado la línea de ataque.
Docenas de legisladores laboristas han escrito ya a Straw. El multipartidario Grupo
Parlamentario de los Derechos Humanos, de 150 miembros, lo ha exhortado a no intervenir.
Anne Clwyd, su presidenta, dijo: Nadie está amenazando a Jack sobre el tema, pero
el sentimiento en el Partido Laborista es muy fuerte. Las cortes deben poder decidir lo
que le sucederá a Pinochet. Les toca a ellos decidir el próximo paso, y si es demasiado
frágil o viejo para enfrentar estos cargos.
Una vez que Straw haya visto la correspondencia, pedirá ayuda a sus consejeros legales, y
luego a sus asesores políticos. Michael Howard, predecesor conservador de Straw, dice que
nunca tuve que lidiar con algo así, pero según mi experiencia Straw recibirá
mucho asesoramiento de susfuncionarios, y él tendrá que sacar sus conclusiones. Estoy
seguro de que ellos le dirán que tiene la autoridad para detener el procedimiento, que es
lo que me parece que debe hacer. Esto ya ha durado mucho.
El Ministerio del Interior ha negado indignado las sugerencias de que Straw buscará
orientación en otros ministros del gabinete. Su decisión no tendrá motivaciones
políticas, y puedo asegurarles que no hablará con Mr. Blair o con otros ministros,
declaró un portavoz. Pero esto no disipa las sospechas de que el Nº 1 querrá decir algo
sobre el tema. Sería extremadamente ingenuo pensar que Straw no va a discutir el
tema con el primer ministro dijo un insider. Los dos van a negar de plano
cualquier contacto, pero la decisión tendrá tantas ramificaciones que Straw va a tener
que hacer saber a Blair lo que está pensando.
Aunque la presión desde Chile va a intensificarse, parece improbable que Straw considere
detener la extradición en una etapa tan temprana, por más enfermo que diga estar
Pinochet. Está lejos de ser una solución ideal, pero puede que el ex dictador deba
permanecer en Gran Bretaña hasta que se agote el proceso legal, lo que puede tomar desde
seis meses hasta dos años. Para ese entonces, Pinochet tendrá 85 años y su salud
estará seriamente deteriorada. En ese momento, el ministro del Interior tendrá otra vez
la oportunidad de decidir si lo entrega o no.
No creo que Jack quiera tener este asunto colgando sobre su cabeza más de lo
necesario, pero no puede tener alternativa dice una fuente en Westminster. Es
la mejor de dos malas opciones. Y para cuando todo termine, puede ser el problema de
otro.
No volverá a la política El ex dictador Augusto Pinochet debería retirarse de la política al
regresar a Chile, dijo ayer el canciller chileno José Miguel Insulza, tras pedir en
Londres clemencia para el octogenario general. Después de lo que ha ocurrido él
tiene que dejarla (la política), que vuelva a su casa y en paz sostuvo
Insulza. Creo que no tiene ninguna posibilidad de volver a actuar significativamente
en la política chilena. En el primer día de su difícil batalla diplomática,
Insulza pidió al canciller británico Robin Cook clemencia para el ex dictador (83),
convaleciente de una operación en la espalda. Ese es uno de los argumentos que
hemos presentado: la avanzada edad y su condición de salud, dijo Insulza, un
socialista que estuvo exiliado durante la dictadura. Con ese y otros argumentos, como la
falta de jurisdicción española, Insulza intentó convencer a Cook de que sería un error
extraditar a España a Pinochet. Pero Cook le recordó que la decisión está en manos de
Jack Straw, el ministro del Interior. |
TEMOR POR LOS FUERTES VINCULOS CON CHILE
Para Londres, una pesadilla
Por Ian Black desde Londres
Tras el fallo de los
law lords contra el general Pinochet, Gran Bretaña se enfrenta a una
pesadilla diplomática en sus relaciones con Chile, con temor a represalias en las
relaciones comerciales, de inversiones y militares. Funcionarios del Foreign Office
dijeron anteayer que esperan que los vínculos se mantengan estables, pero en privado
existe preocupación por los graves daños que podría experimentar una de las relaciones
bilaterales más fuertes del Reino Unido en América latina. Y ayer, Gran Bretaña cerró
su consulado en Valparaíso y canceló su participación en Exponaval, que se inaugura en
Santiago el 1º de diciembre.
Obviamente, estamos haciendo todo lo que podemos para minimizar cualquier
impacto, dijo un funcionario. Sin embargo, un repaso inicial de los daños arroja un
balance sombrío. La embajada de Gran Bretaña y la residencia del embajador Glynne Evans
en Santiago ya fueron testigos de furiosas manifestaciones de miles de personas quemando
banderas británicas. El miércoles a la noche, el corresponsal de la BBC, Ben Brown,
informó que él, su productor y un cameraman fueron arrastrados hacia un edificio y
pateados y golpeados por partidarios de Pinochet. También preocupa que los militares
retirados y los ex agentes de la policía secreta intenten inflamar más aún la
situación. El Foreign Office dice que los británicos no debieran visitar a Chile, salvo
que sea esencial. Esta advertencia enojó a un gobierno ansioso por promocionar el
turismo.
Los funcionarios británicos sintieron alivio cuando el presidente Eduardo Frei dijo el
miércoles que a él no lo iban a presionar para vengarse, pero un senador conservador
pidió un boicot sobre los bienes británicos y españoles. Michael Valdés-Scot, del
Grupo Consejero Comercial de Latinoamérica, predijo que las compañías británicas que
estuvieran licitando contratos de privatización podrían perjudicarse. Hay mucho
resentimiento sostuvo. El 85 por ciento del sector privado es pinochetista. Es
el sector que impulsa y empuja. Chile es el tercer mayor mercado británico en
Latinoamérica, con exportaciones por valor de más de 300 millones de dólares el año
pasado, aunque su porción del mercado es pobre comparada con los competidores de Estados
Unidos y de Europa.
En épocas normales, Londres y Santiago tienen pocas cosas por las que estar en
desacuerdo: le peor pelea en los últimos años fue sobre un importante arancel del 70 por
ciento impuesto al whisky escocés, destinado a proteger la bebida local de Chile, el
pisco. Históricamente, la influencia británica es fuerte, desde la lucha por la
independencia de España a comienzos del siglo XIX conducida por Bernardo OHiggings
-nacido en Irlanda hasta los actuales programas de asistencia al buen ejercicio del
poder y los programas ecológicos. En entrenamiento militar y compras de armas, los
vínculos son estrechos. Pinochet estaba visitando una fábrica Royal Ordenance (que el
gobierno no se desvive por aclarar que ha sido privatizada) mientras British Aerospace y
Saab están compitiendo con rivales franceses y estadounidenses ante la fuerza aérea
chilena.
Sin embargo, algunos creen que una imagen anacrónica de Gran Bretaña confundió a los
chilenos y los llevó a subestimar lo que podrían hacer los law lords.
La gente acá pensó que eran sólo un grupo de tipos pomposos con pelucas
dijo un británico basado en Santiago. Muchos chilenos no tienen una verdadera
comprensión de lo que es hoy el Reino Unido.
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