Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira



Y ahora la externa

 

Por James Neilson


t.gif (67 bytes)  Aunque antes de la elección del domingo Carlos Menem y Eduardo Duhalde intentaron hacer pensar que les gustaría más tener en frente a Graciela Fernández Meijide, sus corazoncitos siempre han estado con Fernando de la Rúa por una razón muy sencilla: a diferencia de la diputada, el jefe del gobierno porteño es un amigo, miembro pleno del elenco estable de la política nacional y, mejor aún, es indisimuladamente radical. Por eso, los líderes de ambas alas del peronismo han tomado su triunfo por evidencia de que el viejo esquema bipartidario está vivito y coleando de modo que las elecciones de 1999 serán otro round entre el PJ y su sparring tradicional, la UCR. Para que el electorado lo tenga en claro, los operadores peronistas ya están haciendo lo posible por difundir la idea de que la Alianza sólo sea el radicalismo acompañado por algunos políticos mediáticos que ya han chocado contra el techo, empresa en la cual esperan contar con la colaboración tanto de radicales triunfalistas como frepasistas despechados.

Se trata de una estrategia inteligente que podría funcionar, pero su eventual éxito depende de que los líderes de la Alianza acepten cumplir los papeles que les están proponiendo sus adversarios peronistas. En cambio, si estos líderes prestan atención a la gente, entenderán que la atracción de la Alianza se debe a la sensación de que es un movimiento auténticamente nuevo, no un mero artilugio coyuntural, fruto de otra maniobra habilísima urdida por Raúl Alfonsín con la ayuda de Chacho Alvarez. Además, a los aliancistas no les convendría interpretar al pie de la letra los resultados de la interna abierta: reflejan la voluntad de los comprometidos y de los "movilizados" por los respectivos aparatos, uno eficaz, otro artesanal, pero distorsionan el sentir menos explícito del sector incomparablemente más amplio que se dice decidido a votar por la Alianza en 1999.

Los peronistas esperan que la interna aliancista continúe al esforzarse los radicales por aprovechar al máximo la hazaña del fin de semana, pero es del interés de la Alianza cerrar este capítulo cuanto antes para dar comienzo a la externa. Si esto sucede, el oficialismo no tardará en darse cuenta de que el año que siguió a la irrupción triunfal de la Alianza le resultó fácil porque "la alternativa" estaba totalmente ensimismada por sus propios asuntos, pero que en adelante tendrá que convivir con un movimiento en alza que es mucho más imponente que la UCR que enfrentaba en otras épocas y que, con la adición de algunas "estructuras", podría convertirse en el natural partido de gobierno.

PRINCIPAL