Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

TEORÍAS
Por Juan Gelman

na36fo01.jpg (10841 bytes)


t.gif (862 bytes) Augusto Pinochet hijo articuló que los asesinatos ordenados por su padre fueron "justos" porque "no se ejecutó a personas sino a bestias". Para el hombre cuyo rostro marcado por una expresión bestial recorrió en fotografía el mundo entero se trató, entonces, de un mero acto de higiene social. Hitler decía que "ser judío es una enfermedad" y se dedicó a extirparla con argumentos similares. La presunta inferioridad del Otro cubre genocidios recientes y pasados y no faltan fábricas teóricas y aun "científicas" que los justifican, a veces disfrazadas de eugenesia o voluntad de mejorar la especie humana.

El genocidio nazi no ha apagado las elucubraciones que aún hoy alimentan especialistas estadounidenses como Roger Pearson, Willian Shockley, Anthony Bogaert o Robert Gordon, para quienes la deficiencia mental, las conductas sexuales "desviadas" y la tendencia a la criminalidad están escritas en los genes. La pena capital y la esterilización son, entre otras, las medidas que dimanan de ese pensamiento. También la idea de una supuesta superioridad racial, concepción apañada en el mundo moderno por el positivismo, el evolucionismo darwinista, la tesis de "la eficiencia nacional" postulada por el capitalismo en expansión del siglo XIX.

A comienzos del XX el racismo "científico" yanqui ocupaba una posición prominente en el mundo. En el país había sustentado tempranamente legislaciones que restringían la inmigración sobre una base racial, prohibían los matrimonios mixtos en 32 estados y ya en 1931 permitían la esterilización en 27. Esta concepción, nacida en democracia, irrigó el totalitarismo nazi gracias a que la vena "filantrópica" yanqui funcionó en idéntico sentido: después de la Primera Guerra Mundial, la Fundación Rockefeller financiaba a institutos de eugenesia en Alemania como el Kaiser Wilhelm, donde investigaba Otmar Freiherr, maestro y mentor académico de Mengele. Publicaciones especializadas como Eugenics News y Journal of Heredity elogiaban las salvaguardas legales "impecables" y la "aplicación imparcial" de la esterilización forzada en Alemania nazi, precisando que había que distinguir entre las políticas oficiales de "higiene racial" y el racismo "no científico". El especialista T.U.H. Ellinger, que visitó Alemania en l939-l940, en plena Guerra Mundial II, afirmaba que el Instituto Kaiser Wilhelm había reunido "una asombrosa cantidad de información imparcial" sobre las deficiencias físicas y psicológicas de los judíos, indicaba que el trato que les daban los nazis era para "desalentar" que tuvieran hijos y agregaba que "sería mucho más piadoso matar a todos los infortunados". Otro colega que visitó Berlín durante la guerra, Lothrop Stoddard, aseguró que los nazis estaban "extirpando las peores cepas de la estirpe alemana de manera científica y verdaderamente humanitaria". Igualito que Pinochet en Chile, según Pinochet hijo. O que Harguindeguy -–y no sólo, claro-- en la Argentina: "Son preferibles (los opositores a la dictadura militar) muertos que vivos, porque nos hemos dado cuenta que son irrecuperables", según escuchó el represor Orestes Estanislao Vaello en 1976.

Junto a las "limpiezas étnicas" de la ex Yugoslavia existen las "higienes políticas" bien conocidas en nuestro Cono Sur, y ambas son genocidas. Cuando esa ideología dirige la política de Estado desemboca en el exterminio masivo. En la Alemania nazi se empezó segregando a muchas clases de enfermos mentales y discapacitados físicos (incluidos los que padecían ceguera, sordera y deformaciones hereditarias). Siguió la esterilización forzada de hijos de madres alemanas y padres no blancos (los "bastardos del Rin") que alcanzó a 375.000 personas, el 0,5% de la población total. A medida que la guerra se acercaba, la esterilización de alemanes discapacitados fue sustituida por la muerte -–de unos 70.000 adultos-- que coordinaba el T4 en seis centros de exterminio. La "eutanasia" de discapacitados siguió en los hospitales nazis, en algunos hasta dos semanas después de terminada la guerra. Acompañando, desde luego, la matanza de gitanos y el genocidio en escala gigantesca de 6 millones de judíos.

El primo de Darwin, sir Francis Galton, delineó las bases de la eugenesia y la definió como "la ciencia que trata de todas las influencias que mejoran las cualidades innatas de una raza y también de las que desarrollan al máximo tales cualidades". Esa generalidad ha encubierto crímenes contra la humanidad de todo tipo. Sir Galton proponía medidas más modestas para "obtener una raza de hombres altamente dotados": la celebración de "matrimonios pertinentes durante varias generaciones consecutivas". Algo más fácil, sin duda, que lograr la justicia social, el pleno empleo, la educación, la salud y una vida decorosa para todos como vía real para la eugenesia del género humano.

PRINCIPAL