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TRES MIRADAS SOBRE LA INTERNA DE LA OPOSICION

LA ALIANZA ES EL FUTURO
Por Raúl Alfonsín *

Los brazos en alto de los dirigentes de la Alianza la noche del domingo, las consignas de unidad de sus militantes y la masiva concurrencia de votantes que se movilizaron para apoyarla muestran un nuevo perfil en la política argentina. Más allá del resultado que consagró a Fernando de la Rúa como el próximo presidente de Argentina, quedó claro que no hubo vencidos. Y que la competencia electoral jamás hizo peligrar una coalición que se ha fortalecido cada día más desde el momento de su fundación, a pesar de los vaticinios del conservadurismo, evidentemente atemorizado por la pujanza de esta nueva oposición. Dos millones y medio de personas expresaron con el voto su confianza en las instituciones democráticas, hoy avasalladas por un gobierno que las manipula groseramente; demostraron su compromiso con una propuesta de responsabilidad ética, saturados por una realidad teñida de episodios oscuros y, sobre todo, se pronunciaron por la justicia social, un concepto que el partido gobernante ha guardado en el cajón de los recuerdos como la vieja fotografía de algún pariente desconocido. La Alianza es mucho más que un acuerdo electoral; la Alianza aspira a ser un instrumento de renovación político-cultural en el cual los ciudadanos recuperen su confianza en la Justicia, en la Legislatura, en el Poder Ejecutivo, confianza que hoy han perdido con justa razón.

El desafío que se presentará a partir del triunfo de 1999 será muy grande. Con bolsones de pobreza no tolerables para una democracia, con una deuda externa escandalosamente incrementada, con desocupados que ven cerrar inexorablemente sus posibilidades de trabajo, con un Senado de dudosa legitimidad, la tarea que tendremos será ardua. Pero a nuestro favor están los vientos de una nueva esperanza: la unidad de militantes de distinta procedencia, de fuerzas políticas de distintos orígenes, de ciudadanos independientes con voluntad de participar en un proyecto que piensa en el futuro y que recupera una palabra desconocida por quienes nos gobiernan: progresismo.

Los hechos y ficciones de un mundo globalizado requieren soluciones nacionales y regionales plenas de atrevimiento y osadía. La Alianza, una fuerza progresista o de centroizquierda según la terminología europea, conoce que no le alcanzan los instrumentos de la denominada Tercera Vía, en el marco de un Sur atrasado, muy lejos de las ventajas del Norte. Tenemos claro que no estamos ni ante el fin de la historia, ni mucho menos ante el fin de la geografía: aún existen intereses nacionales y regionales que debemos proteger y desarrollar.

El futuro de nuestro desarrollo es la educación, pero antes debemos elaborar las medidas que recreen el empleo. El futuro presidente de la Nación nos ha marcado el recorrido de un nuevo camino. Ese camino, amenazado por las acechanzas de la extranjerización y los signos peligrosos de la pérdida de la identidad nacional, deberá ser construido por el programa del progreso y la solidaridad social. La Alianza opone la ética a la frivolidad. El progresismo y el movimiento nacional han dejado de lado la fragmentación, para recorrer el sendero de la unidad. La Alianza es el futuro, es la alternativa devenida de la alternancia; la única vía posible para evitar una nueva frustración.

* Ex presidente de la Nación (UCR).

 

LA ÚNICA HERRAMIENTA IDÓNEA
Por Rosendo Fraga*

La UCR y el Frepaso tienen dos culturas políticas diferentes y ello no hace fácil la convivencia.

Pero la Alianza es la única herramienta idónea para vencer al PJ y éste es el interés que lleva a las dos fuerzas a mantener su unidad.

El cumplimiento de la "ingeniería laboral", por la cual el perdedor tendrá los candidatos a la Gobernación de Buenos Aires, la jefatura de gobierno de la Capital Federal y la vicepresidencia de la Nación, es la garantía de la unidad de la coalición opositora y el instrumento mediante el cual se contienen y superan los conflictos de intereses y las diferencias de estilo político.

Es que, pocas veces un rotundo perdedor se queda con una cuota de poder tan importante como el Frepaso en esta oportunidad. De ganar la Alianza, esta fuerza fuertemente gobernará los dos distritos más importantes, que tienen la mitad de la población del país y tres cuartas partes de su PBI.

Si bien se trata de historia "contrafáctica", quizás si hubiera ganado Fernández Meijide, el Frepaso tendría menos posibilidades de acceder al poder. Es que, una fórmula encabezada por De la Rúa hoy tiene más posibilidades de derrotar al PJ, mientras que un triunfo de Fernández Meijide podría haber generado una crisis en el radicalismo y entonces hacer más difícil la victoria de la Alianza.

Pero los problemas están presentes. En el Frepaso se teme que si Chacho Alvarez ocupa la candidatura a la vicepresidencia, en algunos meses, la candidatura de Aníbal Ibarra para jefe de gobierno, pudiera ser cuestionada por la UCR, argumentando que Rodolfo Terragno tendría mejor imagen que el legislador porteño.

A su vez en la UCR, se teme que si Alvarez no es candidato a la vicepresidencia, los militantes del Frepaso podrían perder interés por el triunfo de la fórmula presidencial, permitiendo cierto corte de boleta en perjuicio del candidato presidencial por parte de los sectores "progresistas" del Frepaso.

Pero la verdadera fórmula para la opinión pública independiente está representada por De la Rúa como candidato a la presidencia y Fernández Meijide a la Gobernación.

El vicepresidente en la política argentina es alguien que, en realidad, renuncia a ocupar la presidencia, ya que lo alcanza la misma restricción de reelección que al primero de la fórmula.

En cambio, la provincia de Buenos Aires es casi el 40 por ciento de los votos en una elección presidencial. Su significación se constata en el hecho de que el partido más populoso de la provincia de Buenos Aires, que es La Matanza, equivale en votos en la elección presidencial a Tierra del Fuego, Santa Cruz, La Pampa, San Luis, La Rioja y Catamarca juntas.

Esto da la idea de la importancia electoral que tiene la provincia de Buenos Aires y de ahí que su candidato a gobernador en realidad importe más que el candidato a la vicepresidencia.

Consciente de ello es que la misma tarde del triunfo, Fernando de la Rúa se apuró a anunciar que la diputada derrotada sería la candidata a la Gobernación de este decisivo distrito.

* Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

 

DESMENEMIZAR EL PAÍS
Por Juan Pablo Cafiero *

Las internas ya pasaron. Ahora debemos mirar hacia adelante. Allí nos espera el mayor de los desafíos: evitar que en la Argentina, la dignidad de las personas siga siendo un rehén de los mercados. Para ello es necesario derrotar a la cultura menemista, tanto en los comicios como en la vida práctica. Hay que desmenemizar el país, para devolverles a los argentinos el control y el sentido de su propia vida.

El logro de este objetivo demandará los mejores esfuerzos de todos los militantes y dirigentes de la Alianza, que en los próximos meses deberá consolidar las expectativas que la mayoría del pueblo ha depositado en ella como instrumento del cambio y de la reconstrucción social. Tenemos que dar vuelta la página negra que los diez años de este gobierno escribieron en el terreno social: una herencia de desocupación, pobreza, vaciamiento educativo, saqueo del sistema previsional, creciente desigualdad económica, marginación y violencia social, combinada con el paroxismo de la corrupción y del clientismo político, que al usar la desesperación de los más necesitados para construir caciquismos partidarios, reproduce indefinidamente la perversidad de un sistema incapaz de corregir los males de fondo. Un sistema que demanda a gritos su transformación.

La Alianza encarna la esperanza de un cambio profundo. Pero este cambio no depende exclusivamente de la buena voluntad de los dirigentes. Estos deben abrir los canales para que la participación popular sea cada vez mayor, para que la voz del pueblo sea escuchada no sólo durante los días de elecciones. Las grandes propuestas de cambio social no surgirán mágicamente de los laboratorios académicos, sino de una convocatoria amplia a los grandes actores sociales.

La Alianza, nacida como coalición política, debe convertirse en una alianza social, un frente de los sectores del trabajo y de la producción, capaz de garantizar la distribución de la riqueza, la posibilidad del trabajo y el acceso masivo a la educación, que es al mismo tiempo instrumento de la dignificación personal y puerta de ingreso al sistema productivo.

En los últimos años, mientras el Estado renunciaba a tener una política social y construía un país de espaldas a la gente, la gente creó una inmensa red solidaria, formada por miles de instituciones intermedias, organizaciones no gubernamentales y entidades barriales y comunitarias de todo tipo, que están en contacto diario y directo con los problemas y con las necesidades de la sociedad. La movilización silenciosa de los hombres y mujeres que conforman esta red es una herramienta ineludible del gran cambio que reclama la Argentina. La Alianza debe promover su protagonismo y trabajar en conjunto con ella, para que la postergada justicia social sea una realidad en nuestro suelo.

* Diputado nacional (Frepaso).

 

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