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UN DESAPARECIDO EN CAPITAL Y DOS MUERTOS EN EL CONURBANO, EL SALDO DE LA LLUVIA

Buenos Aires naufraga con cada temporal

Con 77 milímetros en cuatro horas, media ciudad se inundó; colapsaron los semáforos; el subte D se paralizó y a un chico lo devoró una boca de tormenta. El gobierno porteño culpó a los vecinos que sacaron la basura el sábado.

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Juan B. Justo era el arroyo Maldonado en pleno. También se inundaron Belgrano, Palermo y la Boca.


t.gif (67 bytes)  Como un calco de lo que ocurrió el 6 de febrero pasado, el temporal que cayó ayer por la madrugada dejó a media ciudad sumergida bajo el agua. Como en aquel momento, Buenos Aires se convirtió también en una trampa mortal: un joven de 18 años que empujaba su auto en avenida Libertador y Agote desapareció arrastrado por la corriente en una boca de tormenta destapada. Otros dos jóvenes murieron electrocutados, uno en Avellaneda y el otro en Laferrère. Los semáforos porteños colapsaron; los autos flotaron; la línea D de subtes quedó interrumpida, y para repetir el fenómeno, después de caer 77 milímetros como en aquella ocasión y después de invertir 500 millones de dólares en el nuevo Plan Hidráulico, el gobierno porteño culpó a los vecinos porque sacan las bolsas de basura los sábados.

A las 5.50 de la mañana, César Dispalatro y cuatro amigos regresaban de bailar de Puente Mitre, en los bosques de Palermo, y se dirigían a la Boca en un Ford Sierra. A esa hora lo único que se veía era una cortina de agua. En la esquina de Libertador y Agote, el auto no quiso más y se detuvo. "César se bajó del lado derecho --dijo una joven de 17 años que integraba el grupo--, dio tres pasos y al aferrarse al paragolpes para levantar el auto, un remolino de agua se lo tragó en cuestión de segundos". Otro de los chicos logró salvarse "porque se agarró del paragolpes trasero. Empezamos a gritar pidiendo ayuda, pero los colectivos y los autos no paraban, hasta que el conductor de una camioneta llamó a los bomberos desde su celular".

Pasadas las 7, llegaron los buzos tácticos de los bomberos, la policía y Defensa Civil, e iniciaronna11fo02.jpg (11371 bytes) la búsqueda a través de los caños de desagüe, como podían, porque no contaban con los planos de las cañerías. "La primera hipótesis fue que podía estar en el tramo más próximo de la cañería --dijo a Página/12 el subsecretario de Gobierno porteño, Ricardo Ostuni--. Los buzos fueron abriendo todas las bocas de tormenta y buscando dentro con una cámara que facilitó el Gobierno de la Ciudad. La búsqueda siguió a lo largo del arroyo Ugarteche, que desemboca en el río, a la altura de Salguero y Costanera".

--¿Cómo es posible que una boca de tormenta estuviera sin tapa? --preguntó este diario.

--Es por la presión del agua --respondió Ostuni--. Están hechas así para que salten, si no se reventaría la cañería. Llovió 90 milímetros, pero además la gente sacó la basura un día que no se recolecta y a las bolsitas se las lleva la corriente y terminan tapando los sumideros. Había mucha basura, parecía que hubieran venido con camiones. Mañana (por hoy) vamos a analizar qué medidas tomar porque la gente parece no entender".

No fue Ostuni el único que responsabilizó a los vecinos. Sobre la costa, mientras un equipo de buzos y dos buques de la Prefectura intentaban encontrar el cuerpo de Dispalatro siguiendo la hipótesis de que la corriente lo había arrastrado hasta el río, también Enrique Olivera, vicejefe del Gobierno porteño, coincidió con la opinión de Ostuni. "Esto pasa porque la gente saca la basura los sábados. Se tapan los sumideros, y cuando cae mucha agua la presión hace volar las bocas de tormenta. Además --agregó Olivera repitiendo viejos esquemas--, el sistema de desagües es tan antiguo que las alcantarillas no resisten". (Ver recuadro.)

Sean quien fueren los culpables, lo cierto es que la ciudad fue un caos con reminiscencias: Juan B. Justo era el arroyo Maldonado en pleno, desde Warnes hasta Santa Fe; en Belgrano, Blanco de Encalada y Cabildo ofrecía imágenes semejantes; el puente de Salguero era una pileta olímpica; la calle Necochea, en la Boca, parecía un canal veneciano; en Liniers no la pasaban mejor. Según el Comando Control Centralizado de Tránsito, la mayor parte de los semáforos de Caballito, Barrio Norte, Palermo, Núñez, Belgrano, la Boca, Villa Crespo, Parque Centenario y Villa Urquiza --o sea, en casi toda la ciudad-- quedaron inutilizados con el amarillo intermitente, o directamente se apagaron. El subte D quedó interrumpido durante toda la mañana, porque la estación Palermo parecía un afluente del Maldonado. Y además de agua también cayeron algunos árboles.

"Al mediodía ya estaba todo solucionado", aseguró Ostuni. "Una vez que se sacó la basura, el agua drenó correctamente". Víctor Capilouto, director de Defensa Civil, informó que "no hay evacuados, ni siquiera en la zona de las villas de emergencia", e insistió con la recomendación a los vecinos: "No saquen bolsitas de basura los sábados".

Pese a la búsqueda intensa, hasta última hora de ayer aún no había sido encontrado el cuerpo del joven Dispalatro. Fuera de los límites de la ciudad, murieron electrocutadas dos personas: en Avellaneda, Gastón Vázquez, de 19 años, cuando se dirigía a hablar de un teléfono público; y en Laferrère, Ricardo Suárez, de 40 años, al tropezar con una columna de alumbrado público que había caído por el temporal.

 


Un Gallo que no cantó

El 6 de febrero pasado una lluvia torrencial se abatió sobre Buenos Aires. Después del agua, cayó una tormenta política sobre el gobierno de Fernando de la Rúa. Se lo acusó de no contar con un plan hidráulico y de hacer promesas y no cumplirlas. En aquel momento, De la Rúa intentó solucionar el problema proponiendo una consulta popular que avalara un aumento de impuestos. La idea fue desestimada, pero el que tuvo que dar la cara fue Nicolás Gallo, secretario de Producción y Servicios. Fue interpelado por los legisladores porteños y un día después, en un reportaje ofrecido a este diario, detalló el plan de inversiones (500 millones de dólares), en el que incluía la puesta a punto de los arroyos Maldonado, Medrano y Vega, un sistema de bombeo que evitaría las inundaciones de la Boca, y el recambio de sumideros y alcantarillas que eran demasiado antiguas. Según dijo ayer Enrique Olivera, siguen siendo tan viejas como entonces. También ayer habló Ostuni, el subsecretario de Gobierno. Esta vez, Gallo optó por no abrir el pico, cuando este diario intentó comunicarse para obtener una explicación.

 

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