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PARO DE TRANSPORTES Y HOSTIGAMIENTO A LA CORTE SUPREMA
El día que Oviedo paralizó Asunción

Mientras los sindicatos del transporte paralizaban la capital, los partidarios de Lino Oviedo lanzaron una violenta manifestación ante la Corte Suprema, que incluyó pedradas y disparos. La policía casi no actuó.

Los oviedistas muestran su opinión sobre la Corte Suprema.
La manifestación se volvió violenta y la policía hizo muy poco.

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t.gif (67 bytes)  Apareció la “pata sindical” del general golpista Lino Oviedo. Ayer 500 de sus manifestantes coordinaron un asedio a la Corte Suprema con una huelga general de los servicios de transporte que paralizó el tráfico en el país. Oviedo está en conflicto con la Corte desde que ésta ordenó que volviera a la cárcel por su golpe fallido de 1996, y ayer sus manifestantes rodearon el Tribunal Supremo exigiendo la renuncia de los cinco jueces que fallaron contra su héroe. Los “oviedistas” tiraron huevos y piedras al recinto, y llegaron a disparar contra algunas oficinas. Ominosamente, la policía (sospechada de ser un bastión oviedista) se mantuvo impávida durante la mayor parte de los disturbios. Agregando dramatismo a la escena, la huelga paralela de transporte impidió el movimiento civil en todo el país, y tuvieron que intervenir camiones del ejército para brindar un servicio de emergencia.
Oviedo está lentamente subiendo la apuesta a los miembros del Congreso y la Corte Suprema que buscan desde el mes pasado su reencarcelamiento. El 9 de este mes había convocado una “apoteosis oviedista” de 50.000 personas frente al Congreso para evitar que la mayoría opositora votara una moción de censura contra su ahijado político y protector, el presidente Raúl Cubas. Exitoso en esta iniciativa, Oviedo exigió repetidamente la “renuncia incondicional” antes del fin de año de los cinco (de nueve) jueces que votaron contra él en la Corte Suprema, amenazando que si no lo hacían por las buenas, él los “echaría a patadas”.
A los jueces no les debe haber parecido ayer que estaba bromeando. El edificio estuvo rodeado desde la mañana, y los manifestantes quemaron neumáticos y cubiertas de autos en los alrededores. Los sindicalistas oviedistas quemaron a los jueces opositores en efigie, y prendieron fuego a un ataúd con la inscripción “la justicia. Que en paz descanse”. Luego de esto, el mítin se tornó cada vez más violento, y se efectuaron varios disparos contra la oficina de uno de los jueces, junto con un bombardeo constante de palos, piedras, huevos y piedras lanzadas por hondas. Los disturbios provocaron seis lesionados, en su mayoría periodistas, que denunciaron que la policía se mantuvo pasiva durante toda la manifestación.
No fue estrictamente así, pero en efecto la policía no actuó durante los momentos cruciales de la manifestación. Ni los disparos lograron mover a la barrera policial, y sólo cuando llegó su subcomandante entraron en acción para alejar a los manifestantes del recinto. Aunque lejos de su presa, éstos continuaron arrojando proyectiles hasta el mediodía, cuando se dispersaron.
Con el palacio judicial cubierto por humo y la policía por largo tiempo inactiva, el sentimiento de asedio fue palpable en la capital, Asunción. Esta se vio acentuada por la huelga de autobuses por todo el país, la cual paralizó gran parte de la economía de la ciudad por falta de transporte. Mientras duró la manifestación, no fue posible el tráfico civil, mientras corrían por las calles camiones del ejército brindando un servicio de emergencia. La capital estuvo aislada del interior, asimismo, por bandas de oviedistas que cortaron las rutas de acceso a la ciudad. Asimismo, se montaron varias manifestaciones a pequeña escala en favor de Oviedo en varias ciudades provinciales.
“Es a cambio de algún favor –minimizó los disturbios sindicales el dirigente de la Unión Industrial–; seguro que después viene un aumento del precio del pasaje.” Quizá, pero con el comienzo y final abrupto de los disturbios, Oviedo dio muestra del control que ejerce sobre sus fuerzas de choque sindicales, y de lo que puede suceder si no se cumplen sus demandas. El ex golpista amenazó con un bis el 29 de este mes a la Corte Suprema y el Congreso si éstos no retractan la orden de arresto contra él, y abandonan su bloqueo de los proyectos legislativos del Poder Ejecutivo.
Por ahora la Corte no se mostró intimidada. “Lo que buscan es instalar a jueces obsecuentes –declaró el jefe de la Corte Suprema–, eso no es de ninguna manera admisible.” Un preocupado fiscal general instó a la Corte ahacer efectivo el arresto de Oviedo antes de que “se produzca una alteración al orden social”.

 

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