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El proyecto de Kasparov puede cambiar el ajedrez en Argentina

El Gran Maestro Miguel Quinteros defiende la idea del mejor ajedrecista del mundo de crear una escuela de desarrollo en el país.

El mejor ajedrecista del mundo, Garri Kasparov.
“En la Argentina se respira ajedrez por todos lados”, dijo.

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Por Miguel Angel Quinteros *

t.gif (67 bytes) “Quiero venir a Buenos Aires para estar al frente de este proyecto y, trabajar junto a los niños para que, en 5 años, se juegue ajedrez en todas las escuelas de la Argentina.” Así presentó Garri Kasparov un ambicioso plan que posibilitará aprovechar la gran tradición ajedrecística que existe en nuestro país y optimizar el rendimiento de aquellos que hoy trabajan precariamente con el mismo objetivo.
“Tienen suerte –piensa el gran ajedrecista–, por todos lados se respira ajedrez, lo vi con mis propios ojos cuando estuve en Mar del Plata, Córdoba y La Plata. Cuando abro los diarios, veo que utilizan términos del lenguaje ajedrecístico, como ‘jaque’, ‘enroque’, ‘jugada’ o ‘pateó el tablero’. Por ese motivo pienso que es posible llevar a cabo este proyecto con los niños, que están en el momento más importante de su crecimiento intelectual. El ajedrez contribuirá a desarrollarles su capacidad lógica, sus habilidades de planificación, su autoestima, y les enseñará a tomar decisiones de las que serán los únicos responsables. Pero que quede claro, acercaremos a los niños al ajedrez, no necesariamente para ser campeones, sino para que tengan un divertimento creativo.”
La claridad de las ideas de Kasparov es notable, tanto como la seriedad de su proyecto, pautado sobre 5 años de trabajo, un concepto no tan común en un país como el nuestro.
Este genio, hincha de Boca, que el año pasado pudo sentir la pasión que despierta en el público argentino, que lo ovacionó de pie en la Bolsa de Comercio después de que derrotara al Equipo Olímpico Argentino, hoy quiere arremangarse y trabajar con nosotros en ajedrez, para darles a los chicos otra opción distinta a las cuatro o cinco horas que pierden diariamente frente a un televisor o juegos electrónicos que destruyen su creatividad.
Fue por eso que su última visita la dedicó totalmente a los niños, y apoyó el proyecto presentado por el legislador Agustín Zbar en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, para que la enseñanza, la práctica y la difusión del ajedrez en el ámbito de la ciudad sea ley.
Sin lugar a dudas esto crea una gran expectativa. Que el mejor ajedrecista del mundo haya puesto sus ojos en la Argentina para desarrollar una escuela de ajedrez que, en pocos años, será universal le da a Buenos Aires la ocasión de transformarse en líder de un movimiento que rápidamente se desarrollará en el mundo. También es una gran alegría y una gran responsabilidad para el deporte en nuestro país. Lo mismo sucedería si Michael Jordan viniera a organizarnos los próximos años el básquetbol en las escuelas o como si Pete Sampras creyera que en nuestra ciudad podemos hacer cosas por el tenis.
Seguramente que es un sueño. Lo de Kasparov es una realidad y, de algún modo, su actitud influirá para que los dirigentes políticos de nuestro país preparen una política deportiva seria, de manera de que cuando las próximas generaciones de argentinos vayan a la escuela, al secundario o la universidad, todas tengan centros donde puedan estar en contacto con el deporte.
Kasparov ya realizó su jugada. En su proyecto todas las actividades para el año que viene están programadas. A pocos meses del próximo milenio es hora de pensar con grandeza como lo hacen en el primer mundo. Ojalá que la burocracia no impida darles a los niños una herramienta importante como el ajedrez.
* Gran Maestro Internacional de Ajedrez, director del Programa “Ajedrez para Todos” del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

 

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