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Oviedo alista sus armas para una lucha a muerte

“Mi lucha es sin retorno, hasta vencer o morir”, proclamó ayer el general Lino Oviedo ante 4000 fervientes seguidores, dentro de la disputa de poderes que mantiene con la Corte Suprema de Justicia.

Choque: Como lo demostró el lunes, Oviedo ejerce un férreo control sobre sus fuerzas, y está dispuesto a usarlas contra “los ladrones que robaron el país”.

Oviedo con una ametralladora de la guerra de los años 30.
Ahora tiene partidarios muy disciplinados y poca resistencia.

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t.gif (67 bytes)  Van a ser navidades ambiguas en el Paraguay. Luego de haber sembrado el caos el martes con disturbios a gran escala en todo el país, el general golpista Lino Oviedo aseguró ayer a 4000 de sus seguidores que “mi lucha es sin retorno, hasta vencer o morir”. Oviedo busca impedir que se implemente el fallo de la Corte Suprema que lo devuelve a la cárcel por su intento de golpe en 1996, y hasta ahora sus esfuerzos han dado resultado. Con la policía y el ejército pasivos, el general está haciendo uso de los sindicatos paraguayos para intimidar a los organismos de la oposición (el Congreso y la Corte Suprema). Aunque él se mantiene libre y la oposición ha sido intimidada, sus tácticas de fuerza le están alineando en contra a la última institución paraguaya de importancia: la Iglesia Católica. Esta llamó ayer a sus fieles a resistir “cualquier intento de alterar las instituciones”.
“Entre demonios no podemos levantar el país”. Carismático, violento, mesiánico, el general Oviedo no se guardó ayer en su arenga a sus correligionarios del ala “oviedista” del Partido Colorado. “El pueblo reclama que los ladrones que vaciaron el Estado vayan a la cárcel –declaró dramáticamente a sus seguidores–. Nuestra causa es justa porque buscamos la reivindicación del pueblo paraguayo”. El general afirmó que la oposición “me ataca porque estoy destruyendo sus negociados”, pero que está “dispuesto a luchar junto a ustedes hasta perder la vida”. “Li-no, Li-no” coreaba la audiencia mientras su héroe les dejaba en claro que, aunque “todavía tengo una persecución encima”, su lucha era “a muerte”.
La posición de Oviedo se ha alterado dramáticamente en el espacio de un mes. Al principio, cuando la Corte Suprema anuló el decreto presidencial que lo liberó de la cárcel, sólo el presidente Raúl Cubas, su ahijado político, se interponía entre él y un retorno a prisión. Pero la reacción del militar fue decisiva. Primero, bloqueó exitosamente una moción de censura parlamentaria contra Cubas con una “apoteosis oviedista” de 50.000 personas frente al Congreso. Después, este lunes, sus sindicatos aliados asediaron el Tribunal Supremo y cortaron las comunicaciones viales entre la capital Asunción y el interior para torcer el brazo de la oposición. Específicamente, Oviedo está buscando con estas medidas forzar la renuncia de los cinco (de nueve) jueces de la Corte que fallaron contra él, y ayer reafirmó su determinación de eliminar a los “miembros de la corte de la injusticia”.
Por lo pronto, la próxima fecha clave es el 29 de diciembre. Oviedo amenazó a la Corte con otra ronda de manifestaciones, cortes de ruta, y huelgas sindicales si no se efectuaba la “renuncia innegociable” de los cinco jueces opositores. Como lo demostró el lunes –adonde el comienzo y el fin de los paros, los cortes de rutas, y las manifestaciones fueron perfectamente coordinados–, Oviedo ejerce un férreo control sobre su fuerzas de choque, y está perfectamente dispuesto a usarlos contra “los ladrones que robaron el país”.
Las encuestas, asimismo, favorecen abrumadoramente a Oviedo, lo que en efecto sitúa a una parte importante de la oposición bajo sentencia suspendida hasta las siguientes elecciones legislativas.

 

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