![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
Una cuestión de sangre
|
Por Joe Goldman
En una entrevista publicada por Página/12 el 9 de diciembre, Roberto Sassen admitió su parte en el escándalo de las armas, habló de sus contactos con altos funcionarios del gobierno y el ejército, insinuó que Menem sabía de la operación y denunció que había recibido amenazas de muerte cuando estalló el escándalo. Su firma Prodefensa está demandando judicialmente que se le devuelvan los 10 millones de dólares que pagó por armas que resultaron estar en pésimo estado y en muchos casos inutilizables. El abogado de Prodefensa, Miguel Botelo, negó que su cliente sea hijo de un nazi. "Están equivocados, él no es hijo de Wilhelm Sassen," dijo Botelo que, para corregir, explicó que "es verdad que el padre de Roberto es un SS y un nazi, pero no es el que ustedes dicen. El padre de Roberto es de otro grupo SS, un grupo Nórdico". Para el abogado, el traficante de armas es un hombre lleno de sentimientos nobles: "Sassen es ecuatoriano y se involucró en la compra de armas por patriotismo". Página/12 investigó la filiación de Roberto Sassen tanto con historiadores del nazismo como con simpatizantes. Todos confirmaron que Roberto es el hijo de Wilhelm, que es argentino y que se mudó a Quito en los años 60, cuando su padre era jefe de la policía ecuatoriana. "Claro que es el hijo de Wilhelm," afirmó el abogado de varios de los nazis de Argentina, Pedro Bianchi. "Pero no crea que por eso él es un nazi. La mayoría de los hijos de nazis no lo son, no siguen la tradición. Roberto es un ejemplo: las armas las vendió por dinero, por nada más". La cómoda casa en San Isidro en la que vivió Wilhelm Sassen por muchos años y en la que concedió la única entrevista de su vida (en 1994, al programa "Edición Plus") está vacía. Los vecinos dicen que está viviendo con su hijo en Ecuador. El historiador alemán Holger Meding cuenta la historia de Sassen en el reciente informe de CEANA sobre la presencia de criminales de guerra nazis en Argentina. Wilhelm nació en Geertruidenberg el 16 de abril de 1918 y, cuando los alemanes invadieron su país en 1940, se enroló en la división SS de las tierras bajas, primero como SS Oberscharfuhrer y más tarde como corresponsal de guerra en el frente ruso. En 1943 recibió la ciudadanía alemana. Responsable de la maquinaria de propaganda en lengua holandesa, fue sentenciado a muerte por colaboracionista por una corte belga y también figuró, por años después de la guerra, en la lista de personas buscadas por crímenes políticos de Holanda. Sassen escapó de Europa y llegó a Argentina, sin que se sepa exactamente qué ruta siguió. La primera prueba de su presencia por aquí son sus cartas al criminal de guerra francés Pierre Daye, datadas a comienzos de 1950. En esa época, Daye estaba tratando de publicar un libro y trataba de interesar a Sassen, que había fundado una editorial llamada Prometeo. El belga pronto retomó su vocación de periodista, escribiendo una columna para el periódico neonazi argentino Der Wag. También fue corresponsal de la revista alemana Der Stern y colaboró nada menos que con la revista norteamericana Time. Varias fuentes coinciden en que Sassen fue responsable indirecto del secuestro de su amigo personal y camarada de ideas Adolf Eichmann. El historiador Meding escribió en su libro Flucht Vor Nurmberg? que "en los años 50, Sassen y el director de la editorial Durer, Eberhard Fritsch, visitaron muchas veces a Eichmann y, con su permiso, lo sometieron a un sistemático interrogatorio respecto de sus funciones en la Segunda Guerra Mundial. Esto dio origen a voluminosas grabaciones en cintas magnetofónicas, que Sassen transcribió. Con toda franqueza y sin arrepentimientos, Eichmann reconoció que la meta perseguida era el exterminio total de los judíos. Con la misma franqueza, Eichmann habló durante las entrevistas de su papel personal logístico y organizador en la ejecución del programa de exterminio". Una versión de esta biografía fue vendida por Sassen a una revista norteamericana, que la publicó. En 1960, los israelíes secuestraban a Eichmann en Buenos Aires, lo juzgaban y ejecutaban, usando como una de tantas pruebas las memorias del acusado. Otro amigo de Sassen en su exilio sudamericano era Joseph Mengele, del que sólo tiene elogios que decir en su mal castellano. "Era un filósofo, un académico, un hombre de gran exquisitez cultural que tenía conocimientos de música, de teatro, de arte... Han inventado cosas terrible de él, olvidando que sus trabajos han sido en pro de la humanidad. ¿Sabe quién tiene los cuadernos de investigación de él? En Estados Unidos. Y está muy bien, porque sus trabajos científicos fueron para la humanidad...". Otro tema que complace a Sassen es el de su buena relación con el general Perón, "gran amigo, yo entraba y salía de su despacho". Según el belga, el entonces presidente se enojó con él por unos artículos que escribió y que no le gustaron, "aunque en realidad la culpa fue de Evita, que me odiaba". A mediados de los años 60, Sassen se mudó a Ecuador y se hizo rico armando a la policía ecuatoriana. En su nueva carrera, le vendió armas a, entre otros, el dictador boliviano García Meza a principios de los años 80. Su hijo Roberto, más allá de la teoría de la "tradición" que expone el abogado Bianchi, ciertamente siguió estos pasos profesionales de su padre. Sassen, acostumbrado a décadas de clandestinidad y discreción, es un hombre difícil de encontrar y entrevistar. En su entrevista a la televisión, en la que hablaba de otros criminales de guerra, mostró algunos puntos de su ideología, ayudado porque algunos de sus entrevistadores hablaban perfecto alemán. Los presentes recuerdan que uno de su comentarios fuera de cámara fue que "el negocio de la venta de armas ya no es el mismo desde que se acabaron las dictaduras". Sassen extrañaba los tiempos en que tener amigos como Klaus Barbie abría puertas en los despachos oficiales bolivianos y permitía ganar muchísimo dinero en negocios directos y sin supervisión. En su libro Odessa al sur, el periodista argentino Jorge Camarasa explica que Barbie, conocido como el carnicero de Lyon por sus andanzas en la Francia ocupada, "era consejero de seguridad en el Ministerio del Interior boliviano y, a través de una de sus compañías fantasmas, compraba las armas que le vendía Willy Sassen desde Buenos Aires". La carrera de Sassen, el hijo
Por Eduardo Tagliaferro
"Esto puede terminar muy mal para usted" le dijo González de la Vega a Sassen en las oficinas centrales de Fabricaciones Militares, cuando en abril del '95 fue a reclamar por el estado defectuoso de las armas enviadas. Algunos de los presentes en esa reunión recuerdan lo trabajoso que fue calmar al militar encargado de la Gerencia de Comercialización de la empresa estatal: Luis Sarlenga, Diego Palleros y el "suicidado" Horacio Estrada fueron mudos testigos del "apriete". La segunda amenaza recibida por Sassen fue telefónica, y le prometían "que iba a ser boleta". El ex represor Horacio Estrada, autor de la segunda amenaza, perdió el estilo cuando el abogado de Sassen presentó ante el juez federal Jorge Urso dos faxes enviados por Estrada en los que les ofrecía a los ecuatorianos armamento soviético en reemplazo de los fusiles argentinos. Hasta ese momento, Estrada era un personaje de bajo perfil en el expediente judicial.
|