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CADA VEZ CON MENOS JUGADORES, LA LOTERIA CAMINA A LA EXTINCION
El gordo con el que nadie sueña

Hoy se sortea el premio de Año Nuevo, pero pocos lo recuerdan: en los últimos seis años, la venta de billetes cayó un 70 por ciento. La gente prefiere Quini y Loto. Las autoridades de Lotería admiten que, de seguir así, el juego se extinguirá.

Ayer todas las agencias tenían aún gran cantidad de billetes del premio de Año Nuevo.

Por Alejandra Dandan

t.gif (67 bytes) “¡Con la lotería apenas te alcanza para comprarte un departamento. No te salvás!” La evaluación de la agenciera Elba Trevisoli se repite entre los bucólicos apostadores del azar que convirtieron a la Lotería en el juego menos buscado. Datos de Lotería Nacional indican que desde el ‘91 al ‘97 las apuestas bajaron en un 70 por ciento. El repliegue de adeptos es una tendencia repetida en todo el mundo y que en el sorteo de hoy –el “Gordo” de Año Nuevo– volverá a notarse: algunos agencieros aseguran haber vendido sólo el 50 por ciento de billetes y, según Lotería Nacional, de continuar la caída el juego se extinguirá. A pesar de los números los agencieros prefieren hablar de corrimiento hacia el Loto y el Quini y no de síndrome de abstinencia lúdica. De hecho en idéntico período los apostadores del Loto aumentaron 375 por ciento. Aunque las posibilidades de ganar en estos juegos son bajísimas, precio y pozo acumulado seducen en la nueva elección. Por eso una jugadora repite: “Lo que pasa es que con el Loto, si acertás te salvás para todo el viaje, como se dice”.
“Antes en mi oficina hacían un pozo entre todos y para fin de año compraban algunos billetes de Lotería”, dice una señora y pide un loto sorpresa. “La caída de la ventas de Lotería es un fenómeno mundial”, globaliza Norberto Brena, gerente de Mercado de Lotería Nacional. “En nuestro país –continúa Brena– muchas provincias levantaron el juego y otras optaron por loterías regionales.” Como si de un nuevo mercado común se tratase, Santa Cruz, La Pampa y Tierra del Fuego han legislado sobre la fusión timbera y dieron forma a la Lotería del Sur.
Roberto Córdoba está de mal humor por el sorteo de Navidad. Acaba de pisar una agencia y rezonga por el pozo vacante: “Yo quiero ver esos nueve palitos en el Hospital Fernández o en el Rivadavia y quiero que revienten de tecnología”. El pozo sin ganadores quedó a disposición de Lotería Nacional. Para el sorteo fueron puestos en venta 33 billetes de cada número. Cada billete costó 30 pesos –precio que se repite para el premio de Año Nuevo– y la serie de diez, 300. De los nueve millones promocionados, si hubiese existido un billete ganador el premio sería cercano al 1/33 del total. El resultado no parece seducir a los especuladores del azar que en los últimos años han privilegiado Loto y Quini. Para Brena una “de las cuestiones que influyen es la irrupción de la tecnología con juegos en los que pueden elegirse números y tiene menos inversión por premios más importantes”. Frente a lo dicho por el funcionario, un apostador explica su juego:
–Con treinta pesos que cuesta un billete de lotería yo puedo hacer diez del Loto o del Quini –se estimula el hombre.
Nadie piensa en cálculos de probabilidades cuando apuesta. Frente a la lotería existe una posibilidad de ganar entre 38 mil, mientras que en los otros dos juegos de referencia el cálculo es entre 5.250.000. “Ninguno piensa en eso –se pavonea la agenciera Trevisoli– acá lo que importa es que te ponen pozos de millones frente a uno de 150 mil. ¿Qué hacés? ni un departamento te comprás”. Descartada la estadística, el anzuelo es la sorpresa y los ad hoc que lleva de cada propuesta: revancha, desquite, etcétera. El mismo hombre que especula sobre precios confiesa que a pesar de persistir por años nunca obtuvo ni un menudo triunfo: “Pero esto es así –se obstina– cuando te tiene que tocar, te toca”.
A pocas ventas del día del sorteo, la vidriera de Trevisoli sigue colgando cuerdas completas de billetes numerados. Después de décadas en el oficio sabe que el consumo lúdico suele activarse en las últimas horas. De todos modos ya anticipa como imposible liquidar esos mosaicos numéricos antes de 24 horas. Lejos quedó la época en las que la mujer terminaba su provisión y volvía a Lotería por más billetes. “Era cuando no estaba esta porquería –y señala letreros del Quini–, se me iban cien billetes por semana y ahora en cambio puedo vender de tres a ocho”. Brena indicó a este medio que en Navidad se vendió el 76 por ciento de los números, aunque enlo de Trevisoli las ventas no superaron el 50 ni con la compulsiva compra del titular del PAMI: “Hasta le vendí a Alderete que me inundó la agencia con los guardaespaldas y me compró una serie completa para el Gordo”.
Hay un San Cayetano y una tira enristrada de ajos en el local al que acuden dos hombres algo desbocados:
–Se largó la bola de que Lotería no largó el número ganador a la venta –propone uno.
Un viejo se acerca en tanto a la caja que no deja de imprimir números en clave. “La mayoría de la gente grande juega a la quiniela”, dice el agenciero que perfila en 30 años el promedio de edad de los jugadores. Algunos vendedores explican que Quini y Loto son más requeridos en zonas céntricas, mientras que en los barrios la opción buscada es la quiniela. Hay profesionales y ejecutivos adictos. Ellos no adhieren a timba tevemediada como el popular TV Bingo, “prefieren el Loto y el Quini y hacen apuestas fuertes. Quieren ver la diferencia clara”, dice el hombre de un local sobre Belgrano. Explica que pueden gastar 200 pesos por mes en el juego, mientras que aquellos empleados que cobran entre 600 y 800 pesos gastan menos de diez. En tanto ahora que se aproxima la hora del nuevo sorteo, en la agencia de Trevisoli no saben si reservar alguna de las series colgadas. Después de todo, Alderete puede volver a pasar.

 

Los que la hicieron

Los premios millonarios que ofrecen los juegos poceados, como el Loto o el Quini 6, son los más elegidos por los jugadores. Es una simple cuestión de economía: con menor inversión pueden acceder a premios de varios ceros. En EE.UU, por ejemplo, en julio de este año, 13 empleados de un fábrica se adjudicaron el pozo record de 300 millones de dólares en un juego similar al Loto. Salvando las diferencias, el país también cuenta con un historial de ganadores millonarios.
ron2.gif (93 bytes)   El 6 de junio de 1994, Pascual Alberto Rendani, un platense de 55 años, resultó favorecido con el sorteo del Loto y ganó 14 millones de pesos. Los números elegidos fueron: 01, 29, 02, 05, 08 y 21.
ron2.gif (93 bytes)   El 7 de agosto de 1995, Roberto Iglesias se adjudicó 10 millones y medio en el sorteo revancha del Quini 6. Los números de la suerte fueron: 12, 33, 29, 05, 25 y 28.
ron2.gif (93 bytes)   El 31 de noviembre de 1997, un único ganador obtuvo 24 millones de pesos en el sorteo del Loto, con los números: 13, 15, 26, 02, 37 y 30.
ron2.gif (93 bytes)   El 21 de septiembre de 1998, el ganador se adjudicó 15 millones, el máximo histórico para el Quini 6 Revancha. La combinación mágica fue: 01, 05, 11, 14, 27 y 32.


Cálculo de probabilidades

“No basta con proyectar la curva de decrecimiento en apuestas de Lotería para prever un final cercano”, previene el matemático Demetrio Stojanoff, académico de la UBA. La continuación del juego creado hace 105 años puede darse por la persistencia de apostadores tradicionales. El matemático estima que “debería pensarse, de todos modos, si es posible que la Lotería pueda seguir funcionando sólo con este remanente de jugadores”. En este sentido, el gerente de Mercado de Lotería, Norberto Brena, aseguró a este medio que al menos debería venderse el 55 por ciento de los números totales, de lo contrario padecería idéntico proceso que el PRODE.
El Loto y el Quini se han convertido en alternativa masiva del viejo consumo de Lotería. En los últimos seis años la demanda de Loto pasó de poco más de 72 mil apuestas a 270 mil. “Pero la probabilidad de ganar es prácticamente inexistente” , dice Stojanoff. Mientras que en el Loto y el Quini hay una probabilidad entre 5.250.000, en la Lotería es 1 entre 38.000. Estos cálculos no suelen tenerse en cuenta en la apuesta. “Con el PRODE era distinto, existía el pálpito y algo de lógica. Acá es puro azar”, agrega.

 

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