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Los carritos llegan a las cajas de los supermercados menos cargados que un mes atrás. El público que se para frente a las concesionarias de autos o casas de venta de electrodomésticos duda antes de entrar. Proyectos de inversión, tanto de grandes como pequeñas empresas, se ven postergados porque, inesperadamente, ahora el banco que los iba a financiar les sugiere “dejar pasar un mes, a ver qué pasa”. Los proveedores debieron multiplicar los reclamos telefónicos para obtener el cobro de sus facturas.

Grandes plantas industriales adelantaron al invierno las paradas técnicas programadas para el verano. Muchas empresas suspenden personal, requieren menos horas extras de sus empleados y no les renuevan contrato a los que no tienen empleo fijo. La crisis financiera internacional alcanzó a la economía real y aterrizó en la Argentina.

El parate se transmite por vía financiera, pero también por las expectativas negativas de la gente. Los bancos retacean los créditos buscando quedarse en posiciones de mayor liquidez (más dinero en caja) “por lo que se pueda venir”, confiesan los gerentes a sus clientes empresarios. En los últimos quince días, una empresa líder como Siemens vio caer proyectos de inversión por 36 millones de dólares por reticencias en el financiamiento bancario.

No son sólo los bancos en manos de capitales nacionales los que están tomando mayores prevenciones. Instituciones extranjeras, y antes que otras las de propietarios españoles (BBV Francés, Santan- der-Río), recibieron precisas instrucciones de sus casas matrices de restringir al máximo los préstamos. Es la otra cara de la globalización: las pérdidas en los balances de las casas matrices por los préstamos concedidos a Rusia se compensan con restricciones crediticias en las remotas filiales sudamericanas.

El achicamiento del crédito trajo de arrastre el atraso en los pagos, multiplicando el desfinanciamiento del aparato productivo. Pero, además, el temor a que esta situación deje en falta a empresas muy endeudadas llevó a que las firmas en condiciones de dar crédito comercial a sus clientes hoy estén reduciendo las facilidades en sus cuentas corrientes.

Grandes proveedores y bancos empiezan a desconfiar de grupos económicos de fuerte crecimiento en los últimos años. Ven con preocupación las audaces apuestas, de alto riesgo, que hicieron en negocios incluidas concesiones de servicios públicos en los que otros decidieron no ingresar. La estructura financiera que respaldó dichos crecimientos está puesta bajo la lupa, porque observan que en muchos casos se financiaron a través de deudas comerciales que ahora no conseguirán renovar. Los proveedores ya no tienen la misma disposición a compartir el riesgo, y el corte del crédito les puede resultar fatal. “Hay grupos importantes en esta situación, cuyos nombres dicen más de lo que en realidad son”, comentan en altos niveles empresarios.

Al tiempo que algunas empresas corren riesgo de verse arrastradas por la debacle, otras esperan la oportunidad de capturar activos en oferta. La crisis marcará un límite entre las firmas con un sólido respaldo financiero propio y aquellas otras excesivamente endeudadas. Las primeras son candidatas a quedarse con la parte más selecta de las últimas.

Pero también a nivel de los consumidores ya hay registros del impacto del nuevo escenario internacional. Las expectativas de ventas en grandes supermercados para el mes de agosto, según las respuestas recogidas por el INdEC en sus encuestas, indicaban una brusca desaceleración, con un crecimiento menor al 2 por ciento sobre julio. Pero las cifras que recaba la cámara del sector señalan que la realidad ha sido mucho más desalentadora: la facturación del mes está por debajo (uno o dos por ciento) de la alcanzada en agosto de 1997. Ello significaría una caída del orden del 10 por ciento respecto de julio.

“La gente se concientizó, le teme a la crisis y compra lo imprescindible”, manifestó a Cash el presidente de la Cámara de Supermercados, Juan Mirenna. Los electrodomésticos son los que más están sufriendo el recorte en los presupuestos de compras en los centros de venta. Grandes cadenas, como Carrefour y Disco, han lanzado importantes campañas de oferta para atraer a los huidizos clientes. Por ahora, las empresas comerciales han elegido no postergar los proyectos de ampliación de instalaciones en marcha. “Peor sería parar”, reflexionó Mirenna.

En los comercios dedicados exclusivamente a electrodomésticos se observa una caída en las cifras globales de ventas, aunque se mantiene el nivel de facturación en las casas más grandes. A la reticencia de los compradores, se agrega el efecto de la reducción de los plazos de financiación. Los planes a más de 12 cuotas prácticamente desaparecieron del mercado. Los comerciantes admiten que los potenciales clientes dudan hoy más en decidir la compra que un mes atrás.

La crisis asiática golpeó en otros sectores en forma directa, y no por problemas de financiamiento o por el miedo de los compradores. La industria textil ya soporta las consecuencias del aumento en la importación de confecciones, telas, hilados y fibras sintéticas y artificiales de origen asiático, tal cual lo reflejó el INdeC en su último informe sobre evolución industrial. Las paradas parciales de planta y la suspensión de personal han sido las respuestas que dieron algunas firmas del sector a su pérdida de participación en el mercado interno.

La industria ligada a la construcción ha percibido, quizás como ninguna otra, las consecuencias de la brusca desaceleración. Con tasas de crecimiento anual de más del 20 por ciento, el sector vivió su época dorada hasta los primeros meses de este año. En abril se observó el primer bache en el crecimiento, que se repitió en julio. El encarecimiento del crédito y la cautela aconsejada por la crisis bursátil habrían abonado la decisión de postergar inversiones en el sector.

Al detenerse el motor de la construcción, la industria proveedora sintió el impacto. Cemento, hierro redondo, plásticos, vidrio y componentes eléctricos son algunos de los rubros que registraron la caída en la demanda.

Curiosamente, mientras se frena la construcción de viviendas nuevas, se dinamiza la venta de usadas en algunas franjas del mercado. La fuga de inversores de las bolsas y de otros activos financieros parecería haber recalado, al menos en parte, en el negocio de especulación inmobiliaria. Los departamentos para alquilar y las cocheras actúan como refugio de medianos capitales en busca de rentabilidad segura. El rendimiento de las unidades de vivienda se estima entre el 6 y el 8 por ciento anual, mientras que el de las cocheras oscila entre el 10 y el 14 por ciento, según Angel Dimeo, de la inmobiliaria Dimeo & González.

Intimamente, la pregunta que se hacen los directivos de empresa es si esta crisis y el actual escenario es sólo pasajero o es un escenario que se instaló para quedarse por un largo tiempo. Los que ocupan un lugar activo en la economía firmas líderes o filiales de poderosas corporaciones reaccionaron con cautela: disminuyen el riesgo y postergan proyectos. Otros, la mayoría, ni siquiera tuvieron oportunidad de meditar su respuesta: el asunto, para ellos, es cómo mantenerse a flote y no ser arrastrados por la corriente.



CUBITOS

- La crisis de los mercados financieros llegó a la economía real.
- Las grandes empresas tienen dificultades para conseguir financiamiento para sus proyectos.
- Otras, en previsión a una retracción del mercado, ajustan costos y postergan planes de inversión.
- Importantes grupos económicos pasaron a la lista de “observados” de bancos y proveedores por sus altos índices de endeudamiento.
- Caen las ventas en supermercados y se lanzó una feroz competencia de ofertas entre las grandes cadenas para captar clientes.
- La demanda y otorgamiento de créditos hipotecarios es la excepción al enfriamiento de la economía. Los bancos no quieren perder espacio en un negocio muy disputado.

Roberto Monti, presidente de YPF
“Hay ajustes pero también chances”

A la petrolera YPF, la mayor empresa del país, la crisis le significó tener que aplicar un drástico plan de ajuste en sus inversiones, pero también le abrió una excelente oportunidad para hacer negocios. “En los últimos quince meses, no hemos hecho compras sustanciales, pero hoy podemos comprar por la mitad del valor, es una buena oportunidad y estamos investigando las posibilidades de adquirir reservas (yacimientos) a bajo precio”, manifestó a Cash Roberto Monti, presidente de la compañía.

“Esta crisis de la baja en el precio del crudo comenzó a fines del año pasado”, recordó Monti. “La veíamos venir, porque pese a que teníamos una proyección del precio del barril de 19,50 dólares para 1998 (hoy está por debajo de los 13 dólares), rápidamente nos dimos cuenta cómo venía la mano, con la producción de la OPEP (cartel de los principales productores) subiendo un 10 por ciento y con la crisis de Asia, la región de más fuerte crecimiento hasta entonces en el mundo”.

La decisión de los conductores de YPF fue aplicar políticas de ajuste en sus costos, que se tradujo en la contracción de los planes de inversión para el año de 1940 millones de dólares inicialmente proyectados a 1600 millones, reducción de la cantidad de pozos perforados (en el primer semestre resultó un 38 por ciento inferior a la del mismo período de 1997) y el cambio en el plan de exportaciones en favor de los productos refinados. “Por supuesto, esta crisis impactó nuestros planes estratégicos -respondió a Cash-, pero afectamos los rubros de corto plazo, a los planes de largo plazo no los hemos tocado”.

“Las exportaciones de crudo cayeron este año en un 11 por ciento en volumen, pero no por disminución en la producción, sino porque retuvimos más para procesar”, explicó Monti. Las ventas externas de productos elaborados (gasolinas, nafta y gasoil) aumentaron, en cambio, en un 53 por ciento en volumen en los primeros seis meses del año.

“No me siento orgulloso por los ajustes que debimos hacer, pero estamos contentos con los resultados”, evaluó el máximo ejecutivo de YPF ante este diario. Instalado en la presidencia de la compañía desde hace quince meses, Monti estimó que la prudente política (“no diría conservadora”, aclaró) de inversiones le permite hoy gozar de un bajo coeficiente de endeudamiento. “La proporción entre deuda y patrimonio de la compañía está en el 38 por ciento, que está más bien por debajo de las petroleras internacionales”, informó.

A su vez, señaló que esta característica los ubica hoy en una situación diametralmente opuesta al común de las empresas en el país. “Los bancos nos están buscando para prestarnos”, señaló. E YPF no dejará pasar la oportunidad. “Con este precio del crudo, muchas empresas están en dificultades para mantener sus activos -apuntó-. Vamos a otear el panorama, porque estamos en situación excelente para salir a adquirir reservas a bajo precio. Hoy podemos comprar a la mitad de lo que nos hubiera costado hace poco más de un año”.


Andrés Truppel, director de Siemens “Cambió todo en apenas dos semanas”

“Hasta hace menos de un mes, veníamos cumpliendo el plan de crecimiento anual que nos habíamos trazado, incluso con proyecciones corregidas hacia arriba; pero en las últimas dos semanas cambió todo fuertemente.” Andrés Truppel, director ejecutivo de Siemens Argentina, describió la variación del escenario a partir de la explosión financiera que desató la devaluación y moratoria unilateral de la deuda en Rusia. “Hay una contracción muy fuerte del crédito, y vemos como resultado una retracción en las cobranzas”, expresó en una entrevista con Cash.

“La proyección de negocios en productos (componentes y equipamiento eléctricos) venía con un crecimiento sostenido, más que nada por impulso del sector de la construcción, que era el motor”, explicó Truppel. “Ello nos había llevado a proyectar para el año que viene -agregó- un fuerte aumento en los productos relacionados con la construcción, y además por el crecimiento esperado en la infraestructura en telecomunicaciones a partir de la desregulación del mercado y la presencia de nuevos jugadores”.

Sin embargo, subrayó de inmediato que “ésa era la proyección hasta hace treinta días”. El cambio de actitud de los bancos cambió el clima de los negocios. “Operaciones importantes, en las cuales la ingeniería financiera estaba a nuestro cargo, se nos cayeron”, comentó. “La respuesta de los bancos es que, por ahora, hay que esperar, y después veremos”.

La retracción del crédito bancario se reflejó rápidamente en la operatoria comercial, según señaló Truppel a este diario. “Hay una contracción de las cobranzas muy fuerte. Hasta hace un mes, observábamos cierto atraso en los pagos, pero nada grave. Hoy la demora nos obliga a replantear la proyección del capital de trabajo necesario que teníamos para los próximos tres meses. Si antes calculábamos que era del orden de 70 millones de pesos, hoy estamos un 30 ó 35 por ciento arriba, cerca de los 100 millones”, manifestó. “Y a un costo más alto del dinero, esta situación golpea los resultados”, agregó.

En cuanto a las decisiones de inversión de la empresa, el responsable económico-financiero de Siemens expresó que “todavía es prematuro cambiar decisiones, pero hay un componente psicológico que influye, que hace que automáticamente uno prefiera repensar y esperar. La disposición a tomar riesgo cambia, y eso pesa a la hora de decidir si se le va a dar un crédito comercial al cliente”.