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Por Roberto Navarro

Hasta hace un par de semanas la debacle financiera era un problema de los operadores de Bolsa. Derrumbe que el resto de los mortales miraba por televisión, como quien mira una guerra ajena. Pero en los últimos días la crisis empezó a cruzar los límites de la city. Ya se siente en la baja de las ventas de autos, departamentos y electrodomésticos. Esos rubros son los primeros que están sufriendo el impacto de la crisis, debido a que su actividad tiene una fuerte dependencia de los créditos bancarios, que hoy son más difíciles de conseguir y más caros. Además, ha aumentado el temor de los consumidores a contraer nuevas deudas. Lo concreto es que la gente ha empezado a acomodar su presupuesto a la crisis, y muchos temen caer sin paracaídas.

Así como en épocas de bonanza la clase media y media alta es la primera en comenzar a gastar, en los tiempos de vacas flacas son las primeras en retraerse y recortar presupuestos. En una recorrida por concesionarios de autos de Capital Federal y el Gran Buenos Aires, Cash recogió datos sobre bajas de ventas de entre 10 y 25 por ciento, en los últimos dos meses, según las distintas marcas y modelos. Esta caída, sumada a una retracción aún mayor que se está sintiendo en Brasil, el mayor comprador de autos argentinos (en los primeros ocho meses del año adquirió el 48 por ciento de los 320 mil autos fabricados en el país), fue la que provocó la suspensión de más de 5000 trabajadores entre las plantas de Ford, Renault y Fiat y el despido de 150 empleados de la automotriz italiana. Atadas a estas empresas, hay 400 fábricas de autopartes que ya están sintiendo el sacudón.

Después de ese primer impacto, se inicia la segunda etapa de la crisis, afectando a los sectores de menores recursos, justamente los que empiezan a perder el empleo, como los trabajadores de las terminales, o se les reducen las horas extras. Esto es lo que está sucediendo en estos días, lo que se verá reflejado en una disminución en el consumo de bienes masivos.

Las ventas de departamentos y casas también se están desacelerando. Según Alfredo Lépore, presidente de Lépore propiedades, “a partir de la caída de la Bolsa comenzó una retracción de la demanda, principalmente en las propiedades de más de 100 mil dólares. El problema es que el 80 por ciento de las ventas se hacen con créditos hipotecarios y en los últimos días los bancos cambiaron las condiciones de financiación. El Boston suspendió los prestamos en pesos y el Francés subió la tasa dos puntos anuales”. Por su parte, Guillermo Davin, propietario de una firma que comercializa inmuebles industriales, le aseguró a Cash que “perdió tres operaciones porque el Banco Tornquist suspendió la operatoria de leasing”. El sector inmobiliario es clave para que no siga cayendo la creación de empleo. Por los puestos de trabajo que genera la construcción en forma directa y por los que crean los proveedores como cementeras, siderúrgicas, fabricantes de materiales eléctricos y de electrodomésticos, entre otros.

La ecuación suba de tasas de interés=recesión=desocupación parece repetirse como en 1995 con el efecto tequila. Según un informe de la Secretaría de Empleo del Ministerio de Trabajo, el mes pasado la cantidad de horas totales trabajadas se redujo en un 8,4 por ciento con respecto del mismo mes de 1997, pasando de 220,7 horas mensuales promedio a 201,4 horas. Los sectores que más bajaron sus horas trabajadas son la industria manufacturera; transporte, almacenaje y comunicaciones; servicios financieros y bienes inmuebles.

Sin embargo, no todos los sectores están sintiendo los sinsabores de la crisis. Las empresas de servicios privatizadas, telefónicas, eléctricas, de gas y de agua, aseguraron a Cash que no sólo no sufrieron caídas en su facturación, sino que también están registrando aumentos de entre 5 y 8 por ciento con respecto del año pasado. Este tipo de servicios tienereacciones más lentas porque cubren necesidades de difícil postergación. Tampoco las empresas de televisión por cable y de telefonía celular sintieron, por ahora, los efectos de la crisis financiera.

Cash consultó a dos shoppings que trabajan con distinta clientela, Unicenter, de Martínez, en la zona norte del Gran Buenos Aires y Spinetto, de Capital Federal. Los dos reconocieron menores ventas en el último mes. Pero el fin de semana posterior al viernes 11 del mes en curso, cuando las bolsas de Buenos Aires y de San Pablo se derrumbaron, los cines, que venían bajando la recaudación en los últimos dos meses, batieron records de público.

Aunque la comida es lo último que se deja, también en ese rubro se comienza a hablar de crisis: “El consumidor se está poniendo más cauteloso, está disminuyendo las compras por impulso y, en algunos casos, se nota un corrimiento hacia marcas de menor precio”, explicó a Cash Jorge Ronconi, presidente de Autoservicio Mayorista La Loma, una importante distribuidora de alimentos, en la que se surten almacenes y autoservicios. Los grandes hipermercados, por su parte, luego de un primer semestre con un crecimiento de más del 10 por ciento, están sintiendo una desaceleración, principalmente en los últimos quince días.

Muchos de los que el año pasado, pensando que todo iba a andar bien, se embarcaron en compras financiadas con cheques o con tarjetas de crédito hoy están en problemas. La Central de Riesgo Crediticio Fidelitas informó que en el trimestre junio/agosto las demandas por morosidad planteadas en los tribunales de la Capital Federal crecieron un 41 por ciento con respecto del mismo período del año pasado. El 70 por ciento de los demandantes son bancos y la mayoría de las deudas son de entre 2000 y 4000 pesos.

El titular de CAME (Coordinadora de Actividades Mercantiles Empresarias), Raúl Lamacchia, afirmó que “la brusca disminución del crédito que están sufriendo los comerciantes, principalmente en el interior del país, está poniendo en peligro la cadena de pagos”. Lamacchia también denunció que hay entidades financieras que duplicaron los intereses que cobran por descubiertos o por créditos a tasas variables.

En agosto último, el Banco Central cerró 6649 cuentas corrientes, 19,3 por ciento más que en julio y 27,7 por ciento más que en igual mes de 1997. La mayoría corresponde a pequeños comerciantes y pymes que se encontraron con que los bancos les redujeron los montos que tenían para girar en descubierto. Muchos de ellos, para no perder la cuenta, salieron a buscar fondos al circuito marginal. Carlos Caronchi, dueño de una mesa de dinero en Corrientes 538, le aseguró a Cash que “el pedido de dinero por medio de venta de cheques o cupones de tarjetas de crédito aumentó casi un 40 por ciento en las últimas semanas y las tasas llegaron al 50 por ciento anual”. El financista se queda corto, ya que de la simple lectura de las ofertas de dinero en los avisos de los diarios surgen tasas que llegan hasta un 80 por ciento.

La crisis ya no es un problema de operadores atribulados por el ida y vuelta de las cotizaciones de acciones y bonos. El impacto de la debacle ha empezado a sentirse en los bolsillos y expectativas de la gente.



Los bancos aumentaron las tasas de interés para prestamos
En las malas se ven los guapos

Por Claudio Zlotnik

-Vengo a averiguar por un crédito hipotecario.
-Sí, cómo no. ¿Sabía que aumentaron las tasas, no?
-Algo leí.
-Usted es el primero que atiendo hoy. Ayer también vino una sola persona. La suba de tasas desalentó a la gente. Nada que ver con lo que pasaba hasta hace dos semanas. Atendía seis, siete clientes por día.
Este diálogo ocurrió el último jueves por la tarde en una de las sucursales del BBV Banco Francés entre este cronista -devenido en potencial comprador de un crédito hipotecario- y una de las empleadas del banco. Y revela la fuerte retracción del público por endeudarse a largo plazo en medio de la crisis, pagando cuotas más altas debido al alza de las tasas de interés.
En las últimas dos semanas, los bancos privados líderes en el negocio de los créditos hipotecarios retocaron hacia arriba los costos de sus préstamos. La única excepción, por ahora, es el Río. La suba de la tasa es el precio que termina pagando la gente por la crisis bursátil. Ante el derrape de los mercados, las entidades trasladan al consumidor los mayores costos que pagan cuando van en busca de fondos y la incertidumbre sobre el futuro de su negocio. Pero a la vez la suba de la tasa deteriora sus carteras. Algunos de los bancos, incluso, suspendieron los en los mercados las líneas en pesos y a tasa fija en dólares hasta que mejore la situación.
-¿Por qué sacan esas alternativas si, justamente, son las que brindan reaseguro a los tomadores de créditos en épocas de turbulencias? le preguntó el cronista-cliente a una empleada del Banco de Galicia.
-Son órdenes de arriba. No tengo respuesta para eso. Pero puede tomar un crédito a tasa variable. Es casi lo mismo ya que, en nuestro caso, depende del movimiento de la Libor, que es una de las tasas más estables del mundo. Una vez que a usted le sale el préstamo, por más que se vuelvan a retocar las tasas, la suya depende exclusivamente de la Libor.
El aumento de la tasa variable en el Galicia fue de un punto y medio: del 11 al 12,5 por ciento anual. “Claro que hay menos público interesado. La gente tiene miedo por la crisis”, comentó la vendedora.
El BBV Banco Francés es una de las entidades que ofrece menos alternativas a partir de la crisis bursátil. Suspendió las líneas hipotecarias en pesos a más de sesenta meses. Al resto le aplica una tasa del 19 por ciento anual, superior en cuatro puntos a lo que venía cobrando hasta la semana pasada. Además, elevó los costos de sus créditos en dólares: del 10,5 al 12,45 por ciento anual en el caso de las tasas variables; y del 14,5 al 16,5 a tasa fija. A diferencia de lo que ocurre en el Galicia, los clientes del Francés que habían tomado un préstamo a tasa variable con anterioridad a estas medidas verán reflejado el aumento en los próximos pagos de las cuotas.
El BankBoston es otro de los bancos que encareció sus créditos para la compra de viviendas. En el caso de las tasas variables en dólares, el alza fue del 10,8 al 11,9 por ciento anual. Aquí también el aumento regirá tanto para los nuevos tomadores como para quienes ya se habían endeudado. “No nos quedó otro remedio. Se encarecieron los costos de financiamiento y, por otro lado, percibimos que la crisis golpea ahora con mayor intensidad que a fines del año pasado”, señaló a Cash Fabián Turturro, uno de los responsables del sector banca personal de la entidad. Como en el Francés, el BankBoston suspendió la línea en dólares a tasa fija. “Si la dejábamos, se hubiera ido tan arriba que dejaba de ser negocio para los clientes”, añadió Turturro.
Por ahora, tanto el Hipotecario como el Nación mantuvieron inalterables las tasas de sus créditos. Pero en el Hipotecario alertaron que si la volatilidad de los mercados se extiende, hacia fin de año podrían subirlas. “La idea es aguantar, diferenciarnos de los bancos privados que sí alteraron las tasas. Pero si en los próximos meses las turbulencias nose calman, no nos va a quedar otra alternativa que levantarlas”, apuntó a Cash una fuente del banco.
Las tasas de créditos hipotecarios no fueron las únicos que aumentaron. También se encarecieron los préstamos personales, entre dos y tres puntos. El Galicia los llevó del 20 al 22 por ciento anual en dólares, y del 28 al 30 por ciento en pesos. El Francés, en tanto, los elevó del 20 al 22/24,5 por ciento, según los plazos, en dólares; y del 25 al 27/28,5 por ciento en pesos. El BankBoston, del 21 al 24 por ciento anual en dólares. Esos incrementos, a su vez, tienen correlación con lo sucedido en los último treinta días en el mercado financiero. Los préstamos bancarios a las empresas de primera línea a un mes de plazo se duplicaron: del 8,4 al 17,1 por ciento anual en pesos; y del 7,7 al 13,3 por ciento en dólares.
La debacle en los precios de las acciones y de los bonos impactó en el negocio inmobiliario y lo frenó. La incertidumbre y los mayores costos que genera la crisis fueron determinantes para que así sucediera. De la duración de la tormenta bursátil y de su intensidad dependerá la evolución de ese mercado. Fue uno de los que más creció de la mano de la estabilidad. Y ahora está sufriendo.


Qué pasa sector por sector

Automotores: Baja de ventas de entre un 10 y un 25 por ciento, según las marcas y modelos.
Inmobiliario: Merma en la venta de propiedades de más de cien mil dólares y de inmuebles industriales.
Electrodomésticos: Caída de un 20 por ciento promedio. Comestibles: Leve baja, menos ventas por impulso y trasvasamiento hacia segundas marcas.
Librería: Baja de un 10 por ciento promedio.
Mercerías: Disminución de un 15 por ciento promedio.
Farmacias: Reducción de un 10 por ciento promedio.
Compactos y casetes: Baja de un 10 por ciento promedio.
Taxis: Baja de un 20 por ciento.
Cines: Luego de una caída de un 20 por ciento en los dos últimos meses, el fin de semana pasado se recuperó.
Shoppings: Menos ventas y visitas. Sin datos exactos.
Servicios: Las empresas telefónicas, de electricidad, de gas y de agua aumentaron sus facturaciones, entre un 5 y un 8 por ciento, respecto del año pasado.
Televisión por cable: Mantuvieron la facturación.
Telefonía celular: Aumentaron la facturación respecto del año pasado.
Fuente: Elaboración propia basada en información proporcionada por empresas y cámaras de cada sector.


Consejo póstumo

Ricardo Fernández tiene un taxi en la parada de la estación Martínez. El viernes pasado, por culpa de la caída de la Bolsa, perdió a su mejor cliente:
“Desde 1995, cuando enviudó, que llevo a la señora Nélida Alvarez a pasear todas las mañanas media hora. Ayer, cuando fui a buscarla, me dijo que no fuera más. ¿Por qué?, le pregunté. ¿Qué le pasa? Y me explicó: Sabés qué ocurre querido, antes de fallecer mi marido fue lo del tequila, te acordás. Y mi esposo, que sabía que se moría, me dijo: Vieja, si alguna vez llega a haber una baja grande de la Bolsa, vos suspendé todos los gastos enseguida, porque después las cosas se ponen feas. Así que yo, por las dudas, ya empecé a recortar el presupuesto”.


Los temores de la gente para el ‘99
“La estabilidad esta en peligro”

El impacto de la crisis mundial logró conmover hasta la propia confianza de la gente en la estabilidad económica, un valor que el discurso político -oficialista y opositor- ya asumía como un logro fuera de toda discusión. Un 57 por ciento de las personas encuestadas por Hugo Haime y Asociados respondió que “la estabilidad está en peligro”, contra un 36 por ciento que contestó por la negativa a la misma pregunta. Por otra parte, la mayoría no cree que la convertibilidad esté asegurada independientemente de quién gane la Presidencia de la Nación en las elecciones de octubre de 1999, y trazó un panorama para el año próximo sin crecimiento y con la desocupación como problema principal.

Antes que en muchos indicadores de consumo, la crisis ya empieza a dejar registro en el ánimo de la gente, en la forma de dudas hacia el futuro. La encuesta abarcó 3200 casos en Capital Federal, Gran Buenos Aires e interior de la provincia, Córdoba, Santa Fe, Tucumán, Misiones y Salta, tanto en grandes como en pequeñas ciudades. Dos semanas atrás, otra encuesta revelaba que mientras el 57 por ciento de los consultados desaprobaba la gestión económica del Gobierno, había un 70 por ciento de respuestas a favor de mantener inalterable el sistema de convertibilidad (Gallup, para el diario La Nación). En la consulta realizada por Haime, la mayoría a favor de mantener la convertibilidad es todavía más contundente (88 por ciento de las respuestas), pero empiezan a surgir interrogantes sobre su continuidad en el futuro turno de gobierno.

Mientras que sólo el 33 por ciento respondió que “Sí” al ser consultado si creía que “la convertibilidad está asegurada gane quien ganare en 1999”, un 53 por ciento respondió que “No”. No alcanza, al parecer, con la insistencia en el discurso de la Alianza acerca de su convicción de no modificar ese aspecto sustancial del modelo económico. El cambio de escenario impuesto por la crisis podría exigir otro tipo de respuestas a un gobierno de distinto signo que el actual, según parece interpretar el universo representado por los encuestados.

Las respuestas sobre la evolución que se espera de la economía para el año próximo es otro indicador del cambio del humor del público. Apenas un 16 por ciento espera que haya crecimiento -desconfiando de las proyecciones oficiales, que hablan de un aumento del PBI del 4,8 por ciento-. Y mientras un 45 por ciento espera que haya estabilidad pero sin crecimiento, un significativo 29 por ciento piensa que 1999 no deparará ni estabilidad ni crecimiento.

En este marco, no es llamativo que la desocupación resulte el principal problema del país para el 42 por ciento de los encuestados, relegando a un lejano segundo lugar a quienes apuntan a la corrupción (17 por ciento) como eje de preocupación, en tanto que sólo un 11 por ciento señaló a los bajos salarios como la cuestión más inquietante.