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Detrás de las noticias
por Elvio E. Gandolfo
En un apunte del 19 de octubre de 1901, en sus Notebooks, Henry James anota por primera vez su interés en desarrollar el tema que terminó por ser The Papers: al enterarse de la existencia de una persona que había contratado las agencias de recortes destinadas a rastrear todas las menciones de su nombre en la prensa, escribió: Yacen aquí, me parece, posibilidades terriblemente prometedoras. Según esa nota, el peso del relato nacería de diferentes ejemplos del egoísmo humano y del embrollo de la prensa, e incluiría la relación entre una muchacha fracasada y un hombre de fama. Esos años eran los más maduros y rendidores de una carrera literaria casi abrumadora en su producción. Mientras revisaba pruebas de su enorme novela Las alas de la paloma, iba escribiendo en 1902 diversos cuentos alternativamente. A principios del año siguiente, 1903, integrarían el volumen The Better Sort, que incluía una de sus obras maestras: La bestia en la jungla.
Sin embargo, cuando ordenó sus obras completas no incluyó The Papers. Eso ocultó la existencia del texto hasta hace muy poco, cuando fue rescatado con bombos y platillos, llegando a afirmarse que en parte profetizaba efectos negativos de la prensa de famosos tan cercanos como la muerte de Lady Di. Sería interesante ver la reacción de James ante esa exageración periodística-publicitaria, que forma justamente uno de los dos núcleos intensos del relato. O ver hasta qué punto se establecen vínculos en la Argentina con un caso reciente que parece tomar el caso descripto por James como base, hasta en algún detalle preciso.
El otro núcleo es la relación afectiva de su pareja protagónica. Ambos jóvenes y periodistas ven complicado, demorado y enturbiado el comienzo de su relación afectiva por su oficio: el de periodistas principiantes. Esa ubicación, y la situación inestable de los dos en el mundo, los empujará una y otra vez a casi fallarle al otro, ética, moral o personalmente, pero también a recobrar el equilibrio. El personaje que usa las agencias de recortes es la figura cómica del texto, y ocupa un claro tercer lugar junto al ausente célebre, que aparece flotando como un fantasma entre paternal y siniestro. Todos, sin embargo, están envueltos en el crisol modificador de la celebridad o el anonimato, de la mezcla enloquecedora de dato concreto o construcción de un edificio sobre la nada, que ha terminado por ser la esencia de Los Diarios.
Que James no haya incluido el texto en sus obras completas en principio no significa nada. También desdeñaba, por ejemplo, Otra vuelta de tuerca como un relato sensacionalista, rápido, un cuento de hadas para Navidad, a despecho del peso específico real de esa historia, que terminó por convertirse en uno de sus clásicos absolutos. En un texto sobre él, Graham Greene tenía la convicción de que ese rechazo relativo ante Otra vuelta... podía tener que ver con una importante inhibición, y retrocedió ante ella. En The Papers el motivo puede ser formal: no es casual que esta historia donde parecen pasar muchas cosas y terminan por pasar muy pocas, vuelva a proyectar sus luces y sombras en este fin de siglo. Pocos temas hay más posmodernos que el trabajo precario, más corrosivo que el desempleo mismo para el ánimo y la ética de quienes lo sufren, en buena proporción jóvenes como lo son Maud Blandy u Howard Bight, los dos conversadores protagonistas. Pocas veces, también, alguien penetró con más rigor y menos apoyo en realidades (el interior de una redacción, las técnicas concretas) en el núcleo mismo de la producción de realidades paralelas que es el periodismo, llevada al paroxismo a partir de la televisión.
Pocas veces, además, James escribió con mayor complejidad. En esa época vivía en Lamb House, una residencia casi rural, libre por fin de los plazos y aperturas de las publicaciones en revistas. Usaba el método del dictado, y se permitía después corregir, una y otra vez, un estilo que ya en su estado de fluidez veloz era extremadamente complejo. Hay siempre enJames una forma de mirar el paisaje social, eligiendo después sus personajes principales para mirarlos con mayor atención aún. Sin embargo esa atención no produce ni describe imágenes sino conceptos, desarrollos interpersonales mínimos y sobre todo una lucha entre el Bien y el Mal que no se desarrolla entre dos bandos, sino en el interior de cada cual.
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