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Meir·s - Migdal

El saxofonista promiscuo del rock nacional (los Redondos, Riff, Los Abuelos de la Nada, Charly GarcÌa)
devenido en capit·n descubridor del soul a la porteÒa tiene un cuarto disco solista por venir y una nueva vida por vivir, que incluye la llegada
de su primer heredero. Mientras, asegura que sus manos destrozan
las buenas intenciones musicales de su cerebro. Pero sigue insistiendo.

TEXTOS: MARTIN PEREZ
FOTOS: NORA LEZANO

La legendaria labia de Daniel Melingo apalabrÛ sin efectivo un oscuro estudio porteÒo por un tiempo, Poly y Skay donaron una de las cintas en que se grabÛ la m™sica, y meses despuÈs Alejo Stivel prestÛ su estudio madrileÒo para poner las voces. Tanta ayuda de sus amigos hizo que el autor de aquellos temas fuera asaltado por la duda cuando finalmente la odisea musical estuvo terminada. “øCÛmo le ponemos en la tapa?”, preguntÛ. A lo que Melingo respondiÛ: “Willy Crook, idiota... øCÛmo le vas a poner?”.

AsÌ es al menos como el propio Crook recuerda la escena, cuatro aÒos despuÈs, cuando Big Bombo Mama –aquel disco inici·tico– ha dejado de ser un mero capricho del saxofonista m·s promiscuo del rock argentino para transformarse en el puntapiÈ inicial de una exitosa carrera solista, que dentro de unas semanas tendr· un cuarto capÌtulo discogr·fico. “AhÌ fue cuando comenzÛ el p·nico”, precisa Willy, que confiesa que a™n hoy no puede escucharse en aquel disco sin sentirse un tanto incÛmodo. “Es que, lejos de ser el comienzo de una carrera, ese disco apenas si fue algo anecdÛtico. Por entonces la idea era seguir con los Lions In Love, la banda que tenÌamos con Melingo. Pero ese viejo motor del rock que es el hambre me volviÛ a poner un tiempo despuÈs en primer plano, y con la inconciencia de siempre volvÌ a ir para adelante. Y asÌ perdÌ la comodidad de estar entre el montÛn, porque una vez que salÌs al frente perdiste para siempre los privilegios del asalariado”.

Pos-dictadura

“En la mitologÌa griega, Eco es la ninfa que personifica el fenÛmeno sonoro”, explica Crook sobre el origen del tÌtulo de su cuarto ·lbum solista. “Pero dicen que Eco tambiÈn se ocupaba de distraer a Hera, la esposa de Zeus, mientras aquel se iba de joda por ahÌ”. M·s all· de historias griegas oficiales y no tanto del nombre, Eco es el segundo disco de Crook con los Funky Torinos. Un ·lbum doble, que incluye de regalo una placa con standards de jazz sin pretensiones. O “para amas de casa”, como le gusta decir al guitarrista Juan Miguel Valentino, factÛtum del grupo que firma los temas: la Valentino Jazz Bazar. Pero el ·lbum en serio de Crook reside en la otra placa, la que contiene 16 flamantes temas de los Funky Torinos. Algunos instrumentales, otros cantados. Un ·lbum que sale de la dictadura del soul de su predecesor, y amplÌa el espectro hacia el rock, el reggae y el dub. Hay invitados de lujo, como Diego Arnedo (en el tema “100%”) y Skay Beilinson (en “Eternity”, un tema compuesto en el Torino, camino al estudio). “Para tocar con Skay tambiÈn tengo listo otro tema”, confÌa Crook. “Pero no me gustÛ la letra que le puse. Y adem·s quiero que sea en castellano, asÌ que deber· esperar una prÛxima oportunidad”. Grabado en El Pie y masterizado en Temple of Soul Studios, Eco tiene fecha de presentaciÛn para el 19 de agosto en La Trastienda, en un recital gratuito. Habr· que ver si el recital termina con la frase que tan oportunamente termina el disco: “No pienses... °toc·!”.

Demasiado Amor

Crook ha sido, ha hecho y ha probado muchas cosas en su vida de movimiento perpetuo. Criado en Villa Gesell, siempre ha sido una duna que nunca se terminÛ de fijar. Pero hay algo que nunca va a dejar de ser, al menos para quienes eso importa: un Redondito de Ricota. “Antes me hinchaba medio las pelotas lo de los Redondos”, confiesa. “Sobre todo porque todo el mundo preguntaba por ellos, especialmente los periodistas. Muchos pibes que me vienen a ver, incluso en lugares donde uno ni se imagina que pueden llegar, son ricoteros. Por lo general se me acercan –ellos son asÌ–, y me preguntan por el Indio y el grupo. Eso sÌ, tienen muy claro que ahora yo hago lo mÌo. Y eso es una muestra de cariÒo.” La historia de Crook con los Redondos comenzÛ en 1982, cuando abandonÛ Gesell invitado por Luca Prodan. Cuando llegÛ a Buenos Aires descubriÛ que el pelado se habÌa ido a T™nez a filmar con su hermano, y no supo quÈ hacer. Fue entonces cuando le dijeron que una banda andaba buscando saxofonista. No los conocÌa, pero fue a probar suerte. Y quedÛ.
–øCÛmo te llev·s hoy con los Redondos?
–B·rbaro. Porque fue como separarse de una novia en el momento justo. El amor queda intacto. Yo me fui sin conflicto alguno, por mi propia necesidad espiritual, y ellos est·n casi orgullosos de eso. Fue en el momento justo, no daba para m·s. Ya estaba podrido, querÌa hacer otras cosas, me ponÌa nervioso ocuparme de un solo estilo. Era joven...
–Te fuiste justo. En el momento exacto en que ellos comenzaban a ser atrapados por su fama.
–La verdad que con la vida que llevan est·n sacrificando un montÛn de cosas. Sobre todo el Indio, que no se atreve a poner un pie en la calle. Tampoco puede, es demasiado amor.
–øCu·ndo te fuiste te imaginabas que el grupo iba a generar tanta pasiÛn?
–La verdad que sÌ. Algo estaba a punto de suceder con los Redondos. Toc·bamos en un lugar de 200 personas e iban 300. Ibamos a un lugar de 700 e iban mil. La verdad que nunca imaginÈ que iba a transformarse en algo tan pero tan grande... pero un caldo se estaba cocinando.

No mas 72 x 48

“Nunca pensÈ que yo iba a ser el vinagre”, dice Crook cuando abre la puerta de su casa en San Telmo. “Pero me quiero mudar de ac· porque ponen la m™sica muy fuerte por las noches.” Sucede que mucho ha cambiado en la vida del joven Willy, y el principal cambio tiene que ver con el alcohol. O, mejor dicho, con la ausencia de Èl. “Lo bueno de dejar de beber es que cuando te despert·s sabÈs que no tenÈs que pedirle perdÛn a nadie”, bromea, aunque se toma el asunto bien en serio.
–øCÛmo cambiÛ tu vida el hecho de decidir dejar de tomar?
–No fue nada f·cil, sobre todo teniendo en cuenta que me pasÈ m·s de la mitad de mi vida bebiendo. Eso me generÛ muchos problemas, sobre todo con la m™sica, que ahora est·n un poco superados. Pero al principio se me chocaban muchas cosas en la cabeza. Por ejemplo, el hecho de que nunca habÌa compuesto y casi nunca habÌa tocado sobrio en mi vida.
–øEn serio?
–SÌ, y adem·s era el famoso 72 por 48. 72 horas en pedo por 48 durmiendo.
–øQuÈ pasÛ cuando te diste cuenta?
–M·s que preocuparme por como lo hice, era øcÛmo voy a hacer ahora? Fue muy atemorizante. Pero llegÛ un punto en que no podÌa seguir m·s con esto. Hay un punto en que con el alcohol y todo eso hacÈs cualquier cosa porque no te importa nada. Pero yo ya habÌa llegado a un punto en que me importaba. Me daba cuenta del daÒo que les hacÌa a las personas que me rodeaban, y tambiÈn que mi estado iba a llevar todo a la ruina. Algo que estaba naciendo, como por ejemplo mi banda, iba a terminar siendo pisoteado como un pequeÒo brotecito bajo las patas de un hipopÛtamo.
–øY cÛmo influyÛ eso en la m™sica?
–Las primeras subidas al escenario fueron patÈticas, me aburrÌa hasta el calambre, pero fui aprendiendo. A los tres meses ya era mucho mejor, y ahora lo disfruto de nuevo. Pero lo m·s terrible era que a la hora de componer me veÌa con la pistola en la cabeza. PensÈ seriamente en retirarme una semana a alg™n lado y emborracharme para componer. Pero felizmente no hizo falta. Cuando me quise dar cuenta, terminÈ confirmando que tambiÈn podÌa componer sobrio. E incluso escribir buenas canciones. Lo que me faltÛ fue alguna balada sufrida. Las prometo para el prÛximo disco.

AtenciÛn, que no suene a queja. Porque no lo es. CÛmodamente instalado al volante de su muy bien cuidado Torino, Crook por supuesto que celebra su buen momento. “Me alcanza con que esto se mantenga estable”, murmura sonriente, sobrio como nunca y a punto de ser padre de un varÛn que llevar· el nombre de Nilo. A lo que sÌ suena cada uno de sus comentarios, que quede claro, es a humildad bien entendida. “Yo apenas si estoy ocupando un lugar que estaba libre; lo mÌo, como me definiÛ alguna vez Pappo, es un caradurismo que llegÛ para quedarse. Adem·s, apenas si estoy haciendo la m™sica que me gustarÌa escuchar”, dice de su m™sica. “El soul, despuÈs de todo, es un gÈnero tan noble como el blues. Un gÈnero que merece un destino similar dentro de la historia del rock local. Sabemos que bajo la alfombra del blues, las sirvientas del ritmo escondieron gran cantidad de basura durante el llamado boom del blues porteÒo. Pero al final los que quedaron son quienes saben tocarlo. Y con el soul deberÌa pasar lo mismo. Lo que yo hago es sÛlo reciclarlo un poco, en un juego interno que ha terminado sobredimension·ndose. DespuÈs de todo, mis expectativas con la m™sica siempre terminaron en el borde del escenario. Apenas si estamos ahÌ, con mis amigos, haciendo nuestra gracia. Es muy poco ambicioso, y tal vez sea eso lo que a la gente le gusta”.

Vaya uno a saber. Lo que a la gente le gusta de Crook bien pueden ser apenas sus dreadlocks. O su labia generosa y chisporroteante. O su vestuario, tan hype. O tal vez su frondoso pasado vagabundo y musical. “Lo mÌo siempre fue un poco como el libro En el camino, de Kerouac. Me criÈ en Gesell, vaguÈ por Europa, y toquÈ con todos: Sumo, Los Redondos de Ricota, Los Abuelos de la Nada, Riff o Charly GarcÌa, entre otros. Con el ™nico que me falta tocar es Spinetta, pero nunca pierdo las esperanzas”.

Una buena forma de hacerse una idea del camino recorrido por el Capit·n Crook, el Descubridor del Soul, es pensar en una persona que –al revÈs que muchos jÛvenes rockers– primero experimentÛ el rock y reciÈn mucho despuÈs se puso a escuchar y descubriÛ lo que m·s le gustaba. “Es cierto. Porque yo empecÈ medio con un dedo en el culo, un asunto de tocar o morir”, reconoce Willy. “Y lo que toco hoy tiene mucho que ver con mi ™ltima Època en EspaÒa, con los Lions in Love, y con haberme puesto a pinchar discos. Me daba el gusto de poner lo que querÌa, y descubrÌ que lo que querÌa era el soul. VenÌa de demasiada escuela de rock y querÌa escuchar otras cosas. ReciÈn en este nuevo disco, amigos, vuelve el rock”. Este nuevo disco se llama Eco, y con Èl Crook vuelve un poco a juguetear con esa poligamia estilÌstica que tan bien les caÌa a los leonesenamorados. “Era una banda increÌble, pero nadie se hacÌa cargo de nada”, recuerda Crook. “Y Èsa es una de las lecciones que aprendÌ: no existe la democracia musical. Alguien tiene que tomar las decisiones. Todo muy lindo, pero alguien tiene que agarrar el volante, sino chocamos seguro”. Y las lecciones no terminan allÌ. Bien se puede tomar el recorrido del Crook solista como una suerte de currÌcula del rocker autodidacta, en el que Big Bombo Mama es algo asÌ como el fin de la inocencia (“me engaÒaron y nunca me pagaron un peso”, recuerda). El olvidable Pirata serÌa entonces un momento de revancha (“como nunca nos pagaron el primero, lo copiamos en el segundo”, dijo alguna vez), y el homogÈneo Willy Crook y Sus Funky Torinos, el descubrimiento de un estilo personal. Y Crook sabe que esto no termina en Eco. Para recibirse en las academias del rock nacional, le queda una materia pendiente: cantar en castellano. “Todos los intentos que he hecho hasta ahora fueron desechados. TodavÌa no le encontrÈ la entonaciÛn correcta, no me puedo escuchar cantando en castellano. Adem·s, siempre existe la odiosa comparaciÛn con el inglÈs”, confiesa. “Pero no es un imposible. Ahora que tengo un poco m·s de tiempo, me tomo m·s en serio lo que hago y estoy m·s concentrado, voy a investigar ese curioso idioma llamado castellano”, bromea, ahora abrazando a su perro Chaca en el cÛmodo living de su hogar de San Telmo.

En la puerta est· estacionado el Torino, y a una cuadra y media, frente a la plaza Dorrego, su bar preferido. Lejanos est·n los tiempos en los que era un Redondito: hoy el Capit·n Crook apenas si se entusiasma al descubrir lo que ser· ser padre. “Era cierto nom·s lo de la semillita...”, dice, admirando la panza de su mujer Lorena, a punto de parir. “Me gusta pensar en el arte como un vehÌculo para ir a otro lado, a un lugar donde no exista bien ni mal”, dice quien sabe que la distancia que hay entre su cerebro y la punta de sus dedos es larguÌsima. “Lo que escucho en mi cabeza lo destrozo con mis manos”, revela. “Pero eso apenas si me augura todo un futuro por delante. No voy a quedarme conforme nunca, y es para eso que estamos ac·. Para caminar, no para llegar a ning™n lado”.