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Todo por 1.99

Fermín Muguruza y la realidad vasca
Optimismo, pero no tanto

Fermín Muguruza es el máximo referente del rock radical vasco y como tal tiene autoridad para expresar su opinión sobre la situación actual del Euskal Herria (el pueblo vasco), habitantes de un territorio que comprende parte del noroeste de España y el sudoeste de Francia, una de las zonas políticamente más conflictivas de ambas naciones, sobre todo por las acciones de Euskadi Ta Askatasuna -ETA- y la represión estatal. Para Fermín, éste es un momento más que optimista: después de décadas de acciones armadas, ETA se llamó a una tregua debido a que varias de las fuerzas políticas y sociales de Euskadi iniciaron las tratativas para encarar un proceso de paz “a la irlandesa” (en ese país, por la vía del diálogo se logró que el Irish Republican Army -IRA- detuviera la acción violenta).
Sin embargo, se mostró más escéptico a la hora de evaluar las intenciones reales del gobierno español. Para él, la propuesta gubernamental de reformar el sistema penitenciario para que los presos políticos vascos puedan cumplir condena dentro de las fronteras de Euskadi es, sencillamente, “una mentira”: “La ley española -explicó- dice que los presos deben cumplir condena en el penal más cercano a su hogar, así que lo que necesitamos no es una reforma del sistema penitenciario sino la aplicación del que ya existe”. Fermím (ex Negu Gorriak, ex Kortatu) concretó su quinta visita al país para presentar más o menos formalmente el disco Ireki ateak (Abrir las puertas), realizado junto al grupo euskaldun Dut, con canciones que van del Hard-rock y el hardcore hasta el reggae, con varias guiños al rap y al jungle. Y una especial versión en castellano y en euskara (el idioma del país vasco) de “El derecho de vivir en paz”, del chileno Víctor Jara.

MAXIMO ESEVERRI


Paul Weller
La gran bestia mod

Nuevo disco de El God Mod Paul Weller, ex líder de The Jam y superhéroe para buen parte de la clase rockera inglesa (y argentina, también) edita un compilado de hits de su carrera solista no casualmente bautizado Modern Classics, que incluye 16 temas entre los que están clásicos como “Sunflowers”, “Wild Wood” y “The Weaver”. El título es bien explícito para una antología del viejo y clásico más moderno del rock inglés. En plena carrera solista, Weller ha ganado el respeto unánime del rock británico y es reivindicado tanto por Noel Gallagher -.a quien tuvo de soporte sorpresa en su última gira por Gran Bretaña- como por Damon Albarn y hasta Paul McCartney, con quien compartió una potente versión de “Come together” en el proyecto benéfico Help capitaneado por Brian Eno.
Allá en Londres del ‘77, en pleno grito de los Pistols y los Clash, The Jam era vista como la banda de los hermanitos menores del punk (Paul tenía dieciocho). Pero ellos querían más que eso y volvieron hacia el pasado para rescatar del olvido a la estética mod con scooters, flequillos, saquitos ajustados y pantalones arriba del tobillo. Algo que a Paul le valdría el apodo de Modfather (un juego de palabras entre mod y godfather, padrino). Una anécdota: en aquellos días lo acusaron de revivalista y de copiar a The Who. El contestó “¿Cómo puedo ser un fucking revivalista si sólo tengo dieciocho años?” Ahora, a los cuarenta se reconoce un clásico. Pero bien moderno. Javier Aguirre


La Saga de Sayhueque y el rock indigenista
Los que no van a Morocco

“Preferimos morir peleando, que vivir esclavos”. Una vez (1882, para ser más exactos) alguien puso en su boca tal idea. Se trataba de un cacique cuyo reinado abarcaba el país de las manzanas (Neuquén y Chubut), cuando el sur pugnaba por seguir libre. Su nombre era Valentín Sayhueque, que se suicidió en prisión en La Plata. Hoy, el cacique renace como símbolo de una banda de rock que se presenta como su saga, conformada en La Plata por el hijo de la negra Poli: Gustavo “Cofia” Quartero en bajo, Pablo “Taichi” Rodríguez en viola y voz y Diego Sánchez en batería. Cultivan un rock fuerte, visceral y comprometido, cuya síntesis estilística definen así: “La pólvora está inventada”. Y prefieren desligarse de sus padrinos, Los Redondos, negando cualquier vinculación artística con ellos. “Sólo nos une una amistad de años y algún trabajo en común” dice el hijo de ya saben quién. Ante cualquier insinuación aclaran que no utilizan a Sayhueque como herramienta de marketing, ni mucho menos: “Nuestra admiración por su figura es íntima. Sentimos una especie de culpa ancestral porque salvó vidas entregando la suya. Por eso necesita tener el espacio que la historia le quitó. Cuando Roca terminó la campaña al desierto se convirtió en un signo de la traición blanca y ningún libro se acordó de él”, cuenta el guitarrista. Con esta postura, se puede inferir que las letras de la saga conforman un manifiesto indigenista. Pero no es así. “Los reclamos deben hacerlos ellos, desde sus propias creencias y no nosotros, que somos blancos descendientes de quienes los hicieron mierda. Es una forma de respetar identidades. Yo no puedo denunciar que un indio se está cagando de frío y hambre en el medio de la nada, mientras tomo mate en casa y hago rock a lo Faith No More con guitarras Fender. Creo que, quienes lo hacen, son demagogos que utilizan su discurso para vender más, mientras piensan en ir a tomar whisky a Morocco”, arremete Quartero.

Cristian Vitale