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Es domingo por la mañana y mucha gente está hablando sobre Bob Dylan y casi nadie sobre John Wesley Harding. Y está bien que -por una vez- la gente hable de alguien como Bob Dylan en un país como éste. Pero nada es del todo perfecto y he aquí mi modesta contribución a un mundo mejor. Un país donde también se hable de John Wesley Harding.
¿QUIEN? Además de llamarse igual que uno de los mejores discos de Dylan, John Wesley Harding es uno de los más interesantes músicos de los últimos tiempos. Inglés residente en San Francisco, descendiente de magos de vaudeville y predicadores religiosos, su obra es la perfecta combinación de ambas actitudes. No en vano casi todos sus discos (ver recuadro) llevan títulos de films -o apelaciones a la vida y obra- de Frank Capra.
¿QUE? Siempre quise ser una amalgama de todos mis músicos favoritos. Mi música siempre fue la música de un fan. Y creo que lo sigue siendo, me explica John Wesley Harding por e-mail. Y enseguida me pregunta acerca de la existencia de una edición mutante y argentina del Down in the Groove de Dylan. Pero no hablemos de eso todavía. Digamos, en cambio, que John Wesley Harding es mucho más que la suma de sus partes. De acuerdo, se puede pensar en una combinación de Bob, Ray (Davies) y Elvis (Costello) con la avalancha folk del Nuevo Mundo. O, como bien definió la revista Stereophile ya a la altura de Here Comes the Groom: Una súper-condensada historia del rock & roll explotándote en los oídos. Así es. Pero el impulso enciclopédico, con el tiempo, se ha ido apaciguando. Desde Why We Fight -y especialmente en sus dos últimos trabajos, New Deal y Awake- John Wesley Harding sólo se parece a sí mismo. Y va a ser muy difícil para cualquiera ser lo suficientemente bueno como parecerse, un poco, a John Wesley Harding.
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¿POR QUE? La misma historia de siempre: gran éxito de crítica y saludable fenómeno de culto. Se sabe: el reconocimiento del verdadero talento a la altura del fin de milenio consiste exactamente en eso. Y que, por ejemplo, la Rolling Stone Album Guide diga -al hablar de él- que sus canciones son excesivamente inteligentes para su propio bien. A lo que Harding -Wes, para los amigos- responde: No creo que uno pueda llegar a ser excesivamente inteligente. Que yo esté seguro de no serlo habla muy claro del triste y estúpido estado de la música y las letras del rock. Cuando uno intenta algo un poco diferente -hacer algo más que canciones de protesta ingenuas o hablar sobre mujeres, por ejemplo-, esa persona será indefectiblemente acusada de ser excesivamente inteligente para su propio bien. Yo sólo creo ser bastante normal y dueño de una mente curiosa y escribo acerca de lo que ocurre en ella, de lo que me preocupa y de lo que me parece hermoso. De acuerdo: tal vez sea excesivamente inteligente como para convertirme alguna vez en un artista exitoso; pero es así como yo juzgo al arte. Y ya que estamos: estoy muy orgulloso de que alguien me considere excesivamente inteligente.
Acto seguido, Wes vuelve a preguntarme si le conseguí el disco mutante de Dylan. Estoy en eso, le contesto.
¿DONDE? También le digo que estoy escuchando todos y cada uno de sus discos. Y que suenan cada vez mejor. John Wesley Harding es la clase de tipo que puede hacer sonar a un disco llamado Here Comes the Groom como si se tratara de un greatest-hits de todo el mundo: convierte Like a Prayer de Madonna en una de las más grandes canciones folk jamás escritas, y Kiss de Prince como cantada por el fantasma de Robert Johnson. Y hasta puede ser profético: como cuando anticipa, con When The Beatles Hit America, el retorno de los cuatro de Liverpool para hacer Anthology. Se pueden decir tantas cosas -y todas buenas- sobre la obra de John Wesley Harding, que es mejor dejarlo hablar a él de sus discos:
It Happened One Night: Se me ocurrió que sería una gran idea que mi primer disco fuese en vivo. No lo fue, claro. Pero se convirtió en artículo de colección y fue reeditado por Rhino. Creo que es el disco más honesto que se puede hacer. Y muy valiente, además: el cantante y sus canciones frente a un grupo de amigos.
Here Comes The Groom: Primer disco de estudio con los Attractions de Costello como sección rítmica. Muy orgulloso de él. Spaced Cowgirl tiene todo para ser un gran hit de otro artista. En serio.
The Name Above The Title: El anterior fue un gran éxito de crítica y un modesto éxito de ventas. Las canciones son mejores pero la producción no es tan fresca en mi opinión (aunque mis fans no están de acuerdo conmigo). The Movie of Your Life es un gran logro. Siempre quise que la cantara Art Garfunkel.
Why We Fight: Steve Berlin -de Los Lobos- produjo éste. Es aquí donde empiezo a sonar como siempre quise sonar. Las letras no se pierden dentro del sonido. Es mi único disco que viene con las letras. No volverá a repetirse. Las letras de las canciones no lucen bien impresas. Ejemplo: Blowin in the Wind ya tiene una forma en mi cabeza que nunca me interesó que tuviera. Y es la forma que tenía la primera vez que la vi escrita: rectángulo, cuadrado, rectángulo, cuadrado, rectángulo. Desearía no haberla visto nunca. Desearía que estuviera soplando en el viento.
John Wesley Hardings New Deal: Quise hacer un disco folk o mi particular versión de folk barroco. Tal vez no sea un disco muy ambicioso pero a mí me gusta.
A mí también.
¿COMO? Lo que nos lleva a Awake, o cómo conseguir una -otra- obra maestra. Lo cierto es que aquí nos fuimos con Chris von Sneidern, el coproductor de New Deal, a navegar lejos, intentando crear toda una nueva forma de oír mis canciones. No es un disco con buen gusto. No soy particularmente fanático del buen gusto. Creo que mi escritura ha mejorado a lo largo de los años: donde usaba la ironía como un arma, ahora soy más sutil y uso tanto la música como las palabras. Awake es toda una experiencia y, de algún modo, siento como si fuera mi primer disco.
El juego de palabras en el título (la variante tipográfica en la cubierta hace que Awake se lea como una palabra y signifique despierto o como dos palabras y signifique un funeral) nos avisa: es un disco felizmente triste o tristemente feliz. De una u otra forma, está recorrido por una sombra pesada: Max Brand -el mejor amigo de Wes, y a quien está dedicado- murió junto a su mujer en un accidente de avión rumbo a su luna de miel. El sentimiento de muerte aparece en canciones como Your Ghost (Dont Scare Me Anymore), Burn -virtual testamento del autor, donde pide que no cuelguen su guitarra en el Hard Rock Café- y en la emotiva coda que cierra el asunto. Las canciones de amor no se quedan atrás: Wes se las arregla para mezclar partes iguales de cinismo y entrega, como en la vida misma a la hora en que el corazón nos demuestra que es un músculo muy elástico. Y qué otro se atrevería a titular una canción Sangre, sudor, lágrimas y semen y lograr que, al escucharla, uno se acerque peligrosamente al borde de las lágrimas sin sentir vértigo sino agradecimiento.
¿UH? Le escribo a Wes para decirle que le conseguí el Dylan mutante. En Villa Gesell. Me responde, británico al fin, que ahora estamos a mano con eso de la Mano de Dios de Maradona y que no estaría mal darse una vuelta por Argentina. Mientras tanto, mi nueva misión es conseguirle el vinilo de Down in the Groove. Todo el mundo necesita tener una misión en la vida, me dice con la autoridad de quien sabe lo que está diciendo.