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Vale decir




Dentro de la amplia gama de producciones que giran alrededor de la figura de Ernesto Guevara (los ya estrenados El Che, de Aníbal Di Salvo, y Hasta la victoria siempre, de Juan Carlos Desanzo; los proyectos de Tristán Bauer y Luis Puenzo; además de la lista internacional en el 30-o aniversario de su muerte), hay una muy especial: un documental. O algo parecido, dado que no es el testimonio clásico del género, y, lógicamente, tampoco es un film argumental de ficción. Su responsable es Miguel Pereira, un cineasta conocedor del tema y del soporte.
El jujeño Pereira ganó el Oso de Plata en el Festival de Berlín de 1987 con su ópera prima en ficción La deuda interna. A partir de allí se hizo conocer mundialmente. Su segundo largo fue La última siembra (1990). Pero antes y después de esas dos películas, siempre filmó documentales. Al ya lejano Ecos sobre los Andes (1983, codirigido con Federico Urioste), se le suman El alma del bosque (1985), Los chicos del Belgrano (1991), 400 veces Jujuy (1993), Simplemente Jujuy (1994) y Semana Santa en Tilcara (1996). Son cortos o mediometrajes documentales para televisión o para difusión turística. Ahora, Pereira volvió al largometraje, mientras tiene en carpeta una serie de proyectos de ficción como La Mula (a filmar en varios países, en coproducción y con figuras internacionales, sobre las plantaciones de coca y el narcotráfico). También están a la espera unos postergados telefilms producidos por Eliseo Alvarez y María de los Angeles Mirra, y el film El camino del agua, una comedia desopilante que transcurrirá, lógicamente, en su provincia natal.
Rodada durante los meses de abril y mayo del año pasado, Che ... Ernesto estuvo en el Festival Internacional de Mar del Plata; luego viajó a Huelva (España), donde se exhibió fuera de competencia, dado que Pereira era uno de los miembros del Jurado; participó en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana (Cuba), con muy buena respuesta del público, e integró la Semana de Preestrenos de Cine Argentino organizada por la Asociación de Cronistas Cinematográficos en la ciudad de Mar del Plata. De todos modos, su fecha oficial de estreno, es aún un misterio.
¿Por qué, teniendo en vista un par de films de ficción, encaró su primer largometraje documental sobre un personaje tan en boga como el Che?
-El proyecto no es mío, fui convocado para este film por Aleph Producciones, productora, también del largometraje de ficción sobre el Che Guevara Hasta la victoria siempre. De ellos surgió la posibilidad de hacer un documental. Pero, esta vez, no del Che, sino de Ernesto Guevara. O sea, hacer conocer más sobre la personalidad de Guevara. Sobre los motivos por los cuales el recién recibido médico había hecho ese largo viaje por América latina y las circunstancias en que se transforma en un revolucionario, en el Che.
¿Cuándo nace la propuesta?
-En febrero del año pasado. Yo dije que sí inmediatamente, por dos motivos. Uno, me interesaba trabajar sobre una figura tan emblemática como la del Che Guevara. Pero también porque había una participación bastante importante de la Secretaría de Cultura de la Nación. Explico: Pacho O’Donnell sugirió mi nombre para filmarlo, y con él no podía negarme. Fue el único funcionario nacional del cual recibí algún tipo de apoyo. Sentía que tenía una deuda con él. Este ofrecimiento fue como un regalo para mí. Además, los documentales fueron mi primer amor, y en éste tenía la oportunidad de hacer algo diferente y no tan tradicional. Tuve carta libre absoluta para poder contar lo que quería.
¿Cómo es ese documental que no es tan documental?
-Se basó en la búsqueda de una forma diferente de lo que uno esperaría que se haga con un tema así. O sea, salir del material de archivo, de los grandes reportajes, sin que se transforme en algo estadístico y de profusión de datos. Había que buscar otra manera para el relato. Propuse mi idea y se aceptó. Entonces, empecé a trabajar en el posible guión. Vi toda la filmografía que existía, consulté todo el material de archivo. Pero, todo me parecía excesivamente estadístico, aburrido, similar. No quería meterme con la figura del Che Guevara, con esa personalidad inasible que alcanzó la categoría de mito. Entonces me propuse averiguar por qué ese hombre se convierte en el Che. Leí y estudié mucho. Y comprendí que lo que realmente lo cambió fueron los viajes. Fundamentalmente el último gran viaje que hace por toda Latinoamérica. Guevara parte con un objetivo: encontrarse con su amigo, el doctor Granados, en el leprosario San Pablo de Venezuela. Pero en su viaje va conociendo la realidad latinoamericana y los diferentes movimientos revolucionarios que desean y pelean por un cambio. Llega a México donde conoce a Fidel Castro, y termina embarcando en el “Granma” para ir a Cuba e iniciar la Revolución.
¿Con qué material se nutrió para llegar a la conclusión de encarar un documental de estas características? -Leyendo todo lo que había, todos los libros editados acá. Y también un material muy interesante que se encuentra en Cuba. Sobre todo un atlas que existe sobre el Che Guevara, donde está diagramado todo: desde su nacimiento hasta su muerte. Todos los lugares que recorrió, todos los traslados que hizo siendo niño (Rosario, Córdoba, Buenos Aires), los viajes que hizo dentro de la Argentina con su bicicleta a motor, y el primero con Alberto Granados por América latina. Y, básicamente, todo lo relacionado con su segundo gran viaje: la calle en que vivió, de qué trabajó, qué hizo, cómo se ganaba la vida. Esto es lo que nos dio el material para el film.
¿El Che emprendió solo ese viaje?
-Primero estaba acompañado por Carica Ferrer, pero se separaron en Guayaquil. Luego, conoció a Ricardo Rojo, que más tarde escribiría el libro Mi amigo el Che. En ese viaje se casó con Hilda Gadea y en México nació su primera hija, Hilda Beatriz. Después, se encontró con los cubanos. Pero la certeza es que fue en ese viaje que el Che descubrió su ser americano, sus raíces, sintió una afinidad muy grande con el resto de América latina, una fuerte compasión, que ya estaría marcada en su vocación de médico y en su deseo de servir a los demás. Fue un viaje ideológico en el que se fue nutriendo de todos los conflictos y de la problemática que fue encontrando a lo largo del continente. Todos los países que recorrió estaban bajo dictaduras o en plenos procesos revolucionarios para derrocarlas. Todo esto lo va marcando y le va dando conciencia como hombre latinoamericano.
La película, ¿es una tesis sobre ese descubrimiento? -¡No! Nosotros sólo queríamos narrar el viaje de Guevara. El problema era cómo: ¿con un director que va mirando, con una voz en off que conduce la cámara? Entonces, surgió la idea de convocar a dos personajes, dos personas de generaciones distintas. Una de ellas fue Envar El Kadri, fundador de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), una persona comprometida ideológicamente y con muchas lecturas sobre Guevara. Era importante que el otro personaje, el joven, tuviera la misma edad que tenía Guevara cuando partió de Buenos Aires (25 años), pero que perteneciera a la generación de la MTV, que supiera solamente que Guevara era un revolucionario argentino que estaba en infinidad de posters. Así elegimos a Gerardo Klein.
¿Cómo se relacionan estos dos personajes? -El viaje hecho por estos personajes tiene dos planos. Uno, en el cual El Kadri le cuenta a Gerardo la historia, recorriendo los mismos lugares por donde pasó Guevara. Lógicamente, en ese plano se juega toda la carga ideológica de parte del relator. El otro, que sucede al mismo tiempo, trata sobre la curiosidad de Gerardo por averiguar quién era Guevara. Todos los diálogos son entre ellos y frente a cámara. Algunas veces aparece mi voz en off con alguna pregunta, cuando veo que hay desacuerdo entre ellos, ya sea por la edad o por la ideología de cada uno. Hay también unas pequeñas entrevistas que ellos mismos les hacen a distintas personas en las calles.
Así como para Guevara fue un viaje iniciático, ¿también lo vivieron de esa manera?
-Totalmente. Para el Che fue un viaje iniciático, transformador. Y para nosotros también. El Che tenía una fuerte vocación por la arqueología y la antropología. Visitó con especial interés todos los sitios arqueológicos y donde quedaban vestigios de las viejas civilizaciones precolombinas: Tiahuanaco (Bolivia), Machu Picchu (Perú), las ruinas mayas en Tikal, Chichén Itzá, en Yucatán (México). Y ahí filmamos. Guevara palpó la realidad día a día. La pobreza, las injusticias, y se fue financiando el viaje con su trabajo de médico. Trabajaba en los hospitales nacionales de cada país. Hasta llegó a vender lamparitas con los cubanos en Guatemala. También hombreó bolsas, y así se sustentaba la comida. Nosotros no tuvimos que hacerlo, pero pudimos entender lo que le ocurría al Che en su ruta.
¿Cómo fue planificado el viaje y qué apoyos tuvieron?
-Nosotros organizamos la producción desde acá y teníamos estudiado todo el recorrido. Yo había hecho un viaje anterior al rodaje y sabía exactamente dónde íbamos a ir y cómo lo íbamos a implementar. Teníamos un tiempo específico de casi seis semanas para hacerlo, no podíamos detenernos. No hubo relación ni apoyo oficial con otros países.
¿No tuvieron que hacer trámites, sacar permisos?
-Quizá correspondía hacerlos, pero no los hicimos. Y ya tengo un problema en Bolivia respecto de eso. Las autoridades bolivianas leyeron en la prensa que estuve allí y reclamaron que había que pagar una especie de arancel por filmar en La Paz y en otros lugares. Eso está establecido en las leyes del Instituto de Cine Boliviano. Y habrá que pagar nomás.
¿Hay documentación fotográfica de ese viaje del Che?
-Muy poca. Su imagen de entonces es muy distinta de la que se conoció después. Guevara era un joven sin barba, pelo corto, fuerte, atlético. En muchos de los países que visitó se entrevistó con ministros. Se interesaba por la política y la sociedad de cada lugar. No fue un viaje turístico. Fueron tres años increíbles. Dos protagonistas que van contando sus vivencias y parte de la historia de un viaje supone agregados y nuevas articulaciones en el guión ...
-¡Es que no había un guión escrito! Había una idea. El guión se fue desarrollando a medida que el viaje progresaba. Lo que yo aporté fue un itinerario, un cauce. Sabíamos que en determinado lugar había pasado tal cosa. Pero después, todo lo demás, fue espontáneo: lo que decía El Kadri, lo que contestaba Klein. Por ahí se cruzaba alguien y lo entrevistaban. Fue un rodaje tranquilo, era todo muy preciso, no tuvimos ningún tipo de demora. Hicimos ocho países en poco más de cinco semanas. Siempre filmando a la luz del día. Entonces son protagonistas y guionistas ...
-Más o menos. En la película se habla todo el tiempo del Che y no se lo ve nunca. En realidad lo que se ve es la interacción de estos dos personajes. Ernesto Guevara está presente y es el punto de referencia, pero uno observa el viaje de estos dos personajes, que pertenecen a dos mundos distintos, que no se entienden la mayoría de las veces, que desconocen todo sobre la otra generación. Y en esas dudas y contradicciones, justamente, está la riqueza del film.
¿Por qué se recurre con tanta frecuencia a personajes míticos como Eva Perón o, como en su caso, el Che Guevara?
-Afuera, a los argentinos nos conocen, más que por Maradona o Gardel, por el Che. Es el argentino más famoso. Y los mitos vuelven. Yo creo que acá, sobre todo con los jóvenes argentinos, si hay una vuelta con la figura del Che es porque no hay figuras ejemplares. Lo que hay son héroes de barro: conductores de televisión, músicos. Las figuras que la sociedad impone como ejemplares son rechazadas por la juventud que no se siente identificada con eso. Y lo que encarna el mito del Che Guevara es justamente los ideales. Y no el idealismo por sí mismo. El Che fue un hombre que concretó sus ideales, los hizo realidad y demostró que vale la pena morir por un ideal. Yo creo que en eso se conectan los jóvenes con la figura del Che.
EL VIAJERO
“Fue un viaje al interior de cada uno -dice Envar El Kadri-. En el caso mío fue tratar de explicar las razones por las cuales miles de jóvenes en la Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia y Perú lucharon por un cambio de estructuras. Y también con el distanciamiento de los años que pasaron desde aquella época. Eso hace que uno tenga una mirada diferente. Apasionada, comprometida, pero diferente. Yo me mantengo fiel a lo que pensé toda mi vida. Pero la de hoy es una mirada más serena, despojada de muchos preconceptos. Y me permite sacarle jugo a ese viaje.”
Envar El Kadri fue un militante peronista durante gran parte de su vida. Y esto le ocasionó cárcel y exilio. Regresó a la Argentina con la democracia. Primero fue productor cinematográfico, habiendo ejercido ese rol en varios films de Fernando “Pino” Solanas: El exilio de Gardel (1985), Sur (1988) y El viaje (1991). Más tarde, y hasta hace dos años, fue el representante argentino del sello discográfico Milan Sur. Durante el rodaje de Che ... Ernesto fue escribiendo, en los ratos libres, una especie de diario de rodaje o de viaje. Lo tituló simplemente Por las rutas del Doctor Guevara. En un párrafo escrito en Guatemala dice: “Viajamos por el interior del país, donde las cámaras de Miguel Kohan y Pablo Salomón van captando los detalles multicolores de los 22 grupos autóctonos que conforman Guatemala: visitamos el mercado de Chichicastenango, el lago Atitlán, espejo del mundo, con sus doce pueblos con nombres de apóstoles, que visitó Ernesto y que ahora tienen doble autoridad: la designada por el gobierno y la elegida por la comunidad. En Panajachjel encontramos a Ana González, antropóloga, a cargo de un programa de Naciones Unidas para la afirmación de la igualdad de oportunidades y reconocimiento de los derechos de las mujeres, lo que no es poca cosa en esta sociedad machista. Con ella había compartido las luchas y esperanzas del Peronismo de Base en 1973, y da gusto verla militando de otra manera, pero con la misma pasión, por los derechos y la dignidad de la gente. Como lo hacía el Che”.
HOJA DE RUTA
Che ... Ernesto es un viaje. Uno muy especial, en el cual participó un equipo muy reducido. Miguel Pereira como director general, autor de la idea y el guión y Roy Easdale en la producción. La asistencia de dirección estuvo a cargo de Marcela Niemiec y Uriel Sokolowicz, el sonido directo fue coordinado por Carlos Caleca. La fotografía y cámara por dos personas: Miguel Kohan y Pablo Salomón. Utilizaron dos cámaras de video digital portátiles, para el mejor traslado. Sus relatores-conductores-actores son Envar El Kadri y Gerardo Klein. El Che Guevara viajó desde la Estación Retiro en Buenos Aires, el 7 de julio de 1953, hasta Veracruz, México, donde llegó el 25 de noviembre de 1956. Este nuevo viaje se inició a mediados de abril de 1997, en La Quiaca (ya no hay tren a Jujuy) y finalizó en México DF, el 23 de mayo. Recorrieron un total de ocho países (Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Guatemala y México) viajando en avión, tren, ómnibus y combi.

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