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 | Una de las primeras cosas que dijeron los Beatles cuando llegaron a su gira en los Estados Unidos fue que querían ir a ver a Muddy Waters y a Bo Diddley. Un periodista, en rueda de prensa, les preguntó: ¿Y eso dónde queda? |
Para saber en realidad quién es Bo Diddley, habría que recurrir al siguiente juego: hacer escuchar a alguien alguna de las versiones de los Rolling Stones de Not Fade Away y el Lust for Life de Iggy Pop que sirvió como fondo musical de la película Trainspotting. Preguntarle a ese alguien quiénes son los intérpretes. Seguro, rotundamente convencido, ese alguien dirá los Rolling Stones e Iggy Pop. Después, hacerle escuchar el tema Bo Diddley, grabado en 1955, compuesto vaya uno a saber cuándo, pero seguro varios años antes de los Stones y de Iggy. Preguntarle nuevamente por el intérprete a ese alguien. Que dirá, seguro, convencido, que esa voz es la de Jagger y esa guitarra, la de Richards. Para dar por terminado el juego, hay que poner cara de sobrador y decirle a ese alguien que no, que se equivocó, que escuche los temas que siguen. Y mostrarle la tapa del CD en la cual un muchacho negro, vestido con un casi ridículo saco rojo a cuadros, pantalones negros de seda, una guitarra cuadrada y unos anteojos de carey enormes, en pose de rockero desenfrenado de los lejanos 50.
LA PREHISTORIA Ese muchacho, efectivamente, es un desenfrenado rockero de los años 50, nacido en 1928 en una granja algodonera situada entre McComb y Magnolia (Mississippi). El mismo muchacho que a los cinco años se muda a Chicago y aprende a tocar guitarra y violín en una iglesia y, después, de la mano de un profesor llamado Frederick. El mismo que mamó blues desde la cuna y que siguió tocándolo y cantándolo para siempre. El muchacho que luego de un paso fugaz por los rings de boxeo decidió ser músico. El muchacho que se llamaba en realidad Ellas Bates, que luego se bautizó Ellas McDaniel (apellido de una tía, la que lo crió luego de la muerte de su madre) y que luego, y para siempre, tomó el nombre de Bo Diddley para llevar su música hasta los límites que separaban el rock del blues.
Bo Diddley había comenzado a tocar en las calles de Chicago allá por 1951. Los mercados y las esquinas eran sus escenarios habituales. Alguna vez llegó al Club 708, donde muchos intérpretes desconocidos tenían un segmento para exhibir sus temas. Diddley tenía influencias notorias (Nat King Cole, John Lee Hooker, Muddy Waters), pero poco a poco fue armando un estilo propio, que lo colocaría rápidamente en uno de los sitiales más altos de la música norteamericana.
PRIMEROS INCESTOS Por ese entonces (1953, 1954) el rhythm and blues se encontraba en pleno proceso de expansión, accediendo poco a poco y de manera inexorable al mercado popular. Siempre se dijo -convenciones son convenciones- que el rocknroll nació como resultado de la unión entre el rhythm & blues ejecutado por los negros y el country o el western de los músicos blancos. Prueba de esa tesis son Bill Haley o Elvis Presley. Pero lo cierto es que el blues negro y el country blanco mantuvieron relaciones incestuosas e intermitentes dando lugar a nuevos ritmos que volvían a cruzarse con algunos de sus antecedentes y generaban otro distinto. Así surgían, mes tras mes, géneros nuevos que se relacionaban y se cruzaban y debatían entre ellos.
En la mitad de los 50, la diferencia, la verdadera diferencia radicaba en la edad de los oyentes. Las compañías discográficas independientes comenzaron a dirigir sus esfuerzos en busca de impacto en el mercado joven. El sello por excelencia era Chess Records y, en 1955, produjo un cataclismo: se apartó de sus autores incondicionales del Delta (Muddy Waters, Howlin Wolf y Sonny Boy Williamson) para promocionar a los que aportaban nuevos sonidos. Esos sonidos provenían de Chicago, y sus paradigmas eran Chuck Berry y Bo Diddley. Desde ese momento, las dos vertientes pasarían a formar a legiones de nuevos músicos.
En su particular estilo, el legendario Muddy Waters diría: Los Rolling Stones se hicieron famosos después de mi canción Just Make Love to Me. Lo siguiente que supe fue que estaban de moda. Así es como la gente en los Estados Unidos se enteró de quién era Muddy Waters. Pero en su primer disco, Jagger y Richards también rendían un homenaje a la otra escuela: Mona, de Bo Diddley, parecía el himno de los adolescentes stones. Algo que confirma Bob Messinger, el representante de Waters: Una de las primeras cosas que dijeron los Beatles cuando llegaron a los Estados Unidos fue que querían ir a ver a Muddy Waters y a Bo Diddley. Un periodista, en rueda de prensa, les preguntó ¿Y eso dónde queda? La escena se repetiría, casi calcada, en la primera gira de los Stones. Con la única diferencia de que los Rolling pidieron que Diddley tocara con ellos en el tour de 1963.
HIJOS DE BO Resulta imposible pasar por alto el impacto Diddley en la música que siguió. Fue la marca beat en la explosión británica rock de los años 60, desde los ya mencionados Stones a los Yardbirds y otras leyendas británicas desconocidas en el resto del mundo, como Johnny Kidd & The Pirates y los Pretty Things (que tomaron su nombre de una canción de Bo). En los Estados Unidos, los Doors volverían una y otra vez sobre las canciones de Diddley, y resulta ocioso mencionar a todos los grupos que utilizaron hasta el cansancio las baterías como tambores africanos para darles a los temas una variante al viejo y parejo ritmo. Todo eso había sido patentado por Bo Diddley.
Con la diferencia de que, en Bo, esos tambores africanos pasaban por el énfasis rítmico de su guitarra. Sus temas hablan del lenguaje callejero, de insultos verbales, de quien mira hacia adelante y preanuncia el hip-hop cuando todavía realizaba sus caminatas de renegado por los bares donde se escuchan los blues maestros.
Bo Diddley -el muchacho de los enormes anteojos con armazón de carey, el Bo de los trajes de tela escocesa o de cuero, el Bo de la guitarra cuadrada hecha por él mismo- fue el rockero que trajo los blues profundos a la Norteamérica blanca. Mientras Chuck Berry seducía con los fraseos de su piano o con un solo de guitarra fluido y letras que revelaban el sueño americano adolescente, Bo Diddley era el puente entre el sonido de la guitarra armónica y los cantos de los blues de Chicago y Mississippi. Yo soy lo que ustedes llaman un francés negro, un creole. Mi gente es de muchos lugares. Primero, de Nueva Orleans, pero también franceses, africanos, indios, americanos, todos mezclados. De ahí viene mi música, de toda esa mezcla, decía Diddley.
LA LEYENDA Nueva Orleans es la ciudad de los Estados Unidos donde el tambor africano sobrevivió durante y después de la era de esclavos. Fue también el lugar que Jelly Roll Morton definió como de tinte latino. La ciudad con mayor tradición de bandas de bronces (trompetas, trombones) y que produjo generaciones de bateristas cuya línea rítmica lanzó el primer rocknroll o lo que se podría llamar el beat Diddley.
Nueva Orleans ejerció en Diddley una fuerte influencia de lazos de sangre. Nunca le faltó, además, ese variado ambiente musical. Es cierto que tomó lecciones formales de violín durante varios años, pero no es menos cierto que se escapaba a las iglesias bautistas para escuchar, vivir y dirigir el shout mode (cantar gritando) al cual él mismo se referiría como pieza fundante de su música.
Así fueron naciendo los grupos que acompañarían a Bo. Que incluyeron, en un primer momento, a Jerome Green (quien tendría el insólito mote de el más grande tocador de maracas del mundo), a Billy Boy Arnold en armónica y a Clifton James en batería. Con ellos, comenzó en los clubes de Chicago en apenas comenzados los 50. Bo y Billy Boy hicieron dos canciones en un demo que fueron adquiridas con resultados legendarios: la Chess Records los sacó para siempre del anonimato. El 3 de marzo de 1955, Bo Diddley entró en los estudios para grabar su primer par de canciones: Bo Diddley y Im a Man. El ingeniero de la discográfica, Malcolm Chishlom, recordó en 1988: Hay canciones que uno reconoce como clásicos en el mismo momento en que las está cortando. Esas dos lo fueron.
Luego de cuarenta años, podría definirse a ese simple como uno de los discos que más influyó en la historia de la música popular anglosajona. El lado A comenzó a construir el mito de Bo, por muchas más razones que el hecho de llevar el nombre de su intérprete en el título: introdujo la marca Bo en los jóvenes aspirantes a músicos. Im a Man no era menos explosivo: llevando hasta el límite los blues eléctricos de Chicago, Diddley seducía con el riff arquetípico de su guitarra descansado a ratos en la armónica de Billy Boy Arnold.
El impacto que logró Diddley no se registró sólo en los rankings de ventas. Para fines de abril de 1955, Little Walter ya había grabado Roller Coaster, un tema de Diddley, con el propio Bo como guitarrista. Pocos meses después, Muddy Waters hizo su velado homenaje al atreverse a un cover de Im a Man.
El ritmo Diddley -ese primer simple y sus temas grabados por otros grandes- modificó el oído del público. Y sus siguientes composiciones lo modificaron aún más: la entrada vocal electrificante de Bo encajaba a la perfección con la textura más liviana de Lester Davenport en armónica. Diddley Daddy lograba ascender hasta la posición 11 en los rankings.
Para sorpresa de todos, el éxito de Bo se detuvo durante tres años. Misteriosamente también, porque Diddley hizo algunas de sus canciones más memorables entre 1957 y 1959. Ocurría que Diddley había vuelto al territorio de los blues clásicos -su Im Looking For A Woman es un paradigma- y sólo la batería parecía haber quedado anclada en el nuevo rock.
Pero, así como desapareció enigmáticamente de los rankings, volvió. Y volvió con temas como Mona -la mano derecha de Bo dominando el nuevo rasgueo del rock y un lirismo en la letra que dejaba de lado la común fantasía de padrillos de los bluseros sureños-; Before You Accuse Me -que luego tomara Eric Clapton como caballito de batalla de sus conciertos-; o Say Man, que alcanzó el quinto lugar en los rankings de pop y el tercero en los de rock.
Pero su influencia no sólo se hacía sentir en los otros músicos. Su tema Road Runner -que trepó hasta el puesto 10-, con un ritmo cansado, de semanas en la ruta a bordo de un camión, tenía los soportes vocales de unos monótonos beep-beep que inspiraron, años después, la creación del famoso Correcaminos. Aquellos que escucharon primero el tema Pills en la versión de los New York Dolls probablemente se sorprendan al descubrir que el original de Diddley sonaba más como un queja que como una celebración del rocknroll. Y la forma en que sus cortes rítmicos contradecían la melodía de los bajos en I Can Tell golpearon más fuerte en Inglaterra que en los Estados Unidos. Ese tema fue un hit para los malos muchachos prestones del rock británico, Johnny Kidd & The Pirates, y fue resucitado justo antes de que los punks explotaran en el Reino Unido.
Diddley seguía tocando en los circuitos de festivales de rocknroll, tan adorado por su público como por otros músicos. Abrió una de las primeras giras estadounidenses de The Clash a fines de los 70. Keith Richards y Ron Wood se incluían o lo incluían en varias grabaciones. Después, como para alejar viejos fantasmas, ocupó su lugar en la Super Super Blues Band junto a Muddy Waters, Howlin Wolf y el piano de Otis Spann. La lista podría seguir interminablemente.
Todos tienen algo que agradecerle a la leyenda Diddley. A sus temas, a su colaboración en discos como excelente guitarrista, a su particular manera de componer, a su forma de cantar. Todos tomaron algo de él: además de los Stones, grupos menos duros como Hermans Hermits, Animals, Yardbirds o Fleetwood Mac. También Eric Clapton, John Mayall o Jimi Hendrix. Ahora es el turno de poder ver y escuchar a la leyenda en vivo. Lo avalan más de cuarenta años de música, su sonido puro, sus hipnóticos ritmos de jungla y otras marcas no menos emblemáticas de este rockero de 70 años: sus eternos y enormes anteojos de carey, sus increíbles sombreros y su colección de guitarras, incluida la cuadrada, creada por él mismo.
| Palabra de Diddley |
¿Por qué cambió su nombre de Ellas McDaniel a Bo Diddley?
-No lo hice yo. Mi abuela comenzó a llamarme Bo Diddley cuando yo estaba en la escuela. También lo usé cuando me hice boxeador, y después lo continué usando como músico. Pero es un sobrenombre, nada más.
Además de la iglesia en la cual aprendió sus primeros pasos musicales, ¿quiénes lo influyeron?
-En la iglesia aprendí a tocar violín. Yo tendría 10 u 11 años. Y también aprendí algo de trombón. Ahora bien, en mis comienzos nadie me interesó tanto como para influirme. La primera vez que toqué una guitarra eléctrica fue simplemente porque tuve la ocasión de hacerlo, y lo hice. Pero ni siquiera el cambio de instrumento cambió la cadencia del rhythm and blues que yo estaba haciendo.
Si bien no modificó la cadencia, ¿cambió su estilo?
-A lo largo de mi carrera, cambié mi estilo un poquito. Pero siempre seré Bo Diddley, siempre mantendré mi identidad. Nadie me influyó para esos cambios. Todavía intento ser el único líder. Todavía intento ser yo mismo.
¿Qué se siente al saber que, antes de cumplir los 30 años, ya era admirado por otros músicos?
-¡Es maravilloso que me hayan admirado músicos como Elvis Presley o los Rolling Stones! ¿Cómo puedo sentirme? Sencillamente, me siento bárbaro.
¿Qué significó tocar al lado de un grupo como los Stones que estaban revolucionando el rock inglés en la gira de 1963?
-Ese año hice una gira con los Rolling Stones, con los Everly Brothers y con Little Richard, y estuvo muy bien, sobre todo porque recién comenzaba a hacer algo así. En ese momento todavía no tocaban mis canciones, porque se los reconocía por sus propios temas ... como a los Beatles. Empezaron a hacer los míos cuando grabaron en el 64.
¿En qué cambió el blues al pasar de ser una forma de expresión casi privada a ser escuchada en espectáculos multitudinarios?
-Por supuesto, no es lo mismo tocar blues en un nightclub que tocar rocknroll delante de un gran público, pero uno tiene que aprender a poder proyectarse a uno mismo y saber qué es eso que está haciendo. Uno tiene que saber tocar delante de cualquiera o en un cuarto en la más completa soledad. No hay nada raro en el hecho de enfrentar una audiencia: uno hace lo que tiene que hacer.
¿Qué siente al escuchar a algunos intérpretes que copian su estilo?
-Grandes tipos, son todos grandes tipos, y quiero enfatizar eso. Son multidimensionales. En Estados Unidos usamos una palabra, troopers, para referirnos a gente como ellos: son grandes en lo que hacen, en sus presentaciones: son grandes performers.
Esta es su primera visita a la Argentina ...
-No, no es mi primera visita. Estuve aquí hace muchos años, pero no me acuerdo exactamente cuándo ... No, la verdad que no me acuerdo, pero estuve. Ah, no, perdón, estuve en Brasil, aquí al lado. Y me sentí muy bien. Tan bien como ahora en la Argentina.
¿Cuáles son sus preferencias musicales en la actualidad?
-¿Músicos? Muchos. Podría decir todos, o casi todos. Me encantan desde los Rolling Stones hasta Michael Jackson.
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