Probablemente sea uno de los más obvios talentos de Tarantino: el de resucitar carreras que parecían candidatas a la eutanasia. Lo hizo con Travolta en Tiempos violentos (quien dejó los encantadores ropajes, los kilos de más y el pelo grasiento de Vincent Vega para convertirse en ángel, fenómeno paranormal y Bill Clinton). Logró que Bruce Willis, el paradigma de las películas de acción, pareciera un actor de películas “de auteur”. Y no ceja en el intento en Jackie Brown: contrató para el papel protagónico a Pam Grier, la reina de los blaxploitation films, un género que floreció en los 70, combinando dosis demenciales de tiroteos, patadas de karate, gigantescos afros y mujeres que sabían cuidarse bastante bien solas. Tarantino convirtió a la azafata protagonista del guión en negra y cambió su apellido para homenajear así la más famosa película de la Grier, Foxy Brown. Pero la cosa viene con bonus, porque para interpretar a su enamorado llamó a Robert Forster, otro viejo militante del ramo que terminó haciendo de modesto galán televisivo. “Ese es el verdadero poder: no necesitar a Tom Cruise o Tom Hanks para hacer una película”, comenta el buen Quentin sobre sus poderes sanadores. Los milagros nunca terminan en Tarantinolandia. ¡Usted puede ser el próximo!