La elección de la nueva generación
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Hace años, el rumor aludía a las dosis de LSD en los tatuajes que acompañaban el envoltorio de algunos chicles y que los niños, en un afán por pegárselos, lamían sin sospechar siquiera lo que se llevaban a la boca. Ahora, y sin Fleco y Male para advertir a los jóvenes del flagelo de la droga, los adolescentes desprevenidos padecen un nuevo embate, esta vez desde un paquete de papas fritas. Dentro de los envoltorios en los que la marca Pepsico presenta sus snacks (léase papas fritas, chizitos, palitos salados, maníes y demás), los niños reciben una serie de figuritas plásticas craqueladas para ensamblar. La número 14 de la colección corresponde al personaje Mat A. Sido, un simpático rubiecito de ojos enrojecidos que sonríe mostrando todos los dientes. Si se da vuelta la figurita, se puede ver al mismo Mat, sobre un fondo de obvias connotaciones lisérgicas, introduciendo un dedo en un frasco de ácido y con la cabeza literalmente quemada. Claro que, a pesar de los aniquiladores efectos del ácido, al cadavérico Mat aún se lo reconoce por la remera y la sonrisa inamovible de sus buenos tiempos. Quizá por esa sonrisa es que Pepsico ha decidido incluir una moraleja: Con ácido no deberás jugar, o tu cabeza puedes quemar. Aun así, lo que no termina de quedar demasiado claro es la relación entre las papas fritas y las sustancias prohibidas. ¿Qué es lo que no se debe lamer: las papas fritas o las figuritas? ¿Fleco y Male comían Pepsico? ¿Será por eso que no están más entre nosotros?
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Mala leche
La empresa de lácteos SanCor ha elegido una vieja anécdota cuasi folklórica de la historia argentina como tema de su nueva campaña publicitaria gráfica. Bajo el título Una historia muy dulce: a Lavalle y a Rosas los unió el dulce de leche, SanCor cuenta a los lectores cuando los generales Juan Manuel de Rosas y Juan Galo de Lavalle debían juntarse en la estancia que el federal poseía en Cañuelas. Según la tradición, Lavalle llegó más temprano y se recostó en el catre de Rosas, situación que inquietó tanto a la sirvienta de Rosas que olvidó la leche en el fuego. Ese olvido, según SanCor, originó, para jolgorio de todos nosotros, el dulce de leche. Claro que a la celebración del momento fundante del paladar argentino, la publicidad agrega un detalle revelador para toda una corriente revisionista: Rosas y Lavalle habían sido amamantados por la misma nodriza y, por lo tanto, eran hermanos de leche; luego de este episodio, también fueron hermanos de dulce de leche. Nada dice SanCor de la lealtad que puede despertar tan extraño parentesco, pero cabe sospechar que no se trata de un vínculo demasiado sólido. Sobre todo considerando que en 1828 Lavalle fusiló a Manuel Dorrego -aliado político de Rosas-, y que en 1840 desembarcó en la provincia de Buenos Aires para iniciar una campaña cuyo objetivo era derrocar a Rosas, y que lo llevaría a morir bajo el fuego de una patrulla federal. ¿Es acaso el dulce de leche el culpable de la furia antifederal de Lavalle? ¿Qué relación existe entre el catre usurpado por el unitario y su trágica muerte? ¿Qué piensa de todo esto La Serenísima? |
CON EL CABLE AL CUELLO
La RCN, una empresa norteamericana de televisión por cable, líneas telefónicas y conexiones para Internet, lanzó una campaña con la que aspira a aniquilar a sus adversarios en el mercado. El afiche muestra la célebre foto de cuando se removió la estatua de Lenin en Moscú, y debajo se lee: Ningún imperio dura para siempre. Especialmente uno que lo hace esperar cinco horas hasta que llega un técnico. Mientras tanto, en Buenos Aires, una ciudad más bien alejada de las secuelas de la Guerra Fría y camuflada desde hace tiempo en selva del libre mercado, ninguna de las empresas de cable vernáculas caería en tamaña puerilidad cronométrica: al menos hasta dentro de unos meses, cuando el hombre del cable aparezca para cobrar cada vez más por cada vez menos canales.
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