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Cuando se le pregunta a Chris Carter (creador y máximo responsable de la serie) cuál fue la inspiración para X-Files, su respuesta es: Todos los hombres del presidente, el libro escrito por Bob Woodward y Carl Bernstein sobre el caso Watergate, luego transformado en película por Alan Pakula. “Fue el momento más importante de mi juventud: darme cuenta a los dieciséis años de que nunca más podría confiar en el gobierno”.







La X simboliza lo desconocido. El punto en que se cruzan dos rectas divergentes. En la matemática, suplanta un término faltante, para así poder trabajar -merced a un truquito que linda con la omnipotencia- como si estuviera presente. En la cartografía, señala la ubicación del tesoro, oculto y desaparecido de la memoria si no fuera por la clave fijada por el mapa. La X parece ser la llave hacia el otro lado y el signo de los tiempos (para los norteamericanos, al menos) desde que Malcolm X decidió abandonar su apellido (para repudiar la opresión de los blancos, que le negaban su verdadero nombre y sus raíces a la raza negra) hasta que Douglas Coupland definió con esa letra las taras de su generación. Para no mencionar la Triple Equis (XXX), sinónimo del lado más reprobable y oscuro de los deseos humanos según los entes calificadores de muchos países. La X siempre intenta comprender lo incomprensible, nombrar lo innombrable, recuperar lo perdido. La X, en definitiva, no es más que un salto de fe.

LA GENESIS DE LA PARANOIA Cuando se le pregunta a Chris Carter (creador y máximo responsable de la serie, su auteur, si se quiere) cuál fue la inspiración para los X-Files, la respuesta correcta no es Kolchak, aquella teleserie de los ‘50 (aunque su protagonista, Darren Mc Gavin, tiene un pequeño y esporádico papel como el agente fundador de los X-Files), sino Todos los hombres del presidente.

Sí, el libro escrito por Bob Woodward y Carl Bernstein sobre el caso Watergate, luego transformado en película por Alan Pakula. “Fue el momento más importante de mi juventud: darme cuenta a los dieciséis años de que nunca más podría confiar en el gobierno”. El mensaje era simple. Casi obvio, para Carter. “Los Estados Unidos fueron gobernados, entre 1963 y 1975, por las siguientes personas: un presidente que llegó al Ejecutivo gracias a un asesinato que nunca fue oficialmente admitido (el de Kennedy, por supuesto). Ese presidente (Lyndon B. Johnson) fue sucedido por otro que terminó renunciando por un escándalo inédito en la historia norteamericana (Nixon, obviamente), y sucedido por otro que no fue electo por el pueblo (Gerald Ford), y quien dijo en ese mismo momento a su vicepresidente (que tampoco había sido electo) que no le interesaba postularse para ese cargo. ¿Cómo puede haber ocurrido todo esto en quince años? Sólo a través de un plan”. Como se ve, La Gran Farsa tiene un punto de partida muy definido para Chris Carter. No por nada los unipersonales de Woody Allen en la década del ‘60 comenzaban invariablemente así: “El otro día estaba leyendo una gran novela sobre el caso Kennedy: el Informe de la Comisión Warren”. Stephen King, por su parte, dijo alguna vez que el verdadero terror era, para él, una tarde de octubre de 1957: “En medio de una función de La Tierra versus los Platillos Voladores, justo cuando los platillos comenzaban a atacar Washington, el proyector se detuvo, el dueño subió al escenario y anunció que los rusos habían lanzado el Sputnik”. Para los norteamericanos, el verdadero terror suele ser el momento exacto en que las fantasías de salón se transforman en la Historia. El segundo en que la realidad se suspende y el inofensivo ellos se transforma en el incomprensible y aterrador nosotros. Pero lo más terrible -y una de las marcas registradas de los X-Files- es el tema de la infiltración. Y el año cero de la era X es, indudablemente, 1947: el año del caso Roswell (ver más abajo) y también el inicio de las purgas macartistas. Desde entonces, no hay manera sencilla de trazar la línea que separa a ellos de nosotros. Ya no existen marcas visibles que identifiquen el mal, a pesar de lo que sostenía cándidamente Los invasores. Y aunque los extraterrestres parecen ser, según dicen los expertos, diferentes en apariencia a los humanos, nada impide que salven ese obstáculo con un hermoso camouflage ad hoc: la hibridización, por ejemplo. Las cosas se ponen peores: no es necesario verlos para que ellos estén allí. Una vez dentro del sistema -que puede ser el gobierno, lafamilia, la sociedad o incluso el planeta entero- no hay forma de detenerlos. O detenernos, para el caso. La única salida, entonces, es la que pregona la serie desde hace cinco años: “No confíes en nadie” (Trust No One).

LA CONSPIRACION SEGUN MULDER Los X-Files son una serie, lo que significa que la historia comienza y termina dentro de un capítulo, en el terreno ideal. Pero lo que intenta describir esta serie es precisamente todo lo contrario a un estado ideal de cosas. Por lo tanto, cada historia se desdobla en varias subtramas que reaparecen en sucesivos capítulos de la serie. Para los neófitos en el tema, la génesis de esta célula investigativa relegada al sótano de los edificios del FBI fue más o menos así: el agente especial Fox Mulder, apodado Spooky (algo así como “tenebroso”) por sus compañeros de trabajo, gracias a su especialización en psicología de lo paranormal. El personaje de Mulder (David Duchovny) es el lado crédulo del asunto, no por una saludable aplicación del beneficio de la duda, sino por pruebas concretas: cuando tenía 12 años su hermana Samantha fue “abducida” por extraterrestres.

Sí, así como suena. Desde el comienzo de la serie, este hecho ha sido la piedra basal del convencimiento ciego de Mulder, agigantado por sucesivos descubrimientos: su hermana fue enviada en su lugar. ¿Adónde? Nadie lo sabe. ¿Para qué? El gobierno niega conocimiento del tema. Se barajan varias hipótesis: fue tomada como rehén para así controlar las débiles fidelidades de su padre, Bill Mulder, involucrado en algún tipo de gobierno del mundo entero en las sombras (llamado El Consorcio), o bien fue el espécimen humano elegido para el primer experimento de hibridización-clonación (realizado en el mayor de los secretos) o fue secuestrada por extraterrestres, lisa y llanamente. Lo que sí se sabe es que Mulder padre eligió perder a Samantha. La culpa, entonces, es el motor del agente Mulder, agigantado por el posterior asesinato de su padre, que por supuesto no pudo impedir.

EL ESCEPTICISMO SEGUN SCULLY La agente especial Dana Scully (Gillian Anderson) fue reclutada por el FBI para controlar los excesos místicos de Mulder, y para probar (y probarse) que estos archivos no eran relevantes, y así cajonearlos a la primera oportunidad. El FBI quiere librarse de los expedientes X. Para librarse de ellos, es necesario demostrar que el material que contienen no ofrece ningún peligro para la sociedad. Scully es científica (médica forense, para ser exactos) y sólo cree en las explicaciones racionales para fenómenos que no parecen nada racionales. El problema es que, a diferencia de lo que preveían sus jefes (principalmente el subdirector Walter Skinner, que de bueno no tiene demasiado), Scully se pone inmediatamente del lado de Mulder, lo que no significa que crea en las diversas paranoias de él (su marca registrada es la frase “¿Qué es lo que estás tratando de decir, Mulder?), sino que está convencida de sus buenas intenciones.

Ahora bien, Scully ha recorrido un largo camino desde su posición de adalid de la ciencia: fue “abducida” por los extraterrestres (ella sostiene que fue una alucinación; los demás dicen que sufre un bloqueo, porque los extraterrestres le extrajeron óvulos para ser fecundados), conoció a la hija medio-extraterrestre-medio-humana que resultó de esta operación, su hermana fue asesinada por esbirros conspirativos (los Hombres de Negro) al ser confundida con ella, su padre muerto se le apareció a través de un médium que era también asesino serial, contrajo una extraña enfermedad que la puso al borde de la muerte (y de la que se curó en el momento en que le fue reimplantado un misterioso chip en la nuca), se volvió creyente y desde entonces acarrea un crucifijo a dondequiera que va. Scully no gana para sustos.

Sin embargo, otro de los atractivos de la serie (y una de las razones por la cual Los expedientes X tienen tantos fanáticos en el sexo femenino)es la forma en que lidia con las relaciones entre ambos protagonistas, que pueden resumirse en cuatro puntos: 1) Mulder y Scully no son pareja. Al parecer, éste es un punto en el que Chris Carter tiene las cosas claras: a pesar de los insistentes reclamos de los espectadores para que resuelvan la histeria de una vez (ver recuadro), su relación parece estar firmemente anclada en lo platónico y en una suerte de respeto mutuo que no impide fugaces miraditas de reojo que prometen mucho más de lo que entregan. Eso sí: cada vez que se tocan, uno no puede menos que contener la respi-ración, porque ya se sabe: la carne es débil.
2) Nada de debilidad femenina. Aunque Scully siempre se mete en aprietos (generalmente por culpa de Mulder), se la banca, por decirlo en correcto castellano.
3) Si la personalidad de Mulder está resumida en el I want to believe (“Quiero creer”) que cuelga en su oficina, la de Scully cabe perfectamente en esta frase: “Ahora que sabemos la verdad, todo lo que necesitamos son respuestas”.
4) Aunque Mulder y Scully sean presentados como iguales dentro de la serie, no ven los hechos de la misma manera: Scully siempre entra a la casa treinta segundos después de que el alien se ha comido a su víctima, o cae desmayada en el preciso momento en que un platillo volador del tamaño de una cancha de fútbol pasa por sobre su cabeza. Mulder es el único de los dos que tiene contactos con los extraterrestres. Lo que parece una especie de recurso melodramático, es en realidad una forma muy efectiva de continuar el conflicto central de la serie. Después de todo, como dijo Henry Kissinger: “Hasta un paranoico puede tener enemigos”.

APOCALIPSIS SE ESCRIBE CON X En un artículo sobre la serie en la revista The New Yorker, James Wolcott afirmaba: “El programa refleja el fin del milenio, el lado oscuro de la New Age. Bajo la tranquilizadora superficie de incienso, mantras y cantos tibetanos, están despertando bestias incontrolables”. La X, entonces, es además la nueva marca de la bestia. Y lo paranormal vendría a ser la verdadera naturaleza de las cosas. Lo monstruoso, el quiebre del orden establecido, el auténtico principio del fin de los tiempos aparece ante nuestro ojos, sólo que enmascarado en un programita de TV. Una historia perfecta para un capítulo de los X-Files: la predicción completa del apocalipsis emitida por televisión, que por supuesto nadie cree ni puede probar.

Cualquier tipo de freaks pueden presentarse sin aviso en la serie: vampiros sin colmillos repartidores de pizza, niños videntes con las llagas de Cristo, siameses separables a voluntad, luciérnagas asesinas, zombies que comen hígados humanos, y mucho más. Pero el rasgo más inteligente reside en otro lado. Ejemplo: en un capítulo titulado “Engaño”, los dos protagonistas deben investigar un asesinato cometido en un pueblito llamado Gibsontown, cuya población está compuesta enteramente por freaks de circo. Mulder y Scully no pueden investigar como agentes comunes y corrientes. En su trabajo, la normalidad no es (no puede ser) un parámetro de juicio. A partir de ese capítulo, ocurre un giro fundamental para la mitología de los X-Files: Mulder y Scully dejaron de ser personas “normales” que investigaban casos anormales. Tal como le explica a Scully uno de los lugareños de Gibsontown: “La Naturaleza odia la normalidad. No pasa demasiado tiempo hasta que crea un mutante. ¿Sabe por qué? Es un misterio. O quizás el problema es que algunos misterios no deberían ser resueltos”.

Y así funcionan las cosas en la serie: ningún expediente X se resuelve, no hay conclusiones concretas, las pruebas se destruyen, se ocultan o son ridiculizadas por sus superiores. Nada de lo que hagan Mulder y Scully logra alterar esta suerte de statu quo impuesto por el gobierno en las sombras, encargado de turbios proyectos, cuyas caras visibles son El hombre que fuma y El hombre bien manicurado y sus caras no tan visiblessólo son conocidas como El Consorcio (que al parecer es parte de los Majestic 12, aquel grupo de expertos creado por Harry S. Truman para estudiar los restos del supuestamente inexistente OVNI que se estrelló en Roswell, Nuevo México en 1947). El propósito de El Consorcio es más bien ominoso: negociar con los extraterrestres para convertirse en capataces de la inminente colonización del planeta Tierra. Ya que la invasión es imposible de evitar, piensa esta organización -que no sólo es norteamericana: está integrada por una especie de Grupo de los 8 de la malevolencia mundial-, por lo menos hay que asegurarse un lugar de privilegio en ese nuevo estado de las cosas. “No se puede cambiar el futuro. Sólo se puede inventarlo”, le dice a Mulder uno de estos conspiradores. Lo que nos lleva a la película, subtitulada atinadamente Combate al futuro.

EL CANCER NEGRO La película empieza donde había terminado la quinta temporada de la serie, con los expedientes X destruidos por un incendio, y Mulder y Scully trabajando a regañadientes para el FBI “normal”, a pesar de la seria sospecha de que hasta los extraterrestres son una fachada para algo muchísimo peor. Pero las escenas iniciales de la película se remontan brevemente a treinta y cinco mil años atrás, cuando un par de cavernícolas -¿Scully y Mulder versión prehistórica?- entran en una cueva y reciben la visita de un extraterrestre al que acuchillan, para luego morir a causa de su sangre tóxica (el arma bacteriológica que luego creará El Consorcio para acabar con todas las armas bacteriológicas es precisamente eso: el cáncer negro). Corte a la época actual, en donde un grupo de chicos investigan ese mismo lugar, que ahora se llama Texas. Uno de ellos cae a la cueva y muere por la misma causa. Los sobrevivientes llaman a los bomberos, que descienden al lugar sólo para que la escena se repita. Como por arte de magia, de inmediato aparece El hombre que fuma, junto a varios tanques cisterna pintados de blanco. Problemas. Mientras tanto, Mulder y Scully investigan para el FBI “normal” una amenaza de bomba en un edificio federal. Lo extraño es que son enviados a revisar otro edificio, situado enfrente del amenazado, que finalmente estalla. A pesar de haber evacuado el lugar, sus jefes les informan que han muerto dos bomberos y un niño en la explosión.

Atando cabos, Mulder y Scully averiguan que en ese mismo edificio existía una oficina provisoria de una ignota agencia gubernamental llamada FEMA (entre cuyas atribuciones se encuentra la de asumir el control absoluto del país en caso de una epidemia, por ejemplo, de cáncer negro) y que los cuerpos ya eran cadáveres antes de la explosión. Scully realiza una autopsia y descubre que los bomberos y el niño están totalmente vacíos por dentro, como si una especie de huésped los hubiera utilizado de útero. De aquí en adelante, las cosas se complican para Mulder y Scully: El Consorcio no va a permitir que sus años de trabajo sean destruidos por nuestros héroes. Para los seguidores de la serie hay infinidad de pequeñas alegrías: empezando por la voz real de Scully y Mulder (tanto en cable como en TV abierta siempre se la ha emitido con doblaje) y siguiendo por infinidad de guiños, como las apariciones de los Lone Gunmen (tres hackers adictos a las teorías conspirativas que ayudan a Mulder cuando los casos se ponen difíciles) y cientos de otros que pueden encontrarse con paciencia y varias escapadas al cine. (Los que hacen caso omiso a este hito televisivo no tendrán ningún problema en entender la película.)

EQUIS IGUAL A EQUIS Los expedientes X puede considerarse el primer programa antiposmoderno de la televisión: algo así como la contracara de Twin Peaks. También puede ser considerado una cínica explotación de las supersticiones humanas, de las burdas a las más refinadas. Sin embargo, la mitología X-Files adquiere inquietante sentido en el momento en que se la empieza a pensar y ver como una nueva (vieja) manera de observar la realidad, en la que nada pasa porque sí, y todos tenemos una parte en el asunto. El gnosticismo elevado a su máximo exponente. Los fenómenos paranormales, los ovnis, las conspiraciones, las alteraciones del orden natural -si es que existe algo así-, la paranoia, ellos vs. nosotros. Todo esto es X-Files. Y, a pesar de ser solamente -pero no únicamente- un programa de televisión, puede ser visto como la punta del iceberg que refleja un mundo cada vez más parecido al nuestro. La demostración práctica de que se anda a ciegas. Que las cosas son siempre peores de lo que se imagina. De que nada puede ser probado. Y de que, igualmente, todos queremos seguir creyendo.

¿Hay vida allá afuera?
(Algunos X-sites en Internet)

wwww.fightthefuture.com (site oficial de la película)
wwww.thex-files.com (ídem de la serie de TV)
w www.iinet.net.au/~jcw/xfiles/ (toneladas de trivia sobre la serie)
w www.geocities.com/Hollywood/8061/romantic.html (posibilidades de romance entre Mulder y Scully)
w www.cosc.brocku.ca/~rw94an/x-files/expts1.html (suerte de Trivial Pursuit para fanáticos)
wwww.geocities.com/SouthBeach/Lagoon/5827/c101-1v25.htm (información muy completa sobre la mitología de la serie: subtramas y guiños a granel)
w www.tiac.net/users/bpaq/1.2/xfiles.html (estrictamente para X-maníacos)
wwww.amaroq.com/x-files/3.20/review.html (ratings y críticas de la serie)
wwww.geocities.com/area51/corridor/1469 (general: un poco de todo)
w www.xfmma.com (guiones de capítulos completos y mucha información)
w www.xfiles.force9.co.uk (X-maníacos versión inglesa)
w http://aea16.k12.ia.us/ricke.netpickhome.html (guía de episodios)
w http://cgi.pathfinder.com/ew/suscribe/suscribe.html (un tour en video por la oficina y los departamentos de Mulder y Scully)

Para los fans más acérrimos, se recomienda además la lectura del libro Abduction: Human Encounters with Aliens (“Abducciones: encuentros humanos con extrate-rrestres”, pero no hay traducción al castellano. El autor del libro se llama John Mack, es un psiquiatra de Harvard a quien Chris Carter, el creador de la serie, cita como principal inspiración técnica. Dice Carter: “Las cosas comenzaron a tomar forma cuando leí el libro de Mack. Quiero decir, Mack es un científico que obviamente utiliza métodos rigurosos, a través de los cuales llegó a un sorprendente resultado: luego de ser abducidos, todos sus pacientes entraban en un estado que describe como shock ontológico, debido a la necesidad de quebrar las limitaciones de una interpretación de la realidad cronológica y físicamente percibida. Me pareció que era una magnífica manera de entrar al mundo de lo paranormal. Y entonces creé a Mulder y Scully, el FBI y una unidad de investigación imaginaria llamada Los Expedientes X”.