
Con Los Moscos, su primer grupo beat.
Cañada Rosquín,1968.

Con David Byrne en casa de mercedes, 1990

Baglietto, Santiago Feliu y Silvio Rodriguez, 1983

con Sixto Palavicino, 1983

Mundial. en el Washintogton Post, 1990

Los primeros dias en Buenos Aires.
León sin barba, a los 18

Aprendizaje. Con Litto Nebbia en los estudios Netto,1972

En la bombonera.
Con Pablo Milanés y Chico Buarque, 1985

En el nombre del padre. Con Pete Seeger, 1990

Homenaje a Troilo.
Con Fito Páez, Adriana Varela, Rubén Juárez, (agachado), Goyeneche y Jairo.

Una compañia de lujo: con mercedes, milton y charly, 1984

Con los ex Crucis Pino Marrone y Aníbal Kerpel, Gustavo Bazterrica, Spinetta,
la mitica Gabriela, Nito Mestre, Edelmiro Molinari y Gustavo Santaolalla, en 1978, en el exilio en Los Angeles
Los rescates
Por Osqui Amante
El procesamiento de audio en el entorno digital cuenta con una serie de herramientas muy sofisticadas y poderosas. Por eso, cada vez que encontrábamos un tema para incluir en la colección, lo primero que debía hacer era llevarlo a ese formato digital, y luego procesarlo según la procedencia y el estado en que estaba esa copia. Teníamos grabaciones en todas las formas existentes (casetes, cintas de audio de un cuarto de pulgada, cintas de video U-Matic, Betacam y VHS, discos de vinilo, CDs), y cada una de ellas fue tratada con el proceso digital que requería. Es decir, si tenía que hacer un rescate de un disco de vinilo, primero tenía que quitarle la mayor cantidad de ruido de púa y de superficie, lo que en algunos casos era complicadísimo porque algunos discos estaban en muy mal estado y el ruido -no es una exageración- tenía el mismo volumen que la música. Algunos casetes eran muy antiguos, y la grabación sonaba velada y con mucho soplido. En estos casos, lo primero era encontrar una buena muestra de ese soplido, para que el reductor de ruido la usara de referencia, pudiera eliminarla y así apareciera la música con mayor presencia. Finalmente, al momento de armar el master de cada disco, nivelaba todos los tracks para que sus volúmenes estuvieran parejos.
Eso sí, el criterio general que usamos para el tratamiento del audio de La historia ésta fue el de no falsear la toma original. Es decir, limpiarla y nada más. Sin agregar otros procesos, como ecualización o ambientes, para que el sonido de cada tema sea también un testimonio de la época en que se grabó.
Gracias
Por León Gieco El año pasado, a esta altura de diciembre, yo llegaba todas las tardes a la casa de Indonesia, para estudiar, leer cartas o hacer cosas personales, y Osqui y Víctor (que estaban trabajando dale que dale en La historia ésta) me decían, entusiasmados, que los discos estaban quedando fenómeno. Y me ofrecían copias en CD para que pudiera llevármelos a casa. Yo siempre les dije que no, que prefería esperar el momento en que estuvieran en la calle para escucharlos. Así hice. Ahora, todos los domingos, me voy hasta el kiosco, compro el Página y me llevo el disco. Después me lo grabo para el walkman, y lo escucho recién ahí, cuando salgo a caminar por Palermo. Y sí, tenían razón: creo que están muy buenos.
Estoy muy orgulloso de La historia ésta. Y ahora, que ya estamos terminando con su edición, quiero decir gracias a todos los que colaboraron para que sea posible. A los artistas, que aceptaron donar sus regalías para sumarlas a las mías. Ese dinero irá directo al padre Farinello, que trabaja tanto y desempeña una labor espléndida. Todo mi admiración y mi respeto hacia su trabajo. Agradezco a quienes escribieron textos en los libritos del disco: Iván Noble, Nito Mestre, Adriana Varela,Víctor Heredia, Mercedes Sosa, Carlos Polimeni y Andrés Giménez. Gracias a Gurito y Aníbal, que acercaron cintas y videos para sumar a las nuestras. Gracias a Página/12, que yo siento que es un medio periodístico que también escribe todos los días sobre la historia ésta. Y una vez más, gracias a ustedes, el público, sin el que los artistas seríamos perfectamente nada. Hasta la próxima. Esto sigue, todo sigue, a pesar de los pesares. Un abrazo.
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En la casa de República de Indonesia casi Chaco, que fue durante años el domicilio de la familia Gieco y que funcionó hasta hace unos meses como estudio para el proyecto Cañada Discos, estamos reunidos otra vez con León Gieco y Osqui Amante, pero esta vez no para trabajar, sino para escribir el cierre de La historia ésta, a instancias de Radar y a manera de festejo íntimo y no programado. Los discos de la colección se compilaron en esta misma casa durante seis meses, hace un año, luego de una pulcra reconstrucción sonora de los registros originales, y después fueron masterizados para llegar, multiplicados por miles, donde hoy están: en los reproductores de CD de los lectores de Página/12. Es una tarde de diciembre, soleada y bastante calurosa, igual a las del año pasado que veíamos a través del ventanal que da a la calle, mientras los tapes ADAT se apilaban en el piso, con una buena parte de la historia no conocida de León Gieco en sus cintas digitales. En el living ya no están la consola ni los procesadores ni los monitores. El que será el estudio definitivo de León está armándose, en estas horas, en una casa frente al Parque Centenario. La música de la historia no oficial de León ya está en los discos. El que hoy se publica es el volumen 6. Sólo falta el último, que saldrá la próxima semana. Lo que no se ha contado, todavía, son las anécdotas que rodearon la realización de estos discos, y las historias que acompañaron el momento en que esas canciones fueron registradas, algunas formalmente y otras sin propósito a la vista.
TODOS LOS DIAS, UN POCO El primer trabajo, tal vez el más duro, fue reunir las cintas, clasificarlas, escucharlas de punta a punta y determinar cuáles podrían editarse. El archivo madre fue el de León, ya que desde siempre -y por insistencia de su representante, Pity Yñurrigarro-, Gieco ha sido cuidadoso para guardar, en algún formato, registros de su trabajo. Ha sido perseverante pero no siempre ordenado, así que en dos habitaciones del primer piso había pilas de cintas, tapes de video, discos de vinilo y compactos, esperando recibir alguna vez un ordenamiento cierto. Así comenzó La historia ésta.
Promediando el año pasado, León y Osqui pasaron horas y horas en un estudio de video, visualizando registros y bajando el audio en formato digital de los que resultaban interesantes. Así se rescató, por ejemplo, La cultura es la sonrisa, interpretada por León y Rubén Rada (tema 9, disco 4) en el programa De igual a igual de la televisión uruguaya, en octubre del 93, en cuya emisión también participaron Eduardo Galeano, Mario Benedetti y Daniel Viglietti. No fue el único material rescatado de la TV: también está el Cambalache que Gieco cantó por única vez en el programa Siglo XX Cambalache de Telefé, en presencia de Tania, la viuda de Discépolo (tema 11, disco 2); así como la improvisación de León con guitarra y armónica, sobre el banjo de Pete Seeger (tema 11, disco 6), hecha en el programa de Tato Bores, a mediados de 1990. También de un tape televisivo se pudieron bajar el encuentro de León con Lolita Torres en su programa Dale Loly, en el que cantaron Río y mar (tema 4, disco 7), la visita a Juana Molina (tema 11, disco 1) y el formidable concierto que dio León y su grupo neofolklórico de la segunda mitad de los 80, en el cierre del Festival de la Canción Política realizado en Berlín Oriental, en el invierno boreal del 87. Hace diez años León mandó hacer la edición en video de ese registro, y jugueteó con la idea de hacer con ese show, sin tocarle nada, un disco en vivo de punta a punta (lástima que en un disco no se podrán ver los cuatro mil alemanes presentes, bailando chacareras y chamamés con entusiasmo latino). De ese tape se rescataron, finalmente, Cien caballos (tema 5, disco 2), Cola de amor (tema 6, disco 2), La chicharra cantora (tema 7, disco 2), El que pierde la inocencia (tema 6, disco 5), Pai Julián (tema 7, disco 5), Kilómetro 11 (tema 8, disco 5) y El gato moro (tema 9, disco 7). En otra cinta de video se había conservado una actuación de León en la TV chilena en 1982, de la que se eligió Todos los caballos blancos (tema 16, disco 4) porque es una versión estupenda y también porque muestra cómo Gieco se animó a cantar en las barbas de Pinochet y a pesar de la censura, aquello de qué bueno es olvidarse un poco de la gente que nos roba y que nos mata.
La búsqueda, ordenamiento, clasificación y reconstrucción de las cintas de audio fue otra tarea que al principio parecía imposible, pero que pudo hacerse porque, a los tapes de León, se sumaron otros que aportó gente cercana, que los había guardado durante años sabiendo que era un material valioso. Osqui Amante, el responsable de la reconstrucción sonora de todos los registros publicados en La historia ésta, fue el sonidista en vivo de León entre 1976 y 1982, o sea en la etapa en que Gieco recorrió el país de punta a punta -la original gira De Ushuaia a La Quiaca que inspiró el trabajo luego grabado en 1985-, tocando solo con su guitarra y su armónica. De aquel tiempo, Osqui guardó una gran cantidad de registros de audio, tomados con una máquina TEAC de cuatro canales, por entonces una modernidad, que había cedido Oscar López, conductor de Sazam Records, el sello editor de León en ese tiempo.
Pero, casualmente, el único concierto completo de ese período que se conservó fue uno de febrero de 1978 celebrado en Olavarría... que organicé a los 19 años, gracias al programa que hacía en la radio de mi ciudad natal. De ese concierto se rescató María del campo (tema 16, disco 3), Es la lluvia y nada más (tema 12, disco 4) y El loco y las golondrinas (tema 13, disco 4), temas que después Gieco retiró de su repertorio en vivo. De aquella misma ocasión es también una guitarreada que León animó en un campo cercano, después de un asado, al día siguiente del show. Un amigo cuidadoso guardó un casete de la reunión, y de allí salió la versión de Paraguaya linda (tema 11, disco 4), que se incluye como una rareza (León apenas se acordaba de que alguna vez había cantado informalmente ese tema) y también como una muestra de la sencillez del artista que andaba trabajando por el interior sin poses de divo.
Pero sin dudas el tape estrella de los 70 es el que aportó el periodista Claudio Kleiman. En la cena del festejo de cumpleaños de Alicia, la esposa de León, el año pasado, en el restaurante de Fontova, Claudio comentó que creía tener un casete con un show de PorSuiGieco. Los conocedores de la historia del rock nacional saben que el grupo formado por Charly García, Nito Mestre, Raúl Porchetto, María Rosa Yorio y León Gieco en 1975 tuvo una trayectoria breve: hizo apenas un par de actuaciones pequeñas en Buenos Aires y una gira por el interior de la provincia de Buenos Aires (que después, averiguando bien, resultó ser apenas un viaje con dos recitales, uno en Tandil y el otro en Mar del Plata). Así que un registro de PorSuiGieco podía ser una perla. Y Claudio cumplió. Encontró un casete TDK con la lámina algo amarillenta, que decía con birome: PorSuiGieco-Tandil, y lo que siguió fue uno de los momentos más emocionantes de este trabajo. Para no correr el riesgo de que la vieja cinta se rompiese al ser reproducida después de tantos años, Osqui dispuso una inmediata copia a formato digital. Esa tarde estaba León en el estudio y, a medida que avanzaba el casete de Kleiman, el entusiasmo se iba convirtiendo, sin escalas, en excitación: ¡teníamos a PorSuiGieco en vivo! Por su importancia histórica, se incluyó la introducción al concierto (tema 4, disco 1) y las primerísimas versiones de Viejo, solo y borracho (tema 5, disco 1) y El fantasma de Canterville (tema 6, disco 1) en la primera entrega. Como nos quedamos tentados de mostrar algo más, pusimos Tu alma te mira hoy (tema 5, disco 7) en el cierre. La presentación del grupo que hace León, en medio de las risas y los chistes de Charly, es memorable: Voy a presentarles a los integrantes del conjunto. A la derecha de su pantalla, señora, Raulito Proyecto. Luego: Charly Ganzúa... Tito Tester. Charly dice: ¿Y vos quién sos?. Gieco contesta: León Chueco. Mucho lamentamos que haya quedado afuera La mamá de Jimmy con su letra original -tenía una estrofa más-; será para la próxima, si hay.
EN EL CAMINO PERDIDO La colección también ofrece algunas joyas grabadas en vivo. El poema Somos cinco mil que escribió Víctor Jara en el estadio Chile pocas horas antes de ser asesinado, recitado por Pete Seeger y traducido al español por León (tema 18, disco 2); la versión en portugués y español del clásico Romaria cantada por su autor, Renato Teixeira, junto a León, Almir Sater, Sergio Reis y Zezé (tema 3, disco 3); la de Nuevo tiempo por Ivan Lins con Luis Alberto Spinetta, Pedro Aznar y León, grabada en setiembre de 1984 en el Luna Park (tema 8, disco 3); el Sólo le pido a Dios que compartieron León y David Byrne en Nueva York, en octubre del 90 (tema 5, disco 1). De ese encuentro quedó afuera Canción para Carito, también cantada por Gieco y Byrne, sencillamente porque se intentó no repetir temas salvo que fueran versiones muy distintas entre sí, y ya había una versión de Carito por Chico Buarque, Pablo Milanés y León, grabada en el estadio de Boca en abril del 87 (tema 9, disco 5), y otra por Mercedes Sosa y León, en el emotivo concierto que ofreció la tucumana en el estadio Chile de Santiago, en marzo del 92, cuando volvió a ese país luego de 19 años de ausencia (tema 1, disco 6).
Otra perlita de la colección es Maturana, cantada por Gieco en ese mismo concierto de Nueva York (tema 4, disco 2), luego de las palabras introductorias del locutor: This is a zamba of the composer from Argentina Cuchi Leguizamón. The argentinian zamba is almost like the blues here in United States.... También valieron la pena los rescates del concierto que dio León en abril de 1992 en Hiroshima, la ciudad japonesa que fue arrasada por la bomba atómica. De ese tape figuran Sólo el amor de Silvio Rodríguez (tema 14, disco 7), Príncipe azul del uruguayo Eduardo Mateo (tema 15, disco 7), Cuánto tiempo por vivir (tema 16, disco 7) y Cola de amor (tema 17, disco 7).
Pero en la colección no hay solamente registros en los escenarios. Osqui aportó unas cintas grabadas en los estudios Sicamericana, en abril de 1981, durante los ensayos para el concierto que León ofrecería el 11 de ese mes en el estadio de Obras. De allí salieron las versiones de El rey lloró de Litto Nebbia (tema 1, disco 3), y una acústica de Pensar en nada (tema 2, disco 5). De este mismo tema se incluyó otra versión muy especial, grabada en el estudio de la muestra Rock Nacional-30 años, de noviembre de 1996, vía Internet (tema 3, disco 6): en Buenos Aires tocaron Pedro Aznar el bajo y Rodolfo García (ex Almendra y Aquelarre) la batería, junto a León, que tocó la armónica y cantó, y en Los Angeles Gustavo Santaolalla puso su guitarra, como lo había hecho para la versión original, grabada en el LP homónimo de 1981. De la sesión de esa misma tarde también está Canto en la rama (tema 4, disco 6) por León aquí y Gustavo allá. En este caso hay un fuerte símbolo: es un yaraví de Humahuaca, antiquísimo, recopilado por Silvia Eisenstein, con letra de Leda Valladares, cantado a dos voces sobre un charango, y grabado en tiempo real, en vivo, a través de la red de redes.
Hay otras joyitas en estudios. Entre otras, están Plegaria a un labrador, que León grabó especialmente para un disco tributo a Víctor Jara que se publicó solamente en Chile en esta primavera (tema 1, disco 2); Indio hermano, el único tema que León compartió formalmente con Los Jaivas (tema 1, disco 4) y una imperdible versión hasta ahora inédita de Niño silvestre por su autor, Joan Manuel Serrat, junto a Adriana Varela y León (tema 1, disco 5), grabada originalmente para un disco a beneficio de los Derechos del Niño que todavía no se editó. También hay un memorable encuentro de León con Charly García en Un poco de comprensión (tema 4,disco 4), grabado en febrero de 1978; un perdido cruce de León con Gabriela, la primera mujer del rock nacional (que hoy vive en Los Angeles) haciendo Adiós hombre viejo, que fue lado B de un simple de 1974 (tema 13, disco 6), y la versión de La colina de la vida que León grabó en Alemania en abril de 1988, para acompañar la edición europea de Guantanamera, y que nunca se había publicado en la Argentina (tema 2, disco 1).
Otra buena parte de la obra de Gieco son las colaboraciones hechas en los discos de otros artistas. Hubo algunas que no se publicaron porque no fueron autorizadas por sus compañías discográficas. Así, por ejemplo, no se pudo incluir Avellaneda blues de Manal, cantada por León junto a Claudio Gabis. Pero sí los encuentros con Andrés Calamaro en Me olvidé de los demás (tema 3, disco 5), con Los Visitantes en Que se abra Buenos Aires (tema 6, disco 4), con Isabel Parra, Celeste Carballo y Piero en Otros todos (tema 13, disco 1), con Milton Nascimento y Mercedes Sosa en Casamiento de negros (tema 15, disco 2), con Los Caballeros de la Quema en Hasta estallar (tema 15, disco 1) y el histórico registro de León tocando la armónica con Sui Generis en Bienvenidos al tren (tema 18, disco 4).
Para el último disco de la colección se ha guardado un testimonio especial, las palabras de Onildo Gieco sobre su hijo León: Yo ya estaba trabajando en otro bar, y un muchacho amigo me dijo: Calcia, poné la radio que están pasando a tu hijo. Ahí fue donde más me emocioné. Después ya no me afectó tanto. Sí, me sentí muy orgulloso, muy contento. Porque llegar a ese punto... Cada día se fue extendiendo más, todavía se está extendiendo ahora. Porque todavía no terminó su carrera. Creo que va a seguir. Va a descubrir otras cosas, porque es muy vivo, y muy inteligente, y muy sencillo. Y a continuación, y cerrando, vendrá la canción que dio título a la colección: Alguna vez sentiste en un espacio de tu imaginación, que el grito de los perdedores es sordo y mudo, aunque griten juntos. Alguna vez sentiste cuando un pueblo chorrea de su sangre nueva, cómo se muere lento, igual que el corazón de un cuentacuentos. Déjate atravesar por la realidad, y que ella grite en tu cabeza, porque es muy malo dejar por un costado, a la historia ésta... Es una versión grabada en vivo en Olavarría en 1978, en pleno reinado de la censura, en los días terribles de la dictadura.
RIO Y MAR Como Gieco es un artista que no tiene una producción autoral numerosa, a pesar de su extensa carrera (a diferencia de otros colegas suyos como Silvio Rodríguez, Luis Alberto Spinetta, Charly García o Chico Buarque) y además como ha escrito temas atemporales, que resisten el paso del tiempo, su repertorio básico ha conservado, a través de los años, algunos temas híper clásicos: Sólo le pido a Dios, por supuesto, Canción para Carito, La colina de la vida, Hombres de hierro. Al recorrer las cintas de su historia, estas canciones y otras como La mamá de Jimmy, El fantasma de Canterville, La cultura es la sonrisa y Cola de amor, aparecieron en numerosísimas versiones, aquí, allá y en todas partes. Pero, como ya se ha dicho, la consigna era no repetir temas en lo posible. Por eso, de Sólo le pido a Dios se incluyeron en la colección una versión a dúo -el citado encuentro Gieco-Byrne-, otra con León como invitado -en la traducción en chacarera que hizo Sixto Palavecino (tema 1, disco 7)-, y una tercera que fue la única de León solo y que figura por una sencilla razón: es la que cantó el 15 de octubre de 1988 en el estadio de River, en el concierto Amnesty, ante 70 mil personas que aplaudían y coreaban la canción, mientras Bruce Springsteen le sacaba fotos desde el costado del escenario, con una camarita pocket (tema 17, disco 5). Las otras versiones del tema seguramente quedarán inéditas. Al menos por un buen tiempo, o quizá para siempre. En otro de los rescates hechos para la colección, se incluye el audio del audiovisual De Ushuaia a La Quiaca (tema 17, disco 6), que acompañaba las giras de León en la segunda mitad de los 80 ¡con diapositivas que un asistente del escenario accionaba manualmente! Al final de su relato, Gieco decía que ese trabajo no había concluido, porque De Ushuaia a La Quiaca es un viaje que recién empieza. Parafraseando esas palabras, bien podría decirse que La historia ésta también es un viaje que, lejos de terminar, todavía está empezando. Los que están concluyendo, ahora, son apenas los primeros 25 años de la carrera de León.
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