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Lunes 16.30 horas. Los cuatro protagonistas sentados en el primer piso de un flamante café de la placita Serrano, barrio de Palermo, Buenos Aires, sede oficial del Apocalipsis.
Fogwill: El videoclip es un género que ha invadido de una manera casi subliminal y muy poderosa la televisión, el cine y la literatura. Lo que más me interesa de él es que ofrece una manera libérrima de contar algo, otra manera de contar, apoyada en la música y en todo lo que tiene la música de aleatorio y arbitrario.
Fischerman: El videoclip ha terminado convirtiéndose en una forma de narrar y de editar. Pero todos sabemos que el videoclip está vendiendo un disco, publicitando un producto y hay cierto resquemor a decir eso de parte de los propios realizadores. La publicidad, salvo en cierto círculo muy específico, está un poco denigrada. Pero los que hacemos esto lo consideramos una forma de arte.
Di Tella: El videoclip y el documental comparten la libertad formal total. Porque, en realidad, para hacer un documental no hay leyes demasiado establecidas, y en el videoclip mucho menos. Podría decirse que en el cine de ficción también, pero quedás encasillado como cine raro.
Fogwill: Yo lo que veo es cierta crisis del relato tradicional. El videoclip y el documental tratan dos aspectos muy importantes: el primero se ocupa del cómo se cuenta y el segundo del qué contar. Me parece que lo tienen muy claro y responden a dos preguntas casi diría éticas del director. Por otro lado, son formas alternativas de contar, ante un fin de siglo muy confuso: hay que dejar registro de lo que pasa en el documental, y hay que mezclar las cosas, como metáfora de lo que es un video.
Fischerman: El videoclip se instaló como forma de narrar, pero ahora la gente también se cuida y te dice: Ojo con mostrar esto como si fuera un clip, contámelo de verdad. En canales de aire, cualquier programa o separador tiene esa forma de contar o de editar. Ahora habrá que ver si sobrevive.
Fogwill: La música es un espacio de creatividad potentísima. A mí me impactó eso de reunirme con músicos, que están en la sala de ensayo tiqui, tiqui, y empiezan a tocar y a ver, probá con esa cosita, y mirá cómo suena esta otra. Creo que el videoclip hizo, con todo eso, una forma de contar diferente. Pero no solamente en el sentido de edición, sino que hasta ha logrado cambiar la forma de narrar del cine. Un buen ejemplo es Wong KarWai, que trabajaba en MTV Asia y que hizo videos para grupos de Hong Kong, antes de hacer cine.
Di Tella: El hecho de proyectar en una sala oscura llena de gente, aun siendo imagen de video, posibilita otro tipo de clima.
Fischerman: Emitir o proyectar. Esa es la cuestión.
PEQUEÑAS MISERIAS DEL
VIDEOCLIPISTA
Fogwill: Yo no haría videos que no me produzcan placer. Sea el placer de hacer un video que salga bien o el de saber que voy a trabajar tres días y después voy a tener plata en el banco para hacer otra cosa que me da placer. Igual no me parece que sea un campo para lucrar.
Fischerman: A los videos argentinos se les nota que son argentinos. Si hablamos de rock, poseen ese gustito del rock nacional que no sé si es muy definible pero que seguramente tiene que ver con un bajo presupuesto, con salir a filmar cuando no hay plata. Y, cuando hay plata, el no saber bien cómo usarla. No me caen tan simpáticos algunos videos que son pretenciosos: quieren emular los videos de afuera. Hablo por mí también. Me han salido desastres por querer hacer un clip como si fuera uno de Madonna.
Fogwill: Después de Isabel Sarli el mito del mercado latinoamericano dejó de existir. El producto son las tribus. La globalización es una idea de las naciones estrellas. Por eso es que en muchos videos de acá se reconoce que, atrás, hay un video de afuera. Hay una revistita de publicidad en la que encontrás todo lo que circula en clips, creo que se llama Shots. Pero la viveza argentina también está en el video: el tipo que con dos lucas hace un clip que parece de diez... es un vivo argentino.
Fischerman: También hay algunos que lo hacen por dos y lo cobran diez...
Fogwill: Para hacer un video tenés que firmar un contrato de cinco o seis páginas que dice que no podés cobrar derechos. Hay una discusión entre las cadenas de televisión y las compañías de música, porque quieren cobrarles a las discográficas como si los videos fueran publicidad. Es un tema de discusión porque todavía no está legislado.
Fischerman: En la época en que comencé a dirigir videos no se trabajaba en fílmico. Ni siquiera existía eso de contar una historia: era más "mostrame la cara del cantante". Eran documentales de bandas. A partir de eso las discográficas empiezan a entender que la inversión vale la pena y ponen un poco más de plata, con lo cual me enganché yo también. Pero todo tiene un techo, y no se movieron de esa cifra. La industria discográfica se expandió hasta ahí.
Fogwill: Se expandió horizontalmente pero no verticalmente.
REVUELTO GRAMAJO
Di Tella: Creo que el cine argentino está empezando a ser más documentalista: Pizza, birra, faso es una de las películas más interesantes de los últimos años y ofrece una observación de un mundo que perfectamente podría contar un documental. No es la típica película con los típicos personajes del cine argentino.
Fogwill: La tarea de los directores es innovar y crear una obra. Empezar a prohibirse cosas y ser muy solidarios con lo que fue el videoclip en su momento, un producto de superinnovación. En la medida de lo posible.
Rodríguez Arias: Yo veo que hay un auge del documental en la tele. Fuera de la televisión, no me atrevería a decir que haya un auge.
Fischerman: El largometraje de ficción puede tener algo documentalista, es cierto. Pero ahí se entra en un terreno engañoso, porque el documental se basa en mostrar cierta realidad, por lo cual deja de ser ficción. Lo documentalista se encuentra en la forma de filmarlo. Lo mismo pasa con el videoclip. Cuando uno hace un largometraje de ficción hay muchísmas maneras de contar la película, pero no deja ser un largometraje de ficción.
Di Tella: Alberto Fischerman hizo una película experimental que hizo época por ese tiempo y quedó encasillado como eso. Cuando dirigió La clínica del Dr. Cureta alguna gente interpretó que se había vendido al oro de Víctor Bó. Yo creo que era una búsqueda, y que se debe encarar cualquier cosa que uno emprenda como una obra propia.
Fogwill: Yo vi en su momento el videoclip como una forma de práctica que no me había dado la escuela de cine. El clip reemplazaba al cortometraje, en el sentido de que te daban plata para hacerlo. A diferencia de otros países que otorgan subsidios para cortometrajistas, acá eso existe poco y nada.
Rodríguez Arias: Pero tengo la sensación de que la edición vertiginosa en la televisión está cansando. El hecho de que haya dos o tres programas así que estén funcionando con ocho puntos de rating no significa un gran éxito.
Fogwill: Sí, la fragmentación está cansando. Muchos amigos míos están pensando en comprar una casita en el campo, una quintita, y tiene que ver con lo mismo, con volver a mirar las cosas de otra manera. El videoclip era casi como el éxtasis de los sentidos, de la velocidad.
Rodríguez Arias: ¿Y los programas políticos? Neustadt le dijo una vez a Menem: "Pero presidente, el problema es que acá las coimas son del 40 por ciento, y en el resto del mundo del 5, por eso los negocios no se hacen". Menem le respondió: "Bueno, no es tan así, no es tan así".
Fogwill: Yo estuve a punto de hacer el video de Zoom, de Soda Stereo, y me arrepentí a último momento. Eran dos días de rodaje y me pareció que, para hacer un clip que era el más importante de mi vida, no me podía tomar dos días. Retrocedí justo. En realidad, no sé si justo, porque después me arrepentí mucho. Toda la vida he hecho videos en dos días.
Di Tella: ¿Y los reality shows? A mí, por lo menos, me hacen replantear totalmente lo que hago. Es como que una parte del documental ha sido colonizada por ellos.
Fogwill: Muy pocas veces he ganado plata con un video, por lo que lo tomo como un training. Para mí es una revancha de la imagen: en un momento dado a la imagen le insertaron música, y ahora ocurre al revés.
Fischerman: Ni hablar de las cosas armadas, las cosas absolutamente de ficción que las hacen pasar como documentales: inventan una nota en la que rescatan a una nena y es todo una puesta en escena.
Rodríguez Arias: Hay algunos que lo hacen como ironía. En Estados Unidos hay un programa de noticias truchas.
Fogwill: El mercado y la industria no rinden económicamente para que alguien pueda tener hijos y hacer videoclips. Podés tener tu plato de fideos, pero a cierta edad no sirve. Está muy bien que ocupe su lugar para los estudiantes de cine. Es un semillero.
PEQUEÑAS MISERIAS DEL
DOCUMENTALISTA
Di Tella: Los americanos o los ingleses no van a comprar un documental argentino si lo pueden hacer ellos con gente más confiable: ellos dudan de que lo que vas a contar es verdad, desconfían de que vayas a hacer lo que dijiste que ibas a hacer con la plata, temen que no lo hagas con su forma de documental, sospechan que el sonido no va a ser bueno y que la imagen no va a ser la adecuada. Será una obviedad decirlo, pero hacer cine, documental o no, como independiente argentino, es dificilísimo. La globalización corre en una sola dirección.
Rodríguez Arias: Para hacer documentales sobre la televisión hay que tener un archivo propio. En Antena 3, el canal español, te venden por Internet su material de archivo y te lo mandan a tu casa. En cambio, lo poco que hay en los canales argentinos no te lo prestan ni te lo venden. Y el Archivo General de la Nación tiene un solo video sobre la televisión.
Di Tella: En Europa y Estados Unidos, la educación y la cultura son parte de la televisión. Las empresas que financian los proyectos deben justificar el uso del aire que les cede el gobierno con una serie de obligaciones. La televisión es el Ministerio de Educación.
Rodríguez Arias: Pero hay que reconocer que, estando en la televisión, se puede vivir bien. Estás un año o tal vez dos años y luego reinsertarte por ahí te lleva otro año, pero es el único camino de financiación genuina para el documental.
Di Tella: Cuando presentás un proyecto en la televisión argentina tiene que tener presupuesto cero, porque ellos consideran que no existe público. Su única razón es el rendimiento económico, que puede lograrse con temas fuertes. Pero cuando mostrás temas fuertes después no los quieren pasar porque les parece demasiado, como me pasó con Montoneros, una historia. La televisión argentina es una calamidad, pero me parece que es la única salida del documental para llegar al público. La gente tiene mucho prejuicio de ir al cine y pagar una entrada: la palabra documental provoca que la gente salga corriendo.
Rodríguez Arias: Creo que la falta de público tiene que ver con el tipo de documentales que se ven en la tele argentina: locución en off, talking heads, verdaderamente poco atractivos.
¿Y ENTONCES?
Di Tella: Yo veo al clip como algo totalmente en crisis.
Fogwill: Es que crisis significa peligro y oportunidad en chino.
Di Tella: Puede ser. Pero en algún sentido el clip agotó su capacidad creativa. Durante unos años los veías para ver qué era eso. Ahora lo hacés para escuchar la canción, o porque te interesa saber quién lo hizo, o algo así.
Fogwill: Lo que creo que está en crisis es la mirada del espectador sobre el video. Porque el clip generó y logró cerrar ese esto soy yo, y se convirtió en un lugar interesantísmo para una mirada personal. Al videoclip lo conoce mi abuela, Doña Rosa habla de esto, Andrés Di Tella dice estas cosas, y bueno, se acabó, ahora está saltando para lugares que...
Di Tella: Al cine de ficción.
Fogwill: Eso seguro. Se está transformando en género, son como películas en cinco minutos (sean de ficción, documentales o experimentales) que empiezan a reemplazar a otro género, para mí en extinción, que es el cortometraje.
Rodríguez Arias: La televisión ha tomado la estética del videoclip, ¿es por eso que el clip está en crisis? La televisión lo recrea, lo enriquece, y los videoclips ya no son iguales: se exigen a sí mismos una mayor cuota de delirio. A mí me llama mucho la atención cómo chupó la televisión de ahí...
Fischerman: Creo que lo que dice Andrés Di Tella es que esa forma, el clip, se convierte en un estilo, en una manera de contar no sólo canciones sino cualquier cosa, y ha sobrepasado al videoclip mismo. Lo que dice Andrés Fogwill es...
Fogwill: Lo que dice Pablo Fisherman es que todo es ficción y son sólo formas de contar diferentes. Lo mismo se puede decir de los medios gráficos, sean diarios, revistas, libros, comics...
Fischerman: No, justamente lo que trataba de hacer es diferenciar el videoclip, donde vos decís que puede haber diferentes formas (ficción, documental, experimental) y esa forma de contar mal que se suele bautizar de videoclip.
Di Tella: Esa estética tiene un nombre: clipera.
Fischerman: Es clipera, tiene ese nombre pero...
Fogwill: También decían que había películas publicitarias, porque tenían estética de comercial.
Mozo: ¿Qué se van a servir?
Rodríguez Arias: Cortado.
Di Tella: Cortado.
Fischerman: Cortado.
Rodríguez Arias: No, yo un capuccino.
Fogwill: ¿Puede ser una manzana?
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