La escena sucede en las playas de Australia, al atardecer. Un hombre joven recostado en una reposera saluda a otro algo mayor que pasa por ahí. El más viejo viste gorro, camisa y pantalón corto y tiene ganas de hablar; el más joven, en malla, lo escucha sin ganas. El más viejo reconoce que la playa es un lugar para los jóvenes. Pero siempre se da un paseo al atardecer, para disfrutar de las puestas de sol, siempre tan diferentes y tan hermosas. Su esposa y sus mellizos solían acompañarlo, cuenta, pero uno de ellos murió en Vietnam y el otro se mató en un choque cuando se enteró de la noticia. A su mujer le apareció un cáncer, así que quedó solo en el mundo. Sin embargo, aún pasea por la playa durante el atardecer. La suya ha sido una vida de mierda, todos los que alguna vez amó están muertos. "Pero cualquier Dios que pueda crear atardeceres como esos..., bueno, se merece cierto respeto, ¿no?" El viejo concluye así su relato y el más joven, que ha escuchado en silencio, apenas si lo saluda cuando se va. Después de mirar durante un rato el atardecer, se decide finalmente a abrir la boca. Y dice, como si le hablara a las alturas: "Está bien. Lo admito. Algo de razón tiene. Los atardeceres son efectivamente maravillosos, maldito seas. ¿Estás satisfecho, ahora?". Y, con desdén mefistofélico, el demonio recuesta su cuerpo joven y en malla en la reposera, sin esperar la menor respuesta divina.
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Comics para intelectuales Incluida casi al pasar al final de Seasons of Mists ("Estación de tinieblas", la más festejada de las sagas de Sandman), la escena del atardecer con el diablo como surfista es una de las razones por las cuales Neil Gaiman se ha convertido en el guionista de historietas más famoso de la década del noventa. Con el éxito de Sandman, serializada durante ocho años para el sello DC --el hogar de Batman y Superman-- Gaiman se puso a la cabeza de una revolución adulta dentro de la industria del comic norteamericano. A pesar de su escasa difusión local --tal vez a causa de sus azarosas traducciones--, es un autor de culto entre quienes no son lectores de historieta, como alguna vez lo fueron Hugo Pratt, Héctor Oesterheld o Robert Crumb. Norman Mailer escribió sobre Sandman: "Además de muchas otras cosas, es una historieta para intelectuales. Y me parece que ya era hora". La mitología de Gaiman incluye entre sus principales personajes al dios de los Sueños y a su hermana, Muerte, para citar sólo dos ejemplos, y lo muestra como un autor que conoce mejor que la mayoría de sus colegas los límites del medio. Por esa razón, precisamente, se permite todas las ironías, todos los lujos y todos los clichés, sin perder jamás el control de su creación por más libertades que se tome.
En sus libros ha sido capaz de parodiar a la industria del comic (dedicándole todo un capítulo de Sandman a una convención de asesinos seriales), de esconder poderosas citas literarias dentro de sus guiones (como travesuras; nunca como pedantería intelectualoide) y de ganar como guionista un premio dedicado sólo a cuentistas (con un comic que revela el pacto entre Shakespeare y el dios de los Sueños), porque Gaiman es principalmente un maestro del relato corto, de las historias dentro de historias. Stephen King lo define así: "Su obra es un desafío. Y no digo que lo sea porque un adolescente no pueda entender sus comics, sino que se trata de una prosa sofisticada, en un nivel similar al de Raymond Carver, Joyce Carol Oates o John Fowles". Uno de sus secretos, agrega King, es la habilidad con que Gaiman evita la trampa del final ingenioso, sin sacrificar el sentido de lo maravilloso y de la fantasía. "Gaiman simplemente pone esas cosas en el corazón de sus historias, en vez de guardárselo para los remates. Así construye sus tramas, inyectándoles el poder que sólo tienen los buenos relatos: el de llevarnos a mundos que nunca existieron, en compañía de gente con quien nos encantaría estar... o que agradecemos a Dios no haber conocido nunca".
un hombre llamado neil Cuando le toca escribir sobre sí mismo --en prólogos y epílogos--, Gaiman jamás olvida mencionar su fanatismo por escribir de noche, aun cuando habla de sí mismo en tercera persona: "Aunque ya no cree que ser un adulto sea todo lo bueno que prometía ser, aún disfruta quedándose despierto cuando el resto del mundo se va a dormir", se lee en la nota biográfica del maravilloso álbum Mr. Punch. En una entrevista que le hizo la revista especializada Comiqueando, confesó su curiosidad por visitar alguna vez el poblado de Gaiman en la Patagonia argentina. Mientras tanto, este inglés de 37 años vive en una extraña y decaída casa, cuya exacta ubicación muy pocos conocen, con dos gatos un tanto locos, dos hijos saludablemente sanos y su amable esposa. Escribe, según revela otro prólogo, en un sótano lleno de libros y antiguos sillones.
Mucho antes de la fama y los premios, Neil Gaiman supo ser un lector voraz. Su pasatiempo favorito cuando niño era encontrar un lugar apartado donde poder leer todo el tiempo. A los tres años le dictaba poemas a su madre, y cuando empezó a leer tardó apenas un año en recorrer de la A hasta la Z toda la sección infantil de la biblioteca pública de su barrio. A los quince años decidió que sería guionista de comics norteamericanos, y así se lo dijo al orientador vocacional de su escuela, quien le aconsejó que se dedicara a la abogacía. Lejos de hacerle caso, Gaiman decidió dedicarse al periodismo mientras descubría por su cuenta -ya que los profesionales no podían ayudarlo- cómo escribir historietas.
"Me pasé una década escribiendo para ganarme la vida", dice en el prólogo de Angels & Visitations, una compilación de sus relatos, poemas, notas y ensayos editada en 1993. "Así aprendí mi oficio. Y a veces se me ocurre que cuando comencé tenía poco talento, apenas la convicción de que era un escritor, y la suficiente arrogancia y orgullo como para seguir insistiendo." En una entrevista con The Comics Journal, Gaiman confesó que nunca se sintió un buen periodista, pero que llegó a considerarse un gran entrevistador. "Dejé de hacer entrevistas cuando se me terminó la gente que quería conocer, y dejé el periodismo una noche en que la revista Time Out me encargó una artículo sobre la noche de Londres: estuve despierto y en la calle de seis a seis sin ver nada mínimamente interesante. Así que decidí dedicarme a la ficción".
te estaba esperando Los comics llegaron profesionalmente a su vida cuando conoció al maravilloso dibujante Dave McKean, junto al cual creó el álbum Casos violentos en 1986, para la revista inglesa Escape. Desde entonces McKean ha estado involucrado en todos los proyectos de Gaiman y es el autor de todas las portadas de Sandman. Gaiman y McKean fueron juntos en 1987 a una entrevista con los editores de DC comics, que estaban de visita en Londres, luego de la cual ingresaron al mundo de la editorial que alguna vez se enorgulleció de haberle robado el copyright de Superman a sus autores originales, Jerome Siegel y Joe Shuster. Desde la DC, Gaiman generó una auténtica revolución con Sandman, promoviendo la creación de un subsello dedicado a los comics adultos --Vertigo--, llevando a su oscuro comic a niveles de venta similares a los que ostentan los multivendedores superhéroes, y consiguiendo la inédita concesión de que, cuando decidió ponerle fin a su personaje, la empresa accediera a sus deseos, sin siquiera amagar con dárselo a otro guionista.
"Chesterton dijo alguna vez que los ángeles vuelan porque se toman a sí mismos con liviandad. El secreto de Sandman es precisamente ése. Cuando comencé a trabajar en él había que sacar un ejemplar por mes. No podía pensar demasiado; tenía que creer en él. El resultado de esa convicción es que efectivamente hay momentos en que Sandman se eleva sobre el suelo y flota elegantemente en el aire. Porque se toma a sí mismo levemente, supongo. Se me hizo definitivamente más difícil cuando me di cuenta de que había tanta gente mirando sobre mi hombro a ver qué pasaba con él", confesó Gaiman cuando interrumpió la serie de su personaje más famoso.
un personaje llamado muerte La saga de Sandman comienza con un personaje flaquísimo y oscuro -que evolucionará hasta parecer un heredero de Robert Smith, el cantante de The Cure- atrapado durante siglos por un extraño hechicero. La primera saga cuenta cómo se libera el Dios del Sueño de ese encierro, recupera sus poderes y regresa a su reino, sólo para encontrarlo devastado durante su ausencia. En medio de su depresión (el Dios de Gaiman lo hace a menudo), más precisamente en el séptimo episodio, hace su aparición la encantadora hermana y la serie encuentra su registro. "Ella llegó a mi mente pálida y callada. Aunque había una evidente familiaridad entre ella y su hermano, era en muchas maneras su opuesto: sensible, amable. En la Cábala hay una historia que sugiere que el ángel de la muerte es tan bello que, al verlo (o verla), uno se enamora tanto que el alma se escapa por los ojos. Siempre me ha gustado esa historia. Y, si puedo elegir, preferiría enfrentar una parca que no odiara su trabajo, o que lo disfrutara maliciosamente. Una parca como ella."
Luego de la aparición de la hermana Muerte, la historia de Sandman fue adquiriendo un estilo más y más original: sus personajes principales se asentaron y los secundarios comenzaron a reaparecer. Sandman teje los sueños y el destino de cada uno de ellos a lo largo de 75 episodios, hasta que finalmente debe tejer su propia muerte y entregarse, en un último encuentro, a su sorprendida hermana. Los momentos más altos de la saga se pueden recorrer gracias a las diversas compilaciones que se han publicado en inglés (o rogar para que aparezcan en castellano), entre las se recomiendan la brillante Brief Lives (epilogada por Peter Straub) y la enigmática A Game of You (analizada en el prólogo por Samuel R. Delany).
muerte tiene vida propia La hermanita del Dios de los Sueños mereció su propio comic. El primer episodio batió records de venta y sirvió para lanzar el sello Vertigo (bajo el título de El alto costo de la vida se consigue un volumen en castellano, editado por Zinco). Gaiman la considera su niña mimada y aún conserva las esperanzas de conseguir quién le ponga el dinero necesario para poder dirigir una película basada en ese día cada mil años en que la muerte adquiere forma humana. Mientras tanto, con Sandman reeditándose mensualmente en orden cronológico en los Estados Unidos, los últimos trabajos de Gaiman han sido: 1) suspirar aliviado cada vez que se entera de que el proyecto cinematográfico de Sandman -sobre el que no tiene ninguna responsabilidad- se posterga de nuevo; 2) escribir una miniserie para la BBC 2 sobre el mundo paralelo bajo la ciudad de Londres (se exhibió el año pasado en Inglaterra, se llama Neverwhere y puede conseguirse, importada, en video); 3) terminar una novela homónima, basada en los guiones de la miniserie (editada recientemente en los Estados Unidos, y aún sin asomo de traducción al castellano) y 4) editar un relato fantástico, ilustrado por Charles Vess, llamado Stardust, que ya terminó con sus cuatro capítulos planeados.
Alguna vez alguien le recordó a Stephen King si no le molestaba lo que el cine había hecho con sus libros. Su respuesta fue sencilla: "A mis libros nadie les ha hecho nada. Están ahí, en los estantes". Con la muerte de Sandman -un fenómeno que en marzo del 96 igualó los comentarios que levantó el anuncio de la cancelación de la serie Seinfeld- pasa lo mismo. Sandman no ha muerto, está vivo en cada una de sus historias. Y esperando a todos aquellos aún a tiempo de descubrirlo por primera vez. Mientras tanto, Gaiman meditando si va a visitar o no Gaiman (Chubut) alguna vez, encerrado en su sótano repleto de libros y gatos locos, mientras el resto del mundo duerme el sueño de los justos.
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