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Humorismo policial

La policía francesa había prometido no abrir sus documentos sobre los acontecimientos de mayo de 1968 hasta el 2028. Pero los 60 años de reserva que el Estado exige para los dossiers “sensibles” fueron objeto de una derogación, en nombre de las nuevas necesidades francesas de conocimiento del pasado inmediato que más los compromete.
La prensa pudo revisar, con una libertad inusitada, lo que constituye un relato completo de Mayo del 68, visto del otro lado de las barricadas. El relato policial tiene las virtudes del extrañamiento narrativo. No es partisano, como lo son la mayoría de las crónicas y memorias del período: la policía tenía al menos la obligación de fingir objetividad. La comicidad involuntaria abunda: “Un estudiante de origen alemán, Monsieur Daniel Kohn-Bendit (sic), se dirigió al ministro y tomó la palabra para pedirle que discutiera el problema sexual. El ministro creyó que era una broma. El estudiante insistió y declaró que la construcción de un campo de deportes era un método hitleriano, destinado a desviar a la juventud hacia el deporte y separarla de los problemas reales, cuando en verdad era necesario asegurar el equilibrio sexual del estudiantado”. Estas líneas fueron consignadas meticulosamente por un policía, en su informe del 9 de enero de 1968, cuando el ministro de la Juventud y de los Deportes (sí, esta cartera existía), M. Missoffe, visitó el nuevo centro deportivo de Nanterre. Es la primera -y hasta ahora desconocida- aparición pública de Cohn-Bendit, el estudiante de sociología de la facultad de Nanterre que sería el símbolo del sismo que cuatro meses más tarde iba a paralizar a Francia y conmover a la república de De Gaulle. De la noche de las barricadas del 10 de mayo se conservan los diálogos de los agentes en posición. El primer comunicado: “Tomé contacto con los responsables, especialmente con Sauvageot, quien me comunicó su intención de evitar las violencias con el servicio del orden en tanto que éste -repito sus palabras- no las provoque.

Terminado”. El último: “Hay un verdadero atrincheramiento. Hacen arder los autos empujándolos los unos contra otros después de haber prendido fuego al primero. Va a ser necesario una operación sandwich ayudados por granadas”. Algunos otros documentos son por lo menos curiosos, y muestran cómo se seguían respetando formalidades constitucionales y de lenguaje que podían parecer innecesarias ante la urgencia de la situación. Entre ellos se cuenta el lacónico pedido de Jean Roche para que la policía proceda a evacuar la Sorbona: “El rector de la Academia de París, Presidente del Consejo de la Universidad, abajo suscripto, requiere de las fuerzas de policía que restablezcan el orden en el interior de la Sorbona expulsando a los pertubardores”.

La policía no sólo debía ocuparse de la oposición estudiantil: también tenía que ocuparse del aprovisionamiento de París. La importancia de este aspecto no puede ser subestimada, y demuestra la comprensión que la policía tenía de procesos más amplios y globales. Si la población de París se hubiera quedado sin vituallas, el apoyo a los estudiantes podría haber sido mayor por un descontento que no sabían ubicar. Cada mañana, el comisario especial de Les Halles (Mercado Central) redactaba un informe detallado. Para el 22 de mayo: 3400 toneladas de frutas y legumbres, sólo 800 toneladas de carne (contra 1050 de la víspera y 1175 de una semana antes), 450 toneladas de pescado, 325 de aves, 85 de manteca... El estilo se parece, en suma, a aquel del que se valía el novelista Emile Zola para describir el mismo lugar un siglo antes, en El vientre de París. Gracias a la policía, los lectores del siglo XXI tendrán su versión de los acontecimientos del Mayo Francés, en clave del naturalismo del XIX.