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Vale decir


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Christina Ricci llega tarde al reportaje porque ya no me quiere. Me hace esperar cuarenta minutos, y cuando aparece, inventa una excusa absurda que le termino creyendo no sé por qué.

-Perdón, pero tenés que escuchar esto: me desperté un poquito tarde y me apuré como loca para llegar a tiempo, y en el apuro se me cayó la tarjeta de crédito en el inodoro. Entonces me quedé ahí parada, sin saber qué hacer. ¿Tenía que despertar a mi novio, meter yo misma la mano en el inodoro, podía apretar el botón, rogando que la tarjeta no se fuera por el caño? Ese tipo de dilema.

¿Lo despertaste a tu novio?
-Claro. Pero después de tirar la cadena. Soy una chica muy limpia.

Me entristece un poco no figurar siquiera entre tus opciones. Pero no te preocupes, te quiero igual.
-Yo también, a veces.

Hablemos de tu primer papel en el cine. ¿Cómo lo conseguiste?
-No te lo pienso decir.

Tenés que contarlo: ahora soy periodista y esto es un reportaje.
-Bueno, pero sólo para la prensa. En una obra de Navidad para el colegio eligieron de protagonista a un chico que se llamaba Nicky. Yo lo empecé a molestar hasta que se enojó conmigo y me pegó en la cara. Entonces fui corriendo a dirección y lo acusé: a él lo castigaron y a mí me dieron el papel.

¿Y él no le dijo nada a su madre?
-No sólo eso: la madre de Nicky, que era crítica de cine, cuando me vio actuar le dijo a la mía que me llevara a un casting. Al principio nadie me quería, hasta que me eligieron para hacer la hermanita en Mi madre es una sirena, junto a Cher y Winona Ryder.

Y desde entonces estuviste bastante ocupada...
-No es para tanto. Estuve en Los locos Adams y en Casper, después vinieron unas cuantas películas inmencionables, hasta que conseguí uno de los protagónicos en The Ice Storm, con el genio Ang Lee, junto a Kevin Kline, Sigourney Weaver.

¿Qué recuerdos tenés de las primeras películas?
-Extraño mucho el papel de Merlina. Me encantaría hacer otra película de los Adams. Casi no tengo que actuar: Merlina es mi cara cuando estoy relajada, cuando no tengo que estar sonriendo para nadie, ni hablando.

¿Cuál fue la mejor excusa con que te rechazaron en un casting?
-Mi favorita es: “Parece demasiado saludable”, en un casting en que buscaban una chica sufrida. Cuando nos lo dijeron yo le pregunté a mi mamá cómo se podía ser demasiado saludable. Ahora es al revés: me pierdo trabajos porque no parezco lo suficientemente vulnerable.


Así era hace seis años, en Los locos Adams. Y así la reciben papá Ben Gazzara y mamá Anjelica Huston en Buffalo '66, mientras el pobre Vincent Gallo sufre en primer plano.

¿Te abrumó alguna vez el sistema de Hollywood con los niños actores?
-Cuando estaba haciendo Casper, a los catorce, me sentía más para actuar en Perros de la calle. La mayoría de los directores se la pasan diciéndome: “Más leve, más leve, no tan enojada”.

Te has hecho cierta fama por tus problemas con directores y productores...
-Es que tendrías que oír las cosas que me dicen. En ese mamarracho llamado Gold Diggers vino el productor y me dijo que tenía que fajarme las tetas porque “parecía muy crecida”. Fue muy fuerte. Hay maneras y maneras de decir las cosas: el tipo podría haberme dicho que no había nada malo con mi cuerpo pero que muchas tetas no iban con el personaje, y yo lo hubiera entendido. En realidad, The Ice Storm fue la primera película en la que no tuve que fajarme las tetas. Y The Opposite of Sex ya es sobre mi escote: el protagonista me mira y dice “¡Miren esas tetas!”. Y termino robándole el novio a mi hermano.

Y lo conseguís porque usás el mismo corte de pelo y el mismo maquillaje que yo inventé para vos en Buffalo ’66.
-No, no es el mismo maquillaje. Nunca volvería a usar ese mismo maquillaje. Pero tengo que admitir que tenés estilo, y que el aspecto que me diseñaste para Buffalo ‘66 fue el mejor que haya tenido en una película. Pero nunca volví a usar ese maquillaje.

Supongo que todo el tiempo te preguntan cómo soportás hacer películas mediocres después de haber trabajado con el maestro Vincent Gallo...
-Todo el tiempo. Y lo único que digo es: “¿Perdón?”

Durante la filmación ¿pensabas que la película iba a ser buena?
-¿La verdad? Pensaba que iba a ser más deprimente. Para la gente, digo. Me sorprendió el humor lunático que tiene.

¿Te acordás de la vieja Christina Ricci en el casting de la película?
-¿Vos decís aquellos pantalones pata de elefante y las marcas de birome que tenía por todo el cuerpo y la mochila del colegio con los libros? De lo único que me acuerdo es del frío que hacía y que los zapatos me apretaban.

Algunos actores dicen que trabajar con un chino como Ang Lee es complicado pero que vale la pena. ¿Cómo fue la filmación de The Ice Storm?
-No me venía a hablar mucho, apenas una o dos palabras antes de algunas escenas. Si quería que estuviera en determinado lugar para conseguir cierto plano, me agarraba del brazo muy suavemente y me llevaba hasta ahí. Es mucho mejor trabajar así a que venga el director y te hable media hora mientras vos estás pensando: “Sos un mediocre. No tengo la menor idea de lo que estás diciendo y te odio”.

¿Es verdad que le habían ofrecido tu papel a Natalie Portman y lo rechazó?
-Sí, pero eso pasa todo el tiempo. La Portman rechazó mi papel, yo quería el papel de Claire Danes en Romeo y Julieta y la Danes quería el papel de la Portman en la versión teatral de Anna Frank. Creo que Natalie rechazó mi papel porque sus padres creen que en esa película se habla de temas a los que su hija no debía ni acercarse.

¿Y tu madre qué piensa?
-Mi madre sabe que no hay forma de que yo diga que no a algo que me interesa. En ese aspecto, ya se rindió, no me controla más. Por otra parte, a ella le encantan las mismas películas que me gustan a mí.

¿Como trabajar con Terry Gilliam y Johnny Depp en Fear and Loathing in Las Vegas?
-Estuve sólo cinco días en el rodaje, porque es un papel pequeño, pero me gustó muchísimo conocer a Johnny Depp y a Benicio del Toro.

¿Llegaste a conocer a Hunter Thompson?
-Pensaba que era genial hasta que lo conocí. Me pareció que el tipo ya no podía hablar. Lo primero que me dijo fue que me trataría como una nena. Y al rato me estaba volviendo loca: “¿Estás segura de que tenés sólo diecisiete años?”.

¿Qué habrías hecho si no hubieses empezado a actuar de tan chica?
-Sin el cine, sería una más de esos dementes que vagan por Hollywood Boulevard, drogada todo el día. Supongo que, a esta altura, ya me hubiera llevado la policía y estaría en la cárcel. O sería una pandillera. No, mejor ni pensar en eso. Probablemente estaría muerta.

Traducción y adaptación: Pablo Mendívil.