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Jonathan Richman
 Por Martín Pérez

Encantador, sentimental y un poco desquiciado, Jonathan Richman es una leyenda pop que, en el transcurso de tres décadas de carrera, devino en original trovador capaz de cantarle a todo, desde Pablo Picasso hasta un avión o un heladero. Ahora, gracias a la convocatoria de los hermanos Farrelly, canta y actúa en Loco por Mary.

Todo comenzó en un restaurante italiano de Hollywood, “de esos en que no sólo tenés que catar el vino, sino también el aceite de oliva”, según apuntó el propio Jonathan Richman a la revista Entertainment Weekly. Allí fue donde los hermanos Farrelly citaron al veterano pero eternamente joven y legendario rocker alternativo para invitarlo a participar activamente en su nuevo film. “Le dijimos: Jonathan, hay un cincuenta por ciento de posibilidades de que, si aceptas este trabajo, termines no apareciendo para nada en la película”, contó Bobby Farrelly. Algo a lo que Richman parece estar acostumbrado, desde aquel primer disco que supo grabar en 1972 con los Modern Lovers que recién se editó en 1976.

Todas sus escenas en Loco por Mary fueron filmadas con y sin Richman y su baterista, por las dudas. Pero aquel cincuenta por ciento de riesgo en su contra del que le habían advertido los Farrelly hizo lo suyo, como siempre: “Cuando enviamos las escenas al estudio nos dijeron: ¡No filmen más! ¡Esto no funciona! ¿Ese tipo qué se cree que está haciendo? Pero cuando exhibimos las primeras copias con público, todos amaron a Jonathan instantáneamente”, confesó uno de los directores/guionistas. Un comportamiento clásico ante el fenómeno Richman. Primer movimiento: extrañeza, miradas confundidas a los lados, búsqueda de la broma. Segundo movimiento: rendición incondicional. ¿Qué otra cosa se puede hacer ante un hombre que canta cosas como: “Ahora voy a las panaderías todo el tiempo / porque hay una ausencia de dulzura en mi vida”?

AMANTES MODERNOS “Cuando iba al Museo de Artes de Boston, solía terminar en la sala de las pinturas de Cèzanne. No porque entendiera mucho de Cèzanne, sino porque las chicas de la universidad solían dar vueltas por allí. Usaban botas altas de cuero, el pelo largo y lacio y fumaban cigarrillos Gauloises. Yo estaba tan impresionado que daba vueltas por la sala pensando: Si tuviera una novia podría entender estas pinturas”, dijo alguna vez el propio Jonathan, explicando el nacimiento del tema “Girlfriend”, uno de los tantos clásicos de su época con los Modern Lovers, el grupo de Boston que anticipó a los Talking Heads --incluso tuvo a uno de ellos en teclados, Jerry Harrison-- y también prenunció a la movida punk con su espíritu minimalista (aunque festivo). La leyenda de los Modern Lovers es una de las tantas historias de perdedores del rock de comienzos de los 70: visionarios que iban contra la corriente imperante en esos momentos, ganándose a cambio su lugar en el secreto panteón de los ídolos del futuro. Sucedió con la Velvet Underground y con Big Star, por ejemplo: bandas a las que en su momento vio en vivo muy poca gente, pero --como nunca se evita mencionar-- todos y cada uno de quienes los vieron armaron después su propia banda de rock. Los Modern Lovers entran dentro de ese molde. Liderado por Jonathan, el grupo supo ser en su momento la niña mimada de la escena de Boston, recibiendo propuestas de grabación de todas las discográficas habidas y por haber. Para cuando grabaron los fatídicas demos con producción de John Cale (que la discográfica decidió no editar en su momento y luego devinieron en mito), el grupo incluía en su formación, además de un futuro Talking Head, al baterista David Robinson, luego integrante de The Cars. Los Modern Lovers aún hoy son un mito alternativo: las mejores canciones de aquel repertorio suelen ser versionadas hasta el hartazgo por las nuevas generaciones, comenzando con los Sex Pistols y terminando con los ignotos (¿y futuras estrellas?) Sloan. Temas como “Pablo Picasso”, “Roadrunner”, “Don’t let your youth go to waste”, “Dignified and old” o “A plea for tenderness” califican por mérito propio como clásicos de ayer , de hoy y de siempre para sensibles realistas y surrealistas emocionales.

RENDIRSE ES LO MEJOR “Para mí es como el Andy Griffith de los músicos”, declaró Peter Farrelly, comparando a Jonathan con el capocómico norteamericano que tenía su propio show televisivo en la década del ‘60. “Cada vez que lo veo nopuedo evitar reírme, pero también me pongo un tanto melancólico. Realmente creo que es uno de los grandes artistas de la última mitad del siglo”. El expediente Richman demuestra que existe la vida después de ser un Modern Lover. De hecho, si bien en Estados Unidos el grupo pasó inadvertido, algunas canciones de los Modern Lovers sorprendentemente alcanzaron a ubicarse en el Top 5 europeo hacia fines de los 70. Su hit fue el instrumental “Egyptian Reggae”, de gran éxito en las discotecas peninsulares allá por el verano del ‘77. Pero cuando la discográfica responsable de su edición europea buscó a sus autores, descubrió que el grupo se había separado, y que Richman estaba en otra cosa. “Todos esos temas son pasado para mí. Soy más joven hoy en día que cuando compuse aquellos temas”, dijo entonces y repite ahora.

La carrera de Jonathan ha sido pletórica en pequeños sellos, discos extraños y canciones adorables. “Casi toda la prensa musical y la mayoría del público de rock aún no me conoce y tiene ideas equivocadas sobre mí. Todas mis canciones vienen de estar enamorado de la vida. Es algo que siento desde pequeño, creo que es un don con el que he nacido”. Escuchando las canciones de Jonathan --cualquiera, de cualquier época, de cualquier disco-- es fácil darse cuenta de que se trata de un don o una característica genética. Nadie puede escribir como él sobre cosas sencillas, de manera sencilla, y lograr un resultado tan complejo e intenso como la vida misma. Para quienes lo vean en Loco por Mary, vale la pena aclararles que Jonathan es en la realidad tal cual aparece en ese film: así es su música, así es su show. Una de las razones por las cuales aceptó la propuesta de los hermanos Farrelly es que es un gran fan de Cat Ballou (La tigresa del Oeste), un film con Nat King Cole como narrador. “Cuando me vinieron a proponer el papel, los Farrelly mencionaron ese film. Me dijeron si quería hacer el papel de Cole, y no pude menos que aceptar”. Su exposición pública luego del film -que se convirtió en éxito boca a boca en Estados Unidos- hace que el próximo disco de Jonathan sea esperado con ansiedad. Producido por Rick Ocasek -¡sorpresa!, otro The Cars- lleva el oportuno nombre de I’m so confused. Léase: “Estoy tan confundido”. El sello editor es Vapor, propiedad de Neil Young, y los nombres de los temas dan una idea de su contenido: “El verdadero amor no es bello”; “Puedo escucharla pelear consigo misma” y “Amame como yo te amo”, tres ejemplos de la vida y el canto según Richman.

Para quienes no puedan esperar hasta octubre -fecha de salida del álbum- es recomendable ir en busca del anterior: Surrender to Jonathan. En particular por “Surrender”, un tema que es casi una declaración de principios, donde Richman canta: “Para ganar hay que pelear o eso dicen / pero en el amor las cosas nunca parecen funcionan de esa manera / para triunfar en el amor hay que rendirse”. El mejor consejo de parte de un entregado vocacional, un cantante que siempre ha vencido rindiéndose.