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La historia del agente que secuestró a Eichmann

En un pequeño pueblo de Devon, en Inglaterra, vive un anciano tranquilo que cuida a sus animales y hace caridad. Su nombre es Hermann Arndt, es un judío nacido en Alemania y fue el agente de la Mossad que identificó al criminal de guerra nazi Adolf Eichmann y capitaneó su secuestro en Buenos Aires, en 1960.

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Adolf Eichmann, cuando se dedicaba a deportar judíos húngaros.

Por Sean Brickell


t.gif (67 bytes)  No es fácil encontrar la casa de Hermann Arndt. Dos veces me pasé, porque no vi el discreto sendero que luce como si no llevara a ninguna parte. Y cuando finalmente manejé por la entrada flanqueada de árboles de su casa en Woodbury, una aldea en Devon, me di cuenta de que ya no escuchaba el ruido de los chicos que jugaban en el campo de deportes pegado a la propiedad. Y que no escuchaba ningún otro ruido. Estaba en un lugar privado y silencioso. Que es exactamente lo que busca este ex espía internacional: tranquilidad y discreción, lejos de ojos inquisitivos.

Para los pocos que tienen contacto con Arndt, este hombre de anteojos y 77 años de edad es la misma imagen del anciano viviendo un retiro rural. Es pequeño y delgado, está en buen estado físico aunque un poco encorvado, y su pelo es gris oscuro. Por detrás de este ensayado aspecto inocente se guarda un pasado peligroso y secreto.

El único indicio es su sonrisa cauta, bajo unos ojos penetrantes que no muestran ninguna emoción pero hacen sentir que nos atraviesan. Esto resulta natural en un hombre que alguna vez fue agente del servicio secreto de inteligencia extranjera israelí, Mossad, y que también fue interrogador jefe del servicio de inteligencia interno, Shin Bet.

La acción famosa de Arndt, si se puede aplicar esa palabra a alguien que siempre evitó la mirada ajena, fue uno de los grandes golpes de espionaje de la posguerra. Trabajando bajo el nombre de guerra Zvi Aharoni, este judío alemán rastreó y secuestró al criminal de guerra nazi Adolf Eichmann en su escondite argentino. Durante la Segunda Guerra Mundial, ese teniente coronel en la sórdida SS fue responsable de la deportación de judíos a las cámaras de gas de los campos de concentración.

Para Arndt, la misión secreta fue riesgosa. Aunque su voz ahora es débil, su acento alemán es todavía fuerte cuando cuenta que "al comienzo usaba un pasaporte diplomático israelí, porque no es un crimen buscar a alguien y sacarle fotos".

na14fo04.jpg (11912 bytes)Los hornos, el final de todo.

"Pero más tarde volví con un pasaporte alemán de negocios, porque secuestrar a alguien y llevarlo a Israel sí es un gran crimen, especialmente en América del Sur. La operación era bastante riesgosa". Arndt pasó varias semanas a comienzos de 1960 escondido abajo de una lona en un viejo camión, observando y fotografiando a Eichmann y su familia en su pequeña casa de un suburbio semirrural de Buenos Aires.

Todo lo que Arndt tenía para identificar a su sospechoso y confirmar que realmente estaba vigilando a Adolf Eichmann era una vieja foto del criminal de guerra, joven y en su uniforme de la SS.

Los Eichmann vivían en la pobreza, sin calefacción ni agua corriente, en una pequeña casa de material de 7 por 5 metros. Arndt me mostró fotos de la familia tomadas a corta distancia sin que se dieran cuenta. Posando como un inmigrante, Arndt habló con los Eichmann y los filmó en secreto, usando una cámara especial oculta en un portafolios. Las fotos confirmaron que el hombre calvo, de mandíbula cuadrada y anteojos era el criminal de guerra que Israel quería juzgar.

Poco después, un equipo de operaciones especiales llegó de Israel para ayudar a Arndt a secuestrar al hombre que organizó y supervisó el asesinato de las tres cuartas partas de la comunidad judía de Hungría.

Después de planear la acción meticulosamente, en la noche del 11 de mayo de 1960 los agentes israelíes metieron a su presa en un furgón y lo llevaron a un escondite. Arndt manejaba la camioneta y también ofició de interrogador de Eichmann. El le dijo a su prisionero: "No objete nada, no se defienda, no hace falta. Pero si usted hace algo mal, lo matamos."

"Ni siquiera teníamos un arma," cuenta Arndt, "pero él no dijo nada, se quedó callado. Entonces, le grité otra vez '¿no me escucha? ¿Puede oírme?'. Ni una palabra. Le grité: '¿Qué idioma habla? ¿Habla español? ¿Sprache sie Deutsch?' Pero nada."

"Pensé que estaba inconsciente, que tal vez había sufrido un ataque al corazón. Dios sabe qué... Pero entonces, de golpe, me dijo en perfecto alemán: 'Ich habe mich schon mein Schicksal ergeben'. Que quiere decir 'me he resignado a mi destino'. Y ésa era su actitud".

"Más tarde me enteré de que estaba esperándonos. Había vivido bajo cierta tensión por diez años. Había ocurrido por fin, se había terminado". Arndt me mostró más fotos en el escritorio de su estudio. Aunque algunas estaban dañadas por los años, mostraban a Eichmann con el uniforme de comisario de a bordo de El Al, la aerolínea israelí, con un antifaz de dormir cubriéndole la cara.

Esto se hizo para que el prisionero no reconociera al grupo de comandos. Todos posaron como tripulantes de El Al para salir de Argentina y para sacar a su prisionero. Eichmann fue juzgado en Israel y ejecutado en 1962 por crímenes contra la humanidad.

Hace unos años, Arndt conoció a uno de los hijos de Eichmann, Ricardo, que en la época de la operación de la Mossad era un chico. "Es un hombre muy agradable, enseña arqueología. Pero me dijo que le resultó difícil conocerme porque yo era responsable de la muerte de su padre. Entendió bien, me dio la mano y pudimos hablar".

Seguir y secuestrar a Eichmann fue la cumbre de una carrera de espionaje que comenzó durante la guerra en el servicio militar de inteligencia británico. Es un fuerte contraste con su vida actual, que incluye las caridades y el cuidado de animales callejeros.

Acompañé a Arndt a la tienda del pueblo, para la que hace entregas a ancianos y enfermos. Hubo bromas con Debbie Wilson, la administradora. Para las mujeres que trabajan en la tienda, de vida tranquila, rural y acomodada, Arndt es un misterio. Wilson tenía una vaga idea de su vida, pero quedó visiblemente asombrada cuando le conté la verdad.

"Nunca hubiera imaginado que Hermann tuviera un pasado semejante. Es un hombre muy tranquilo, que hace envíos cuando se lo pedimos, que saluda. No hubiera soñado que tenía antecedentes semejantes", me dijo.

De vuelta en casa, Arndt me mostró qué hace para pasar el tiempo. Pinta acuarelas en un galpón oscuro y ruinoso al fondo de un gran jardín rodeado de grandes árboles que aseguran su privacidad y la de su esposa Valerie. La pareja adoptó dos perros perdidos, que lo siguen mientras alimenta a las gallinas. Arndt insiste en que no extraña su pasado aventurero. "No tengo nostalgia por la acción. Estar vivo es lo que más disfruto," ríe. "Ayudar a los animales. Tengo como diez ardillas en el jardín, son una peste pero las alimento."

Sin embargo, todavía hay riesgos. "Alguna gente sigue enojada conmigo, gente a la que puse tras las rejas por ser malvados y desagradables. Si supieran dónde estoy, a veces pienso que querrían matarme." Cuando le pregunté si tenía miedo, pensó largamente y me contestó: "No. Ahora no. Viví una vida buena e interesante y si me fuera ahora habría hecho todo lo que posiblemente pude hacer. La muerte es el final. Pero, aun así, todavía no quisiera irme."

 

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El fantasma de su responsabilidad pesaba sobre el criminal buscado (arriba)

Ravensbruck, 1945. Los Aliados se encuentran con la gran masacre (izquierda)

 

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