Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


El retorno de Ulises a la patria del barroco

Gabriel Garrido es argentino, puso en primer plano al barroco americano, sus versiones de Monteverdi están entre las mejores y revolucionó la interpretación de la música del siglo XVII.

na26fo01.jpg (12351 bytes)
Por Diego Fischerman

t.gif (67 bytes)  Un recital con los villancicos perdidos compuestos por sor Juana Inés de la Cruz. El estreno de la única ópera compuesta en América durante la colonia (La púrpura de la rosa, de Torrejón y Velasco sobre texto de Calderón de la Barca. Un nuevo disco, ya aparecido en Francia, esta vez con Il Ritorno d'Ulisse in Patria de Monteverdi. Actuaciones en los principales festivales del mundo y un curso en el Camping Musical Bariloche, en febrero, que culminará con la representación de la fundante Rappresentazione di anima e di corpo de Emilio Cavalieri. Esos son los pasos que dará durante este año Gabriel Garrido, un argentino radicado en Ginebra al que la crítica europea considera uno de los intérpretes máximos del barroco.

Su primer disco editado por el sello francés K617 en su excelente serie Los caminos del barroco y dedicado a repertorio de las misiones jesuíticas de Lima y La Plata (Bolivia) había ganado, en su momento, el premio a la edición del año que otorga la revista especializada francesa Diapason. Su versión del Orfeo de Monteverdi, protagonizada por el también argentino Víctor Torres, fue considerada por la misma revista, hace dos años, la mejor entre las grabadas en disco (con competidores de la talla de Nikolaus Harnoncourt, René Jacobs y John Eliot Gardiner) y ganó el Palmarés del año de la Academia del Disco Francés. Ahora, su Retorno de Ulises, una reconstrucción realizada a partir del estudio de los manuscritos del autor, ya fue recibida en Europa como "la interpretación de referencia, la lectura de cabecera". Pero en el deslumbramiento de crítica y público frente a sus interpretaciones, Garrido ve apenas la consecuencia lógica de "devolver el barroco al mundo del barroco". Para él, el estilo musical dominante desde principios del siglo XVII hasta mediados del XVIII fue "una estética exuberante, desmesurada, esencialmente latina y teatral, ligada a la fiesta y a la representación". Un estilo que basaba su sentido en la provocación de afetti y cuyo valor revulsivo Garrido intenta resucitar.

"El canon musical fue cristalizado por Alemania y dentro de ese canon la figura de Bach, el único músico de esa época cuya obra estaba completamente revisada y editada a principio de este siglo, resultaba fundamental. Porque Bach es un ordenador, un contenedor de toda esa tradición latina y contrarreformista. Entonces, la idea de Bach como el gran compositor de música pura, como el mejor músico de todos los tiempos, tiene tanto de enaltecimiento de su figura como de ocultamiento hacia aquello que el mundo luterano no había podido civilizar. Ahí es donde las obras de los músicos que llegaron a América trayendo la tradición eclesiástica italiana tienen mucho que decir. En esas composiciones que cantaban los guaraníes en las misiones jesuíticas del norte de Argentina y de Bolivia hay una verdad tan grande como la de Bach, aunque posiblemente de signo contrario."

Lo que está en crisis, para Garrido, es la práctica de interpretación del barroco consolidado en los años 60 a partir de ediciones simplificadas de las partituras y, sobre todo, "el modelo único de pensamiento, que en este fin de siglo está cayendo a pasos agigantados y es bueno que así sea. Esa manera de pensar heredera del romanticismo, donde si estaba Bach no podía haber un Roque Ceruti (el autor de las Vísperas Solemnes de San Juan Bautista exhumadas en las misiones de Chiquitos, en Bolivia) no se sostiene más". La pasión por el barroco, una pasión que para este director es "igual en Monteverdi que en Zipoli, Torrejón y Velasco o Ceruti" tiene, por otra parte, una razón sencilla: "después de años en que la libertad del intérprete fue limitándose cada vez más, hasta llegar a la electrónica, donde no tiene cabida, es comprensible que las nuevas generaciones se vuelquen a una música que debe ser reconstruida para poder ser tocada y en la que la improvisación y la creatividad personal tienen un papel fundamental".

 

Los caminos del barroco

La discografía de Gabriel Garrido, al frente de su grupo, el Ensemble Elyma, y contando como colaboradores frecuentes a varios artistas argentinos (el grupo Louis Berger, el Coro de Niños de Córdoba y los cantantes Víctor Torres, María Cristina Kiehr, Fabián Schofrin y Adriana Fernández entre otros), abarca los siguientes títulos, todos editados por el sello francés K617:
Claudio Monteverdi: L'Orfeo (con Torres, Fernández, Banditelli, Zanasi, Kiehr, etc), Il Ritorno d'Ulisse in Patria (con Banditelli, Zanasi, Kiehr, Fouchécourt y Schofrin) y En torno al Combattimento di Tancredi e Clorinda --obras de Monteverdi y otros autores--.
¡Salga el torillo! (composiciones de Diego de Salazar, Domenico Zipoli y otros.
El oro y la plata del Alto Perú (obras sacras y profanas de Juan de Araujo).
Vespro per lo stellario della Beata Vergine (Vísperas del Stellario de Palermo, Sicilia, compuestas por Bonaventura Rubino).
Marco Da Gagliano: La Dafne.
Música Barroca en la Real Audiencia de Charcas (El barroco en Bolivia. Obras de Araujo, Ceruti y otros).
Músicas sacras misioneras (obras de Zipoli recopiladas en misiones jesuíticas del Altiplano a la Amazonia).
Roque Ceruti. Vísperas solemnes de San Juan Bautista (con el grupo Louis Berger y el Coro de Niños Domenico Zipoli de Córdoba, grabado en la catedral jesuítica de Concepción, Bolivia).
Domenico Zipoli: San Ignacio.

 

PRINCIPAL