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TERMINO LA ACUSACION CONTRA EL Y LLAMARIAN A TESTIGOS
Clinton se las ve muy negras

La Fiscalía terminó ayer su acusación en el juicio político contra Bill Clinton y el clima en el Congreso era cada vez más favorable a la convocatoria de testigos que teme la Casa Blanca. La defensa empieza a argumentar el martes.

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Por Mónica Flores Correa
Desde Nueva York

Página/12

en EE.UU.

t.gif (67 bytes)  En el gran final ofrecido ayer por los fiscales republicanos al concluir la presentación de sus argumentos, las invocaciones a la moral se repitieron incansables, recorriendo todos los tonos de la grandilocuencia. Afirmando que el grupo de los 13 acusadores no actuaba en forma partidista ni alentado por “un espíritu mezquino”, Henry Hyde, el fiscal principal, sostuvo que si el Senado no vota la destitución de Bill Clinton “la presidencia quedará profundamente dañada, quizá en forma permanente”. En los discursos de cierre, los conservadores cubrieron un espectro amplísimo, que fue desde la reflexión individual –”no le pedimos a un presidente que sea perfecto; sabemos que los hombres no son perfectos”, dijo el senador Robert Barr, acusado él mismo de haber sido adúltero–, hasta advertencias sobre lo que puede ocurrir en el ámbito internacional. “La falta de credibilidad (de Clinton) es corrosiva y va en detrimento de nuestro poder militar en el exterior y de nuestra diplomacia”, sostuvo otro fiscal. Después de tres días de machacar sobre el tema, la convocatoria de testigos, exigida por la Fiscalía y temida por la Casa Blanca, parecía ayer inevitable. Los defensores de Bill Clinton comenzarán su argumentación el martes.
“A algunos de nosotros se nos ha llamado ‘odiadores de Clinton’”, recordó Hyde al poner el broche en sus argumentos. “Esta no es una cuestión de a quién odiamos. Es una cuestión de qué es lo que amamos... el imperio de la ley, igual justicia ante la ley y honor en nuestra vida publica”, enfatizó el republicano de Illinois, sintetizando así algunos de los puntos claves de la línea de argumentación que siguió desde el jueves la Fiscalía: que ningún individuo, por alto que sea su cargo y sus responsabilidades, se encuentra por encima de la ley y que Clinton, con su errática conducta sexual y sus mentiras, ha devaluado la presidencia.
En su decidido esfuerzo por persuadir a los senadores de que Clinton no es digno de continuar en el puesto porque ha traicionado el juramento presidencial, Hyde indicó también que “hombres y mujeres moralmente serios pueden imaginar circunstancias en el límite de lo que es moralmente permisible” por las cuales un presidente podría verse obligado a mentir. “Pero, ¿bajo juramento, por un placer privado?”, preguntó, sin esperar respuesta, el llamado “odiador de Clinton” al centenar de senadores que lo escuchaban en silencio.
Una primera reacción por parte de los abogados de la Casa Blanca se dejó oír inmediatamente cuando concluyeron los argumentos. Gregory B. Craig, miembro del equipo legal, dijo que la presentación de los fiscales no lo había impresionado. Puntualizó también que los fiscales no habían logrado armar “un caso constitucional” que justifique la separación del demócrata de su cargo. Charles Ruff, otro de los asesores legales, dijo que “lo único que se ha probado es que corresponde desechar los cargos”. Trascendió, sin embargo, que la Casa Blanca está inquieta por lo que ocurrirá con la opinión publica en estos tres días que quedan hasta que el grupo de abogados comience su argumentación de defensa. Los funcionarios del Ejecutivo temen que las declaraciones que hagan hoy varios senadores en los programas políticos de la TV, puedan erosionar el apoyo de los norteamericanos y que las encuestas dejen de ser tan favorables para Clinton, como vienen siendo desde que empezó el escándalo. Diecinueve senadores se aprestaban a participar en los programas del domingo, rompiendo así el estricto mutismo que se vieron forzados a guardar mientras los fiscales hacían la acusación. Aparte de la ríspida cuestión de los testigos, los tres días de argumentación no agregaron nada nuevo a lo que ya se conoce del affaire de Clinton y Monica Lewinsky y los problemas legales que se derivaron del escándalo. Y los bandos continuaron con sus opiniones, por el momento, inconmovibles. “No creo que haya cambiado la dinámica. Hasta aquí, aquellos que no estaban convencidos, siguen sin convencerse”, dijo el senador demócrata Frank Lautemberg de Nueva Jersey, refiriéndose a sus correligionarios. Aventuró, sin embargo, que “un par de personas” podrían unirse al punto de vista republicano cuando escuchen la versión de los testigos.
Durante los tres días de argumentación, los fiscales insistieron en que los senadores se convencerán de que Clinton es culpable de haber cometido perjurio y de haber obstruido el accionar de la Justicia, si se llama a declarar a Monica Lewinsky y a Betty Currie, la secretaria privada del Presidente. Sugirieron también que el propio Clinton debe ser llamado a declarar, para contrastar su testimonio con los de los otros actores del drama. La Casa Blanca dijo que rechaza de plano la invitación.
Aún en plena argumentación de los fiscales, demócratas y republicanos, a puertas cerradas, siguieron maniobrando acerca de la inclusión o no de los testigos, asunto que puede poner aun más en evidencia la hostilidad existente entre ambas agrupaciones. Trent Lott, jefe de la bancada republicana, envió una carta el viernes a Tom Daschel, líder de los demócratas, instando a que un grupo bipartidario de senadores se reúna a estudiar el tema “para ahorrarnos tiempo y problemas en los días que tenemos por delante”.
Daschel no aceptó. En su conceptuosa carta de respuesta, el senador demócrata escribió que “es mi esperanza que este tipo de arreglos sean innecesarios”. Todos los republicanos están de acuerdo en que debe llamarse a testigos. Los demócratas, en cambio, no están tan unidos en la opinión en contra de este llamado. Algunos dudan y consideran, como Lautemberg, que la presencia de un par de implicados podría ayudar a clarificar el embrollo. Son los mismos, quizá, que piensan que Clinton no es inamovible del Salón Oval.
Sin duda, todo está aún por verse.

 

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