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SIN JUGAR BIEN, PONIENDO, ARGENTINA SACO UN PARTIDO COMPLICADO
PEKERMAN DIO EN LA TECLA Y SONÓ BRASIL


Con goles de Galletti en el primer tiempo y del Tecla Farías, que recién había ingresado, en el final, Argentina consiguió un triunfo valiosísimo.Buena actuación defensiva e intermitencias en el resto. Roldán, la figura.

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Galetti acaba de convertir el primer gol argentino con un cabezazo providencial.
El goleador fue reemplazado faltando dos minutos por Farías que convirtió el gol de la victoria.
Por Ariel Greco

t.gif (67 bytes)  El Tecla Farías tocó dos pelotas: la primera --hacía menos de un minuto que había entrado-- fue el gol del triunfo a los 43 del segundo tiempo; la otra fue cuando el árbitro uruguayo Jorge Larrionda --que tuvo que trabajar mucho y le perdonó la vida a varios de los dos lados-- pitó el final: la tenía, en el costado izquierdo del ataque argentino, el pibe de Estudiantes de La Plata. La proverbial mezcla de intuición y buena suerte de José Pekerman se hacía evidente una vez más: mete el cambio y ese jugador hace el gol definitivo. Notable. Sobre todo en un partido complicado en el que Argentina jugó bien sólo de a ratos, con un segundo tiempo muy flojo. Fueron el impulso de la gente y el arranque de los del fondo en esos minutos finales --más la fortuna de que Marcio Carioca no concretara en gol un contraataque un minuto antes-- los factores que permitieron que Argentina terminara ganador. Y también la decisión de Cambiasso al trabar y la frialdad para habilitar al goleador, claro. Pero hubo que sufrir mucho, como en aquella final de Uruguay con gol de Rivarola... Con Brasil siempre será así. Y tiene otro sabor, sobre todo con la multitud --más de treinta y cinco mil personas, aunque pagaron algunos miles menos-- que dejó casi 350.000 pesos de recaudación.

Al principio, cuando estaba para arrasar, no pudo; cuando no lo merecía, Argentina la embocó. Esa fue la síntesis del primer tiempo. Argentina jugó quince minutos brillantes. Montenegro era el eje; subía Rivarola por izquierda y llegaba Duscher por sorpresa del otro lado. Se mostraban todos, y se asociaban para tocar. Así, Argentina creó dos situaciones clarísimas: una mediavuelta de Galletti que le sacan de cabeza sobre la línea y el fusilamiento de Rivarola --después de buena jugada colectiva por derecha con Guillermo-- que sacó el arquero. En ese cuarto de hora los brasileños sólo faulearon y los dos centrales quedaron amonestados; el técnico rotaba los volantes para ver si podía parar el aluvión argentino sin lograrlo. Pero después de un contraataque brasileño que mostró a la defensa argentina mal parada, el equipo se frenó. Desapareció la precisión en velocidad del principio y los volantes de contención de Brasil --Ferrugem, Rocha, Marcinho-- dividieron la pelota en el medio. Pekerman se dio cuento que el equipo que no tenía explosión y mandó a Fernández bien de volante por derecha y dejó una línea de tres en el fondo, con Duscher y Cambiasso repartiéndose la mitad pero no anduvo tampoco. Perdieron sorpresa la subida de Fernández y de Rivarola, que quedó tapado por Rocha y por Filipe cuando pasaba. Así Brasil emparejó un trámite lento y aburrido, plagado de faltas, y tuvo alguna llegada cuando se equivocó Milito y Roldán --de lo más firme de Argentina-- salvó ante Edú. Así siguió el partido languideciendo hacia el final, monótono, hasta que Galletti metió el coco y sacó --último de la fila, por detrás de todos-- un cabezazo bombeado que sorprendió a Julio César y a todos. 1--0 y final del primer tiempo: cuando menos hacía, lo consiguió.

Argentina arrancó dormido el segundo. Y Brasil empezó a dominar; primero una pared entre Edú y Fabio Aurelio que no fue penal porque el delantero no se tiró y después el tiro libre de Ronaldo en el ángulo desguarnecido de Costanzo. El juvenil retrocedió excesivamente y permitió que Brasil predominara, aunque no llegó demasiado. El equipo aparecía sólo por ráfagas: presionaba dos o tres minutos, mantenía a Brasil en su campo y después no retenía la pelota. Muy estático: Duscher sin dinámica, Cambiasso paradito como un cinco antiguo, moviéndose algunos metros para cada lado nada más y Rivarola que no cruzaba la mitad de la cancha. Además entró Marcio Carioca y complicó. Por otra parte, la salida de Adrián Guillermo fue contradictoria: si bien argentina se había echado atrás para contragolpear, Guillermo era una variante imprescindible, y Aimar, salvo un par de genialidades (una habilitación a Montenegro) estuvo intrascendente. Cuando Brasil empata --y era justo-- Argentina se descontroló. Unos querían apurarse e iban para adelante y otros jugaban cuidando la pelota. Los últimos minutos fueron electrizantes: Argentina se desguarnece y casi emboca Brasil de contra; enseguida se manda Roldán, anticipa Cambiasso, la juega adentro, deja pasar Aimar, Farías la pone... Nada que decir: sólo celebrar.

 

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