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Ni el polvo de tus pesos

Por Julio Nudler




t.gif (67 bytes) Bartolomé Mitre, instalado en los billetes de 2 pesos, perderá su lugar en los bolsillos a manos de Thomas Jefferson. A José de San Martín lo mandará al desguace Abraham Lincoln (rostro de los papeles de 5 dólares), y Manuel Belgrano (10 pesos) tendrá que rendirse ante Alexander Hamilton. El restaurador Juan Manuel de Rosas (20 pesos) será derrocado por su contemporáneo Andrew Jackson. Domingo Faustino Sarmiento, que cotiza a 50 pesos, se inclinará ante Ulyses Simpson Grant, y a Julio Argentino Roca lo fulminará, con caballo y todo, Benjamín Franklin, echándolo de los billetes de 100. Como aclaró con toda naturalidad Pedro El Lobo Pou, será cuestión de cambiar unos próceres (los argentinos) por otros próceres (los norteamericanos).jun1.jpg (10228 bytes)
La decisión de proponerle a Estados Unidos un Tratado de Asociación Monetaria, que implica la extinción del peso y la adopción del dólar en las Provincias Unidas del Sud, es el último conejo que Carlos Menem sacó de la galera para mantener la iniciativa política, y tal vez su aspiración bi-reeleccionaria. Se parece, en ese sentido, a la decisión alfonsinista de trasladar la capital a Viedma. jun2.jpg (9518 bytes)La audacia del riojano contrasta con la inopia de la Alianza y de Eduardo Duhalde, incapaces de definirse ante la imperiosa situación planteada por el colapso del Plan Real. Más allá del juicio que merezca la idea y de lo que se oculte detrás de ella, Menem muestra más reflejos, en la recta final de su mandato, que los líderes que quieren sucederlo.
El lanzamiento público de la nueva estrategia económica argentina deparó el jueves algunas sorpresas:
* Estuvo a cargo del presidente del Banco Central, dejando la sensación de que el ministro de Economía, Roque Fernández, está pintado. El sícarlismo de Pou le permitió copar el centro de la escena.
* Repentinamente, el Gobierno sostiene que la convertibilidad fracasó porque afuera no creen en la no devaluación del peso. Pou va incluso más allá y habla abiertamente del “riesgo de default” (cesación de pagos) de la Argentina.
* El mismo vocero oficial, buscando respaldar la nueva propuesta, explica que la convertibilidad, aunque tenga fuerza de ley, es una medida unilateral que puede ser modificada de igual manera. jun3.jpg (9990 bytes)
De pronto, sin previo aviso, el presidente del BCRA, cuyo cargo está por encima de los colores políticos y encarna la garantía de continuidad en la defensa de la moneda, tira por la borda todo el discurso oficial de estos años. En su lugar instala una propuesta que nadie sabe si prosperará, y que no sirve de nada en el corto plazo. Y por si esto fuera poco, confirma que la decisión estratégica de integrarse con Brasil ha sido reemplazada por el sálvese-quien-pueda. Los brasileños devalúan por las suyas, sin pedir permiso ni ofrecer compensaciones, y los argentinos descubren que su verdadera vocación es transformarse en una provincia monetaria de Estados Unidos. Todos parecen olvidados del Mercosur.jun6.jpg (11018 bytes)
Aunque Pou presentó la nueva fórmula como una manera de profundizar la convertibilidad, lo evidente es que la destruye. Si no hay más peso, ¿de qué convertibilidad habla? Ni siquiera puede aludir a la del dólar, que desde los tiempos de Richard Nixon dejó de ser convertible. Pero la pregunta de fondo es otra: ¿será el peso el culpable de todo, la vía de contagio que enferma a la Argentina cada vez que estornudan los mercados financieros mundiales?
Antes que desconfiar del peso, en el resto del mundo desconfían de la solvencia argentina, no por la alocada historia de su moneda sino por el actual déficit externo del país, que depende por tanto de que lo sigan financiando y de que continúe afluyendo capital. Lo que no logró la convertibilidad, o el conjunto de las políticas oficiales, fue modelar una economía competitiva, que pueda crecer (y por tanto importar más) sin que se le estrangule el balance de pagos. Abolir el peso, jun4.jpg (9919 bytes)cerrar el BancoCentral y depender de las decisiones que tome la Reserva Federal (en función de las necesidades de la economía estadounidense, y no de la argentina) significará contar todavía con menos instrumentos de política económica que los pocos disponibles hasta ahora.
Aunque la Argentina se amarre al dólar, Brasil seguirá siendo su gran vecino. Los mapas son decisivos en economía, como saben Alemania y Francia, o México y Estados Unidos, y no se dejan alterar por las estrategias monetarias. Tal vez convendría más reconducir la integración con los brasileños que desentenderse de ella para ponerse en la misma cola en la que Chile espera desde hace años el guiño del Capitolio para su ingreso al Nafta.
Pero aunque Estados Unidos acogiera el deseo argentino porque la irrupción del euro obliga al dólar a consolidar su propio bloque, tampoco cambiarían las cosas que la Argentina necesita que cambien para recuperar su atractivo. Los bajos precios mundiales de las materias primas y los insumos que exporta el país no subirán porque éste sustituya su moneda por la del imperio. Con exportaciones en baja no puede haber confianza en alza. Unir las monedas sin haber integrado las economías es una ocurrencia muy curiosa. jun5.jpg (10091 bytes)
La Argentina tiene un obvio problema con su tipo de cambio, agravado desde que en 1997 comenzaron por el Asia las devaluaciones en cadena. Aunque la convertibilidad y la alta liquidez del fortalecido (y extranjerizado) sistema bancario permitieron absorber los últimos shocks externos (dragón, vodka, caipirinha) sin los terribles costos que provocó el tequila, la crisis brasileña está abierta y en plena erupción. Su expresión concreta es el desplome del real, que descoloca a los productores argentinos. Suplir el peso por el dólar no les devolverá la competitividad perdida. ¿Será posible recuperarla sin devaluar? ¿Será posible recuperarla devaluando? ¿Existe una tercera vía? El vasallaje monetario que quieren Menem y Pou elude el debate, que la oposición también esquiva por miedo a los mercados, al establishment y a los votantes.

 

 

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