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UNA JUEZA NO ENCONTRO SOSPECHOSOS LOS BIENES DE RAUL GUGLIELMINETTI
Absolución para los servicios

La magistrada Fontbona de Pombo absolvió  al “Mayor Guastavino” simplemente porque éste describió su notable enriquecimiento.

Raúl Guglielminetti, agente para todo servicio, alias “Mayor Guastavino”, alias “El Yorma”.
Cuando la Justicia comenzó a indagarlo ya tenía propiedades costosas y campos.

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Por Susana Viau

t.gif (862 bytes) La jueza de sentencia María Dolores Fontbona de Pombo resolvió absolver a Raúl Antonio Guglieminetti en la causa que se llevaba desde hace años contra el ex represor y agente de inteligencia por enriquecimiento ilícito. La absolución fue apelada por la fiscalía y sostenida por el fiscal de Cámara Norberto Quantín, para quien “el acusado tiene el derecho a mentir. Pero el juez no está en el deber de creerle”.
La jueza sustentó su fallo, que se emitió en diciembre pero acaba de trascender, en el criterio de que el delito de “enriquecimiento ilícito” se perfecciona cuando no existe explicación de ese enriquecimiento, y Guglielminetti había dado una.
El agente fue sorprendido en febrero de 1985 en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, portando un millón de dólares en el mismo momento en que la Justicia investigaba el secuestro extorsivo del hijo del empresario textil Jaime Meller y es poseedor de un patrimonio sorprendente.
Página/12 había informado ya en octubre de 1997 que funcionarios de Tribunales sostenían que Fontbona de Pombo estaba sufriendo “grandes presiones” en relación con la causa.
Estas actuaciones debieron haber sido sustanciales para la jueza ya que, según pudo saber este diario, en ningún momento delegó la tramitación del expediente, que fue resuelto en estricta reserva por ella y su secretaria privada.
La denuncia por enriquecimiento ilícito fue presentada por el fiscal Alejandro Rocha en 1987, casi al mismo tiempo que se concretaba la extradición de Guglielminetti de Europa, pedida con motivo de la investigación del “secuestro seguido de muerte” del dueño de la firma Mc Taylor, Emilio Naúm. Rocha sostuvo en su denuncia que Guglieminetti llevaba “un tren de vida que no podía solventar con los recursos que obtenía a través de las actividades remuneradas que obtenía que prestaba para el Estado”.
Guglielminetti se había desempeñado en el Servicio de Inteligencia del Ejército desde 1971 hasta 1979 y en la Agrupación Seguridad e Inteligencia de la Casa Militar de la Presidencia de la Nación de marzo de 1968 hasta 1981 y luego desde marzo de 1983 hasta marzo de 1984.
Para esas fechas, Guglieminetti contaba con una finca en Mercedes, otra en Acassuso, ubicada en la calle Italia 929/33, dos automóviles marca Ford Falcon, un “camión internacional”, un jeep Willys, un campo en Mercedes, un inmueble en Martínez, en la calle Libertad 553 (vendido por él en 1980 en 120 mil dólares) y arrendaba una casa en Madrid. A esos bienes había que sumarle, por supuesto, el famoso millón.
Cuando la Fiscalía de Investigaciones Administrativas y la fiscalía de instrucción le exigieron explicaciones, Guglieminetti, o también el “mayor Rogelio Angel Guastavino” –su nombre de guerra–, arguyó que no respondería puesto que podía ser acusado de “vulneración del secreto militar e incurrir en un delito”. Aclaró, eso sí, “que había recibido y manejado importantes sumas de dinero producto de su actividad como agente de inteligencia del Estado”. Además, recusó al fiscal Carlos Olivieri (ya fallecido, entonces en la Fiscalía de Investigaciones Administrativas) porque dijo haber visto su foto en un acto con la imagen de Ernesto Che Guevara a sus espaldas. Era sólo una trapisonda destinada a chicanear al fiscal porque Guglielminetti sabía qué puntos calzaba. Olivieri se había hecho famoso al frente del Juzgado de Instrucción 3 por ser uno de los poquísimos magistrados que, durante la dictadura, daba trámite a los recursos de hábeas corpus. En 1983 había enviado a Campo de Mayo a su secretaria con un exhorto y la orden de prisión preventiva contra el general Reynaldo Bignone por la desaparición de los conscriptos Steimberg y García, secuestrados en esa dependencia militar.
Lo cierto es que quien en esas fechas era jueza de instrucción, María Romilda Servini de Cubría, dictó el sobreseimiento provisional y el desprocesamiento de Guglielminetti. La Cámara del Crimen concedió laapelación pedida por el fiscal y la causa por enriquecimiento ilícito continuó. Ahora, “el mayor Guastavino” volvió a ser absuelto puesto que la jueza Fontbona de Pombo entendió que sólo existe el enriquecimiento ilícito si no hay explicación alguna para el aumento patrimonial.
Las razones dadas por el ex represor provocaron dudas en la magistrada que, así, aplicó el principio de “in dubbio pro reo” (en la duda, a favor del acusado). Esa fundamentación no resultó satisfactoria para el fiscal de la causa y tampoco para su superior, Norberto Quantín. Quantín encabeza el pedido a la Cámara con una declaración del propio Guglieminetti registrada a fojas 285: “los servicios de inteligencia –explica el ex agente–son asociaciones ilícitas creadas y sostenidas por el Estado para desarrollar tareas fuera del marco legal”. La frase ilustra aún más, si hiciera falta, el pensamiento del mayor Guastavino.
La fiscalía recuerda, más adelante, que “sin pudores y hasta con cierta soberbia”, Guglieminetti “siguió contando que más de una vez cobró suculentos dividendos como premio a sus golpes al financiamiento de la guerrilla argentina. Señaló que le pagaron , al menos dos o tres veces, sumas que rondaban los 50 mil dólares estadounidenses como retribución a dichos golpes”.
A renglón seguido el fiscal se pregunta: “¿Cuál es la razón de ser de la figura de enriquecimiento ilícito de funcionarios públicos?”. Agrega que los delitos genéricamente llamados “de corrupción” se caracterizan por la dificultad de probarlos y por su secuela de impunidad. “Son delitos sin víctimas–dice–. Ello porque en principio quien da y quien recibe son delincuentes. Entonces, ante la dificultad extrema señalada surge esta figura que recorre el camino inverso. Es el funcionario y no la justicia quien debe explicar –a la justicia– cómo se enriqueció”.
Según Quantín, la magistrada no tenía por qué equiparar “la prueba contundente del informe de la policía aduanera del aeropuerto internacional de Barajas con las inverosímiles explicaciones de Guglieminetti y Carrasco, que no guardan proporción con la realidad, ni con las actividades del personaje”. Y sostiene el fiscal: “Resulta “inadmisible que en cualquier organismo del Estado se dé rienda suelta para que los dineros públicos engrosen los bolsillos de los funcionarios”.

 

El agente, por él mismo

ron2.gif (93 bytes)  “¿Por qué quiero salir del país? Porque tengo ganas.” (Ante la pregunta de por qué huía ana03fo02.jpg (4589 bytes) España.)
ron2.gif (93 bytes)  “Salud, buenas noches, paso a tomar una copa al otro lado.” (Cuando entró de vuelta en la Argentina, en 1987, dejando la condición de principal prófugo de la Justicia en el exterior.)
ron2.gif (93 bytes)  “No quiero ser el monito del circo.” (A la Justicia.)
ron2.gif (93 bytes)  “Guglielminetti no puede andar con eso. Yo uso una Magnum, por lo menos.” (Cuando en una indagatoria le mostraron una pistola de la Policía Federal.)

ron2.gif (93 bytes)  “Necesidad de reunir información por cuerda separada a la de otros servicios que se consideraban una herencia del pasado.” (Al explicar para qué había sido creado durante elna03fo03.jpg (4890 bytes) gobierno radical el Grupo Alem, que él mismo integraba.)
ron2.gif (93 bytes)  “Me preocupaba la educación de mis hijos y deseaba apartarme de algunos problemas surgidos por una guerra de intereses entre un sector político y otro tradicional de los servicios de inteligencia.” (Motivos alegados para instalarse en España, en una mansión ubicada en Marbella.)

ron2.gif (93 bytes)  “Cuanto se ha dicho de mi nazismo o fascismo es falso. Yo no soy un intelectual y juro que no sabría explicar de qué se tratan esas ideologías.” (Declaraciones en París, de tránsito.)
ron2.gif (93 bytes)  “¿A dónde voy ahora? A Lourdes.” (También en París.)na03fo04.jpg (5021 bytes)
ron2.gif (93 bytes)  “En este mundo de la inteligencia y las Fuerzas Armadas nos conocemos todos. Yo podría llenar esta confitería de Guglielminettis.” (En una entrevista periodística.)
ron2.gif (93 bytes)  “No le puedo echar la culpa a Suárez
Mason o a Videla por ir a detener a un tipo o reunir
información que sabía que terminaba con la detención
o su desaparición. Yo era el único responsable, era un
profesional.”

 

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